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lunes, 13 de marzo de 2023

EL CABALLERO DE LA LEGIO VIIII HISPANIENSIS MARCO EMILIO SOTERIA. LEGIONARIO DE OSCA A CALES. ESTELA FUNERARIA


 




 La estela funeraria de Marco Emilio Soteria

 

Un texto de Ivan La Cioppa para HRA

El estudio de una estela funeraria es un apasionante viaje a través de los eones de la historia y el epigrafista un pionero que descubre mundos desconocidos sacando a la luz sus incontables riquezas. A veces surgen obstáculos que parecen insuperables pero, con sacrificio y pasión, la gruesa capa del tiempo acaba por desvanecerse y la aventura puede continuar. Una locución o una simple palabra que, a primera vista, parezca insignificante, podría resultar crucial para conocer al difunto o a quienes lo rodeaban. Un error o una marca aparentemente sin sentido puede, al contrario, dar lugar a descubrimientos sorprendentes. A continuación presentamos el estudio de una particular estela que, a ojos de un profano, podría parecer anónima y poco interesante pero que, en realidad, representa un hallazgo fundamental y bastante peculiar para conocer mejor un período concreto de la historia romana.

La estela en cuestión (EE VIII 530), de lapis Tiburtinus, rematada en punta con acroteras, sin bajorrelieves ni decoraciones, lleva un epígrafe formada de letras de tipo capital. Encontrada en la Cueva de Palombara, cerca de la antigua Cales, se conserva en el Museo Provincial de Campania, dentro del Lapidarium Mommsen.

M(arci) Aemili M(arci) f(ilii) Pob(lilia) / Soteriae equitis domo / Oscensis torquibus armill(is) / phaleris ab Imperatore / donatus(!) militis missici / veterani leg(ionis) VIIII Hispanie(n)s(is) / hic ossa sita sunt

“Aquí descansan los huesos de Marco Emilio Soteria, hijo de Marco, de la tribu Poblilia, caballero de Osca, soldado licenciado, veterano de la Legio VIIII Hispaniensis, condecorado con armillas, phalerae y torques por el Emperador.”

 


La inscripción nos da poca información pero, mediante el estudio de fuentes colaterales, podemos trazar una biografía del legionario.

Empecemos por el lugar de nacimiento. Marco Emilio Soteria era natural de Osca, en Hispania Citerior: sobre los restos de esta antigua ciudad romana se alza la ciudad de Huesca. En la zona, como narra Plinio el Viejo (Naturalis Historia III.3.4) estaban asentados los Oscenses, que dieron el nombre a la ciudad. Plutarco (Vida de Sertorio, 100.14) narra que en el siglo I a.C. era una ciudad grande, tanto que Quinto Sertorio la eligió su cuartel general y aquí murió en el 72 a.C..

Gran comandante militar y excelente gobernante, Sertorio había tomado las partes de Mario y, cuando Sila se hizo con el poder tras varias vicisitudes, se refugió en Hispania donde creó una entidad estatal independiente de Roma. Aquí emprendió una  política de integración y colaboración con los Hispánicos, tanto que instituyó en la misma Osca hasta una escuela de latín y cultura romana. Todo ello nos confirma que este centro en la primera mitad del siglo I a.C. ya tenía una fuerte conexión con Roma, así que no tiene por qué sorprendernos que un joven como Soteria deseara alistarse en el ejército romano. 

Mapa de la Península Iberica hacia la mitad del siglo I a.C

Nótese el uso preferente del término «Oscensis», usado a menudo, por ejemplo, por Tito Livio (Ab Urbe condita XXXIV.10,46; XL.43) para indicar los habitantes de esta ciudad y las minas de plata de la región. Esto explica que en el epígrafe no se cite directamente el nombre de la ciudad de Osca (como suele pasar con las ciudades de origen de los difuntos) sino el gentilicio.

