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viernes, 22 de enero de 2021

LA VIDA DE CAYO JULIO CESAR COMO JAMÁS TE LA HAN CONTADO. BREVE RESEÑA A "EN EL NOMBRE DE ROMA" DE JOSÉ BARROSO.

La novela, en general, es un producto literario concebido para el entretenimiento y la diversión. Por lo tanto como producto de entretenimiento que es, no se le puede exigir el rigor histórico inherente a otro tipo de publicaciones como ensayos, ponencias, etc. 

Como amante de la historia de la Antigüedad y consumidor voraz de ensayo, debo reconocer que a veces se cansa uno de tanta teoría y añora la narrativa. Por eso me encantan novelas como "En el nombre de Roma" de José Barroso. Son textos concebidos para divertir al lector pero realizados con el rigor de un ensayo. Puedes leerlos con toda la tranquilidad del mundo sin preguntarte si realmente pasó lo que el autor nos cuenta o es pura ficción.

(Ilustración de Ignacio Aguirre de la web falsosamigos.com)

José Barroso es un antiguo colaborador y amigo de HRA, nacido en 1976 en Ronda vive en la actualidad en Granda. Profesional del marketing empresarial compagina su actividad laboral con su pasión por la historia y la escritura. " En el nombre de Roma" no es su primera novela, ya tiene a sus espaldas " La caída de la República " que reseñamos en este artículo hace algún tiempo," El secreto de Arunda" que está ambientada en Ronda, durante su reconquista por los Reyes Católicos, y "El ocaso de Alejandría" que abre la saga centrada en la transición de la República de Roma al Principado primero y al Imperio después.

Su nueva novela es una completa y extensa biografía novelada de la vida del ciudadano más famoso que Roma nos ha ofrecido a lo largo de su milenaria historia: Cayo Julio Cesar. Nadie mejor que él, un experto en el personaje( recordemos el excelente artículo que publicó en HRA sobre el destino de cada uno de los "cesaricidas" es decir de aquellos que planearon y ejecutaron el asesinato de esta gran figura de la historia romana)

 

El autor, José Barroso

La novela se asemeja a un gran mosaico por el que desfilan todos los excepcionales personajes que coinciden en ese momento histórico clave de finales de la República romana. La lista es muy larga pero me atrevo a mencionar algunos de ellos: Sila, Cayo Mario, Marco Antonio, Servilia, Atia, Aurelia, Pompeyo, Craso( padre e hijo), Clodio, Metelo Pio, Balbo, Cicerón, Catón el Joven, Casio, Hortensio, etc. Como ya os he dicho es una lista enorme pero el autor no se ha acobardado ante el reto de perfilar el carácter, ambiciones, pasiones, de cada uno de ellos. En este aspecto me recuerda mucho a las famosas novelas sobre Roma de Collen McCullough. Es un momento clave para la historia romana  porque tras casi 500 años de existencia, la República, a pesar de que trasmitirá una gran parte de sus estructuras, al Principado primero y al Imperio después, acabará por desaparecer.

Reconstrucción del aspecto real que tendría Cesar partiendo de no de sus retratos.

La novela, además de la habilidad narrativa del autor, presenta varios puntos fuertes que hacen que sus 825 páginas se te hagan cortas:

    -- Habla bastante extensamente de la infancia de Cesar. Cosa poco frecuente, tanto en novela como en ensayo, debido a la falta de fuentes que tenemos sobre esta parte de su vida. Es importante no dejar esta cuestión de lado al analizar la vida de un personaje ya que como nos dicen los psicólogos, el desarrollo de la infancia y la adolescencia marcan en un sentido o en otro, para bien o para mal, como será la personalidad de esa persona en el futuro.

    -- Para los amantes de la historia militar es una narración interesante ya que dedica muchas páginas a describir como fueron todas y cada una de las grandes batallas en las que se vio envuelto Cesar. En este aspecto s de dstacar el esfuerzo que hace el autor en describirnos las campañas en la galia y la batalla de Farsalia.

    -- La novela está dedicada a Cayo Julio Cesar, pero el autor evita mitificar su figura. Es una tarea algo complicada cuando hablamos del romano más famoso de todos los tiempos, de alguien que, conocedor de las claves de la popularidad, alimentó su propio mito sin ningún recato, escribiendo sobre sus hazañas en tercera persona.

    -- Creo que la verdadera protagonista de la novela es Roma. Leyéndola aprenderemos un sinfín de cosas interesantes sobre como se gobernaba y administraba, como se relacionaba la clase senatorial entre si, de como el Estado trataba de cubrir las necesidades alimentarias de sus ciudadanos pobres, del sistema de reclutamiento de las legiones, de las cloacas de la ciudad, de su religión, mercados, etc.

