Los vikingos fueron unos
de los mejores navegantes de la historia y también estaban entre los guerreros
más temidos de la Edad Media. Fueron grandes conquistadores y comerciantes.
Colonizaron Islandia y Groenlandia y llegaron incluso a las costas de América,
siglos antes que los conquistadores españoles. Hay muchos mitos respecto a
ellos, vamos a tratar de descubrir cómo fueron realmente.
Podemos decir que la era
vikinga comienza en el 793 con el ataque al monasterio inglés de Lindisfarne.
Las fechas para su final son más variadas ya que realmente fue consecuencia del
avance entre este pueblo del cristianismo. Usualmente los historiadores fijan
este final tras la derrota y muerte de Harald, el despiadado, en la batalla de
Stamford Bridge en 1066.
Tienen su
origen en lo que hoy es la península escandinava y el norte de la actual
Dinamarca. Es una tierra de inviernos muy duros y veranos más cálidos, pero muy
cortos. Su geografía es muy accidentada y escasa la tierra fértil. Con miles de kilómetros de costa, el mar
tendrá una importancia enorme en su cultura y economía.
¿Qué comían? En la alimentación pesaba mucho la presencia de la carne, cerveza de hidromiel, productos lácteos, cereales, algunas hortalizas, etc que eran complementados con la pesca. La tierra la heredaba siempre el hijo primogénito, lo que obligaba a muchos a buscar fortuna en las expediciones de comercio y saqueo que comenzaban al acabar el invierno. No obstante muchos de ellos vivían pacíficamente como comerciantes o granjeros.
Políticamente casi
siempre estuvieron muy fragmentados. La sociedad estaba dividida
fundamentalmente entre unos pocos nobles que dirigían hombres libres,
normalmente dedicados a la agricultura y a la pesca. Esos hombres libres
votaban en la asamblea sobre sus leyes y la aplicación de estas. Le daban mucha
importancia a la familia y a la creación de redes de amistad, claves para la
supervivencia en un mundo tan duro. Por último estaban los siervos que, a pesar
de ser de condición hereditaria, podían poseer propiedades, casarse y en las
circunstancias adecuadas comprar su libertad y prosperar.
Con respecto a las
mujeres, gozaban de una libertad mayor a las mujeres de su época en Europa.
Podían divorciarse y en caso de fallecimiento de su marido heredaban sus bienes.
A diferencia de lo que se nos cuenta en las series no hay constancia escrita en
las fuentes de que acompañaran como guerreras a sus hombres en las expediciones
de saqueo, aunque sí que es cierto que se quedaban al cargo de las granjas tras
la partida de sus hombres en primavera y podían tomar las armas para
defenderlas en caso de algún ataque en su ausencia. Participaban como guerreras
o no en las expediciones? ¿Son ciertas las leyendas medievales que mencionan a
las doncellas-escudo? La arqueología nos
deja la respuesta, veamos un ejemplo, en 1900 se encontró en una granja de
Solor, Noruega el cuerpo de una mujer de unos 20 años. Había sido enterrada
junto a un rico ajuar de armas, un caballo, etc y mostraba una lesión en la
frente producida por el impacto de una espada. Su rostro ha sido reconstruido
ahora por una universidad
escocesa. Curiosamente la fractura del cráneo muestra señales de curación y viene a
demostrar en opinión de Ela Al Shamahi ” podía haber sido una comandante
militar”. Otra prueba arqueológica es que un esqueleto vikingo encontrado en
Birka (Suecia) en 1889 junto a una gran variedad de armas, caballos y piezas de
un juego de táctica se ha demostrado ahora, tras analizar su adn que también es
de una mujer. Este y otros descubrimientos están haciendo replantearse a muchos
historiadores como Neil Price, su
rechazo a la existencia real de las guerreras vikingas.
Como curiosidad, normalmente nos imaginamos a los vikingos como a hombres altos rubios y con casco con cuernos. Nada más lejos de la realidad, los restos arqueológicos que se han encontrado demuestran que sus cascos carecían de cuernos y los estudios de adn realizados en esqueletos de enterramientos vikingos vienen a demostrar que tras siglos de mestizaje muchos vikingos tenían altos niveles de ascendencia no escandinava. Es decir que no era raro encontrar vikingos de piel oscura, cabello castaño y ojos marrones.
Un tipo especial de guerreros vikingos eran los berserkers.
Las antiguas fuentes nórdicas nos cuentan que “iban a la batalla sin cota de
malla y actuaban como perros rabiosos”. También mencionan que acompañaron a
Harald “ Cabellera Hermosa” primer rey y unificador de Noruega. Sus orígenes
podemos relacionarlos con algunos relatos del siglo I a.C, cuando Julio Cesar
nos cuenta que algunos germanos acudían a la batalla desnudos, con los cuerpos
pintados y demostrando una falta total de miedo. Los romanos lo llamaban furor
teutonicus. Los berserker a veces componían las guardias reales, socialmente se
les consideraba locos, los cristianos los consideraban poseídos por el demonio. Hay muchos autores que defienden que su comportamiento era inducido por el
consumo de alucinógenos como el beleño, hongos y algunas plantas. Cuando
entraban en trance, antes de la batalla su ira los hacía muy peligrosos, no
distinguían entre amigos y enemigos y sus propios compañeros sabían que debían
mantener cierta distancia de seguridad con ellos en el combate Ya en pleno
siglo XI con el cristianismo arraigado en suelo vikingo serán declarados fuera
de la ley, desapareciendo a mediados del siglo XII.
Había también otras
criaturas mitológicas como los gigantes de hielo, los de fuego, los elfos de la
luz y los elfos oscuros, etc. No había templos, aunque había un centro de
peregrinación importante en Upsala, a veces hacían sacrificios humanos, aunque
normalmente se sacrificaban animales, cuya carne era consumida después por los
asistentes. Tampoco tenían libros sagrados donde dejar testimonio de su
religión que se trasmitía oralmente a través de relatos y poesías.
