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jueves, 8 de octubre de 2020

Origen y primera expansión del islam.

Escrito por Federico Romero Díaz El islam nace en la península arábiga, a principios del silo VII. Antes de hablar de su expansión por el resto del mundo deberíamos saber cómo era ese territorio antes de la predicación de Mahoma. Podríamos distinguir tres zonas diferenciadas: --La zona más al norte estaba influenciada por el imperio romano de Oriente aunque un poco más al este eran aliados tradicionales de los persas. La primera estaba habitada por los gasaníes y la segunda por los lakmíes. Ambas tribus llevaban mucho tiempo sirviendo a persas y romanos como aliados y mercenarios. --La zona central estaba dominada por los nómadas aunque también contaba con ciudades comerciales como Medina o La Meca, donde se encontraba la Kaaba, roca de origen meteórico que se había convertido en centro de peregrinación de los politeístas preislámicos. La existencia de ese peregrinaje, unida a la influencia cristiana, judía y sasánida en La Meca, la hacían más cercana al monoteísmo, haciendo posible el surgimiento del islam en esa ciudad. --Al Sur estaba la conocida como Arabia Feliz donde se habían desarrollado algunas ciudades en la costa, gracias a su posición de privilegio en las rutas comerciales entre la India y Egipto.
Los árabes estaban organizados en tribus que frecuentemente guerreaban entre sí. Sus creencias religiosas eran cristianas, judías o animistas. Estos últimos atribuían un carácter sagrado a piedras, arboles, etc. Tendemos a imaginarlos como intrépidos soldados, que visten amplios ropajes, llevan turbantes en la cabeza y montan sobre nerviosos caballos, armados con tan solo una lanza y una curvada cimitarra, pero nos equivocamos. Su aspecto era muy similar al resto de los guerreros romanos o persas de su tiempo. Algunas de sus tribus llevaban siglos sirviendo como aliados o mercenarios en los ejércitos de estos dos grandes imperios. Eran predominantemente soldados de infantería ya que la caballería en ese momento era muy escasa y lucían las mismas espadas, yelmos y cotas de malla que los compañeros de otras naciones que servían en las huestes de Persia o Constantinopla. Curiosamente los primeros soldados del islam llegaban al campo de batalla prácticamente sin bagaje que les entorpeciera en sus desplazamientos, vivían sobre el terreno y normalmente los rebaños de ganado de cabras y ovejas que les sustentaban les seguían con días de retraso. Ellos se desplazaban en mulas o en camellos y solo en el campo de batalla usaban sus caballos que lógicamente estaban mucho más frescos que los de sus enemigos. La demografía de los árabes nunca hubiera podido mantener la expansión casi continua y en varios frentes que los musulmanes llevaron a cabo. Para nutrir sus ejércitos de soldados, incorporaban a grandes contingentes de guerreros de los pueblos sometidos, mediante pactos, mediante su contratación como mercenarios o por la fuerza en función de las circunstancias. Los árabes, étnicamente hablando fueron una minoría privilegiada en ese primer imperio islámico.
Cuando Mahoma, comerciante de La Meca, comenzó su predicación en el 610 ya era un hombre maduro, tenía unos 40 años. Tras una visión del arcángel Gabriel comienza a predicar contra la impiedad y la corrupción de la élite de su ciudad. Va a poco perfilando su doctrina, en el 619 ya reconoce que Alá es su único Dios, siendo el mismo el último de sus enviados, al igual que Abraham, Moisés y Jesús. Sin demasiados seguidores y enfrentados a los poderosos de La Meca, en el 622 se ve obligado a huir a la vecina ciudad de Yatrib, conocida después como Medina. Este suceso, conocido como Hégira servirá a los musulmanes de todo el mundo para fijar ese año como el primer año de su calendario. En Medina sus enseñanzas tienen éxito y funda la primera comunidad de creyentes de fe islámica, la umma, en la que religión y estado estarán profundamente unidos. Las fueras de los musulmanes van creciendo en número gracias a la incorporación y conversión de los guerreros de las tribus sometidas. Cuando Mahoma muere en el 632 ha conseguido unificar a casi toda Arabia. Dos años antes había conquistado La Meca a la cabeza de 10.000 guerreros.