    -- Es poco frecuente en una novela ver que el autor dedica varias páginas a lo que él llama "aclaraciones finales" sobre cuestiones que a día de hoy no están claras sobre la vida de Cayo Julio Cesar como por ejemplo su visita a Bitinia y su supuesta bisexualidad, sobre la vida de su padre también llamado Julio Cesar, etc. José Barroso nos explica que es lo que se sabe sobre esa cuestión y porque ha optado por una u otra teoría.

    -- Nunca me canso de decirlo en mis reseñas, autor y editorial deben pensar en el lector, cuidarle para que se sienta a gusto leyendo la narración. Por eso quiero agradecer los dos mapas( Mare Nostrum y de Roma Urbs), las numerosas notas explicativas a pie de página y sobre todo algo sorprendente y nuevo que no había visto hacer nunca a ningún autor: la inserción entre capítulo y capítulo de los nombres de los 16 participantes en el asesinato de Cesar, contando en pocas líneas quien era cada uno de ellos y cuales pudieron ser las causas que les movieron a acabar con la vida del romano más famoso de todos los tiempos.

Asesinato de Cesar
Es difícil encontrar en la novela algo que echar en cara al autor. Tal vez la falta de personajes de "a pie" en una historia protagonizada casi exclusivamente por los grandes nombres del momento. Me hubiera gustado encontrarme, ligada a la del protagonista, la historia extensamente contada de un modesto comerciante, del dueño de una taberna o de un simple legionario que nos ofreciera la perspectiva que los más humildes tenían de Cesar considerado por muchos de ellos como uno de los suyos por haberse criado en la Subura. Al fin y al cabo los poderosos escriben la historia con el sudor y la sangre de los humildes.

Bueno, esto solo pretende ser una breve reseña. " En el nombre de Roma" es la formula perfecta de la novela histórica que es la suma, en las proporciones exactas, de verdad histórica y diversión, conseguida gracias a la habilidad narrativa de José Barroso. Una lectura imprescindible, apta para todos los públicos que os garantizará muchas horas de apasionante lectura. La podéis comprar pinchando sobre la foto.





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lunes, 18 de enero de 2021

LAS MUJERES QUE EJERCIERON LA MEDICINA EN LA ANTIGUA ROMA


Escrito por Alberto Martínez Díaz (autor invitado) 

Mucho antes de que existiesen las  primeras civilizaciones e incluso los primeros asentamientos humanos, las mujeres habían asumido  las labores de sanación y cuidado de enfermos, no solo de su familia sino de todo el clan, derivados de su mayor conocimiento de las plantas curativas, por el rol de recolectoras frente al hombre cazador, con la única limitación del factor religioso, que asociaba la enfermedad como una forma de castigo de las deidades o fuerzas sobrenaturales que regían el destino de la tribu y que al parecer, preferían estar en contacto con chamanes masculinos. La Farmacología y la Botánica tienen profundas raíces en las experiencias ancestrales de estas mujeres recolectoras de hierbas y plantas.

El factor religioso en los procesos de curación tuvo un importante papel en los albores de la humanidad y puede decirse que en el imaginario colectivo todavía pervive como un fenómeno pasivo o de recepción de favores para el enfermo por parte de la divinidad. Ni que decir tiene que en los períodos de preponderancia de deidades femeninas asociadas a la Naturaleza, (las diosas-madre: Tiamat, Ishtar, Astarte, Isis, Gea, Cibeles o la magna Dea romana), las mujeres también participaron en la parte activa como sacerdotisas, curanderas o chamanas, decayendo su papel con el auge de los dioses masculinos y la creación de ciudades y civilizaciones. A partir de ese momento, los roles femeninos cambian hacía posiciones de mayor sumisión al hombre, cuando no de mera pertenencia. Con el auge de la civilización, paradójicamente la mujer sanadora tiene menos relevancia social y con algunas excepciones en las civilizaciones sumeria, egipcia y posteriormente griega, que permiten a algunas mujeres ejercer como sanadoras con carácter general, el oficio se reduce al cuidado de otras mujeres y a la atención al parto.

