Escrito por Federico Romero Díaz
Durante los más de 20 años que podía durar el servicio militar de un legionario estos vivían en campamentos, normalmente en el limes, sometidos a la dura disciplina a la que se sometía a las legiones romanas. Gracias a este rigor los legionarios integraron una maquinaria perfecta muy difícil de vencer en batalla y capaz, también de construir carreteras, puentes, acueductos, diques, etc.
Legionarios de permiso(escena serie "Roma") |
El alistamiento implicaba un drástico cambio en la vida del recluta, aunque a cambio se le garantizaba un buen salario, asistencia sanitaria, comida y alojamiento, posibilidades de promoción interna, ventajas judiciales, la posibilidad de aprender un oficio así como un digno retiro al final de su servicio. A cambio el legionario debía someterse y cumplir las órdenes de sus superiores, soportar los castigos que se consideraran oportunos y renunciar a casarse legalmente, al menos hasta la época de Severo(193-211).
Castigo a legionario romano, serie Roma |
Los legionarios debían pasar revista diaria, cumplir con las tareas que se les asignaban y adiestrarse con su unidad realizando largas marchas, desfilando y entrenándose en combates, batallas ficticias. Un duro día a día del que a veces conseguían escapar para descansar en las termas, acudir al templo o incluso en algunos casos al anfiteatro o visitar las canabae vecinas del campamento, donde, además de vivir las familias de los legionarios, existían numerosas tabernas, mercaderes, prostíbulos, etc donde los militares podían gastarse sus denarios.
Una dura vida cotidiana con pocos resquicios para el descanso y el ocio. La pregunta surge cuando nos planteamos si era posible que un legionario disfrutara de un permiso prolongado para ausentarse durante un mes o más de sus obligaciones y poder así, por ejemplo, visitar a su familia si esta residía en una ciudad lejana. Era muy frecuente el sentimiento de abandono de muchos legionarios ante la falta de noticias por parte de sus familias, por ejemplo el egipcio Aurelius Polión, soldado de la Legio II Auditrix destinado en la actual Hungría escribe en estos términos a su familia:
“No he dejado de escribiros, pero vosotros no me tenéis presente. Yo cumplo con mi parte escribiendo siempre y no dejo de pensar en vosotros y os llevo en mi corazón. Vosotros no me escribís ni me contáis cómo estáis, o qué tal vuestra salud”
Durante el siglo I y probamente después, cuando las legiones se retiraban a sus cuarteles para pasar el invierno, un legionario de cada cuatro podía tomarse permiso, al menos en teoría. Nos cuenta Vegecio que la tarea de tomar nota de estos permisos correspondía al secretario de cada unidad. Sin embargo su disfrute no era gratuito, ya que el legionario que aspirara a ese privilegio debía de pagar una cantidad, que variaba en función de la riqueza de cada uno, al centurión de su unidad.
El sistema que era francamente injusto acabó provocando protestas entre la tropa que aprovechando la debilidad del trono en el año 69, conocido como el año de los cuatro emperadores consiguió que Otón prometiera que sería el tesoro imperial el que se haría cargo del pago de estos permisos a los centuriones, así no perdía el apoyo de estos oficiales y tampoco el de los legionarios. Como Otón murió a los pocos meses será su sucesor Vitelio el que tenga que mantener su promesa a la tropa, siendo esta mantenida por los posteriores emperadores. Nos lo cuenta Tácito(Tac., H, I 58)
" Pagó las cuotas de permiso a los centuriones con dinero del tesoro imperial.... Sin duda fue una reforma beneficiosa... Y más tarde los buenos emperadores la establecieron como norma permanente del servicio·"
Cuando un legionario se marchaba de permiso a un lugar lejano, era complicado avisarle para que volviera en caso de emergencia, por eso siempre se trato de mantener en un cierto límite la concesión de estas licencias temporales. El militar al partir dejaba sus cascos, armaduras, lanzas, etc en el campamento aunque podían seguir llevando su gladio y su pugio allí donde fueran, incluso en las ciudades, donde solo ellos podían portar armas. También se les distinguía de los demás por que calzaban sus sandalias militares.
Era fundamental llevarse bien con el centurión de tu unidad para poder pasar una vida aceptable en el campamento y fuera de él. El pago de una buena cantidad podía suponer no solo la concesión del ansiado permiso, sino también la asignación de tareas más leves dentro del propio campamento.
No en vano un soldado llamado Claudio Terenciano nos cuenta que en las legiones "no se consigue nada sin dinero".
Podemos concluir que si bien la vida de un legionario era dura, no solo por la disciplina cotidiana o el riesgo de morir o ser herido en batalla, no implicaba una ruptura con el núcleo familiar del legionario, ya que este podía mantener cierto contacto a través de cartas y las visitas durante el disfrute de esos permisos, en especial si no había sido destinado demasiado lejos de su localidad de origen.
Bibliografía
Legiones de Roma/Stephen Dando Collins.-- Madrid: Esfera de los libros, 2012.
Manual del legionario romano/Philip Matyszak.--Madrid: Akal, 2010.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/legiones-roma-vida-campamento_6358
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Manual del legionario romano.-- Philip Matyszak.--Madrid: Akal, 2010.
ResponderEliminarAsí se cita la bibliografía?
Hola Ricard hay varias maneras, yo sigo las reglas de catalogación bibliográficas( cosas de ser bibliotecario) aunque hay un error, sería Manuel del legionario romano/ Philip Matyszak.-- Madrid: Akal, 2010
ResponderEliminarMuy interesante.
ResponderEliminarEl fondo, por la oscuridad de la cabeza de la escultura, dificulta la lectura, negro sobre negro.
Un saludo.
Me alegra que te guste. Siento lo del fondo pero es que me encanta
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