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jueves, 14 de noviembre de 2024

BATALLA DE ADRIANÓPOLIS (378). UN NEGRO VELO DE SANGRE.

La Batalla de Adrianópolis, sucedida el 9 de agosto del  año 378, representó un punto de inflexión en la historia del Imperio romano y en su relación con los pueblos bárbaros. La aplastante derrota del ejército romano oriental, la enorme pérdida de efectivos que le supuso al Imperio y la muerte del emperador Valente abrieron una herida que debilitó a Roma frente a la creciente presión de los bárbaros.

Esta derrota y el debilitamiento militar que supuso forzó al Imperio a integrar a los godos dentro de sus fronteras bajo condiciones de autonomía inéditas, estableciendo un precedente ventajoso para los godos al que pretendieron aspirar otros pueblos. Podríamos decir que tras el desastre de Adrianópolis, se inició el camino de un Imperio que dominaba a los bárbaros a otro que cada vez más, dependía de ellos.

Batalla de Adrianópolis 378. Caballería goda atacando goda el flanco y retaguardia romana. Autor Howard Herard

El lector podría pensar, tras leer as anteriores líneas que tal vez estamos cargando las tintas y que las cosa no fue tan grave. Bueno, los números tienen la mala costumbre de ser poco discutibles. Adrianópolis supuso la muerte de unos 25.000 soldados y auxiliares romanos, 300 centuriones, 35 tribunos y 2 magister militum. Más o menos entre la mitad y dos terceras partes del ejército romano oriental. Lo más terrible era la gran dificultad que suponía suplir estas bajas, ya que un legionario romano no era algo que se improvisaba de un día para otro, costaba mucho dinero y meses de duro entrenamiento formar a un recluta, no digamos ya a un experimentado centurión. A pesar de los esfuerzos que se realizaron, de la rapidez con la que se hicieron nuevas campañas de reclutamiento, la brecha abierta era de tal magnitud que no fue posible cerrarla adecuadamente y hubo que recurrir, cada vez más incorporar contingentes de bárbaros con una preparación y un equipamiento inferior al de sus anteriores compañeros de armas. Al contemplar la magnitud de este desastre surge una pregunta inevitable. ¿Cómo el ejército más poderoso de su tiempo, pudo sufrir una derrota de semejante magnitud? Para dar una respuesta adecuada a este interrogante es necesario retroceder unos años en la línea del tiempo.

Años previos a la batalla

La situación comenzó a deteriorarse cuando los hunos, guerreros nómadas con una movilidad y armamento superior, como arcos asimétricos y una movilidad muy superior a la de sus rivales, irrumpieron en la región donde residían los godos greutungos y otros pueblos bárbaros. Esto hizo saltar por los aires todo el delicado sistema diplomático y militar en el que, durante décadas, el Imperio romano había basado sus relaciones con los godos en particular y con el barbáricum en general. Los godos greutungos se las apañaron bastante bien para frenar el avance de las hordas hunas sobre su territorio. Sin embargo, a pesar de la resistencia inicial, la división interna entre cristianos y paganos, y entre clanes proclives a colaborar con el Imperio frente a otros que defendían la guerra contra Roma, las dificultades económicas por las que atravesaban los godos tras el desfavorable tratado que el emperador Valente les impuso en el 469, convirtió a los godos en un pueblo vulnerable. Entre el 372 al 375 llegaron los grandes desastres para el pueblo de los godos.

     Hunos atacados por campesinos. Autor Angus McBride

 El rey de los greutungos Hermanarico fue derrotado por alanos y hunos y optó por suicidarse. El resto de su pueblo se refugió entre sus hermanos y vecinos tervingios, liderados por el juez Atanarico que con sus propias fuerzas, las de los alanos huidos de los hunos liderados por Alateo y Safrax y los greutungos supervivientes al desastre plantaron batalla en dos nuevas ocasiones a los escitas. Todo fue inútil, nada parecía frenar el avance de los caballos hunos que ahora y casi de un plumazo, se habían hecho con casi todo el territorio de los godos, convirtiendo en un infierno llameante el barbáricum. Atanarico buscó refugio con algunos de sus seguidores en los Cárpatos y el resto de su pueblo, es decir miles de godos encabezados ahora por Alavivo y Fritigerno se dirigieron a buscar refugio bajo el seguro paraguas del Imperio romano, iniciando una migración masiva hacia el territorio romano del Danubio oriental.

