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martes, 10 de mayo de 2016

LOS HORRORES DE LAS GUERRAS SERTORIANAS EN LA ZONA DEL LEVANTE HISPANO.

LOS HORRORES DE LAS GUERRAS SERTORIANAS EN LA ZONA DEL LEVANTE HISPANO.

Texto de Federico Romero Díaz

La verdad es que los amantes de la Historia sumergidos en nuestros estudios y en lecturas de batallas pasadas perdemos a veces la perspectiva de lo que realmente supone una guerra. Leemos en un texto que en tal o cual batalla murieron 40.000 personas, o que tal ciudad fue sitiada y sus habitantes pasados a cuchillo o esclavizados. Asimilamos brevemente el dato y pasamos al siguiente párrafo sin pararnos a veces a pensar en el horror que se esconde detrás de esa cifra. Hoy me gustaría hacer un ejercicio inverso y detenerme en los aspectos más concretos y terribles de la guerra en la Antigüedad.

El ejemplo perfecto lo he encontrado en un artículo de Desperta Ferro Antigua y Medieval Nª 5. En el Fernando Quesada Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid, nos habla de Sertorio y los hispanos.

Nos cuenta que corre el año 75 AC y que el lugarteniente de Sertorio, Cayo Herenio, ha sido derrotado por el brillante y joven Pompeyo a las puertas de la colonia romana de Valentia. La ciudad sufrirá un terrible destino. Tal vez por ser la única ciudad puramente romana de las partidarias del líder de los populares en Hispania. Sertorio era el general de las tropas que luchaban en la Península ibérica en una guerra de carácter civil contra el gobierno de Roma, controlado en ese momento por los optimates de Sila. A pesar de que los mandos de las tropas de Sertorio eran romanos, como él mismo, el grueso de las tropas de su bando lo componían hispanos, fundamentalmente lusitanos y celtiberos. Ese comportamiento díscolo de la colonia romana de Valentia y una derrota anterior sufrida en la zona por las tropas pompeyanas firmaron su sentencia de muerte. Los pompeyanos entraron a sangre y fuego, la ciudad arde por los cuatro costados y en su foro se entregaran a una orgía de sangre que pretende ser una lección para los romanos de la zona.



Cito a Fernando Quesada Sanz:

"Estamos bajo la plaza de la Almoina en el centro de Valencia. Pero lo que muestran es aterrador, Hay restos de un incendio violento, y entre las cenizas y  vigas caídas, sobre el pavimento, aparecen los esqueletos de catorce prisioneros salvajemente torturados y mutilados antes de morir. Uno de los hombres fuertemente amarrado con una cuerda que le rodeaba el cuello y fijaba sus manos a la espalda. Así inmovilizado en el suelo, boca abajo, le empalaron desde el ano hasta el hombro con un pilum, que todavía aparece inserto entre los huesos, adicionalmente, le cortaron la pierna derecha, A su lado un joven de unos veinte años vio también como le amputaban la pierna derecha; junto a él un escudo. Otro  joven de quince a veinte años, tendido al lado de un pilum, fue también desmembrado, mientras que otro adulto con la mandíbula herida por un podón, apareció en la postura forzada de un maniatado." Estos cadáveres encontrados en 1987amplian su número en 2002 con nuevos esqueletos. "Entre ellos una mano cortada junto a la empuñadura de un escudo, un adulto joven y robusto de unos veinte años, tendido boca abajo, con su cabeza cortada entre las piernas, también amputadas a espada. A su lado boca arriba, otro soldado: a este le amputaron los dos brazos y las dos piernas..... y no siempre de un solo golpe de espada, ya que los torturadores hubieron de terminar de arrancarle las piernas a tirones."



Era la guerra total, tal y como Roma la aplicaba a las ciudades rebeldes. Por ejemplo en el 141 AC se comporta igual contra el poblado íbero del Cerro de  la Cruz donde soldados y campesinos fueron masacrados cruelmente y la ciudad incendiada y destruida en castigo por su rebeldía y para general escarmiento. Es el lado oscuro de la gloria y de la victoria.



Siempre me he lamentado de la inmerecida muerte de Pompeyo en Egipto. Sin embargo, tras reflexionar en los miles de personas que murieron a manos de sus tropas a lo largo de su larga y exitosa carrera militar, no me queda más que concluir que lo justo y lo lógico es que quien a hierro mata a tantas personas muera también por hierro ajeno.


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