Una colaboración de Iván La Cioppa para Historia y Roma Antigua.
Hoy vamos a hablar de una figura particular que formaba parte del ejército romano: el «librarius».
El término deriva del sustantivo «liber», que indica la corteza interna del árbol (Virgilio, Geórgicas, II, 75-77), utilizada, después de someterse al tratamiento adecuado, como soporte para la escritura (Cicerón, Epistulam ad Quintum fratrem, 3, 1, 4, 11), como el papiro.Ya por la etimología podemos intuir el papel de este profesional, empleado en actividades de secretaría y contabilidad.
RECREACIÓN DE UN LIBRARIUS. |
Este papel existía tanto en el ámbito civil como en el militar. A continuación profundizaremos en este segundo aspecto. El «librarius» militar representaba la vertiente erudita y burocrática de la máquina de guerra romana, que basaba su poder no sólo en la fuerza física sino también en el orden y la disciplina, transmitida por un peculiar aparato compuesto por diversas figuras desligadas de las tareas típicas de un soldado. Publio Tarutieno Paterno, oficial, jurista y experto en arte militar de la época de Marco Aurelio y Cómodo, nos habla del «librarius» en sus escritos (Digestum, 50,6,7). Paterno afirma que entre los «immunes» (soldados exentos de determinadas tareas), en el ejército, también hay «librarii» y cita cuatro tipos: «librarii quoque qui docere possint, et horreorum librarii, et librarii depositorum, et librarii caducorum».
De este listado se desprende la versatilidad de este rol vinculado a funciones administrativas de diversa índole, como la supervisión de graneros, el registro de defunciones en servicio y la gestión de los depósitos de ahorros de los soldados. En este sentido, por su peculiar preparación, el «librarius» también se encargaba del reparto del salario, del que tenemos diversos testimonios, entre ellos una tablilla de madera utilizada como recibo (EDCS-04900733) y un papiro hallado en Masada (TM78491). Esta tarea se llevaba a cabo bajo la supervisión del «signifer» sobre quien recaía la responsabilidad (Vegetius, Epitoma rei militaris, II, 20).
Relieve funerario de un librarius (Virunum, Zollfeld, Austria). |
No olvidemos la importancia del «librarius» que se encargaba de enseñar latín a los soldados analfabetos o alófonos (que hablaban una lengua distinta al latín) y de formar a otros expertos militares en el desempeño de funciones administrativas. Esta figura profesional también es citada por Vegecio, quien afirma que en las legiones había verdaderas escuelas para los soldados (Epítome II,19). Son numerosos los epígrafes funerarios referidos a soldados que desempeñaron el rol de «librarius» (EDCS-27800152, EDCS-25500579, EDCS-32300661), a menudo como trampolín para su carrera, como en el caso de Ulpius Amandianus (EDCS-29100231) o Petronius Fortunatus (EDCS-14900171) . Los papiros también dan su aporte con la carta de Julius Apollinaris (p.mich.8466), soldado de la «Legio III Cyrenaica», quien afirma que añora el papel de «librarius» en el estado mayor del gobernador pero, al final, debe conformarse con un puesto como «librarius legionis», que no dejaba de ser un puesto de peso. Este pasaje, en efecto, nos da la medida de la importancia que este profesional tenía en cualquier nivel de la jerarquía.
Relieve funerario de un librarius (Virunum, Zollfeld, Austria). (Foto: O. Harl) |
En este sentido podemos inspirarnos en un bajorrelieve funerario que representa a un «librarius» civil, vestido con túnica y «poenula», en el acto de escribir sobre un «volumen» con una pierna levantada sobre una «capsa» que contiene otros papiros. El mismo «librarius» en la versión militar probablemente vestiría de forma similar para sus tareas de oficina, tal vez con la única adición de un arma no demasiado engorrosa como el «pugio» y el «signaculum» de identificación. Lo confirmamos con la estela de Emilio, «librarius» de «Legio V Macedonica» (EDCS-27800438).
Además del papiro, otros soportes utilizados para la escritura fueron las «tabulae ceratae», como se puede observar en el retrato funerario de un «librarius» en Flavia Solva, y las tablillas de madera, como las halladas en Vindolanda y Vindonissa.
¿Pero cuál era el «stipendium» de un bibliotecario, cuánto cobraba?
Es sorprendente saber que la cantidad no se diferenciaba de la de un soldado en servicio activo. Esta información se deduce de diversas pistas como su posición en la base de la jerarquía militar, por debajo de otros «immunes». Evidentemente, el «stipendium» podía variar dependiendo del nivel del sector al que se perteneciera.
En conclusión, una cosa está clara: si te alistabas en el ejército romano y tenías un buen nivel de educación, podías aspirar a una posición cómoda y segura, aun luchando contra los enemigos de Roma pero no con gladio y escudo, sino con cálamo y tablilla encerada.
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