La ciudad de Osca nos explica también por qué Marco Emilio Soteria estaba encuadrado entre los caballeros romanos que formaban parte de la legión. Según varios escritores como por ejemplo César los Hispánicos eran excelentes jinetes, y entre ellos sobresalían los Oscenses, tanto que en su ciudad acuñaban monedas que representaban un jinete al galope armado con una lanza. Por lo visto, Soteria pertenecía a la estirpe de estos grandes guerreros a caballo y, cuando se alistó, no pudieron sino encuadrarle en la caballería romana, una unidad en la que los romanos no destacaban y por eso confiaban a menudo en los auxiliares.

Probablemente, el difunto quiso ser identificado en su lápida como «eques oscensis» precisamente para recordar y subrayar la tradición militar de su lugar de origen.

Denario de plata, acuñado en Osca entre el 204 y el 154 a.C. En el reverso, un caballero a la carga y la inscripción “Bolskan” (antiguo nombre de Osca) en caracteres celtíberos .

Tratemos ahora de identificar el arco temporal en el que vivió Soteria: para ello es fundamental su nomen, «Aemilius». Sabemos que la ciudad de Osca estaba situada dentro de la provincia de Hispania Citerior cuya capital era Tarraco, la actual Tarragona. Como atestiguan las fuentes, entre ellas Apiano (Guerras civiles II.48), en el 48 a.C. Marco Emilio Lépido, futuro triunviro con Octavio y Marco Antonio, se convirtió en gobernador de la provincia. En el 44 a. C., fue investido de nuevo con el mismo cargo. Probablemente fue durante su segundo mandato cuando Lépido se dedicó a continuar la política de integración hispana iniciada por César, destinada a socavar la influencia predominante de los pompeyanos en la Península Ibérica. Un instrumento fundamental fue la concesión de la ciudadanía romana, muy deseada por los múltiples beneficios que conllevaba. Fue muy posiblemente en el contexto de esta política que Lépido concedió la ciudadanía al abuelo o al padre de Soteria. Concretamente, un peregrinus, era al convertirse en civis cuando asumía los tria nomina, de los cuales el segundo, el nomen, era el del potentado que le había concedido la ciudadanía. Siendo así, podemos situar el nacimiento del difunto después del 48 a. C.

A la luz de estos estudios, el nacimiento de Soteria tampoco debe dilatarse más allá de unas décadas ya que, a través del epígrafe, percibimos que la tradición y la cultura hispánicas siguen vivas en él, al reiterar su condición de «eques oscensis» y su destreza como caballero, legado de su tierra. Una romanización prolongada hubiera disminuido inevitablemente esta conciencia étnica.

 

Para acotar aún más el lapso temporal, pasemos a examinar la legión a la que nuestro jinete perteneció: la Legio VIIII Hispaniensis o Hispana: una unidad que tiene una larga historia, famosa porque durante muchos años se creyó erróneamente que había desaparecido sin dejar rastro en Gran Britania en el siglo II d.C. Aquí nos ocuparemos sólo de una parte de su epopeya, la relativa a la época que nos interesa.

La Legio VIIII citada en la inscripción es probablemente la que Octavio reconstruyó con los veteranos de César en Italia. Al principio tomó el nombre de Macedónica, como se relata en la estela de Turciano (CIL III 551), por la victoriosa batalla de Filipos en el 42 a.C. en la que participó, como afirma Mommsen (RGDA 2 p.68). En el 29 a. C. estalló la revuelta en Cantabria (Floro, Epítome de Tito Livio, II, 33): la situación era grave y Octavio, que entre tanto había asumido el título vitalicio de Augusto e Imperator (Dion Casio, Historia romana, XLIII, 44, 2), en el año 26 decidió participar personalmente en el conflicto llevando consigo algunas legiones de refuerzo, entre ellas la VIIII, como testifica Floro (Epítome de Tito Livio, II, 33; 46-47). El Princeps y sus tropas se instalaron primero en Segisama y luego en Tarraco, como cuenta Suetonio (Vida de Augusto, 26).

Probablemente fue entonces cuando Soteria se alistó en la Legio VIIII que estaba asentada en la zona. Osca estaba, de hecho, a medio camino entre Segisama y Tarraco. Además, la legión romana siempre necesitaba buenos equites para integrar las alae que la apoyaban y, como ya mencionamos, los Hispanos Oscenses eran conocidos por ser excelentes jinetes.

