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miércoles, 29 de marzo de 2023

EL BOTÍN QUE FINANCIÓ LOS SUEÑOS DE CONQUISTA DE ALEJANDRO MAGNO. LA BATALLA DE ISSOS (333 AC)

Un texto de Federico Romero Díaz 

La batalla de Issos (333 a.C.) fue uno de los conflictos con más trascendencia de la antigua Grecia, ya que jugó un papel fundamental en la conquista del Imperio Persa por las tropas del rey Alejandro III de Macedonia, más conocido por todos como Alejandro Magno.

Alejandro en el desierto(Tom Lowel)
No era su primera victoria frente a un ejército persa. En la batalla del Gránico (mayo del 334 a.C.), los macedonios ya habían derrotado a un sátrapa griego al servicio de los persas, Memnón de Rodas. Tras la victoria, el ejército de Alejandro (compuesto por unos 35.000 o 40.000 soldados griegos, macedonios, tracios e ilirios) avanzó por Anatolia sin encontrar demasiada resistencia, conquistando territorios y haciéndose con el control de las ciudades más importantes de la zona.

El siguiente paso era descender al sur hacia Siria, pero en esta ocasión sería diferente. Ahora el mismísimo Darío III, en persona, se dignaba en acudir personalmente a enfrentarse a Alejandro y poner fin a su ansia de conquista. El soberano persa se encontraba al frente de un potente ejército persa de unos 100.000 hombres. El enfrentamiento se produjo finalmente en una estrecha llanura cercana a la ciudad de Issos, cortada por un río, bordeada por montañas a un lado y por el mar al otro. El terreno perjudicó a los persas ya que la estrechez del lugar no les permitió aprovecharse de su superioridad numérica. La habilidad estratégica y la valentía de Alejandro, unidas a la cobardía de Darío III que huyó de la batalla cuando se consideró amenazado por el propio Alejandro, supuso la victoria para los macedonios y el principio del fin del imperio persa que a raíz de la derrota perdió Asia Menor y su acceso al Mediterráneo y el contacto con Egipto, su provincia más próspera.


La moral de los persas se vino abajo. Muchos oficiales de alto rango murieron en la batalla (el sátrapa de Egipto Sabaces, que murió protegiendo a Darío del ataque de Alejandro, el comandante de la caballería Bessos, el general Nabarzanes, entre otros), así como miles de soldados rasos. Además, Darío dejó atrás a su familia real, que fue capturada por Alejandro. Este gesto le valió el desprecio de sus propios súbditos, que lo consideraron indigno de ser rey.

La batalla supuso una gran victoria griega que fue celebrada durante generaciones ya que, no solo supuso derrotar y humillar a la potencia que había invadido y destruido gran parte de Grecia medio siglo antes. También supuso la captura de un inmenso botín que permitirá a las fuerzas de Alejandro cumplir un sueño de conquista largamente acariciado. Analicemos en que consistió exactamente.

El botín obtenido.

Lo primero que tomaron los macedonios en la retirada de los persas fue su campamento. Aunque Darío había enviado gran parte del bagaje a Damasco aún quedaba una enorme riqueza en el lugar. Alejandro, que había salido en persecución de las tropas enemigas, volvió cansado, sucio y con una herida en el muslo. Entró en su tienda del persa; se bañó en la antigua bañera de Darío; después se vistió con sus ropas; comió en su mesa y, contemplando las riquezas y el lujo que le rodeaban, le comentó a sus oficiales que “Se diría que esto significa ser un rey”.

Al escuchar los lamentos que venían de un lugar cercano, preguntó por su origen y fue informado de que habían capturado a una gran parte de la familia imperial persa. Se trataba de la mujer de Darío, Estatira, y de sus hijas Barsine-Estatira y Dripetis, y de la madre de Darío Sisigambis. Todos fueron informados de que Darío seguía con vida y que serían tratados con el respeto que se merecía su noble origen4. Plutarco y Justino, sin embargo, hablan del posterior embarazo y muerte por aborto de Estatira, la bellísima mujer de Darío, al año siguiente. Nunca sabremos lo que sucedió con certeza y si la mujer fue seducida o violada y, en ese caso, si el padre fue Alejandro u otro de sus oficiales. Darío intentó negociar el regreso de su familia pero jamás volvería a verlos.


