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miércoles, 29 de marzo de 2023

EL BOTÍN QUE FINANCIÓ LOS SUEÑOS DE CONQUISTA DE ALEJANDRO MAGNO. LA BATALLA DE ISSOS (333 AC)

Un texto de Federico Romero Díaz 

La batalla de Issos (333 a.C.) fue uno de los conflictos con más trascendencia de la antigua Grecia, ya que jugó un papel fundamental en la conquista del Imperio Persa por las tropas del rey Alejandro III de Macedonia, más conocido por todos como Alejandro Magno.

Alejandro en el desierto(Tom Lowel)
No era su primera victoria frente a un ejército persa. En la batalla del Gránico (mayo del 334 a.C.), los macedonios ya habían derrotado a un sátrapa griego al servicio de los persas, Memnón de Rodas. Tras la victoria, el ejército de Alejandro (compuesto por unos 35.000 o 40.000 soldados griegos, macedonios, tracios e ilirios) avanzó por Anatolia sin encontrar demasiada resistencia, conquistando territorios y haciéndose con el control de las ciudades más importantes de la zona.

El siguiente paso era descender al sur hacia Siria, pero en esta ocasión sería diferente. Ahora el mismísimo Darío III, en persona, se dignaba en acudir personalmente a enfrentarse a Alejandro y poner fin a su ansia de conquista. El soberano persa se encontraba al frente de un potente ejército persa de unos 100.000 hombres. El enfrentamiento se produjo finalmente en una estrecha llanura cercana a la ciudad de Issos, cortada por un río, bordeada por montañas a un lado y por el mar al otro. El terreno perjudicó a los persas ya que la estrechez del lugar no les permitió aprovecharse de su superioridad numérica. La habilidad estratégica y la valentía de Alejandro, unidas a la cobardía de Darío III que huyó de la batalla cuando se consideró amenazado por el propio Alejandro, supuso la victoria para los macedonios y el principio del fin del imperio persa que a raíz de la derrota perdió Asia Menor y su acceso al Mediterráneo y el contacto con Egipto, su provincia más próspera.


La moral de los persas se vino abajo. Muchos oficiales de alto rango murieron en la batalla (el sátrapa de Egipto Sabaces, que murió protegiendo a Darío del ataque de Alejandro, el comandante de la caballería Bessos, el general Nabarzanes, entre otros), así como miles de soldados rasos. Además, Darío dejó atrás a su familia real, que fue capturada por Alejandro. Este gesto le valió el desprecio de sus propios súbditos, que lo consideraron indigno de ser rey.

La batalla supuso una gran victoria griega que fue celebrada durante generaciones ya que, no solo supuso derrotar y humillar a la potencia que había invadido y destruido gran parte de Grecia medio siglo antes. También supuso la captura de un inmenso botín que permitirá a las fuerzas de Alejandro cumplir un sueño de conquista largamente acariciado. Analicemos en que consistió exactamente.

El botín obtenido.

Lo primero que tomaron los macedonios en la retirada de los persas fue su campamento. Aunque Darío había enviado gran parte del bagaje a Damasco aún quedaba una enorme riqueza en el lugar. Alejandro, que había salido en persecución de las tropas enemigas, volvió cansado, sucio y con una herida en el muslo. Entró en su tienda del persa; se bañó en la antigua bañera de Darío; después se vistió con sus ropas; comió en su mesa y, contemplando las riquezas y el lujo que le rodeaban, le comentó a sus oficiales que “Se diría que esto significa ser un rey”.

Al escuchar los lamentos que venían de un lugar cercano, preguntó por su origen y fue informado de que habían capturado a una gran parte de la familia imperial persa. Se trataba de la mujer de Darío, Estatira, y de sus hijas Barsine-Estatira y Dripetis, y de la madre de Darío Sisigambis. Todos fueron informados de que Darío seguía con vida y que serían tratados con el respeto que se merecía su noble origen4. Plutarco y Justino, sin embargo, hablan del posterior embarazo y muerte por aborto de Estatira, la bellísima mujer de Darío, al año siguiente. Nunca sabremos lo que sucedió con certeza y si la mujer fue seducida o violada y, en ese caso, si el padre fue Alejandro u otro de sus oficiales. Darío intentó negociar el regreso de su familia pero jamás volvería a verlos.