El papel de la mujer en la sociedad romana

Si bien desde una perspectiva moderna tenemos la visión de una clara subordinación de la mujer romana a los hombres, especialmente en la época Republicana, donde las figuras de la matrona romana de clase patricia dedicada a la procreación y al cuidado del hogar y la de las vestales acaparan toda la atención de los historiadores romanos que nos sirven de referencia, frente a una realidad más diversa de las clases humildes  y plebeyas, en las que muy probablemente las mujeres realizarían multitud de oficios, sobre todo en el mundo rural, lo cierto, es que por comparación con otras sociedades antiguas, la mujer romana tenía una gran capacidad de influencia, aunque siempre de forma indirecta y ya en el siglo V a. C. las romanas podían poseer tierras, redactar sus propios testamentos y comparecer en los tribunales incluso defendiéndose a sí mismas.

Desde el punto de vista jurídico, la situación de la mujer variaba notablemente de acuerdo a su estatus o la situación familiar, según fuesen menores, solteras en edad de casarse, esposas y divorciadas o viudas tras el matrimonio. El problema, no obstante, radicaba no tanto en la titularidad de derechos y obligaciones adquiridos, sino en la plena capacidad de obrar para poder ejercitarlos por ser considerada la mujer incapaz e inferior al hombre y estar siempre bajo la tutela de este, ya fuese el paterfamilias o el esposo (Las vestales no se sujetaban a la tutela del paterfamilias pero si del Pontifex máximus)

 


Fresco del siglo I a. C. de una mujer manipulando perfume en Pompeya. DEA / G. NIMATALLAH / GETTY

Cuando las niñas alcanzaban los doce años ya se las consideraba mujeres y podían casarse.  Si no tenían un paterfamilias debían estar bajo tutela de otro hombre hasta que se sometiese a la manus del marido (pacto por el que la esposa pasaba a ser de la  familia del esposo). Esta tutela desapareció  en el  año  410 gracias a una constitución de Honorio y Teodosio que les concedía a todas las mujeres el ius liberorum.

Naturalmente, es imposible simplificar en este apartado todas las situaciones y complejidades jurídicas de un proceso de 700 años en el que la sociedad romana progresivamente desdibujó las restricciones de derechos a las mujeres y una serie de sucesivas leyes fueron poco a poco igualando determinados derechos y la capacidad de obrar de éstas, aunque como bien sabemos nunca alcanzaron el plano político, con la excepción de la enorme influencia y prestigio que alcanzaron algunas de ellas, que de facto les permitió gobernar el imperio. Más allá de influir indirectamente como lo hicieron Cornelia la madre de los Gracos o Aurelia la madre de Julio César, podemos decir que mujeres como Livia, Agripina, Julia Domna o Gala Placidia participaron activamente en el devenir del Imperio Romano.

La medicina en Roma

Los romanos fueron grandes ingenieros, arquitectos y sobre todo juristas, pero todo lo relacionado con la ciencia y la investigación no era su fuerte. No obstante, como pueblo eminentemente práctico, absorbieron de los pueblos que conquistaron todos los conocimientos que les resultaron de utilidad y en temas médicos lo hicieron con los egipcios y sobre todo con los griegos.

La medicina en los primeros tiempos de Roma se componía de una mezcla de fórmulas mágico-religiosas y de remedios animales y vegetales. Es a partir del siglo II a.C. con la conquista de Grecia y la afluencia a Roma de médicos griegos (sobre todo esclavos) que  organizan y asimilan conocimientos médicos de los griegos y se empiezan a escribir algunos libros sobre el cuidado de los enfermos y la salud. Los comienzos no obstante no fueron sencillos ya que existía una fuerte desconfianza hacía los médicos en general y los griegos en particular.  Del siglo I d.C. tenemos referencias por Aulo Cornelio Celso en su obra De Medicina  y por Plinio el viejo en su Historia natural, un auténtico compendio de más de dos mil volúmenes (en su mayor parte desaparecidos) de otros autores. 

Visita al Templo de Esculapio. John William Webster

Quizás la mayor aportación de Roma a la salud de sus ciudadanos provino de su ingeniería sanitaria: La construcción de una red de cloacas en las ciudades, el abundante suministro de agua que permitía el acceso a los baños públicos a la población y la garantía de que las clases más humildes no pasaran hambre por el acceso gratuito  a determinados alimentos básicos, fundamentalmente trigo y otros cereales.