Otra prisionera que pasó a formar parte del famoso botín fue Barsine, la viuda de Memnón. Fue capturada junto a muchas más riquezas en la cercana Damasco, conquistada por una columna rápida dirigida por Parmenio. El general decidió enviarla a su rey. La mujer tenía una edad similar a la de Alejandro al que parece ser ya conocía. Era muy bella y culta. Se manejaba perfectamente en persa y en griego. Se convirtió en amante de Alejandro y parece que nunca perdió el favor del rey. Según Plutarco tuvieron un hijo.

Además de a personajes de la nobleza, se capturó a unos 30 000 porteadores y sirvientes junto a siete mil animales de carga que se asignaron al tren de avituallamiento del ejército macedonio.

"Argiráspida macedonio" (Manuel Krommenacker)

Parmenio, al conquistar Damasco, se encontró con delegaciones tebanas, espartanas y atenienses enviadas a Darío. Alejandro liberó a los tebanos, ya que consideraba que cualquiera cuya ciudad hubiera sido destruida buscaría refugio allí donde pudiera. El ateniense era hijo y tocayo del célebre Ifícrates; se quedó junto al rey y fue tratado con todos los honores por gratitud a la postura prudente que su padre siempre mostró hacia Macedonia. El espartano fue arrestado, ya que su ciudad mantenía una actitud cada vez más desafiante y hostil hacia Macedonia.

También se contabilizaron 329 concubinas de Darío, de gran valor ya que contaban además de con su belleza con educación musical. También casi 300 sirvientes adiestrados en cocinar y preparar bebidas pasaron a ser propiedad de Alejandro.

Tanto oficiales como soldados adquirieron numerosos esclavos y mujeres, algunas de las cuales recibieron el estatus legal de esposas.

Ilustración de un hipaspista.(WIKIMEDIA COMMONS)

La mayoría de los mercenarios griegos que lucharon para Darío en Issos consiguieron escapar. Solo una minoría permaneció fiel a Darío y volvió a engrosar el núcleo más duro del ejército persa en la batalla de Gaugamela. Unos 4000 se dirigieron a Egipto liderados por un macedonio exiliado, donde trataron de hacerse sin éxito con el control del territorio, siendo derrotados o muertos por la guarnición persa. Otro contingente de unos 8000 mercenarios acabó sirviendo a las órdenes del rey espartano Agis III.

Dejamos a las personas y nos centramos en el botín material. Según Arriano, se encontraron unos 3000 talentos de oro, a los que hay que sumar una cantidad mayor capturada en el convoy que se retiraba hacia Damasco. Curtio lo rebaja a 2600 talentos, 225 copas y objetos de oro forjados por 2000 kilos y otras copas con incrustaciones de joyas por 1.500 kilos. A todo esto deberíamos añadir todo aquello que los soldados se apropiaron extraoficialmente y que no se contabilizó para hacer un reparto formal. Sus oficiales llevaron ante Alejandro un cofre especialmente exquisito, propiedad de su rival, que el macedonio decidió utilizar para guardar el ejemplar de la Ilíada que Aristóteles, su preceptor, le había regalado.

Además de los metales, debemos añadir otro tipo de riquezas como incienso, sedas, ropas ceremoniales, etc.

Alejandro, siguiendo el ejemplo de su padre, siempre se mostró generoso en el reparto de las riquezas obtenidas tras la batalla. Al igual que muchos de sus soldados y oficiales, envió a su familia, en especial a su hermana y a su madre, muchos de los objetos que le correspondieron. Produciéndose un aumento de la riqueza considerable no solo en Macedonia, sino también en el resto de Grecia.

Consecuencias

La captura del tesoro persa fue crucial en la financiación de la campaña de Alejandro para conquistar el Imperio Persa. Así pudo continuar su campaña hacia Egipto y Mesopotamia y eventualmente tomar el control del Imperio Persa. La riqueza obtenida le permitió financiar sus campañas militares y construir una gran flota con la que enfrentarse al poder persa en el Mediterráneo.


También tuvo un impacto significativo en la economía de Grecia y de Macedonia. La gran cantidad de tesoros y bienes capturados por Alejandro Magno fueron distribuidos entre los soldados y oficiales de su ejército, lo que ayudó a aumentar la prosperidad económica de Macedonia y Grecia.

En conclusión, la batalla de Issos fue clave en la campaña de Alejandro Magno para conquistar el Imperio Persa y la captura del botín persa fue crucial.