La Legión permaneció en Hispania hasta el 19 a. C.: quizás precisamente por su participación en esta campaña, tomó el nombre de Hispaniensis. De aquí se trasladó a Illyricum, donde diversos hallazgos prueban su presencia en el lugar en este período: entre ellos, por ejemplo, la inscripción de Sexto Cornelio (CIL III, 13977), hallada en la zona del antiguo Tilurium, hoy Gardun, en Dalmacia. Gracias a ella, la presencia de la legión en Iliria se puede fechar entre el 19 a. C. y el 9 d. C.

Pero volvamos a Soteria: la inscripción enumera varias condecoraciones que recibió. Este dato es importante porque podemos relacionar fácilmente las acciones heroicas, precursoras de estas condecoraciones, ya sea con las guerras cántabras como con las posteriores en Illyricum.

Esta tesis podría estar relacionada con otra estela hallada en Cremona (AE 1975, 0446), que probablemente pertenezca a un conmilitón de Soteria. En algunos aspectos su epitafio es muy similar al que nos ocupa:

 T(itus) Aponius P(ubli) f(ilius) / Ani(ensis) signifer / leg(ionis) IX Hispanien(sis) / vetera(nus) dona(tus) torq(uibus) / armillis phaleris / L(ucius) Aponius P(ubli) f(ilius) / fratri fecit

Por la inscripción sabemos que Tito Aponio fue un legionario de la IX Hispaniensis y era natural de Cesaraugusta (hoy Zaragoza, cuyos ciudadanos se adscribían a la tribu Aniense que fue a identificarlos) en la Tarraconensis (antigua Hispania Citerior). Es probable que él también se alistara durante las guerras cántabras por las mismas razones que se dieron para Soteria. Y como él se habrá distinguido en alguna de las dos grandes campañas militares, recibiendo los mismos honores. La investigación sobre Aponio, por tanto, no hace más que confirmar la historia de nuestro caballero de Osca.

En la inscripción de este último figura, además, la expresión «ab Imperatore» indicando que probablemente recibió sus condecoraciones directamente de manos de Augusto, que estuvo en la guerra del Cantábrico y en Illyricum en persona, donde dirigió operaciones desde Aquilea, aunque fuera por poco tiempo (Suetonio, Vida de Augusto, 20). Suetonio (Vida de Augusto, 25.3) y Dion Casio (Historia romana IL.14.2) también apoyan nuestra tesis, afirmando que el Princeps fue muy generoso en otorgar condecoraciones militares, una política dictada por el deseo de estimular el orgullo de los soldados y hacerlos aún más leales y menos inclinados a la rebelión. Sin embargo, la identificación de Augusto con el Imperator de la estela también está respaldada por otros elementos.

Estela de Tiberio Claudio Máximo


En primer lugar, sabemos que los dona militaria en la época imperial también podían ser otorgados por comandantes militares (Tácito, Annales. III, 21; Flavio Josefo, Antigüedades judías, VII, 1.3.13-17.). Cuando era un emperador quien lo hacía, entonces este acto se subrayaba por el gran honor que conllevaba. Tenemos ejemplos de ello en la estela de Tiberio Claudio Máximo (AE 1969/70, 00583), condecorado por Domiciano en la primera guerra dacia, y Publio Casio Segundo (Lupa 9473), recompensado por Trajano en una de sus campañas. Esto puede significar que Soteria en realidad fue condecorado nada menos que por Augusto, pues el término «imperator», que antes identificaba al comandante victorioso, sin embargo ahora fue adquirido de por vida por Augusto y entró a formar parte de su onomástica como «praenomen» con su nuevo significado, el que todos conocemos, que identificaba su nuevo rol institucional.

Por si es poco, recordemos que Tiberio, Claudio y Calígula, los siguientes emperadores, no usaron «imperator» en su titulación, un término que reapareció solo con Nerón y Vespasiano, por lo tanto después del período de datación de la estela. Al cruzar esta información, podemos afirmar que el término «imperator», sin especificar el nombre, podría ser un claro indicio de que Soteria solo conocía a Augusto como Emperador, en el significado antes mencionado. En otros casos, como el de Máximo y Segundo, si pospusiéramos la datación de la estela más allá de la primera mitad del siglo I, también habría aparecido el nombre del soberano.