Las únicas parcelas propiamente romanas de la medicina procedían de los cirujanos militares, las comadronas (obstetrices) y el establecimiento de instalaciones cercanas a lo que hoy podríamos llamar hospitales: “Se denominaban valetudinaria (buena salud) y eran fundamentalmente hospitales militares. Se construyeron en todas las guarniciones situadas a lo largo de las fronteras del imperio. Edificados con piedra y madera, estaban cuidadosamente planificados y dotados de instrumental, provisiones y medicamentos. Por el contrario, no surgieron hospitales para civiles en las ciudades hasta el siglo IV d.C.” (Wikipedia. Valetudinaria) 

Ilustración de Agnus Mcbride

En relación a las obstetrices, los hospitales y las técnicas médicas romanas, recomiendo la lectura de los magníficos artículos que sobre estos temas ha escrito Maribel Bofill en su blog  Gladiatrix en la Arena (enlaces al final del artículo en webgrafía)


Las doctoras romanas

Las fuentes que evidencian la práctica de la medicina por mujeres en la antigua Roma e incluso la enseñanza de la misma a través de diversas obras son amplias. Los más importantes son los testimonios arqueológicos, epigráficos, y documentales.

Las inscripciones en tumbas romanas han arrojado información muy concreta sobre mujeres que ejercieron la medicina, ya fuesen esclavas, libertas o incluso de alto estatus social. En estas inscripciones aparecen nombres como Primila, Empiria, Venuleya Sosis, o Salustia Ateneis asociadas al término “medica”. También son frecuentes las inscripciones funerarias en las que aparecen matrimonios que practican la medicina conjuntamente, si bien probablemente en estos casos habría una especialización por género, ya que era infrecuente que una mujer fuese examinada por un hombre.  Es el caso de una inscripción funeraria del siglo. III d. C en Pisidia, en la que se nombra a Aurelio Pontoniano Asclepiades , su esposa, Aurelia Alexandra Zósima, y su hija, a las que atribuye conocimientos médicos.  En otro caso una estela de época imperial  menciona a un matrimonio de libertos  con la esposa Naevia Clara como medica philologa (estudiosa o erudita), y a su esposo, L. Naevius como medicus chirurgus.

En Hispania está documentada en una estela funeraria Julia Saturnina, originaria de Emérita Augusta, casada con Casio Filipo quien la señala como “esposa incomparable, médica óptima, mujer santísima.

La doctora. Mural en Pompeya.

En cuanto a los autores romanos que nos han dejado testimonio de mujeres que ejercieron la medicina, Celso, principal escritor médico del siglo I d.C., las describe favorablemente y habla de su compromiso con el trabajo. Por su parte Plinio el Viejo, en su Historia Natural, hace referencia a mujeres que practican la medicina en  el siglo I a. C., mencionando trescientas veintisiete autoras griegas y cuarenta y seis romanas.  En concreto Plinio menciona a Salpe y Olimpia.

Entre las mujeres que escribieron sobre ginecología y obstetricia tenemos referencias de Elefantis (o Filista) y Lais. Elefantis escribió libros de medicina y fue profesora en Roma. Asimismo podemos citar a Cleopatra y Aspasia. Cleopatra vivió en Roma en el siglo II y escribió el tratado de Geneticis.

Galeno (siglo II d.C.) nos habla de algunas médicas y su especialización: Origenia, y sus tratamientos para la hemoptisis (expectoración de sangre) y la diarrea;  Eugerasia, con su tratamiento para la nefritis, y Antioquis de Tlos  que vivió y ejerció en el siglo I a.C. en la ciudad de Licia. Sus especialidades eran la artritis y las enfermedades del bazo. Era hija del médico Diodoto y llegó a alcanzar gran fama en su ciudad de tal forma que sus ciudadanos por suscripción pública erigieron una estatua en su honor.

También encontramos referencias a muchas médicas romanas en las obras de Sorano especialmente de Metrodora que escribió un tratado  titulado “Sobre las enfermedades y los cuidados de la mujeres”.  Un pergamino de este tratado se conserva en la Biblioteca Laurenciana de Florencia y consta de 263 páginas divididas en 108 capítulos. 


Metilia Donata medic [a]/de sua pecunia dedit/l (ocus) d (atus) d (ecreto) d (ecurionum) «Metilia Donata, una doctora, dio esto con su propio dinero. Este lugar fue dado por decreto de los decuriones»

De Metilia Donata se conserva un  monumento funerario encontrado en Lion. Se cree que poseía un alto estatus social  y que hubiera podido ejercer la medicina en la casa imperial, como médica de la corte.