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martes, 21 de marzo de 2023

CAYO OFRONIO TIGELINO. EL PREFECTO DEL PRETORIO QUE SOLO FUE FIEL A SI MISMO.

Un texto de Federico Romero Díaz

Cayo Ofonio Tigelino (nacido en torno al año 10 en Agrigentum y fallecido en 69 en Mondragone) fue el prefecto del pretorio de la Guardia Pretoriana durante gran parte del reinado del emperador Nerón (62 - 68), de quien fue uno de sus consejeros principales. 

Ralph Truman (1900-1977) es Tigelino en el film Quo Vadis

Sobre su juventud poco sabemos poco. Al parecer provenía de una modesta familia de ascendencia griega originaria de Agrigentum en Sicilia. Su origen no impidió que recibiera una educación adecuada que le permitió conocer a algunos hombres de elevada condición social como Marco Vinicio o Cneo Domicio Enobardo.

No conocemos con exactitud cual fue su pasado militar, es posible que comenzara como un simple legionario y que después sirviera en puestos de bajo rango. Lo que si sabemos es que durante el gobierno de Calígula consiguió hacer amistad con las hermanas del emperador que, decidió exiliarle a Grecia tras acusarle de mantener relaciones sexuales con dos de  ellas: Agripina y Julia Livila. Tigelino, que pasó casi dos años desterrado en Grecia volvió a Roma en el 41 d.C beneficiándose de la política de retorno de expatriados del nuevo emperador, Claudio. En la capital, gracias al apoyo de Agripina la Menor, convertida tras la ejecución de Valeria Mesalina en la nueva esposa de  Claudio comenzará a brillar su estrella.

Asesinato de Valeria Messalina

Al parecer recibió una buena herencia y se dedicó a la cría y comercio de caballos en Apulia y Calabria. La proximidad a Agripina y su experiencia como entrenador de caballos de carreras le permitió trabar lazos de amistad con su hijo Nerón muy aficionado a los espectáculos del Circo Máximo, compartiendo con el joven muchas noches de fiestas y excesos. Durante esos años, esa proximidad a la familia imperial le valió el grado de caballero y el codiciado puesto de prefecto de los vigiles. 

Tigelino (RalpmTruman) al fondo y Nerón (Peter Ustinov) en Quo Vadis? (1951)

Tras el envenenamiento de Claudio, Agripina en el papel de madre del joven emperador Nerón, presionó para que se le nombrara prefecto del pretorio, tras la muerte de Sexto Afranio Burro que hasta ese momento, junto a Séneca, había orientado con prudencia el nuevo gobierno. A diferencia de ellos Tigelino no cuestionaba nunca las órdenes de Nerón y las cumplía sin tratar de replicar al Emperador. Popea y Tigelino se convirtieron, de esta manera, en dos de las personas más influyentes en la corte imperial.  No obstante, compartió el liderazgo de los pretorianos con Cayo Ninfidio Sabino.

Tigelino se hizo famoso en Roma gracias a su crueldad, a lo refinado de las torturas que aplicaba a los sospechosos de participar en las conspiraciones contra el emperador. Tuvo un papel destacado en la represión de la conspiración de Cayo Calpurnio Pisón. En otras ocasiones Tigelino eliminó a hombres simplemente por ser "potenciales rivales" de Nerón, independientemente de si eran verdaderamente culpables o no. Tuvo un papel clave  en las muertes de hombres valiosos como Petronio o el general Córbulo. Se dedicaba a organizar orgías en las que Nerón daba rienda suelta a sus perversiones.

Durante la segunda mitad de la década de los 60, el emperador se hizo cada vez más impopular por su política contra el Senado. A pesar de que Tigelino se dedico a eliminar a cualquier posible rival, finalmente una serie de rebeliones de los gobernadores provinciales derrocaron a Nerón y le condujeron al suicidio en 68. Tigelino, a pesar de sufrir una grave enfermedad, estaba preparado para todo y cuando se hizo evidente que Nerón iba a caer desertó del bando neroniano y se unió a Ninfidio que apoyaba a Galba. Logró salvar su vida prodigando regalos a Titus Vinius, el favorito de Galba, y su hija viuda, cuya vida Tigelino había salvado una vez.