Visigodos dirigiéndose al Danubio 375,  huyendo de los hunos Il.. Howard Gerard

Esta crisis humanitaria se le vino a Valente encima cuando se enfrentaba a una situación complicada: los persas avanzaban en el este sobre Armenia e Iberia, su intransigencia arriana había encendido el conflicto en Palestina, con la tribu árabe liderada por la reina Mavia y el costo de las campañas contra los godos en los años anteriores habían debilitado las finanzas romanas. La llegada de los godos era una gran oportunidad para reforzar la potencia de Oriente con miles de nuevos reclutas para el ejército y muchos colonos para poner en explotación amplias zonas rurales devastadas en los años anteriores. Finalmente, el emperador decidió permitir la entrada de los godos al Imperio con la condición de que entregaran sus armas y se sometieran a la autoridad imperial como "dediticii" o dependientes de Roma un estatuto jurídico menos beneficioso que otros como el de laeti.

Recreación de AI de la reina Mavia( realizada por Alberto Martínez)

Los planes no le salieron demasiado bien a los romanos. No tuvieron en cuenta a los centenares de miles de alanos, sármatas, godos y otros bárbaros que, ajenos al acuerdo con las autoridades romanas, decidieron huir del infierno desatado por los hunos penetrar sin permiso en el territorio imperial con sus armas y vivir del saqueo. La administración y el ejército romano se vieron desbordados ante semejante oleada de invasores lo que condujo a una crisis de seguridad en las provincias de Tracia, Mesia y Escitia. Por otro lado, los abusos de las autoridades romanas exacerbaron la situación. Los godos se rebelaron contra unas autoridades que, en vez de protegerles y alimentarles hasta que llegara el momento de asignarles un territorio en el que vivir, los explotaban y les hacían pasar hambre. En el 377 estalló la Guerra Gótica. Los jefes godos Fritigerno y Alavivo, frustrados comenzaron una campaña de saqueo que desestabilizó aún más el Imperio que, en ese momento, tenía su foco de atención, como hemos dicho, en otros conflictos.

La respuesta romana fue liderada por Valente que firmó apresuradamente la paz con la reina Mavia y envió tropas al mando de dos de sus generales que, uniéndose a las tropas enviadas por Graciano, el emperador de Oriente, trataron de frenar la marea bárbara que, a pesar de todo, acabó por desbordar a los romanos. Ambos bandos se enfrentaron en dos batallas, en la primera los romanos fueron derrotados y en la segunda, celebrada en ad Salices en el 377, a 15 kilómetros de Marcianópolis, a pesar de obtener la victoria, los romanos no consiguieron desalojar a Fritigerno de Tracia. Tuvo que ser Valente en persona el que dirigiera a sus tropas hacia el Danubio. Tras llegar a Constantinopla, en cuyos campos adyacentes incursionaban los saqueadores bárbaros se dirigió más al norte, a la ciudad amurallada de Adrianópolis para frenar la amenaza bárbara ya que, a pesar de los refuerzos occidentales enviados por Graciano, las tropas romanas no habían demostrado ser capaces de detener el avance de los godos en Tracia.

                               Movimientos de romanos y godos en 377-378. Fuente Osprey.

9 de agosto del 378. La batalla de Adrianópolis.

La decisiva batalla se libró el 9 de agosto del 378. Valente, confiando en una victoria rápida y sin esperar los refuerzos de su sobrino Graciano, enfrentó al ejército godo con entre 40,000 y 60,000 soldados.

Los errores que llevaron al desastre comenzaron a acumularse. Valente quería plantar batalla cuanto antes por varios factores como que estaba necesitado de la legitimación que una victoria en solitario le daría, más teniendo en cuenta que a pesar de llevar varios años en el puesto (desde el 364) aún no había conseguido un gran triunfo militar que justificara ante sus súbditos su trono imperial. El movimiento de las tropas de Fritigerno hacia el sur amenazaba con cortar las líneas logísticas de abastecimiento entre Adrianópolis y Constantinopla, su sobrino se encontraba a 450 kilómetros de la ciudad, es decir a unas dos semanas de marcha. Además su servicio de información le falló por partida doble al infravalorar el número de guerreros que seguían a Fritigerno y al ignorar a otros diez mil guerreros alanos y hunos liderados por Alateo y Safrax de otro campamento cercano. Todos estos factores llevaron a Valente a marchar 23 kilómetros desde la ciudad, al encuentro de las tropas de Fritigerno. La marcha se hizo en condiciones lamentables. El agua y la comida quedaron atrás por orden del emperador para hacer más rápida la marcha de unos soldados que llegaron exhaustos al campo de batalla.