Por último me referiré a Emilia Hilaria (300-363) una médica galorromana. Practicó la medicina y escribió libros sobre ginecología y obstetricia. Emilia era la tía materna de Ausonio, un galorromano que se convirtió en tutor del emperador Graciano el Joven. Ausonio la describió como “entrenada en las artes médicas tan bien como cualquier hombre”  así como una médica honesta y hábil, que también ayudó a su hermano con sus propios estudios de medicina. (Wikipedia. Emilia Hilaria)


Bibliografía y Webgrafía

Margaret Alic .El legado de Hipatia. Editorial siglo veintiuno. 2014


https://es.wikipedia.org/wiki/La_mujer_en_la_Antigua_Roma

https://gladiatrixenlaarena.blogspot.com/2017/02/tecnicas-medicas-romanas.html

https://gladiatrixenlaarena.blogspot.com/2019/10/las-comadronas-obstetrices-antigua-roma.html

https://gladiatrixenlaarena.blogspot.com/2015/09/hospitales-de-campana-roma.html

https://arraonaromana.blogspot.com/2016/10/la-medicina-en-la-antigua-roma.html

El autor:

Alberto Martínez Díaz es Licenciado en Derecho e Ingeniero civil, autor del blog HA Historia y Arte y escritor. Ha publicado la La Máscara Alana y recientemente" La Doncella en la Nieve"    a la venta en Amazon. Podéis también seguirle en Facebook 


domingo, 3 de enero de 2021

INFANCIA Y JUVENTUD DE CONSTANTINO "EL GRANDE". CLAVES QUE NOS AYUDARAN A COMPRENDERLE COMO EMPERADOR.

Constantino fue un emperador de una importancia histórica enorme. Tras imponerse a sus numerosos rivales por el trono, fundó una nueva capital: Constantinopla, sobre la antigua ciudad de Bizancio. Los siguientes trece años vivió en la corte imperial, defendiendo el Imperio de sus enemigos exteriores. Volcado sinceramente en crear una sociedad más justa y ordenada para sus súbditos era el dueño de una poderosa y compleja personalidad que le llevo a la violencia contra alguno de sus seres queridos más próximos. Era dueño de una energía poco común que le ayudo en su incesante actividad de gobierno y será recordado, a pesar de no haberse convertido al cristianismo hasta estar al borde de la muerte como el primer emperador cristiano. La pregunta es ¿Que elementos perfilaron esta personalidad tan poco común?. Para responder a ello debemos buscar en su infancia y adolescencia.

La vida que se lleva en los primeros años de existencia de una persona, en la niñez y la adolescencia es clave en el desarrollo de su personalidad, en la buena cimentación de la autoestima, del sentimiento de seguridad, los valores morales que van a regir el comportamiento, etc. Por eso es importante profundizar en el conocimiento de esas etapas de la vida en personajes que han sido claves en la historia, eso nos ayudará a comprender mejor sus decisiones como adultos que ostentan poder. Ya lo he hecho en un artículo anterior sobre la infancia de Augusto, un hombre clave en la historia romana y ahora lo vamos a centrarnos en la infancia y juventud de una figura histórica trascendental en el devenir del bajo imperio romano, Constantino.

Es muy posible que Constantino visitara con frecuencia los cuarteles en los que se encontraba su padre Constancio

La Tetrarquía fue el régimen político que tras la anarquía del siglo III consiguió dar al imperio romano 20 años de estabilidad. En ella había dos augustos, Diocleciano y su amigo Maximiniano que tenían subordinados a dos cesares Galerio y Constancio Cloro respectivamente. Esto suponía una división del poder en cuatro pedazos, aunque la supremacía, la última palabra siempre la tuvo Diocleciano que eligió por sus méritos a los componentes, todos militares de probada experiencia, de este sistema basado en el mérito no en un principio hereditario.

Mapa de la tetrarquía. Territorios asignados a cada tetrarca.

Tal vez ese fue el error que la hizo fracasar. Los cesares  y augustos tenían hijos que se habían criado en la corte, preparados en las conspiraciones cortesanas y por lo tanto ambiciosos. Majencio, hijo de Maximino y Constantino hijo de Constancio Cloro, son dos perfectos ejemplos de como no se van a resignar a ser apartados del poder.

De la infancia y juventud de Constantino sabemos poco, tal vez se deba a la enorme talla que el personaje adquiere una vez que es proclamado augusto por las legiones de su padre en York en el 306. Con él, el Imperio toma el camino del cristianismo y se recupera el principio dinástico en la sucesión al trono. No sabemos a ciencia cierta el año de su nacimiento, posiblemente tal y como defiende David Stone Potter en la biografía que escribió sobre nuestro personaje nació hacia el 272. Años difíciles en los que el Imperio estaba dividido entre el Imperio Galo, Oriente dominado por Palmira y el resto por Roma. En una de esas campañas contra Zenobia de Palmira el joven Constancio Cloro, miembro de la guardia personal de Aureliano conoce a Elena en Bitinia. Hay división en las fuentes sobre el origen de Elena y la legalidad de la unión con Constancio.

