En Historia y Roma antigua celebramos una nueva colaboración. En este caso Ángel Portillo, autor de "Lignvm" nos habla de las famosas corporaciones romanas. Si más os dejo con él.
Artículo escrito por Ángel Portillo
Antes de profundizar tenemos que hacer una reflexión. Para cualquier persona del presente resulta más que lógico pensar en el mañana, o dicho de otra forma: en prosperar. Todos pensamos en un futuro y que con esfuerzo y entrega lo conseguiremos. Esto no era así en el pasado. Los pobres de entonces eran personas que tenían lo justo para sobrevivir. Era imposible que ahorrasen y la posibilidad de mejorar era casi nula. Su objetivo era, básicamente, el de seguir viviendo. La preocupación fundamental de la mayoría era conseguir algo de comida para cenar. Partiendo de esa base, no pensaban en ascender socialmente; es más, ni se les pasaba por la cabeza. Su condición de nacimiento era la que tendrían el resto de sus vidas.
Artículo escrito por Ángel Portillo
Antes de profundizar tenemos que hacer una reflexión. Para cualquier persona del presente resulta más que lógico pensar en el mañana, o dicho de otra forma: en prosperar. Todos pensamos en un futuro y que con esfuerzo y entrega lo conseguiremos. Esto no era así en el pasado. Los pobres de entonces eran personas que tenían lo justo para sobrevivir. Era imposible que ahorrasen y la posibilidad de mejorar era casi nula. Su objetivo era, básicamente, el de seguir viviendo. La preocupación fundamental de la mayoría era conseguir algo de comida para cenar. Partiendo de esa base, no pensaban en ascender socialmente; es más, ni se les pasaba por la cabeza. Su condición de nacimiento era la que tendrían el resto de sus vidas.
El tener que hacer
frente siempre a la posibilidad de no conseguir lo suficiente para sobrevivir, hace que se adopten actitudes individuales y sociales encaminadas a favorecer
la supervivencia a corto plazo. Entre algunas de
estas estrategias, están la de la solidaridad y la cooperación con tu prójimo,
así como la asociación en la defensa de intereses comunes es decir: la unión
hace la fuerza. Sin despreciar otras causas como la perfección y el control de
la calidad de un producto o servicio, lo anteriormente explicado es, en mi
opinión, una parte importante del origen de los colegios o las corporaciones de
profesionales (collegia). Aunque como siempre, todo en Roma estaba envuelto en la leyenda. Plutarco en sus
famosas vidas paralelas dice que Numa Pompilio distribuyó al pueblo por artes y
oficios, e impulsó el interés de grupos profesionales y de solidaridad.
Con el tiempo, se fueron
desarrollando diferentes tipos de collegia:
unas eran cofradías religiosas donde se agrupaba, por barrios, la plebe romana;
otras eran del mismo tipo pero de patricios, más tendentes a conspirar; las
había también funerarias, y entre algunas otras estaban las de profesionales o
artesanos (collegia artificum vel
opificum). Sirvan de ejemplo de este tipo de collegia algunos de los dedicados a la construcción: carpinteros (fabri tignarii); albañiles (structores), y trabajadores en demolición
(subrutores).
Para cualquier
trabajador pobre, por poco cualificado que estuviera, era una amenaza para su
supervivencia que otro individuo ejerciera su oficio, pues amenazaba su
subsistencia y la de su prole. Por ese motivo estas corporaciones eran muy
reacias, utilizando cualquier medio para lograrlo, a permitir que nadie fuera
de sus, por así llamarlos, socios ejerciera su actividad.
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Ostia antica, escena de la vida cotidiana en el mosaico del frigidarium de las termas "Dei Cisarii( taxistas)". Dominio publico |
Los collegia se reunían para decidir intereses y actuaciones. Tenían un
presupuesto común y se pagaban cuotas de pertenencia. En las grandes
festividades religiosas, organizaban procesiones con sus propios estandartes.
Muchos tenían deidades adaptadas y ritos religiosos propios. Añadir que, por la
estructura familiar romana, la pertenencia al gremio se extendía desde el pater familias hasta el último miembro de la unidad familiar. Así que la familia se
incorporaba plenamente en la corporación. Hasta tal punto llegaba esta unión, que muchas veces, los miembros de estos grupos buscaban ser enterrados en los
mismos lugares.
Durante el día si nos situáramos, por ejemplo, en la puerta Trigemina, encontraríamos a collegia como los cisiarii (taxistas para nosotros) o muliones y iumentarii (que alquilaban mulas, asnos u otros animales), dispuestos a ofrecer sus servicios a cualquiera que saliera de la ciudad. Sobre la hora décima, al aproximarse la noche, se acumularían infinidad de carros de diferentes tipos, portados por miembros de los carrucarii (transportistas de mercancías), que introducirían el género procedente del puerto fluvial y lo distribuirían por la ciudad de las siete colinas. Estos tenían que estar fuera de Roma antes de la salida del sol. Recordemos que el tráfico rodado, salvo algunas pocas excepciones, estaba prohibido durante las horas diurnas. Subiendo por el río Tíber, nos encontraríamos bueyes tirando de barcas y a hombres pertenecientes a los helciarii (sirgadores) que eran personas que con cuerdas, desde la orilla, tiraban de las barcas. En los muelles de Emporium lintrarii (barqueros) o saburrarii (hombres que lastran barcas) se encargarían de sus quehaceres. En los almacenes hallaríamos vigilantes (custodiarii), porteros (baiuli) o mozos de carga (saccarii).
Durante el día si nos situáramos, por ejemplo, en la puerta Trigemina, encontraríamos a collegia como los cisiarii (taxistas para nosotros) o muliones y iumentarii (que alquilaban mulas, asnos u otros animales), dispuestos a ofrecer sus servicios a cualquiera que saliera de la ciudad. Sobre la hora décima, al aproximarse la noche, se acumularían infinidad de carros de diferentes tipos, portados por miembros de los carrucarii (transportistas de mercancías), que introducirían el género procedente del puerto fluvial y lo distribuirían por la ciudad de las siete colinas. Estos tenían que estar fuera de Roma antes de la salida del sol. Recordemos que el tráfico rodado, salvo algunas pocas excepciones, estaba prohibido durante las horas diurnas. Subiendo por el río Tíber, nos encontraríamos bueyes tirando de barcas y a hombres pertenecientes a los helciarii (sirgadores) que eran personas que con cuerdas, desde la orilla, tiraban de las barcas. En los muelles de Emporium lintrarii (barqueros) o saburrarii (hombres que lastran barcas) se encargarían de sus quehaceres. En los almacenes hallaríamos vigilantes (custodiarii), porteros (baiuli) o mozos de carga (saccarii).
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Excavaciones del puerto de Emporium |
Autor: Ángel
Portillo.
Blog del autor: Lignum
en Roma
Página Facebook: Angel
portillo ·Lignum en Roma·
Fuentes: La Roma de los olvidados de Robert C Knapp. La vida cotidiana en
Roma en el apogeo del Imperio de Jérôme Carcopino. La vida en la antigua Roma
de Johnston W Harold. Viajes por el antiguo Imperio Romano de Jorge García
Sánchez.