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lunes, 7 de marzo de 2022

79 d.C. LAS VICTIMAS DEL VESUBIO EN HERCULANO.

Texto de Maribel Velasco.

Un breve apunte de la historia de Herculano. 

Según una leyenda recogida por Dionisio de Halicarnaso, Herculano habría sido fundada por Hércules a la vuelta de su fabuloso viaje a Iberia, lo que, sin tener en cuenta el mito, equivaldría a convertirla en una ciudad de nombre y de origen griego. De hecho, en la primera mención que hace Teofrasto (314 a. C.) la llama ‘Heràcleion’. Pero los restos monumentales descubiertos hasta ahora no nos dicen nada de la época más antigua y solo excavaciones recientes han puesto al descubierto parte de la muralla circundante, los ‘parva moenia’ citados por Sisenna. Observamos sin embargo que su planta, por su regularidad y la orientación de los decumanos y cardos, es similar a la de Neápolis (Nápoles), lo que sugiere que el desarrollo de la ciudad debió seguir el de la gran ciudad griega vecina. Por eso, solo en parte se puede creer lo que cuenta Estrabón, según el cual la ciudad habría estado bajo el dominio primero de los oscos, luego de los tirrenos y pelasgos y, finalmente, de los samnitas.

En el siglo VI a.C., la nueva aglomeración urbana cayó bajo la hegemonía de los griegos de Nápoles y Cumas que habían extendido su dominio a toda la costa de Campania. Durante la segunda guerra samnita, sufrió la suerte de Nápoles, sometida en el 326 a.C., o más bien la de Nocera y Pompeya (307 a.C.). Lo cierto es que durante el último intento de insurrección de los itálicos contra Roma, Herculano, rebelde como Pompeya y Nola, fue derrotada y subyugada por un lugarteniente de Sila (89 a C.) y, a partir de ese momento, perdió toda autonomía y pasó a ser municipio romano. Probablemente también tuvo, como Pompeya y Sorrento, una colonia de veteranos del ejército de Sila.


El Vesubio

En el 79 d.C. el Vesubio no se veía como hoy, el cono actual no existía, el volcán que vemos no es el que destruyó la población del Golfo de Nápoles. En el mismo punto donde aparece el cono amenazante había otro volcán mucho más antiguo: el Somma. El promontorio que se ve al lado del Vesubio en realidad forma parte de una amplia cresta circular que lo rodea, que es lo que queda del primitivo volcán cuyo conducto estuvo obstruido durante siglos, hasta que el 24 de octubre del 79 d.C. entró en erupción matando a miles de personas que habitaban en sus laderas y destruyó Pompeya, Herculano, Terzigno, Boscoreale, Oplontis y Estabia.

El gran cono del Vesubio se formó en el centro de la caldera del Somma, digamos que es hijo de la tragedia. Desde entonces ha necesitado siglos para alcanzar las dimensiones actuales.

Una curiosidad: los romanos no llamaban al antiguo volcán Somma como lo llamamos hoy, sino Vesuvius o Vesbius, y después pasó este nombre antiguo al nuevo cono. Lo veían solo como un monte más bajo, aplanado en el centro con algún relieve en los márgenes y con las laderas fértiles cubiertas de bosques, escondiendo así su verdadera identidad. Solo su zona central era árida y sin vida, precisamente donde comenzó la erupción. Algunos estudiosos de la época comprendieron la naturaleza real del lugar: Estrabón, famoso geógrafo muerto cincuenta años antes de la erupción, intuyó la realidad del relieve, pero ni siquiera Plinio el Viejo, naturalista y uno de los mayores eruditos de su tiempo, se dio cuenta del peligro que corría viviendo en las pendientes del volcán.