Algunas fuentes, especialmente los historiadores paganos, son especialmente duras con el origen de esta mujer que siempre tuvo mucho influjo sobre su hijo, incluso siendo emperador. Nos cuenta Zósimo

".... cuando Constantino(habido por el emperador Constancio del trato con una mujer ni reputada, ni legalmente desposada), ....."

No sabemos si la relación entre Constancio y Elena fue un simple concubinato de unos meses o realmente se casaron. Lo que si conocemos con certeza es que Constancio reconoció como hijo legítimo a Constantino. Lo más probable que Elena perteneciera a una familia respetable de Drepana, en el noroeste de Turquía, que será rebautizada por su hijo, cuando este sea emperador, como Helenópolis.

Vamos a hacer una cronología aproximada de como pudieron ser los primeros años del niño que fue Constantino:

271. El ejército del emperador Aureliano, y del cual formaba parte Constancio de la guardia personal(protectores augusti) del emperador Aureliano, salió de Roma a finales de año para enfrentarse y vencer a los godos en la frontera Danubiana. Después continuó hacia Sérdica y Bizancio, atravesó el Bósforo, y desembarcó en Asia Menor.

272. En la primavera el emperador Aureliano con su ejército prosiguió su guerra por la ruta hacia Antioquía. Al atravesar Bitinia, pasó por Drépano (Drepanum), actual Trapani, en Turquía donde Constancio conoció a Elena, oriunda del lugar. No tenemos seguridad de si Constancio adoptó como compañera o concubina a Elena, madre de Constantino. Después de esta unión conyugal y con Elena embarazada es probable que no acompañara a Constancio, sino que se quedara allí a la espera de su pareja. Tras la victoria sobre Palmira, Aureliano y sus tropas volvieron a Drépano. Es probable que Elena continuara camino con su esposo. Al llegar a Naissus, ciudad de origen de Constancio y su familia, Elena se estableció en este lugar para dar a luz a su hijo Constantino en el 272-273. siendo reconocido como propio por Constancio. En eso si parecen estar de acuerdo las fuentes: Constantino legítimo desde su nacimiento.

Aspecto de un tribuno de las legiones de principios del siglo IV.

275- 284. Constancio, Elena y su hijo Constantino establecieron su residencia en Naissus. Lugar desde donde le quedaba fácil a Constancio desplazarse a Guntia en el marco de las campañas de Maximiano.

284-287. Constancio siguió con su prometedora carrera militar, fue nombrado tribuno en la Galia y en el 287 continuó bajo las órdenes de Maximiano, luchando contra los alamanes otras tribus bárbaras llega a cruzar el Rin y el Danubio para atacarles en su propio territorio. En el 289 Constancio se separó de Elena, y contrajo matrimonio con la hija del augusto Maximiano, Flavia Maximiana Teodora con quien tuvo seis hijos. La carrera militar de Constancio no dejaba de ir a más aumentando su estatus social, es posible que llegado un momento su matrimonio con una mujer de condición social inferior ya no fuera conveniente.

Influencia de Elena y Constancio en la educación de Constantino


El niño, nacido en Nasius, actual Serbia, será criado por su madre ya que Constancio, militar de carrera, estaba ausente de campaña en campaña. Algunos autores afirman que si bien reconoció a su hijo, después se olvidó directamente de él continuando una prometedora carrera militar que le llevará a desempeñar puestos de responsabilidad como el de praeses de Dalmacia. No sabemos si el padre ayudó económicamente a Elena. Varios autores nos refieren la infancia de Constantino como un momento duro en el que debía ayudar a su madre en la cría y cuidado del ganado, o que incluso a veces Elena tuvo que emplearse como prostituta ocasional para sobrevivir. El propio Ambrosio de Milán la cita como stabularia( que hace referencia tanto al cuidado de animales y al oficio de posadera también) Según esta visión, en medio de un mundo convulso y de crisis económica Constancio Cloro va trepando en la administración y en el ejército mientras Elena y Constantino, privados de su apoyo, hacen lo que deben y pueden para ir sobreviviendo. Es posible que esta historia sobre una infancia difícil de Constantino sea falsa, que la intención sea la de engrandecer la figura del futuro emperador, mostrándole en su infancia como una persona que empezó desde lo más bajo. Lo más probable es que efectivamente el Constantino niño se criara la mayor parte de su tiempo con su madre, ya que su padre estaba ausente de campaña en campaña o concentrado en sus importantes responsabilidades, aunque resulta complicado y poco lógico que el hijo legítimo del Praeses de Dalmacia, que además vivía en la ciudad de origen de Constancio viviera en su niñez una infancia de estrecheces económicas. Lo más probable es que viviera cómodamente con su madre, viendo a su padre poco debido a su oficio, aunque visitando a Constancio cuando fuera posible en los cuarteles en los que se desarrollaba su trabajo como militar de alta graduación. Esto explicaría el respeto y cariño que a lo largo de toda su vida demostró a Elena y la distancia con un padre que acabará fundando por razones políticas una nueva familia.