La estrategia goda consistió en ganar tiempo con falsas conversaciones diplomáticas, generar humo con el incendio de los campos de alrededor y reunir a sus guerreros dispersos, incluyendo a los jinetes alanos y hunos, quienes serían determinantes en la batalla. Los romanos, agotados tras una larga marcha, encontraron dificultades para desplegarse e iniciaron la batalla por cuenta propia, en el ala izquierda, sin recibir la orden del emperador. Se trataba de infantería ligera que finalmente fue rechazada por los godos que respondieron con una ataque sorpresa de la caballería goda, alana y huna en ese flanco izquierdo que acabó por descomponerse. Con sus líneas desorganizadas, sin flanco izquierdo y bajo un intenso calor, el ejército romano sucumbió ante la presión goda.

Batalla de Adrianópolis 378. Planteamiento inicial de la batalla

El propio Valente murió en el conflicto, presumiblemente refugiado en una granja cercana. Allí llegó tras ser abandonado por la mayor parte de su guardia. El edificio fue incendiado por los godos, que no sabían que Valente se escondía en él. Este desastre marcó la pérdida de un emperador en combate( algo que no sucedía desde el emperador Decio que pereció en la batalla de Abritio en el 251. La derrota supuso la aniquilación de gran parte del ejército oriental. Tan solo el ala derecha y casi toda la caballería pudieron retirarse en orden a las murallas de Adrianópolis. Los godos, tras su victoria, fracasaron en su intento de conquistar Adrianópolis y la propia Constantinopla debido a su falta de habilidad para asediar ciudades. Aun así, sembraron la destrucción y la ruina en las regiones circundantes antes de dispersarse en grupos más pequeños.

 Valente se refugia entre las unidades de los veteranos lanciarii y matiarii, durante la batalla de Adrianópolis. Osprey Publishing.

 Consecuencias de la Batalla.

La derrota tuvo un impacto profundo en el Imperio romano, marcando un cambio de paradigma en las relaciones entre romanos y bárbaros. Teodosio, el sucesor de Valente, se vio obligado a llevar una política de pacto y alianza con los godos. De hecho le costó casi 5 años obligarlos a pactar . El tratado o tratados, ya que sabemos que se firmó con varios jefes godos en el 382, concedía a los godos territorios dentro del Imperio como aliados, en lugar de someterlos al papel de súbditos del Imperio. Este acuerdo, que incluía su derecho a mantener gobernantes y tradiciones propias y sentó un precedente en el que los bárbaros ya no eran tratados como pueblos dominados, sino como un elemento interno y autónomo en la política imperial.

La batalla evidenció cierta incapacidad del Imperio para contener la presión de los pueblos bárbaros en sus fronteras. La integración de estos pueblos, anteriormente vista como una fuente de soldados y contribuyentes, empezó a percibirse como un peligro. La xenofobia creció en el Imperio y surgió un resentimiento profundo hacia los bárbaros en general y hacia los godos en concreto. Ahora los bárbaros habían pasado de ser una cuestión de política exterior a formar parte de la realidad cotidiana, del día a día. Algunos, muy a su pesar comprendieron que los bárbaros ya no iban a irse, que habían llegado para quedarse. Ahora eran un factor fundamental y controvertido dentro de la sociedad y política romana. 

Soldados romanos Mediados S. V: izquierda: 1 Aeccio magister militum. 2 Bucelario de Valentiniano III (Plácido Valentiniano Felices); 3 Guardaespaldas huno de Aeccio. Derecha: 1 Biarco ostrogodo del Cuneus Equites Escutatorum; 2 primicerio (oficial); 3 Flammoularios de Mattiarii Juniors. Autor Graham Summer


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