Publio Elio Adriano accede al trono en el,117 D.C. como sucesor “natural” de Trajano muerto a causa de las dolencias contraídas en la campaña persa. La simpatía, aunque siempre a cierta distancia, que en vida le mostró el difunto emperador y el apoyo del ejército y de la viuda de Trajano Plotina le garantizaron el puesto pero no la simpatía de todos. La personalidad de Adriano, mucho más culto en general y amante de las artes y de la cultura griega era mucho más complicada que la del emperador anterior. Algunas personas de mucho poder eran francamente hostiles al “pequeño griego”. Antes de la muerte de Trajano se había generado múltiples antipatías en la Corte y es en ese núcleo de personas donde surgirá la conspiración contra el recién nombrado Adriano.
Aparentemente el objetivo era acabar con la vida de Adriano. Tenían pensado hacerlo durante una cacería, pero el Prefecto del pretorio, que en ausencia del Emperador gobernaba Roma, descubrió la conspiración ejecutando a todos los implicados sin juicio previo. Adriano que estaba fuera de la capital se declarará siempre ajeno a estas muertes y a su vuelta a la ciudad eterna destituirá al prefecto, declarándose firme en su intención de no ejecutar nunca a un senador sin juicio previo. Esto unido al perdón de los impuestos a los itálicos, los acostumbrados donativos a las legiones y al pueblo de Roma, al aumento de la munificencia a los huérfanos y a los cambios efectuados en las fronteras aseguraron su continuidad en el trono.
Hasta aquí solo estamos ante una escueta narración de los hechos históricos pero profundicemos más en ellos para encontrar las causas que provocan las dudas de muchos autores sobre la justicia de estas ejecuciones y sobre si realmente existió la conspiración.
¿Quiénes eran los supuestos conjurados? :
--A. Cornelio Palma: era el famoso vencedor de los árabes en tiempos de Trajano. No se conoce el motivo pero cayó en desgracia ante el emperador. Cornelio lo achacó siempre a la antipatía que Adriano le profesaba.
--Lusio Quieto junto a Palma eran las dos mejores espadas del Imperio en ese momento. Había sido trasladado de Palestina a Mauritania y privado del gobierno de esta provincia al parecer por las intrigas que en ella urdió.
--Publilio Celso : consular romano debía prestar el apoyo político a la conjura junto al siguiente personaje que vamos a tratar.
--Avidio Nigrino: otro importante consular romano que según Espartiano había sido nombrado como sucesor de Adriano. El problema era que Adriano solo tenía unos saludables 40 años y es muy posible que a Nigrino se le hiciera demasiado larga la espera.
Al parecer los espías de los dos prefectos Atiano y Sulpicio Simile descubrieron la trama y ejecutaron de inmediato a los conjurados. Como hemos explicado Adriano se encontraba fuera de la capital y cuando llegó a Roma hizo creer que habría perdonado a los detenidos. Licenció a los dos prefectos y renovó al Senado la promesa de que no volver a ejecutar a un senador sin juicio previo.
Adriano era una persona bastante inteligente y bien asesorada. Él sabía que algunos podían conspirar contra él militarmente, y quizá por eso le pareció necesario comenzar su mandato con cuatro asesinatos (de los que Adriano se reclamó siempre inocente) de cuatro importantes senadores y posibles competidores: Cornelio Palma, gobernador de Siria, Avidio Nigrino, gobernador de Dacia, Publilio Celso, y Lusio Quieto , el gobernador de Judea.
Según Elizabeth Speller el verdadero motivo de su muerte era que habían sido ilustres militares leales a Trajano. Los asesinatos se ordenaron sin un acuerdo entre los senadores y el emperador, lo que causó un distanciamiento entre ellos. Este hecho constituye uno de los puntos de inflexión de las relaciones entre el Senado y Adriano, que impulsó una política dirigida a ampliar la base de apoyo del Emperador estimulando el contacto de la administración central con las élites provinciales; ello iba en detrimento de la capital y de su Senado que perderían su hegemonía, nunca discutida con anterioridad.
En cualquier caso es necesario decir que Adriano fue junto a Octavio Augusto y Trajano uno de los emperadores romanos mejor valorado por el pueblo romano, recordándose a la dinastía antonina como la protagonista del mejor y más prospero momento de la Historia de Roma.