Áureo de Nerón con el término "Imp." forma abreviada de Imperator, que vuelve en su titulación y en la de sus sucesores.

La cuestión de las condecoraciones y la relación con Augusto también quedaría confirmada por la presencia de la expresión «miles missicius veteranus». «Missicius» es una forma derivada del verbo «mittere» que en nuestro caso significa “despedir”. El término debe situarse en un contexto preciso. El Princeps, en el 13 a. C., llevó a cabo una importante reforma del ejército, aumentando el servicio de los legionarios de 16 a 20 años (Dion Casio, Historia romana, LIV.25.6; Tácito, Annales, I.17.2). Para evitar disturbios y descontento, Augusto dividió el servicio en 16 años “canónicos” y 4 “especiales” llamados «sub vexillum», durante los cuales los legionarios eran relevados de muchas de las funciones obligatorias en los años precedentes. «Missicius» podría referirse al soldado dado de baja inmediatamente después de este último período de servicio, mientras que «veteranus» al soldado que había completado los dieciséis años ordinarios. En la segunda mitad del siglo I esta distinción se perdió, y los dos términos se fusionaron en un solo servicio de veinte años obligatorios (afirmación respaldada por múltiples evidencias epigráficas).

En cuanto a Soteria, la presencia de ambos términos podría validar la ubicación temporal del caballero en época augustea. Pudo haber servido, primero durante los 16 años iniciales, logrando la calificación de veterano, y luego durante los 4 adicionales, luego de lo cual también asumió el estatus de «missicius». Otro dato interesante sobre el significado de este término es que Marco Emilio Soteria resulta ser el único miembro de una legión calificado como «missicius» en Italia. El término, en efecto, parece haber sido utilizado sólo en las provincias.

 

Ahora hablemos del lugar donde Soteria terminó sus días: Cales.




Mapa del Lazio y de la Campania en la época de Augusto, ha sido evidenciada la ciudad de Cales

¿Cómo un jinete de Osca de la Legio VIIII Hispaniensis se encontró viviendo en esta ciudad de Campania? Tenemos dos posibles respuestas. La primera tiene que ver con el reparto de las tierras del ager Campanus realizado por Augusto a favor de los veteranos (Dion Casio, Historia romana, XLIX, 14.5; Veleyo Patérculo, Historia romana, II, 81): Soteria pudo formar parte de esta operación. La segunda respuesta, mucho más compleja, se vincula a una figura importante de la época augustea: Marco Vinicio, gran general de Augusto (Dion Casio, Historia romana, LIII, 26.4) e íntimo amigo suyo (Suetonio, Vida de Augusto, 27). Entre las diversas tareas que se le encomendaron, una fue la gobernación de Illyricum del 14 al 10 a. (AE 1895.122, Inscripción de Tusculum) y el liderazgo de la correspondiente campaña de paz en la que también participó la Legio VIIII de Soteria. Probablemente se le otorgó un segundo mando en Iliria desde el 3 a. al 1 d.C. Pues bien, Marco Vinicio era natural de Cales (Tácito, Annales, VI, 15.1). Soteria pudo haber entrado en contacto con él gracias a que era un caballero, un rol mucho más prestigioso que el de legionario (César, De bello civili, III. 71). Como caballero pudo haber realizado tareas de escolta del comandante (Flavio Josefo, Antigüedades judías, III, 5.5.93-97) o de exploración y reconocimiento (Tácito, Historiae, III, 16) cuyos resultados se solían llevar al conocimiento directo de los mandos. Es posible que Soteria oyera hablar de Cales directamente de Vinicio, quien lo habría elogiado como uno de los lugares más encantadores del Imperio. Esta reputación de la ciudad de Campania fue compartida por varios autores antiguos amantes de su paisaje y buen vino, así como de su gente (Cicerón, Epistulae ad familiares, IX, 13; Epistulae ad Atticum XVI, 11; Estrabón, Geografía, V, 3.9.; Horacio, Odas, IV, 12). Como alternativa, Soteria pudo haber conocido, si no directamente a Vinicio, a alguien de su círculo íntimo, natural de la misma ciudad. Es posible que las historias sobre la magnífica Cales hayan persuadido al caballero oscense a trasladarse a esa ciudad para vivir su merecida licencia. Una vez allí, Soteria cambió su tribu de la Galeria de Osca a la Poblilia de Cales, algo que confirma que se había integrado perfectamente en su nueva ciudad.