Afortunadamente en la Edad Media, antes de que se perdieran, fueron recopiladas
por algunos autores como el islandés Smorri Sturluson. Las sagas de héroes
también son un buen filón de conocimiento sobre el mundo nórdico como Sigfrido,
Beowulf, Ragnar Lodbrok, el Cantar de
los nibelungos, etc
En contra de lo que se
suele contar los vikingos no solo eran duros guerreros dedicados al saqueo de
las costas europeas, también eran grandes comerciantes y exploradores. Sus
barcos, los conocidos drakar eran largos, estrechos y de muy poco calado y
alternaban la fuerza de los remos y del viento, podían remontar ríos y atracar
en lugares en los que los barcos europeos del momento no podían llegar. A
fuerza de remos podían alcanzar velocidades de entre 15 a 17 nudos, es decir
entre 27 a 31 kilómetros por hora. Se fabricaban fijando unas tablas,
normalmente de roble, sobre otras, las fijaban con clavos y las cubrían con
capas de lana empapada en brea o incluso pieles de animales. Su ligereza
permitía transportarlas por tierra de un lugar a otro y al ser prácticamente
iguales en ambos extremos podían avanzar en sentido contrario sin necesidad de
dar la vuelta.
Normalmente antes de
atacar con grandes flotas un lugar, lanzaban alguna expedición previa con un
pequeño contingente que fijaba objetivos y exploraba el territorio una vez
reunida toda la información se lanzaba una gran flota llena de guerreros contra
el objetivo elegido, era la táctica conocida como strandhogg.
Con esos barcos cruzarían
el Mar Báltico asentándose en sus orillas. Utilizando los grandes ríos rusos
como el Don o el Dnipier, atravesarán el continente llegando hasta el Mar Negro,
el Caspio o incluso a Bagdad a donde llegaron como comerciantes. Crearon
ciudades y fundiéndose con la población eslava fundarán el Rus de Kiev que en
contacto con el Imperio Bizantino será el germen de la actual Rusia.
Fueron también los
primeros en atravesar el Atlántico en sus Knarr unas naves muy parecidas a los
drakar pero que permitía más carga y era más adecuado para navegar en las aguas abiertas del
Atlántico. Se asentaron en Islandia y desde allí liderados por Erik el Rojo
colonizaron Groenlandia. Desde allí, el hijo del Rojo, Leiv Eriksson, navegó hasta las costas americanas alrededor del año 1000, unos 500 años antes de
Colón. Se han encontrado los restos de un asentamiento en L´Anse aux
Meadows, en la isla de Terranova. Posiblemente por problemas con los nativos o
por conflictos internos acabaron abandonando el asentamiento.
La cosa no acaba aquí,
desde Inglaterra, muy afectada por sus incursiones, llegaron a Irlanda, donde fundarán la ciudad de Dublín.
Frankia será otra de sus presas favoritas. Remontaron el Sena y el Loira
saqueando las regiones que alcanzaban. Tras años de incursiones el jefe Ragnar
Lodbrok llegará a poner sitio a París que es saqueado. Años después, el rey
franco Carlos III, el simple, opta por pactar con uno de los principales jefes
vikingos, Rollo o Rollón. A cambio de la concesión de tierras y riqueza en lo
hoy conocemos como Normandía sus vikingos impedirían a otros vikingos el saqueo
de la costa franca y las incursiones por la desembocadura del Sena hacia el
interior del reino. Las costas hispanas también fueron amenazadas por los
nórdicos. Galicia, Portugal sufrieron diversos saqueos y en Al-Andalus,
llegaron a saquear Sevilla y su comarca en el 844 finalmente serán expulsados
por los musulmanes que para evitar
nuevas incursiones mejoran su flota y las fortificaciones costeras. A través
del Mediterráneo llegaron a atacar unos años después Nador, Orihuela, Baleares,
el Valle del Ródano, Ampurias, Valence y ya en Italia Fiesiloe, Pisa y la misma
Florencia.
Nada parecía resistirles, llegaron como mercenarios de bizantinos y lombardos al sur de la península itálica y hasta Sicilia. Allí expulsaron a los musulmanes y establecieron su propio estado en el siglo XI y XII, el Reino Normando de Sicilia.
En Constantinopla fracasaron en su intento de conquista. La poderosa flota romana, gracias al fuego griego, una terrible arma que hacía arder sin remedio aquello que tocaba, destruyó a los ligeros barcos vikingos. En el 988 el emperador Basilio II, impresionado por su valor, incorporó a algunos de ellos a su guardia personal que será conocida a partir de ese momento como la Guardia Varega, que era el nombre que los nórdicos recibían en Constantinopla. Allí en la pasarela de mármol de la segunda planta de Santa Sofía ha quedado como testimonio el grafito de uno de estos varegos, Halvan.
De la misma manera que
los vikingos dejaron una profunda huella en la Europa de su tiempo, también
importaron el conocimiento, la lengua y la religión de las tierras con las que
entraban en contacto. En torno al año 1100 los vikingos habían dejado de ser
una amenaza para el resto de Europa entre otros factores por sus continuas
disputas internas, por la resistencia opuesta por los pueblos que saqueaban ya
que a base de sufrir sus ataques fueron aprendiendo a defenderse levantando
fortificaciones y sobre todo porque a la altura de esa fecha podemos decir que
los vikingos habían sido cristianizados. Construían unas curiosas iglesias en
madera conocidas como satvkirke integrándose de esta manera en la cultura
europea como un miembro más de esa cristiandad y jugando con las mismas reglas que
el resto de los pueblos cristianos.