Su suerte va a cambiar cuando Constancio en el 293 es nombrado Cesar de Occidente. Diocleciano el Augusto de Oriente, señor e ideólogo de la tetrarquía, tiene noticia de la existencia del joven Constantino. Diocleciano reclama al joven, que apenas tenía 20 años, a la corte de Nicomedia con el pretexto de educarle en política y en las artes militares de acuerdo con el estatus del hijo de un cesar. En la práctica Diocleciano conseguía un rehén valioso y se aseguraba la fidelidad del Cesar de Occidente.

Diocleciano rodeado de su guardia personal es saludado por varios cortesanos.

Nos cuenta el cristiano Eusebio de Cesarea:

"Y en medio de ellos, Constantino, que pronto se convertiría en su destructor, pero en ese momento de tierna edad, y floreciendo con el plumón de la primera juventud, habitaba, como lo había hecho ese otro siervo de Dios, en la misma casa de los tiranos, aunque joven como él, no compartían la forma de vida de los impíos: porque desde ese período temprano su naturaleza noble, bajo la dirección del Espíritu Divino, lo inclinó a la piedad y una vida agradable a Dios "

Allí desarrolló sus conocimientos de latín y griego los mejores maestros de retórica , entre ellos el cristiano Lactancio que será una de nuestras mejores fuentes para conocerle, y que años después será el maestro de su hijo Crispo. La vida en la corte será itinerante por las necesidades políticas y militares. Cientos de personas que la integraban marchaban de un lugar a otro al compás de los acontecimientos.

Según David Potter, esta corte y por lo tanto Constantino no pararán de viajar: en Egipto desde el 297 al 298; En Siria, concretamente en Antioquía, junto a Galerio que luchaba contra los persas de Narses en el 299 hasta julio del 301; después vuelta a Egipto hasta el 302 y después a Nicomedia hasta marzo del 303 cuando marchará a Italia donde estará hasta diciembre del 303 de allí a Nicomedia donde Diocleciano abdicará en el 305 para pasar sus últimos años en Salona. Fue testigo de las revueltas egipcias de finales del siglo III, viajó hasta Nisivis como parte de la legación de los romanos para firmar el tratado de paz con los persas en el 299, llegando a visitar la fastuosa Babilonia . En este ambiente itinerante se formó cultural y políticamente, también como militar siendo esta experiencia muy valiosa en su futuro.

Caballería romana siglo III-IV. Catafractas con lanza larga o kontos .

Constantino en estos años se casará con una joven de Antioquía llamada Minervina, posiblemente de una buena familia de esa ciudad, donde estuvo entre 299-301. Ambos tuvieron un hijo hacía el 303, Crispo, primogénito de Constantino, que será reconocido como hijo legítimo y primogénito a pesar de que años después, Constantino se casará con una mujer de noble ascendencia, la hija del Augusto de Occidente Máximo. Es posible que Minervina muriera en el parto porque no volvemos a saber nada más de ella. 

La abdicación solemne de Nicomedia y Milán supone que Diocleciano y Máximo se retiren del panorama político y que los antiguos cesares sean proclamados Augustos. Ahora el padre de Constantino era el Augusto de Occidente y Galerio el de Oriente. Es precisamente Galerio el que tiene ahora el poder en la Tetrarquía y elige a un compañero de armas, Severo como cesar de Occidente, y a Maximino Daya, su sobrino, como cesar de Oriente. La relación entre ambos augustos no era buena y Constancio Cloro, que se sabe enfermo, reclama a su colega que permita a su hijo Constantino abandonar la corte de Nicomedia y viajar a Occidente para que se reúna con él. Galerio decide incluir a Italia como zona que también debía contribuir a los gastos del Imperio, de los que hasta ahora había sido eximida. Creando en Roma un clima desfavorable a su poder que favorecerá futuras rebeliones. 