Pretorianos a caballo por las calles de Roma


Lamentablemente para Tigelino, el breve gobierno de Galba un anciano senador que trató de llevar la austeridad a la política económica de Roma no gustó a los pretorianos y fue rápidamente sustituido por Otón que, para hacerse más popular al pueblo de Roma, ordenó la ejecución del temido y odiado Tigelino que se encontraba ya retirado en su propiedad cerca de la ciudad balneario de Sinuessa. Cuando recibió la decisión de Otón y viendo que no era posible sobornar a los mensajeros que le ordenaban volver a Roma, celebró una última fiesta de despedida  y decidió poner fin a sus días para evitar la humillación de verse sometido al odio de los familiares de sus antiguas víctimas. Con el pretexto de que necesitaba afeitarse antes de partir a la capital se suicidó cortándose la garganta con una navaja.

Recreación ficticia de Galba en el trono imperial( Autor: Historia y Roma Antigua)

Como conclusión podemos decir que Tigelino fue un maestro en actuar oculto utilizando a otros para que cometieran sus fechorías. Son muchas de las acusaciones que se han vertido sobre su figura,  aunque mejor no detallarlas pues  a veces es difícil separar la verdad del insulto o de la falsa acusación. Un ejemplo: la acusación de mantener relaciones sexuales con Agripina, la mujer de Claudio y la madre de Nerón. Nunca podremos saberlo con seguridad. Hay dos cosas que definen al personaje: su ambición desmedida, su falta de piedad para alcanzar sus propias metas y la ausencia absoluta de lealtad a sus " patronos". Y a pesar de ello, es innegable que estamos ante un protagonista fundamental de un período clave de la historia de Roma.

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lunes, 13 de marzo de 2023

EL CABALLERO DE LA LEGIO VIIII HISPANIENSIS MARCO EMILIO SOTERIA. LEGIONARIO DE OSCA A CALES. ESTELA FUNERARIA


 




 La estela funeraria de Marco Emilio Soteria

 

Un texto de Ivan La Cioppa para HRA

El estudio de una estela funeraria es un apasionante viaje a través de los eones de la historia y el epigrafista un pionero que descubre mundos desconocidos sacando a la luz sus incontables riquezas. A veces surgen obstáculos que parecen insuperables pero, con sacrificio y pasión, la gruesa capa del tiempo acaba por desvanecerse y la aventura puede continuar. Una locución o una simple palabra que, a primera vista, parezca insignificante, podría resultar crucial para conocer al difunto o a quienes lo rodeaban. Un error o una marca aparentemente sin sentido puede, al contrario, dar lugar a descubrimientos sorprendentes. A continuación presentamos el estudio de una particular estela que, a ojos de un profano, podría parecer anónima y poco interesante pero que, en realidad, representa un hallazgo fundamental y bastante peculiar para conocer mejor un período concreto de la historia romana.

La estela en cuestión (EE VIII 530), de lapis Tiburtinus, rematada en punta con acroteras, sin bajorrelieves ni decoraciones, lleva un epígrafe formada de letras de tipo capital. Encontrada en la Cueva de Palombara, cerca de la antigua Cales, se conserva en el Museo Provincial de Campania, dentro del Lapidarium Mommsen.

M(arci) Aemili M(arci) f(ilii) Pob(lilia) / Soteriae equitis domo / Oscensis torquibus armill(is) / phaleris ab Imperatore / donatus(!) militis missici / veterani leg(ionis) VIIII Hispanie(n)s(is) / hic ossa sita sunt

“Aquí descansan los huesos de Marco Emilio Soteria, hijo de Marco, de la tribu Poblilia, caballero de Osca, soldado licenciado, veterano de la Legio VIIII Hispaniensis, condecorado con armillas, phalerae y torques por el Emperador.”

 


La inscripción nos da poca información pero, mediante el estudio de fuentes colaterales, podemos trazar una biografía del legionario.

Empecemos por el lugar de nacimiento. Marco Emilio Soteria era natural de Osca, en Hispania Citerior: sobre los restos de esta antigua ciudad romana se alza la ciudad de Huesca. En la zona, como narra Plinio el Viejo (Naturalis Historia III.3.4) estaban asentados los Oscenses, que dieron el nombre a la ciudad. Plutarco (Vida de Sertorio, 100.14) narra que en el siglo I a.C. era una ciudad grande, tanto que Quinto Sertorio la eligió su cuartel general y aquí murió en el 72 a.C..