Interpretación de la antigua playa de Herculano con los cobertizos para las barcas bajo las terrazas de Nonio Balbo y el Área Sacra. A la derecha el edificio de las Termas Suburbanas. Imagen: “I fuggiaschi di Ercolano”. Giuseppe Maggi


En el año 79 d.C. el Vesubio rugió con una furia colosal. Sepultó ciudades y campiñas del Golfo de Nápoles con una gruesa capa de lava, rocas y ceniza. Pero la erupción no causó tantas muertes como cabría suponer en un principio. Tras el terremoto del 62 d.C., Herculano, como Pompeya, había quedado muy afectada, se perdieron muchas estatuas y bastantes edificios, muchas casas no estaban habitadas mientras se realizaban los trabajos de restauración y eso redujo el número de víctimas. Antes de la erupción, en esta zona volcánica ya había comenzado un fenómeno de bradisismo, es decir, el ascenso y descenso periódicos del nivel del mar y de la tierra, ligado al vulcanismo (como ocurre actualmente en los Campos Flégreos), y también se había producido un enjambre sísmico (como sucedió en La Palma antes de la erupción de 2021). Es probable que, atendiendo a estas señales previas, muchas personas decidirían abandonar sus casas y partir con su familia y enseres a ciudades más seguras.

La tragedia empieza sobre la 1 de la tarde del 79 d.C., cuando el volcán explota y manda el gas y una serie de materiales hasta la estratosfera. Empiezan a caer piedras y los habitantes se dan cuenta de que hay algo que no va bien. En Herculano, las rocas son muy pocas, por lo que, probablemente, una parte de la población consigue huir; otra parte se dirige a la antigua playa, en espera de una misión de rescate que el general de la flota, Plinio el Viejo, había enviado. A la 1 de la madrugada llega el primer flujo piroclástico (surge 1), una mezcla de gas, lodo y material volcánico, y 300 personas que estaban esperando se encuentran atrapadas en este fango en ebullición capturando para siempre, como en una instantánea macabra, su último gesto.

Tras la tragedia, Tito tomó medidas especiales. En Pompeya se recuperaron estatuas y escritos oficiales porque eran muy importantes. Pero en Herculano nada se podía salvar porque había desaparecido completamente de la faz de la Tierra.

Desde el punto de vista de la destrucción, hay diferencias con Pompeya. Esta fue sepultada por 6 metros de rocas, mientras Herculano quedó enterrada bajo 26 metros de ceniza y lodo volcánico tras seis oleadas piroclásticas. La masa de fango volcánico era muy densa y, aunque alcanzase los 300 o 400 grados, la falta de oxígeno ha permitido la conservación del material orgánico (madera, tejido, comida…).

Las víctimas

Herculano era una ciudad pequeña del Imperio, con unas 20 hectáreas de superficie y una población que se calcula de unos 4000 habitantes, de los que 1200 eran ciudadanos de pleno derecho, y el resto, en su mayoría, serían esclavos.

Las excavaciones de Herculano, con 4 hectáreas sacadas a la luz, son una fuente de conocimiento excepcional, sobre todo porque es la única ciudad del mundo romano que conserva todo el paseo marítimo, la arquitectura hasta el tercer piso, la madera como elemento de construcción, y también los muebles, las telas, la comida.

Pero ¿cómo vivían y qué enfermedades sufrían los habitantes de la zona vesubiana? El análisis de la gran cantidad de esqueletos de las víctimas ha permitido conocer el sexo y la edad y muchos aspectos sobre su constitución física, su salud, trabajos que realizaban y hábitos alimentarios. A través de las cañerías se han encontrado los desechos de los alimentos y se han estudiado para entender mejor cuál era su dieta. Partamos desde el principio:

 

Herculano con el Somma-Vesubio al fondo. Foto de Maribel Velasco

Giuseppe Maggi, director de las excavaciones de Herculano, era consciente desde hacía muchos años de que solo continuando los trabajos en dirección al mar era posible confirmar o no si los habitantes habían huido de la ciudad durante la erupción, y si la situación de Herculano descrita por el historiador latino Lucio Cornelio Sisenna con extrema precisión, ‘Quod oppidum tumulo in excelso loco propter mare, parvis moenibus, inter duas fluvias, infra Vesuvium collocatum’ (la ciudad, rodeada por pequeños muros, se alza sobre un promontorio junto al mar entre dos ríos a los pies del Vesubio) podía coincidir con la considerable distancia actual al mar, que es de casi medio kilómetro. El 21 de mayo de 1980, realizando los trabajos de drenaje del lado meridional de las Termas Suburbanas, encuentra el primer esqueleto en el sector frontal, liberando así la cota de doce arcadas sobre las que descansaban respectivamente la terraza de Marco Nonio Balbo (sobre la que se abren las Termas Suburbanas) y el Recinto Sagrado suburbano, y se abre así una gran extensión de la antigua playa formada por arena negra.