Otra prisionera que pasó a formar parte del famoso botín fue Barsine, la viuda de Memnón. Fue capturada junto a muchas más riquezas en la cercana Damasco, conquistada por una columna rápida dirigida por Parmenio. El general decidió enviarla a su rey. La mujer tenía una edad similar a la de Alejandro al que parece ser ya conocía. Era muy bella y culta. Se manejaba perfectamente en persa y en griego. Se convirtió en amante de Alejandro y parece que nunca perdió el favor del rey. Según Plutarco tuvieron un hijo.

Además de a personajes de la nobleza, se capturó a unos 30 000 porteadores y sirvientes junto a siete mil animales de carga que se asignaron al tren de avituallamiento del ejército macedonio.

"Argiráspida macedonio" (Manuel Krommenacker)

Parmenio, al conquistar Damasco, se encontró con delegaciones tebanas, espartanas y atenienses enviadas a Darío. Alejandro liberó a los tebanos, ya que consideraba que cualquiera cuya ciudad hubiera sido destruida buscaría refugio allí donde pudiera. El ateniense era hijo y tocayo del célebre Ifícrates; se quedó junto al rey y fue tratado con todos los honores por gratitud a la postura prudente que su padre siempre mostró hacia Macedonia. El espartano fue arrestado, ya que su ciudad mantenía una actitud cada vez más desafiante y hostil hacia Macedonia.

También se contabilizaron 329 concubinas de Darío, de gran valor ya que contaban además de con su belleza con educación musical. También casi 300 sirvientes adiestrados en cocinar y preparar bebidas pasaron a ser propiedad de Alejandro.

Tanto oficiales como soldados adquirieron numerosos esclavos y mujeres, algunas de las cuales recibieron el estatus legal de esposas.

Ilustración de un hipaspista.(WIKIMEDIA COMMONS)

La mayoría de los mercenarios griegos que lucharon para Darío en Issos consiguieron escapar. Solo una minoría permaneció fiel a Darío y volvió a engrosar el núcleo más duro del ejército persa en la batalla de Gaugamela. Unos 4000 se dirigieron a Egipto liderados por un macedonio exiliado, donde trataron de hacerse sin éxito con el control del territorio, siendo derrotados o muertos por la guarnición persa. Otro contingente de unos 8000 mercenarios acabó sirviendo a las órdenes del rey espartano Agis III.

Dejamos a las personas y nos centramos en el botín material. Según Arriano, se encontraron unos 3000 talentos de oro, a los que hay que sumar una cantidad mayor capturada en el convoy que se retiraba hacia Damasco. Curtio lo rebaja a 2600 talentos, 225 copas y objetos de oro forjados por 2000 kilos y otras copas con incrustaciones de joyas por 1.500 kilos. A todo esto deberíamos añadir todo aquello que los soldados se apropiaron extraoficialmente y que no se contabilizó para hacer un reparto formal. Sus oficiales llevaron ante Alejandro un cofre especialmente exquisito, propiedad de su rival, que el macedonio decidió utilizar para guardar el ejemplar de la Ilíada que Aristóteles, su preceptor, le había regalado.

Además de los metales, debemos añadir otro tipo de riquezas como incienso, sedas, ropas ceremoniales, etc.

Alejandro, siguiendo el ejemplo de su padre, siempre se mostró generoso en el reparto de las riquezas obtenidas tras la batalla. Al igual que muchos de sus soldados y oficiales, envió a su familia, en especial a su hermana y a su madre, muchos de los objetos que le correspondieron. Produciéndose un aumento de la riqueza considerable no solo en Macedonia, sino también en el resto de Grecia.

Consecuencias

La captura del tesoro persa fue crucial en la financiación de la campaña de Alejandro para conquistar el Imperio Persa. Así pudo continuar su campaña hacia Egipto y Mesopotamia y eventualmente tomar el control del Imperio Persa. La riqueza obtenida le permitió financiar sus campañas militares y construir una gran flota con la que enfrentarse al poder persa en el Mediterráneo.


También tuvo un impacto significativo en la economía de Grecia y de Macedonia. La gran cantidad de tesoros y bienes capturados por Alejandro Magno fueron distribuidos entre los soldados y oficiales de su ejército, lo que ayudó a aumentar la prosperidad económica de Macedonia y Grecia.

En conclusión, la batalla de Issos fue clave en la campaña de Alejandro Magno para conquistar el Imperio Persa y la captura del botín persa fue crucial.

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