Gran comandante militar y excelente gobernante, Sertorio había tomado las partes de Mario y, cuando Sila se hizo con el poder tras varias vicisitudes, se refugió en Hispania donde creó una entidad estatal independiente de Roma. Aquí emprendió una  política de integración y colaboración con los Hispánicos, tanto que instituyó en la misma Osca hasta una escuela de latín y cultura romana. Todo ello nos confirma que este centro en la primera mitad del siglo I a.C. ya tenía una fuerte conexión con Roma, así que no tiene por qué sorprendernos que un joven como Soteria deseara alistarse en el ejército romano. 

Mapa de la Península Iberica hacia la mitad del siglo I a.C

Nótese el uso preferente del término «Oscensis», usado a menudo, por ejemplo, por Tito Livio (Ab Urbe condita XXXIV.10,46; XL.43) para indicar los habitantes de esta ciudad y las minas de plata de la región. Esto explica que en el epígrafe no se cite directamente el nombre de la ciudad de Osca (como suele pasar con las ciudades de origen de los difuntos) sino el gentilicio.

La ciudad de Osca nos explica también por qué Marco Emilio Soteria estaba encuadrado entre los caballeros romanos que formaban parte de la legión. Según varios escritores como por ejemplo César los Hispánicos eran excelentes jinetes, y entre ellos sobresalían los Oscenses, tanto que en su ciudad acuñaban monedas que representaban un jinete al galope armado con una lanza. Por lo visto, Soteria pertenecía a la estirpe de estos grandes guerreros a caballo y, cuando se alistó, no pudieron sino encuadrarle en la caballería romana, una unidad en la que los romanos no destacaban y por eso confiaban a menudo en los auxiliares.

Probablemente, el difunto quiso ser identificado en su lápida como «eques oscensis» precisamente para recordar y subrayar la tradición militar de su lugar de origen.

Denario de plata, acuñado en Osca entre el 204 y el 154 a.C. En el reverso, un caballero a la carga y la inscripción “Bolskan” (antiguo nombre de Osca) en caracteres celtíberos .

Tratemos ahora de identificar el arco temporal en el que vivió Soteria: para ello es fundamental su nomen, «Aemilius». Sabemos que la ciudad de Osca estaba situada dentro de la provincia de Hispania Citerior cuya capital era Tarraco, la actual Tarragona. Como atestiguan las fuentes, entre ellas Apiano (Guerras civiles II.48), en el 48 a.C. Marco Emilio Lépido, futuro triunviro con Octavio y Marco Antonio, se convirtió en gobernador de la provincia. En el 44 a. C., fue investido de nuevo con el mismo cargo. Probablemente fue durante su segundo mandato cuando Lépido se dedicó a continuar la política de integración hispana iniciada por César, destinada a socavar la influencia predominante de los pompeyanos en la Península Ibérica. Un instrumento fundamental fue la concesión de la ciudadanía romana, muy deseada por los múltiples beneficios que conllevaba. Fue muy posiblemente en el contexto de esta política que Lépido concedió la ciudadanía al abuelo o al padre de Soteria. Concretamente, un peregrinus, era al convertirse en civis cuando asumía los tria nomina, de los cuales el segundo, el nomen, era el del potentado que le había concedido la ciudadanía. Siendo así, podemos situar el nacimiento del difunto después del 48 a. C.

A la luz de estos estudios, el nacimiento de Soteria tampoco debe dilatarse más allá de unas décadas ya que, a través del epígrafe, percibimos que la tradición y la cultura hispánicas siguen vivas en él, al reiterar su condición de «eques oscensis» y su destreza como caballero, legado de su tierra. Una romanización prolongada hubiera disminuido inevitablemente esta conciencia étnica.

 

Para acotar aún más el lapso temporal, pasemos a examinar la legión a la que nuestro jinete perteneció: la Legio VIIII Hispaniensis o Hispana: una unidad que tiene una larga historia, famosa porque durante muchos años se creyó erróneamente que había desaparecido sin dejar rastro en Gran Britania en el siglo II d.C. Aquí nos ocuparemos sólo de una parte de su epopeya, la relativa a la época que nos interesa.