Galerio esperaba que Constancio, aislado frente a los tres tretarcas acabara por fallecer para nombrar cesar a otro de sus amigos llamado Licinio. Era cuestión de tiempo que todo el Imperio quedara bajo el dominio de Galerio, aunque Constantino no pensaba resignarse ni mucho menos.

Según Lactancio, Constancio envió una nueva petición para que su hijo se reuniera con él. Es probable que temiera por la vida de su hijo, pero Galerio, sabedor del valor que como rehén tenía el joven se resistía a dejarlo marchar. Finalmente accedió en una cena a que se fuera a la mañana siguiente. Constantino que se sospechaba algún ardid del augusto, nada más retirarse de la cena salió precipitadamente para encontrarse con su padre. Para evitar ser capturado, nos cuentan algunas fuentes que al llegar a las postas, mataba o hería a los caballos de refresco para evitar que sus perseguidores le alcanzaran. Mucho se ha debatido de esta precipitada marcha, aunque si podemos estar seguros de que la relación entre ambos augustos no era bueno y que nuestro protagonista abandona la corte de Galerio para acudir junto a su padre. Es posible que Severo, el Cesar de Occidente, recibiera órdenes de acabar discretamente con Constantino que logra evitar ser capturado y llegar al territorio seguro de Constancio Cloro. Estas versiones novelescas tienen como objetivo acrecentar la figura de Constantino y cuestionar la legitimidad de Galerio y la elección de Severo como  Cesar de Occidente, cuando el verdadero merecedor del puesto era el hijo legítimo del Augusto, Constantino. Estas versiones también acortan los meses que Constantino pasó con su padre en Britania, contando el suceso en algunos casos casi como que llegó a su lecho de muerte, de esta manera, la elección de Constantino como emperador en Britania  no sería producto de una conspiración, de un plan preestablecido sino como algo espontaneo, no planeado y que responde a la iniciativa de las tropas y del pueblo ante los méritos del joven hijo de su augusto. Esta versión evita que Constantino sea presentado como lo que era en ese momento: un usurpador.

Posiblemente el viaje de Constantino a Occidente fue menos aventurero, viajando incluso con su pequeño hijo Crispo de tres años de edad, Se encontró con su padre en el puerto de Gesoriacum en el lado de la Galia del Canal de la Mancha, convertido en la base de Constancio para la reconquista de Britania, en enero año del 306.

Constantino tendría posiblemente unos 25 años, ambos llevaban mucho tiempo sin verse y ahora el viejo Augusto conocía no solo a su hijo sino a su pequeño nieto, Crispo. Ahora el Augusto estaba casado con Flavia Teodora Maximiniana con la que había tenido seis hijos, medios hermanos de Constantino, el primogénito. 

Tras el encuentro, se desata una campaña contra los pictos de más allá del Muro de Adriano. En el 306 habían invadido territorio romano, atacando ciudades como York. Son meses de dura campaña en la que Constantino se luce como militar y líder frente a las tropas y frente a su padre Constancio Cloro que muere en junio de ese año. En esos escasos meses se ha ganado la voluntad de los legionarios. Probablemente el propio Constancio en su lecho de muerte recomendara a los mandos reconocerle como Augusto, así rompería los planes de Galerio y así sucederá, siendo nuestro joven Constantino nombrado Augusto, ignorando la legalidad tretárquica, que Constantino con su usurpación trata de sustituir por el principio dinástico que, tras su triunfo, será predominante durante prácticamente todo el siglo IV en el Imperio. 



Constantino se mueve rápido y envía tropas para asegurar los pasos alpinos al sur de la Galia que será su centro de poder. Galerio demostró ser pragmático y reconoce a Constantino como Cesar en Occidente bajo el mando de su hombre Severo que es ascendido como Augusto. Ambos contendientes necesitan ganar tiempo y aceptan el pacto como algo meramente temporal. Majencio, el hijo de Maximino se alza también, con el apoyo de la Guardia urbana y la pretoriana de Roma,  como Augusto. 

Casi 20 años sin guerras civiles van a ver su fin para abrir un nuevo periodo de enfrentamientos de los que solo uno de los contendientes puede salir victorioso, aunque esa, es ya otra historia.



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BIBLIOGRAFÍA

Potter, David.-- Constantino el Grande.-- Barcelona: Crítica

Cesárea, Eusebio de.-- Vida de Constantino.-- Madrid: Gredos

Lactancio.--De Mortibus Persecutorum.( Dialnet)

Zósimo.-- Nueva Historia.-- Madrid: Gredos, 1992

WEBGRAFÍA

https://elocasoderoma.com/2020/12/11/episodio-53-el-joven-constantino/




























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