La historia del enfrentamiento entre el Imperio Romano de oriente y la reina árabe Mavia de los Banu Tanuqh ilustra las complejas tramas políticas, religiosas y militares en el convulso período del siglo IV d.C. Entre el 375 y el 378 nos encontramos en un momento crítico para el Imperio romano en Oriente que va a tener que hacer frente, en ocasiones simultáneamente a varios desafíos como el enfrentamiento con los persas en Armenia e Iberia, la cuestión goda, tras el cruce del Danubio por una gran masa de bárbaros de este y otros pueblos que huía del avance de los hunos y la rebelión de los árabes, sus antiguos aliados, liderados por la reina Mavia. La pregunta que se nos plante es ¿Cómo esta tribu árabe, antigua aliada del Imperio llegó a la guerra contra el augusto de Oriente?
Recreación de AI de la reina Mavia( realizada por Alberto Martínez) |
Valente se mostró siempre como un ferviente arriano. Trató de imponer esta visión del cristianismo a sus súbditos, generando problemas de todo tipo en la pars orientis del Imperio.
Uno de los lugares donde trató de imponer su visión del cristianismo fue en los dominios de sus aliados árabes, los Banu Tanuqh asentados al sur de Siria.
Las tribus árabes, antes del nacimiento y expansión del islam, servían como aliados o como mercenarios al imperio persa o al romano en sus continuos enfrentamientos. También, en función de la tribu en cuestión, practicaban las distintas religiones del momento: el cristianismo, el judaísmo, el zoroastrismo, diferentes formas de politeísmo, etc.
Tras la muerte de al-Hawari último rey de esta tribu árabe sin heredero varón, se puso al frente de su pueblo a su hija Mavia, la nueva reina de los Banu Tanuqh .
El intento de Valente de imponer a un obispo arriano a esta tribu, hizo que estos árabes se ofendieran, se internaran al norte de Arabia y en alianza con otras tribus desataran una rebelión contra Constantinopla que acabó extendiendo su destrucción desde las orillas del Éufrates hasta Egipto. Al parecer, los árabes pretendían tener como obispo de su pueblo a un eremita llamado Moisés que vivía en el desierto (Sozomeno VI, Historia eclesiástica, 36. 4.12.).
Mavia derrotó entre el 373 al 378 una y otra vez a los diferentes generales romanos enviados contra ella. Su tribu había luchado desde hacía un siglo al lado de los romanos y conocía perfectamente sus tácticas de guerra. El augusto, a la altura del 377, no podía permitirse distraer fuerzas en la represión de estos árabes, tenía otros problemas más graves por resolver. Los godos aceptados como refugiados del avance huno, se habían revelado contra el abuso y la corrupción de los oficiales romanos encargados de tutelarlos y ahora saqueaban los territorios más al norte del Imperio sin que al parecer las fuerzas romanas de ese limes pudieran hacer algo para detenerles.
Valente necesitaba a los legionarios destinados en Siria para combatir a los godos así que optó por una solución diplomática y firmo un nuevo tratado que incluía el matrimonio de la hija de la reina Mavia con Víctor, el magister equitum de Valente, el nombramiento de Moisés, un eremita que vivía en el desierto, como obispo niceno para su pueblo, la mejora de las condiciones del tratado entre os Banu Tanuqh y Roma y la incorporación de los valiosos jinetes sarracenos que la reina pudiera enviar para defender Tracia de la devastación que los godos estaban sembrando.
La maniobra se demostró efectiva ya que Víctor, reforzado con los jinetes sarracenos enviados por Mavia pudo derrotar en repetidas ocasiones a los godos, liberando de bárbaros el territorio que iba desde Adrianópolis hasta Constantinopla, amenazada por las correrías de los jinetes bárbaros tras el desastre de Andrinópolis en el 378. Al parecer los jinetes sarracenos provocaban el pánico entre los bárbaros por su salvajismo (Amiano Marcelino, Historia , XXXI.16.6).
“...Los tesoros de Constantinopla era lo que más inflamaba su avidez, y reservaban todos sus esfuerzos para la destrucción de esta magnífica ciudad. Marcharon, pues, apresuradamente, pero formando apiñados grupos por temor de sorpresa. Ya desplegaban su furia contra las fortificaciones de la ciudad, cuando, por favor del cielo, sobrevino un accidente que les decidió a retirarse. Acababa de reclutarse la guarnición de la ciudad de un cuerpo de sarracenos (de cuyo origen y costumbres hemos hablado ya), gente muy a propósito para la guerra de partidas, pero incapaz de operaciones estratégicas regulares. Éstos, al acercarse la fuerza enemiga, corrieron decididamente su encuentro, trabándose empeñada escaramuza que por mucho tiempo estuvo indecisa. Inaudito rasgo de ferocidad dio ventaja a los bárbaros de Oriente. Uno de ellos, salvaje de crespo cabello, desnudo, exceptuando la cintura, se lanzó con un puñal en la mano, con gritos de fiera, en medio de las filas opuestas, y, aplicando los labios al enemigo que había derribado, chupó ávidamente la sangre de sus heridas. Los bárbaros del Norte se estremecieron ante aquel atroz espectáculo; quebrantóse su esperanza, y desde aquel momento no mostraron tanta energía en el ataque.”
Amiano Marcelino, Historia, XXXI. 16.6.
Tras la muerte de Valente en el desastre de Andrinópolis en agosto del 378, comenzaron los problemas entre Mavia y el nuevo emperador Teodosio que tras el tratado firmado con los godos en el 382 comenzó a favorecerlos en la administración y sobre todo en el ejército imperial, en detrimento de sus antiguos aliados árabes.
Valente se refugia entre las unidades de los veteranos lanciarii y matiarii, durante la batalla de Adrianópolis. Osprey Publishing. |
Finalmente, en el 383/384, Mavia, señora de los federados árabes, demasiado poderosa e independiente, para el gusto del emperador, fue depuesta y a los Tanuqh, el pueblo que lideraba, se le impuso un foedus menos favorable ocupando su lugar como principal aliado de los romanos entre los árabes otra tribu.
El legado de Mavia, la gran reina árabe de los Banu Tanuqh, perdura como símbolo de independencia, y valor frente a la imposición religiosa . Su enfrentamiento con Valente, su habilidad militar y su capacidad para forjar alianzas en el complejo escenario del ultimo cuarto del siglo IV revelan la complejidad de las relaciones políticas y religiosas de ese momento. Con su rebelión esta mujer desafió el dominio romano y mantuvo la autonomía de su pueblo, aunque su caída ante Teodosio marcó el fin de una era para su pueblo.
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