La Legio VIIII citada en la inscripción es probablemente la que Octavio reconstruyó con los veteranos de César en Italia. Al principio tomó el nombre de Macedónica, como se relata en la estela de Turciano (CIL III 551), por la victoriosa batalla de Filipos en el 42 a.C. en la que participó, como afirma Mommsen (RGDA 2 p.68). En el 29 a. C. estalló la revuelta en Cantabria (Floro, Epítome de Tito Livio, II, 33): la situación era grave y Octavio, que entre tanto había asumido el título vitalicio de Augusto e Imperator (Dion Casio, Historia romana, XLIII, 44, 2), en el año 26 decidió participar personalmente en el conflicto llevando consigo algunas legiones de refuerzo, entre ellas la VIIII, como testifica Floro (Epítome de Tito Livio, II, 33; 46-47). El Princeps y sus tropas se instalaron primero en Segisama y luego en Tarraco, como cuenta Suetonio (Vida de Augusto, 26).

Probablemente fue entonces cuando Soteria se alistó en la Legio VIIII que estaba asentada en la zona. Osca estaba, de hecho, a medio camino entre Segisama y Tarraco. Además, la legión romana siempre necesitaba buenos equites para integrar las alae que la apoyaban y, como ya mencionamos, los Hispanos Oscenses eran conocidos por ser excelentes jinetes.

La Legión permaneció en Hispania hasta el 19 a. C.: quizás precisamente por su participación en esta campaña, tomó el nombre de Hispaniensis. De aquí se trasladó a Illyricum, donde diversos hallazgos prueban su presencia en el lugar en este período: entre ellos, por ejemplo, la inscripción de Sexto Cornelio (CIL III, 13977), hallada en la zona del antiguo Tilurium, hoy Gardun, en Dalmacia. Gracias a ella, la presencia de la legión en Iliria se puede fechar entre el 19 a. C. y el 9 d. C.

Pero volvamos a Soteria: la inscripción enumera varias condecoraciones que recibió. Este dato es importante porque podemos relacionar fácilmente las acciones heroicas, precursoras de estas condecoraciones, ya sea con las guerras cántabras como con las posteriores en Illyricum.

Esta tesis podría estar relacionada con otra estela hallada en Cremona (AE 1975, 0446), que probablemente pertenezca a un conmilitón de Soteria. En algunos aspectos su epitafio es muy similar al que nos ocupa:

 T(itus) Aponius P(ubli) f(ilius) / Ani(ensis) signifer / leg(ionis) IX Hispanien(sis) / vetera(nus) dona(tus) torq(uibus) / armillis phaleris / L(ucius) Aponius P(ubli) f(ilius) / fratri fecit

Por la inscripción sabemos que Tito Aponio fue un legionario de la IX Hispaniensis y era natural de Cesaraugusta (hoy Zaragoza, cuyos ciudadanos se adscribían a la tribu Aniense que fue a identificarlos) en la Tarraconensis (antigua Hispania Citerior). Es probable que él también se alistara durante las guerras cántabras por las mismas razones que se dieron para Soteria. Y como él se habrá distinguido en alguna de las dos grandes campañas militares, recibiendo los mismos honores. La investigación sobre Aponio, por tanto, no hace más que confirmar la historia de nuestro caballero de Osca.

En la inscripción de este último figura, además, la expresión «ab Imperatore» indicando que probablemente recibió sus condecoraciones directamente de manos de Augusto, que estuvo en la guerra del Cantábrico y en Illyricum en persona, donde dirigió operaciones desde Aquilea, aunque fuera por poco tiempo (Suetonio, Vida de Augusto, 20). Suetonio (Vida de Augusto, 25.3) y Dion Casio (Historia romana IL.14.2) también apoyan nuestra tesis, afirmando que el Princeps fue muy generoso en otorgar condecoraciones militares, una política dictada por el deseo de estimular el orgullo de los soldados y hacerlos aún más leales y menos inclinados a la rebelión. Sin embargo, la identificación de Augusto con el Imperator de la estela también está respaldada por otros elementos.

Estela de Tiberio Claudio Máximo


En primer lugar, sabemos que los dona militaria en la época imperial también podían ser otorgados por comandantes militares (Tácito, Annales. III, 21; Flavio Josefo, Antigüedades judías, VII, 1.3.13-17.). Cuando era un emperador quien lo hacía, entonces este acto se subrayaba por el gran honor que conllevaba. Tenemos ejemplos de ello en la estela de Tiberio Claudio Máximo (AE 1969/70, 00583), condecorado por Domiciano en la primera guerra dacia, y Publio Casio Segundo (Lupa 9473), recompensado por Trajano en una de sus campañas. Esto puede significar que Soteria en realidad fue condecorado nada menos que por Augusto, pues el término «imperator», que antes identificaba al comandante victorioso, sin embargo ahora fue adquirido de por vida por Augusto y entró a formar parte de su onomástica como «praenomen» con su nuevo significado, el que todos conocemos, que identificaba su nuevo rol institucional.