En los cobertizos abovedados de la izquierda se pueden ver las copias de esqueletos de las víctimas del Vesubio, en la antigua playa de Herculano. Foto Maribel Velasco.

El 16 de enero de 1981 se descubrió un primer grupo de esqueletos. La exploración arqueológica, que continuó de forma intermitente hasta 1992, sacó a la luz en la playa y en 9 de los 12 cobertizos abovedados, que se utilizaban para guardar las embarcaciones y los útiles de pesca, los esqueletos de unos 300 individuos y una barca de 9 metros.

Así narra Guiseppe Maggi los acontecimientos de aquellos días:

«El superintendente Martuscelli ha estado desecando el sitio desde los primeros días de 1982. También logra drenar el área frente a las Termas instalando un sistema temporal de bombas de drenaje de gran potencia. Aparecen fragmentos secos de yeso pintados de rojo, losas de mármol de diferentes colores y texturas, trozos de tejas, partes de vigas, algunas con rastros de combustión. (…) El 11 de enero se decidió iniciar la excavación del cuarto cobertizo entre la escalinata y el edificio termal, es decir, la tercera desde la esquina con las Termas Suburbanas. Se elimina material muy duro, por lo que se recomienda a los trabajadores descender con la máxima precaución. Cuando al cabo de unos días el vaciado supera los dos metros y medio, se encuentra más material quebradizo. Al hundir las manos en él se tiene la sensación de tocar los huesos de un gran animal de la antigüedad. Con sumo cuidado se aísla del barro una forma redonda que produce angustia. Utilizando cepillos de dientes y soplando para eliminar el polvo residual, nos encontramos ante una calavera con la boca muy abierta, dientes brillantes, cuencas vacías. Es un momento solemne. 

Trabajos de excavación para liberar el frente de las terrazas suburbanas en Herculano. 1982. Foto Giuseppe Maggi

 

La emoción se apodera de todos cuando resulta que nos encontramos con un grupo de personas que se habían apiñado en un acto instintivo de consuelo, como para protegerse de la Muerte. La fecha, cuidadosamente anotada, es el 16 de enero. Nos damos cuenta de que también hay niños en el grupo. Un fragmento de una lucerna sugiere que aquellos desdichados abandonaron sus casas por la noche para buscar refugio en la playa, bajando los escalones mientras el cielo se enrojecía por la erupción del volcán. El vaciado del entorno continúa durante dos semanas. En una gruesa capa de arena hay doce víctimas apoyadas contra el muro occidental. El estado de conservación es excepcional: restos de ropa, dientes intactos.

Era la primera vez que una escena de tan sobrecogedor patetismo surgía desde la antigüedad, sacando a la luz protagonistas reales, no fantasmas de yeso como en Pompeya. Los gestos revelaron los sentimientos, las creencias religiosas. Estaban los que yacían con la cabeza reclinada sobre los brazos cruzados, en actitud de aceptación resignada de la tragedia, y los que con los últimos espasmos habían cavado surcos en la arena con sus dedos encogidos. Eran cuatro muchachos. Una mujer joven intentaba consolar a uno de ellos acariciando su cabeza, mientras que con la otra mano estrechaba un niño muy pequeño contra su mejilla.


La noticia del descubrimiento, que se difundió rápidamente, suscita una enorme sensación. (…) Periodistas de todo el mundo acuden a Herculano, incluso de Hong Kong y Pekín. (…) Los invitados son testigos de la excavación en curso de la tercera sala al este de la escalera, que comenzó el 3 de febrero. Removiendo el material muy duro que lo sellaba, salió a la luz una cesta de paja, quizás perteneciente a un pescador, y muchas víctimas, una de las cuales con la cabeza cubierta por un gorro de fieltro. También había aparecido un caballo. A diferencia del entorno anterior, este resultó estar lleno de una maraña de cuerpos en varias capas, unos cuarenta en total. Nos hacían imaginar un violento empuje desde el exterior, un torbellino de lodo que los había amontonado o el terror enloquecido de unas personas que querían entrar a la fuerza pisoteando otros cuerpos. El caballo, desbocado por el miedo, había actuado como una cuña destrozando los cuerpos.

