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lunes, 22 de octubre de 2018

PESTE EN ROMA. LAS PLAGAS ANTONINA Y CIPRIANA. ¿EL PRINCIPIO DEL FIN?

Escrito por Federico Romero Díaz.

Muchas son las causas que han servido como argumento para justificar la decadencia y caída del Imperio Romano. Una de las más utilizadas son las grandes epidemias que durante el siglo II y III d. C azotaron el Imperio. Al parecer la fuerte mortalidad que se les atribuye por parte de muchos historiadores pudo ser determinante en la debilidad de la respuesta de Roma frente a las agresiones externas, protagonizadas por persas en Oriente y diferentes tribus germanas en Occidente.

Debemos aclarar que el término latino pestis debe traducirse por epidemia. No nos estamos refiriendo a brotes de peste bubónica, como si fueron los casos de la "Plaga de Justiniano" en el 542-543 o la "Peste Negra" que estalló en Europa entre el 1346 al 1347, sino a epidemias causadas por enfermedades diferentes.

Vamos a conocer ambas plagas más a fondo para poder evaluar así su verdadero impacto en el futuro de Roma.

Escena de la serie Dómina( Moviestar +)

1. LA PESTE ANTONINA O PESTE DE GALENO
Hasta el año 165 d.C podemos considerar que el Imperio Romano se hallaba en una etapa de máximo desarrollo, alcanzando su población unos niveles de bienestar elevados, aunque esa tendencia pronto se romperá.

     1.2. EXPANSIÓN DE LA PESTE ANTONINA Y MEDIDAS CONTRA SU EXPANSIÓN
La presión ejercida por los persas en Oriente motivó que el emperador Marco Aurelio mandara al corregente Lucio Vero al frente de un fuerte contingente de tropas para expulsar a los partos de Siria y para recuperar Armenia y Mesopotamia. Según Dión Casio y Amiano Marcelino, la peste había llegado a Armenia ya en el 164. Fue en ese lugar donde las tropas romanas se contagiaron y empezaron a sufrir sus terribles efectos. Ya en el verano del año 165 d.C. se había extendido por Esmirna, y a finales de año la peste azotaba todo el Oriente romano. En el 166 d.C. la peste ya afectaba con virulencia a Egipto, donde a lo largo de cinco años provocará una mortalidad enorme que, en algunos lugares superará el 40% de la población de algunas localidades. La vuelta a Roma de las tropas de Lucio Vero trasladó la epidemia a la capital imperial. Lo certificó el propio Galeno en su "Methodus Medendi".


A la altura del 168 la peste había ya alcanzado todo el Oriente, debemos aclarar que en Occidente su extensión fue parcial. Según Amiano Marcelino se extendió por el Rhin y las Galias pero Hispania y el Norte de África no fueron afectadas. Debemos concluir que el dominio romano sobre un territorio tan extenso había "globalizado" el mundo y había puesto en comunicación regiones muy alejadas entre si, desempeñando las fuerzas romanas más que los comerciantes, el papel de transmisores de la enfermedad.

Peste en Roma. Jules Elie Delaunay
Lucio Vero cae pronto víctima de la epidemia, en el 169, en Altinum. Marco Aurelio, que no muere a manos de la misma enfermedad hasta el 180, adoptará una batería de medidas orientadas a combatir la expansión de la enfermedad y a paliar las consecuencias que estaba teniendo en diferentes aspectos del mundo romano en especial en el aspecto militar.
De entre estas disposiciones destacan :
   La prohibición de enterramientos en el interior de las poblaciones.
   La celebración de Lectisternium o procesiones en rogativas para la curación de la peste.
  Restitución del culto a los dioses, castigo a los cristianos en especial entre el 166-168 d.C a        consecuencia del edicto sobre los sacrificios al Emperador y a los dioses promulgado debido a la peste,    etc
  Se incorporaron y entrenaron esclavos, gladiadores, bandoleros de Dalmacia y los Dardanelos al           ejército para tratar de reponer las bajas sufridas por guerras y la epidemia.