Por si es poco, recordemos que Tiberio, Claudio y Calígula, los siguientes emperadores, no usaron «imperator» en su titulación, un término que reapareció solo con Nerón y Vespasiano, por lo tanto después del período de datación de la estela. Al cruzar esta información, podemos afirmar que el término «imperator», sin especificar el nombre, podría ser un claro indicio de que Soteria solo conocía a Augusto como Emperador, en el significado antes mencionado. En otros casos, como el de Máximo y Segundo, si pospusiéramos la datación de la estela más allá de la primera mitad del siglo I, también habría aparecido el nombre del soberano.

Áureo de Nerón con el término "Imp." forma abreviada de Imperator, que vuelve en su titulación y en la de sus sucesores.

La cuestión de las condecoraciones y la relación con Augusto también quedaría confirmada por la presencia de la expresión «miles missicius veteranus». «Missicius» es una forma derivada del verbo «mittere» que en nuestro caso significa “despedir”. El término debe situarse en un contexto preciso. El Princeps, en el 13 a. C., llevó a cabo una importante reforma del ejército, aumentando el servicio de los legionarios de 16 a 20 años (Dion Casio, Historia romana, LIV.25.6; Tácito, Annales, I.17.2). Para evitar disturbios y descontento, Augusto dividió el servicio en 16 años “canónicos” y 4 “especiales” llamados «sub vexillum», durante los cuales los legionarios eran relevados de muchas de las funciones obligatorias en los años precedentes. «Missicius» podría referirse al soldado dado de baja inmediatamente después de este último período de servicio, mientras que «veteranus» al soldado que había completado los dieciséis años ordinarios. En la segunda mitad del siglo I esta distinción se perdió, y los dos términos se fusionaron en un solo servicio de veinte años obligatorios (afirmación respaldada por múltiples evidencias epigráficas).

En cuanto a Soteria, la presencia de ambos términos podría validar la ubicación temporal del caballero en época augustea. Pudo haber servido, primero durante los 16 años iniciales, logrando la calificación de veterano, y luego durante los 4 adicionales, luego de lo cual también asumió el estatus de «missicius». Otro dato interesante sobre el significado de este término es que Marco Emilio Soteria resulta ser el único miembro de una legión calificado como «missicius» en Italia. El término, en efecto, parece haber sido utilizado sólo en las provincias.

 

Ahora hablemos del lugar donde Soteria terminó sus días: Cales.




Mapa del Lazio y de la Campania en la época de Augusto, ha sido evidenciada la ciudad de Cales

¿Cómo un jinete de Osca de la Legio VIIII Hispaniensis se encontró viviendo en esta ciudad de Campania? Tenemos dos posibles respuestas. La primera tiene que ver con el reparto de las tierras del ager Campanus realizado por Augusto a favor de los veteranos (Dion Casio, Historia romana, XLIX, 14.5; Veleyo Patérculo, Historia romana, II, 81): Soteria pudo formar parte de esta operación. La segunda respuesta, mucho más compleja, se vincula a una figura importante de la época augustea: Marco Vinicio, gran general de Augusto (Dion Casio, Historia romana, LIII, 26.4) e íntimo amigo suyo (Suetonio, Vida de Augusto, 27). Entre las diversas tareas que se le encomendaron, una fue la gobernación de Illyricum del 14 al 10 a. (AE 1895.122, Inscripción de Tusculum) y el liderazgo de la correspondiente campaña de paz en la que también participó la Legio VIIII de Soteria. Probablemente se le otorgó un segundo mando en Iliria desde el 3 a. al 1 d.C. Pues bien, Marco Vinicio era natural de Cales (Tácito, Annales, VI, 15.1). Soteria pudo haber entrado en contacto con él gracias a que era un caballero, un rol mucho más prestigioso que el de legionario (César, De bello civili, III. 71). Como caballero pudo haber realizado tareas de escolta del comandante (Flavio Josefo, Antigüedades judías, III, 5.5.93-97) o de exploración y reconocimiento (Tácito, Historiae, III, 16) cuyos resultados se solían llevar al conocimiento directo de los mandos. Es posible que Soteria oyera hablar de Cales directamente de Vinicio, quien lo habría elogiado como uno de los lugares más encantadores del Imperio. Esta reputación de la ciudad de Campania fue compartida por varios autores antiguos amantes de su paisaje y buen vino, así como de su gente (Cicerón, Epistulae ad familiares, IX, 13; Epistulae ad Atticum XVI, 11; Estrabón, Geografía, V, 3.9.; Horacio, Odas, IV, 12). Como alternativa, Soteria pudo haber conocido, si no directamente a Vinicio, a alguien de su círculo íntimo, natural de la misma ciudad. Es posible que las historias sobre la magnífica Cales hayan persuadido al caballero oscense a trasladarse a esa ciudad para vivir su merecida licencia. Una vez allí, Soteria cambió su tribu de la Galeria de Osca a la Poblilia de Cales, algo que confirma que se había integrado perfectamente en su nueva ciudad.

