Publio Elio Adriano accedió al trono en el,117 D.C. como sucesor “natural” de Trajano muerto a causa de las dolencias contraídas en la campaña persa. La simpatía, aunque siempre a cierta distancia, que en vida le mostró el difunto emperador y el apoyo del ejército y sobre todo de la viuda de Trajano, Plotina le garantizaron el puesto, pero no la simpatía de todos.
La personalidad de Adriano, un hombre muy culto y amante de las artes y de la cultura griega era mucho más complicada que la del emperador anterior. Algunas personas de mucho poder eran francamente hostiles, tanto que le calificaban con el apodo despectivo del “pequeño griego”. Antes de la muerte de Trajano se había generado múltiples antipatías en la Corte y es en ese núcleo de personas donde surgirá la conspiración contra el recién nombrado Adriano.
El objetivo era acabar con la vida de Adriano. Un grupo de senadores y altos oficiales del ejército no se resignaban a ser gobernados por alguien a quien no consideraban digno del trono Tenían pensado hacerlo durante una cacería, pero el Prefecto del pretorio, que en ausencia del Emperador gobernaba Roma, descubrió la conspiración ejecutando a todos los implicados sin juicio previo.
Adriano siempre se declaró ajeno a estas muertes y a su vuelta a la ciudad eterna destituyó al prefecto, declarándose firme en su intención de no ejecutar nunca a un senador sin juicio previo. Esto unido al perdón de los impuestos a los itálicos, los acostumbrados donativos a las legiones y al pueblo de Roma, al aumento de la munificencia a los huérfanos y a los cambios efectuados en las fronteras aseguraron su continuidad en el trono.
Fue un mal comienzo para un largo gobierno(117-138) lleno de muchos éxitos y algunos fracasos, especialmente al final de su vida. La mayor parte de su su vida como emperador la dedicó a viajar por los diferentes territorios del Imperio romano, Hispania incluida. Cuando al final de su vida se sintió enfermo se retiró a la Villa Adriana, construida a cerca de la antigua Tibur. El complejo tenía unas 120 hectáreas y fue una de las villas más grandiosas de la Roma Imperial, rica en baños, ninfas, pabellones, jardines y estructuras residenciales que representaban las provincias conquistadas por el Imperio Romano.
El 10 de julio del 138, fallecía, en presencia de su sucesor Antonino, el emperador Adriano. Su muerte no fue fácil, ni llegó de una manera inesperada. Algún tiempo atrás había sufrido una hemorragia especialmente grave. Afectado por una enfermedad que le hacía retener líquidos e hincharse, probablemente hidropesía.
Su carácter empeoró, tal vez el dolor hacía que se irritara con facilidad. Se volvió impredecible para su entorno y algunos senadores fueron condenados por traición, haciéndole recordar a muchos patricios los ajusticiamientos de los primeros momentos de su gobierno.
Sus padecimientos le llevaron a buscar su propia muerte. Trató de buscar ayuda en las personas de su entorno. A su ayudante de caza yazigo Masto, le presionó hasta convencerle para que acabara con su vida aunque al final no pudo hacerlo. Entonces recurrió a su médico. Le ordenó que le elaborara una poción que pusiera fin a su sufrimiento. El doctor acabó suicidándose para evitar obedecer a su emperador.
Finalmente decidió ignorar el régimen que se le había recomendado para combatir su enfermedad y tras comer y beber todo lo que tenía prohibido encontró la muerte diciendo según Dion Casio: "Muchos médicos han matado a un rey".
Algunos senadores, resentidos por los asesinatos cometidos tanto al principio de su gobierno como en su última fase trataron, tras su muerte, de emitir una damnatio memoriae sobre su figura, sin embargo Antonino Pío su sucesor, fiel a la memoria de su padre adoptivo y a las disposiciones que este había adoptado con respecto a su sucesión, lo impidió.
Antonino Pío, el sucesor de Adriano |
De esta manera falleció uno de los emperadores más admirados de la historia de la antigua Roma. Hacer balance de sus logros y de sus errores no es sencillo.
Por un lado demostró ser un administrador eficiente que implementó reformas administrativas que fortalecieron la burocracia del Imperio Romano, fomentó la construcción de importantes obras públicas, como la reconstrucción del Panteón de Agripa, la renovación de Atenas y la construcción de ciudades como Aelia Capitolina sobre la antigua Jerusalén que realzaron el prestigio del Imperio. Fue un gran admirador de la cultura griega y promovió el desarrollo de las artes y las letras, convirtiéndose en un mecenas de poetas y filósofos. En el aspecto militar destaca su labor de reconstrucción y mantenimiento de los diferentes limes y la construcción del Muro de Adriano.
Como aspectos negativos se le ha achacado el estilo de su gobierno que no respetó en algunos casos las prerrogativas del Senado. También se mostró intransigente con algunas religiones y persiguió a algunos grupos religiosos, como los cristianos. El conflicto judío liderado por Bar Kochba durante su reinado mostró una mala gestión de las tensiones étnicas y religiosas en esa zona. Las grandes obras públicas emprendidas por Adriano llevaron a un aumento significativo en los gastos del Estado, lo que pudo haber contribuido al aumento de las tensiones fiscales. Su relación con el Senado Romano fue a menudo tensa, en especial al principio y al final de su gobierno.
Este fue el legado que dejó el tercero de los "cinco emperadores buenos", los gobernantes que protagonizaron la edad dorada de la historia de Roma.
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