Finalmente, hablemos del cognomen del jinete: Soteria.

Este término parece depender de la posible ascendencia griega del oscense. “Soteria” podría derivar del griego «Σωτήρ» que significa “salvador”. El origen de nuestro jinete podría estar relacionado con la ciudad de Ἐμπόριον (en latín Emporiae, hoy Empúries), fundada en el siglo VI a.C. en las costas de Cataluña (Livio, Ab Urbe Condita, XXXIV, 9). La ciudad se convirtió en un gran centro comercial que atraía a gente de todo el imperio. Quizás los griegos supieron de las minas de plata en la tierra de los Oscenses. El encuentro entre los antepasados griegos e hispanos de Soteria podría haberse producido como un resultado de estas hipótesis.




Conclusiones

Del examen de las fuentes y de toda la información obtenida, podemos incluso atrevernos a perfilar la personalidad de Marco Emilio Soteria. Su estela, esencial y sin adornos, podría reflejar un alma sencilla dedicada únicamente al deber y al amor por Roma. El caballero vivió posiblemente de acuerdo con el Mos Maiorum, las antiguas tradiciones romanas que se basaban en la austeridad y en una moral rígida e inflexible que rechazaba la comodidad y el lujo. Sus orígenes hispanos, junto con una vida vivida como soldado romano, se encuentran en perfecta armonía con este particular estilo de vida.

La inscripción también confirma este análisis. En primer lugar, el propio trabajo del cantero parece un poco ordinario, tosco. De hecho, parece ser el trabajo de dos manos diferentes. Soteria no se preocupa por una membresía de alta calidad, solo por lo que representa. El texto parece centrarse en un punto fundamental: «ab imperator donatus». El orgullo y el honor de haber sido condecorado por el propio Emperador, por Augusto, es para él el único motivo de jactancia que le ha recompensado de una vida de sacrificios y privaciones en los campos de batalla, como parte de la Legio VIIII Hispaniensis. Tras su muerte, sólo quiere ser recordado por un motivo, por haber cumplido con su deber de soldado romano gracias a sus dotes de caballero, herencia de sus orígenes oscenses. Todo lo demás es superfluo.

En la inscripción no se menciona a nadie que encargara la obra, elemento que suele comparecer en las estelas funerarias. Esto podría significar que Soteria terminó sus días en soledad, posiblemente sobreviviendo a su esposa e hijos. Quizás un carácter duro y poco entrañable, debido a tantos años de vida militar y a las demasiadas masacres de las que había sido testigo, podría haberle retirado la simpatía de amigos y conocidos.

Sea cual sea su historia, Marco Emilio Soteria será recordado para siempre como un héroe condecorado del ejército romano gracias a su sencilla estela funeraria, única prueba de su existencia. Si estás de visita en el Museo Provincial de Campania, pasa al Lapidarium de Mommsen y detente unos momentos para rendir homenaje a un hombre que contribuyó a la grandeza del Imperio Romano.

 

EL AUTOR


Ivan La Cioppa

Nació en Santa Maria Capua Vetere (CE, Italia) en 1981, tras un bachiller en literatura y letras se ha licenciado en derecho. Escritor, divulgador y experto en historia de Roma, ha publicado dos novelas históricas: “La legión que vino del mar” y “Una legión por Trajano”, disponibles también en español, y una novela de fantasía, “I figli di Akilon”. Sus obras han tenido éxito tanto en Italia como en España y en América Latina. Colabora con museos, asociaciones culturales y blogs de divulgación histórica tanto en Italia como en España.



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