Finalmente, hablemos del cognomen del jinete: Soteria.

Este término parece depender de la posible ascendencia griega del oscense. “Soteria” podría derivar del griego «Σωτήρ» que significa “salvador”. El origen de nuestro jinete podría estar relacionado con la ciudad de Ἐμπόριον (en latín Emporiae, hoy Empúries), fundada en el siglo VI a.C. en las costas de Cataluña (Livio, Ab Urbe Condita, XXXIV, 9). La ciudad se convirtió en un gran centro comercial que atraía a gente de todo el imperio. Quizás los griegos supieron de las minas de plata en la tierra de los Oscenses. El encuentro entre los antepasados griegos e hispanos de Soteria podría haberse producido como un resultado de estas hipótesis.




Conclusiones

Del examen de las fuentes y de toda la información obtenida, podemos incluso atrevernos a perfilar la personalidad de Marco Emilio Soteria. Su estela, esencial y sin adornos, podría reflejar un alma sencilla dedicada únicamente al deber y al amor por Roma. El caballero vivió posiblemente de acuerdo con el Mos Maiorum, las antiguas tradiciones romanas que se basaban en la austeridad y en una moral rígida e inflexible que rechazaba la comodidad y el lujo. Sus orígenes hispanos, junto con una vida vivida como soldado romano, se encuentran en perfecta armonía con este particular estilo de vida.

La inscripción también confirma este análisis. En primer lugar, el propio trabajo del cantero parece un poco ordinario, tosco. De hecho, parece ser el trabajo de dos manos diferentes. Soteria no se preocupa por una membresía de alta calidad, solo por lo que representa. El texto parece centrarse en un punto fundamental: «ab imperator donatus». El orgullo y el honor de haber sido condecorado por el propio Emperador, por Augusto, es para él el único motivo de jactancia que le ha recompensado de una vida de sacrificios y privaciones en los campos de batalla, como parte de la Legio VIIII Hispaniensis. Tras su muerte, sólo quiere ser recordado por un motivo, por haber cumplido con su deber de soldado romano gracias a sus dotes de caballero, herencia de sus orígenes oscenses. Todo lo demás es superfluo.

En la inscripción no se menciona a nadie que encargara la obra, elemento que suele comparecer en las estelas funerarias. Esto podría significar que Soteria terminó sus días en soledad, posiblemente sobreviviendo a su esposa e hijos. Quizás un carácter duro y poco entrañable, debido a tantos años de vida militar y a las demasiadas masacres de las que había sido testigo, podría haberle retirado la simpatía de amigos y conocidos.

Sea cual sea su historia, Marco Emilio Soteria será recordado para siempre como un héroe condecorado del ejército romano gracias a su sencilla estela funeraria, única prueba de su existencia. Si estás de visita en el Museo Provincial de Campania, pasa al Lapidarium de Mommsen y detente unos momentos para rendir homenaje a un hombre que contribuyó a la grandeza del Imperio Romano.

 

EL AUTOR


Ivan La Cioppa

Nació en Santa Maria Capua Vetere (CE, Italia) en 1981, tras un bachiller en literatura y letras se ha licenciado en derecho. Escritor, divulgador y experto en historia de Roma, ha publicado dos novelas históricas: “La legión que vino del mar” y “Una legión por Trajano”, disponibles también en español, y una novela de fantasía, “I figli di Akilon”. Sus obras han tenido éxito tanto en Italia como en España y en América Latina. Colabora con museos, asociaciones culturales y blogs de divulgación histórica tanto en Italia como en España.



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