        Interior del cobertizo 12. Foto MAribel Velasco

 Ahora estaba claro que Herculano, en el 79, había sufrido un cataclismo rápido y violento que difícilmente habría permitido a la población encontrar un escape excepto, quizá, haciéndose a la mar cuando estuviera calmada. La búsqueda de un refugio temporal en la playa correspondía a la esperanza de huir por mar, suponiendo que hubiera suficientes barcos para todos. De unos agujeros encontrados en las paredes de los cobertizos excavados se deduce que habían sido utilizados para albergar barcos en el invierno izándolos sobre tablas, como todavía es costumbre en muchos pueblos de Sorrento y Costa de Amalfi. Ya no había ninguna duda de que el antiguo mar había estado justo allí, frente a una empinada rampa paralela a la elevación sur de las Termas Suburbanas. Las olas lamían los últimos peldaños de la bajada a la playa, bajo los cuales se podía reconocer la prehistórica base de lava sobre la que se había asentado la ciudad. El fondo marino era casi cinco metros más bajo que el actual debido a un fenómeno de bradisismo en el arco oriental del golfo hasta ahora poco conocido. (…) Esa mezcla de emociones se esparce entre los periodistas que acudieron de todas partes del mundo, se refleja en los flashes cruzados, en el zumbido incesante de las cámaras, en las exclamaciones incrédulas de altos diplomáticos extranjeros, que son embajadores conscientes de este mensaje cultural una vez evocado de nuevo por la antigüedad de Herculano».

Los esqueletos que se pueden admirar en los arcos numerados del 7 al 12, tras unos años de restauración, son ahora copias realizadas en el laboratorio de los huesos originales. Hasta ahora se han encontrado 340 esqueletos.

 


Esquema de la disposición de los cadáveres en la playa de Herculano. Imagen de Luigi Capasso

Esqueletos estudiados: Cobertizo 312 individuos, 4→40 y un caballo, 5→26, 7→9, 8→12, 9→23, 10→23, 11→18, 12→19. En la playa→229 individuos, un caballo y un perro (datos de 2001).

 

No sabemos con seguridad cuántos habitantes llegaron a la playa. También parece verosímil admitir que muchos intentaron la fuga por tierra, aunque es necesario recordar que las posibilidades prácticas eran escasas: hacia el noroeste la ciudad estaba delimitada por una profunda cañada por donde discurría un torrente que la separaba de la Villa de los Papiros y para atravesarlo no hay evidencia de ningún puente, al menos en la parte excavada actualmente, y hacia el nordeste amenazaba el volcán en erupción. En la vía de tierra en dirección a Pompeya, al sudeste, los habitantes de Herculano habían visto caer la fuerte nube de piedras pómez, por lo tanto solo quedaba huir por mar, al suroeste de la ciudad, cuya desembocadura tenía la ventaja psicológica de encontrarse en la dirección opuesta de la que provenía el peligro. Además, no podemos olvidar que Herculano era una ciudad habitada también por una numerosa comunidad de pescadores locales con una flota que, formada por pequeñas embarcaciones, podía representar en esos momentos la única posibilidad de alejarse rápidamente de la ciudad. Por otra parte, dos esqueletos de caballos encontrados junto a los restos humanos (uno junto a la orilla y otro en la arcada 4) indican que también sus dueños, disponiendo de un medio alternativo de fuga por medio del mar, debieron encontrar o presuponer un fuerte impedimento la fuga por tierra cuando ya era demasiado tarde.