La convertirá en la capital religiosa, siendo Medina la capital política del nuevo estado que estaba creándose. En esa fecha ya ha establecido los pilares de la nueva religión que serán: el Corán o palabra de Dios revelada y la sunna, que es un conjunto de tradiciones y sentencias atribuidas a Mahoma que los musulmanes deben seguir. A la muerte del profeta se inicia el periodo de los califas ortodoxos que va del 632 al 661. Las tensiones por la sucesión se solucionan con la proclamación de Abu Bakr(632-634) que derrota a las pocas tribus árabes que aún no se habían sometido al islam. A su muerte le sucederá Omar(634-644), también suegro de Mahoma. Los musulmanes consiguen varias victorias sobre el imperio romano de oriente. Omar conquista Siria, entrando en Damasco en el 635, Palestina (Jerusalén cae en el 638) . Su general Amr ibn al-as ocupa Egipto siendo Alejandría evacuada por los bizantinos en el 642, allí se funda Fustat, muy cerca de lo que en el futuro será la ciudad de El Cairo. Persia tampoco escapa a la expansión islámica y su capital Cesifonte cae en el 638. Y Ninive en el 641, llegando los musulmanes hasta Armenia. Omar transforma el estado árabe en un imperio teocrático proclamándose Príncipe de los Creyentes. Organiza para ello una administración en las tierras ocupadas en la que el jefe de las tropas de ocupación es al mismo tiempo el delegado de asuntos civiles, religiosos y judiciales del califa aunque mantiene, en lo esencial, la administración romana o persa preexistente. Respetó las creencias religiosas de los conquistados que bajo el estatuto de “dimmíes” o protegidos pagaban un impuesto específico. Fundó varias bases avanzadas en el límite de las nuevas conquistas que luego se convertirán en populosas ciudades. Será asesinado en Medina en el 644.
Utman, yerno de Mahoma, será su sucesor y gobernará del 644 al 656. Continuará con la política expansiva de su antecesor. Derrota a los bizantinos cuando trataban de recuperar Egipto y desde allí lanza campañas de saqueo sobre el Norte del África bizantina hasta Cartago. Funda la base avanzada de Barca y se establece el límite entre romanos y árabes en torno a la Tripolitania. También supo hacer frente a Constantinopla en el mar y saqueó Chipre y Rodas derrotando a los romanos en la Batalla de los Mástiles en 655. Morirá también asesinado, siendo sustituido por otro yerno de Mahoma, Alí. Su nombramiento no va a ser aceptado por todos y deberá imponerse militarmente a los seguidores de Aixa, la viuda de Mahoma, en la batalla del Camello o de Yámal, junto a Basora en el 656. Trasladará la capital a la base de Kufa(Irak) perdiendo Medina su importancia política. En Siria su gobernador Muawiya, de la poderosa familia de los Omeyas, tampoco reconocerá su autoridad. Ambos acaban sometiéndose a un arbitraje que tras un tiempo falla a favor del omeya. Alí se repliega a su feudo de Kufa en Irak, aunque morirá asesinado en el 661. Está muerte supondrá la división del Islam en sus dos grandes ramas los chiíes que piensan que el Califa debe pertenecer a la familia de Alí y sus descendientes y que tienen en cuenta como fuente de ley los dictámenes de los imanes. Son el 15 por cien aproximadamente de todos los musulmanes y son mayoría en zonas como Azerbayán, Bahreim, Sur de Líbano y sobre todo en Irak e Irán. La otra gran rama son los sunníes, que reconocen como válidos y aplicables los testimonios de Mahoma recogidos en la Suna, siendo la tendencia mayoritaria en el islam. Por último están los jariyíes, una facción de los musulmanes que dejaron de apoyar a Alí en el 657 y que a diferencia de las dos anteriores defienden que el califa puede ser cualquier musulmán elegido por la comunidad que debe elegir para ese puesto al más digno de entre los creyentes. Son mayoría en el sultanato de Omán, en Zanzíbar y en algunas partes del Magreb. Alí ha muerto, han pasado 20 años desde la muerte de Mahoma y el islam ya se ha hecho dueño de toda la península arábiga, ha conquistado el imperio persa y arrebatado a los romanos de Oriente Palestina, convirtiendo Jerusalén en una de las ciudades santas del islam, Siria, Egipto y la Tripolitania. ¿Cuáles habían sido las claves de ese éxito?:  El afán de botín de las tribus árabes que facilitó su unión bajo un solo mando.  