    1.2 FASES  Y SINTOMAS DE LA PESTE ANTONINA O DE GALENO.
Podemos establecer varios episodios. El primero , que se desarrolla en el 165, se agota en el 170, pero experimenta un rebrote en torno al 178-180, resurgiendo de nuevo con virulencia (al menos en Roma) en el 189.
En cuanto a los síntomas nos los detalla Galeno: "ardor inflamatorio en los ojos; enrojecimiento sui generis de la cavidad bucal e de la lengua; aversión a los alimentos; sed inextinguible; temperatura exterior normal, contrastando con la sensación de abrasamiento interior; piel enrojecida y húmeda; tos violenta y ronca; signos de flegmasia laringobronquica; fetidez del aliento; erupciones y fístulas, diarrea, agotamiento físico; gangrenas parciales y separación espontánea de órganos; perturbaciones de las facultades intelectuales; delirio tranquilo o furioso y muerte entre el séptimo y noveno día".
Con respecto a las consecuencias de la enfermedad, muy posiblemente la viruela, hay división entre los historiadores. Gilliam o Pierre Salmon rebajan mucho el alcance real de la misma señalando que es exagerado considerarla una de las causas principales de la crisis del Imperio. Por el contrario McNeill o Fears señala que se trató de una enfermedad nueva, posiblemente viruela o sarampión para la que la población europea no se encontraba preparada inmunitáriamente hablando y que provocó mortalidades elevadas en torno al tercio o la cuarta parte de la población.
2. LA PESTE CIPRIANA.
Habían pasado casi 60 años, desde que en el 189, se hubiera experimentado el último brote de la Peste Antonina en la ciudad de Roma, cuando una nueva epidemia estalla en el Imperio. En esta ocasión se originó en Egipto y se expandió con rapidez al resto del Norte de África,Grecia, e Italia. La enfermedad unida a la miseria y a la mala situación política del siglo III, en plena anarquía militar, asoló el Imperio durante 15 años, mató al emperador Hostiliano en el 251, y un rebrote posterior, de menor magnitud, acabó con la vida del emperador Claudio II el Gótico en el 270 d.C. Según las fuentes, mas de 5000 personas diarias murieron por esta causa en Roma.
Por desgracia y a diferencia de la anterior plaga, descrita por el médico Galeno, en esta ocasión debemos basar casi todo nuestro conocimiento sobre el tema en dos fuentes. Una conocida desde antiguo y la otra mucho más reciente. 


La primera fuente de conocimiento de esta epidemia, la más clásica, son los sermones de Cipriano obispo de Cartago (De Mortalitate), a su comunidad. Antes que nada es necesario aclarar que nos encontramos ante un momento de crecimiento del cristianismo que aceptó el sufrimiento que suponía esta enfermedad como una prueba que Dios les imponía para acceder tras la muerte a un mundo mejor. En estos discursos Cipriano se refiere en múltiples ocasiones a la peste, aportándonos así mucha y valiosa información. Por ejemplo de los síntomas, nos cuenta que "se iniciaba con un fuerte dolor de vientre que agotaba las fuerzas. Los enfermos se quejaban de un insoportable calor interno. Luego se declaraba angina dolorosa y vómitos acompañados de dolores en las entrañas; los ojos se inyectaban en sangre (...) Algunas personas perdían el oído, otras la vista. En ningún caso se hace referencia a la presencia de bubones, por lo que se ha descartado la peste bubónica

La otra nueva fuente de conocimiento sobre la Peste Cipriana es el reciente encuentro(2014) por arqueólogos de la Missione Archeologica a Luxor (MAIL) de restos de cuerpos humanos cubiertos de cal y los hornos donde las víctimas de esta enfermedad fueron incinerados, en la orilla occidental de la actual Luxor, Egipto. Los restos corresponden justo a la época en la que se desarrolló esta epidemia.(250-271 d.C)
De nuevo surgen las diferentes hipótesis sobre de que enfermedad se trata. McNeill aventura que la Peste Antonina pudo tratarse de Viruela y la Cipriana de sarampión, eso explicaría la alta tasa de mortalidad que ambas demostraron, debido a que al ser la primera vez que se presentaban en el territorio romano afectaron a una población que no estaba preparada inmunitáriamente hablando para defenderse de ellas. Otros autores como Harper, de la Universidad de Oklahoma, defiende que fue una infección por filovirus, similar a la producida por el virus Ébola. Este tipo de infecciones muy contagiosas provocan mortalidades muy elevadas del 50-70%) con supervivencias inferiores a tres semanas.
3.CONCLUSIÓN
En cualquier caso la discusión entre los historiadores sobre este aspecto sigue abierta, aunque es obvio que la recesión demográfica fue consecuencia y causa en la crisis del Imperio Romano, siendo evidente que tiene relación con los cambios de mentalidad que comienzan a producirse en ese momento, con los problemas de subsistencia, inflación, alza de precios, anarquía militar, etc.
Es un paisaje oscuro al que la Peste Antonina y la Cipriana no aportan ninguna luz desde luego, siendo un factor importante, aunque puede que no el principal en el cambio de ciclo que siglos más tarde supondría el fin del Imperio en Occidente.
3.BIBLIOGRAFÍA
La primera Peste de los Antoninos(167-170). Gozalbes Cravioto, E. y García García, I.-Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2007, vol LIX
Gilliam, G.F(1961), "The plague under MArcus Aurelius", American Journal of Philology, pag 225-259.
Harper K. Fate of Rome: Climate, Disease, and the end of an Empire. 2017
McNeill WH. Plaggas y pueblos, Madrid, pag116-117; 118-119
Salmon, P(1974), Population et dépopulation dans lEmpire romain. Bruselas, 134-139.
Fears, J.R(2004)"The plague under Marcus Aurelius and the decline and faulof de Roman Empire"pp 64-77.
https://portalclasico.com/hallados-restos-de-la-plaga-de-cipriano-en-egipto
Sermones de San Cipriano.
(https://books.google.es/books?id=dIJ4EgypBKsC&pg=PA140&dq=la+peste+cipriana&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiWgcCt3JLeAhVKBcAKHdZ7DTMQ6AEISTAG#v=onepage&q=la%20peste%20cipriana&f=false)
Amiano Marcelino Hist. XXXI, 6, 24
Dión Casio LXX, 3, 1; LXXI, 2, 4
Galeno, Met. Med.XIX

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