Situación de Herculano. La única vía de salida por razones topográficas era el mar. Imagen de Mario Pagano 1997

 

De los 4000 habitantes que se supone que contaba la ciudad, pocos quedaron en sus casas. La misma situación se verifica también para los animales domésticos, que evidentemente debieron alejarse de la ciudad, como es significativa la ausencia de pequeños animales como los gatos o, incluso, los topos: no se ha encontrado ningún resto óseo de estos pequeños mamíferos abundantes en las comunidades humanas en más de 250 años de excavaciones de Herculano, solo apareció uno en la playa junto a los “fugitivos”. Es revelador el caso de un pobre asno, cuyo esqueleto se encontró atado a la muela del molino en el pistrinum (panadería) y que el pistor C. Iunius Serentiolus olvidó liberar. En el peristilo de la Casa de Argos se recogieron los huesos de un caballo y, quizás, de un perro, y en el sótano de la Casa de Aristide, huesos humanos y de animales, probablemente para resguardarse de la erupción en espera de atravesar las puertas de las murallas que daban a la playa.

Se puede asegurar, pues, que las personas cuyos huesos se encontraron en la ciudad podrían haber tenido impedimentos para poder huir:

Dos probables servidores públicos encargados del mantenimiento se encontraban en el tepidarium de las Termas del Foro, quizá quedaron atrapadas víctimas de algún accidente.

Un hombre, que se supone que era el custodio del Colegio de los Augustales, estaba en la celda, sobre su cama.

Otras dos personas, un adolescente y un adulto, se encontraban dentro de las casas. No se excluye que se hubieran demorado por recoger sus pertenencias o se hubieran separado de la multitud o quedado en casa esperando a los familiares.

Otro individuo adulto apareció en el piso superior de la Casa del Esqueleto. Podría haber sufrido un desmayo, como también sucede hoy en los momentos de dramatismo que afectan a las multitudes.

Más dramático fue el caso de un bebé, todavía en su cuna con su mantita de lana en la Casa de la Gema (¿dejaron sus padres dormir al bebé mientras buscaban ayuda o quizá ya estaba muerto?).


Cuna encontrada en la Casa de la Gema. Se encuentra, junto con otros muebles de madera, en los depósitos del Parque Arqueológico de Herculano.

 

Muchos tendrían tiempo para alcanzar las barcas de los pescadores que estaban atracadas en la orilla, entre la escollera y en el muelle. De hecho, sabemos que la playa era el puerto de pequeñas embarcaciones de pescadores porque se encontraron grandes cantidades de sogas, artes de pesca, anzuelos, tanto en las arcadas como en otros lugares del área marítima de la ciudad. A pesar de ello no apareció ninguna embarcación en los cobertizos de la playa y en la línea de la costa solo se encontró una barca. Todo hace suponer, por tanto, que las numerosas embarcaciones se habían hecho a la mar con muchos “fugitivos” a bordo. Nunca sabremos si consiguieron poner a salvo a sus ocupantes o si, al contrario, fueron embestidas por la primera nube ardiente que se extendió también hacia el mar frente al pequeño puerto de Herculano. No obstante, quedaban en la playa unas 300 personas, dos caballos, un perro y una sola embarcación. Algunos hombres estaban junto a la gruesa barca que se encontró volcada en la playa frente a las Termas Suburbanas, quizá intentando sacarla al mar. Es en este momento cuando sobrevino la “nube asesina”.

 

Tras seis oleadas de flujo piroclástico, Herculano quedó sepultada bajo una capa de 26 metros de fango volcánico solidificado. Foto de la antigua playa de Herculano. La playa actual está a medio kilómetro de distancia.

  Bibliografía:

I Fuggiaschi di Ercolano. Paleobiologia delle vittime dell’eruzione vesuviana del 79 d.C. Luigi Capasso. 2001

Case abitanti e culti di Ercolano. Virgilio Catalano, L. García y G. Panzera. 2002

Appunti di storia e riflessioni a tre secoli dalla scoperta della città di Ercolano. Guiseppe Maggi. 2009

Ercolano. Seconda revisione. Guiseppe Maggi. 2020

I tre giorni di Pompei. Alberto Angela. 2014

Enciclopedia Treccani

Artículos de periódicos digitales

Parco archeologico di Ercolano: https://ercolano.beniculturali.it/

https://herculaneum.uk/

http://www.vesuvioweb.com/it/

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