Las disputas religiosas y las tensiones fiscales en zonas como Siria, Palestina o Egipto facilitaron que los pobladores de esos lugares vieran con buenos ojos a los musulmanes. Además los nuevos conquistadores ofrecían a las ciudades que capitulaban buenas condiciones respetando gran parte de las propiedades y creencias de las élites locales y manteniendo lo esencial de la administración preexistente. A cambio, los no musulmanes debían pagar un impuesto especial, nutriéndose las guarniciones árabes de los ingresos de las antiguas tierras públicas y de la imposición de un impuesto personal que se unía a los ya existentes. Los musulmanes por el contrario solo estaban obligados a la limosna, tal y como se establece en el Corán, es decir a pagar un porcentaje de su renta. Esta discriminación fiscal estimulará las conversiones a esta nueva fe.  Tanto el Imperio Romano de Oriente como la Persia de los sasánidas estaban agotadas económica y militarmente después de 25 años de guerra casi ininterrumpida.
Los califas omeyas (661-750) Los Omeyas eran una de las familias más poderosas de Arabia. Su acceso al poder supuso la centralización de la administración en la nueva capital Damasco. Hicieron hincapié en el carácter teocrático del poder del Califa que además se rodeó de una Shura o consejo de notables de diferentes tribus. El imperio omeya será esencialmente árabe, siendo estos claramente privilegiados sobre el resto de pueblos. La continuidad de sus conquistas será un excelente medio de aplazar las querellas religiosas. Muhawiya(661-680) se impuso desde su puesto de gobernador de Siria primero a su rival Alí y después a uno de los hijos de este. Es el responsable del traslado de la capital a Damasco y fracasa frente a Constantinopla en su gran ofensiva, fijándose una frontera más estable en torno al Taurus. Al Oeste conquista Kabul, Bujara y se inicia la conquista del territorio de Samarkanda. Su hijo Yazid I(680-683) vence y acaba con la vida de otro de los hijos de Alí, Husain(10/10/680) en Kerbala, que se convertirá así en centro de peregrinación de los chiitas que instituyen ese día como día de duelo. Tras los breves Muawiya II y Marwan I llega al poder Abd-el –Malik (685-705) que derrota a chiitas y jariyitas y restablece la unidad del Imperio. Impulsa la gran expansión musulmana por el norte de África, con la conquista de Cartago en el 698. Funda en la actual Túnez la ciudad de Kairuan donde se construirá una gran mezquita. Los musulmanes penetran hasta Marruecos y crean un sistema monetario basado en la dualidad entre el dinar de oro y el dírhen de plata. También estableció el árabe como idioma oficial de la administración reemplazando al griego y al persa. Acabará las obras de la Cúpula de la Roca. Su hijo y sucesor Walid I (705-715) impulsará la finalización de la Mequita de Al –Aqsa, ambas en la explanada de las mezquitas en Jerusalén. Con este sultán los Omeyas alcanzan su máxima extensión territorial conquistan la Transoxiana, la región del Indo y a partir del 711 el reino visigodo de Toledo. El fracaso en el asedio de Constantinopla en el 718, la detención de la conquista en Hispania y el Sur de Francia, tras la derrota de Poitiers en el 732, marcaron el final del Islam clásico. Los problemas sociales y religiosos facilitaron la derrota del último omeya Marwan II(744-750) en la batalla del gran Zab, un afluente del Tigris. De la matanza de la familia omeya solo escapa Abd- al Rahman, que marcha a la península ibérica y funda el emirato independiente de Córdoba en el 756. A los Omeyas les sucederán los llamados califas abasís (750-1258) que trasladarán su capital a Bagdad. El islam bajo su gobierno experimentará nuevos avances en África y Asia y retrocesos en otras zonas como la península ibérica, aunque esa es ya otra historia.

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