I. INTRODUCCIÓN
La llegada de Valeriano al trono en 253 d.C. se produjo en medio de la fase más caótica de la Crisis del Siglo III, un periodo que duraba ya dos décadas.
El Imperio Romano estaba sumido en una anarquía militar casi constante, caracterizada por la rápida sucesión y asesinato de emperadores por sus propias tropas. La legitimidad había colapsado; el poder residía en las legiones fronterizas, no en Roma ni en el Senado. Las fronteras estaban en llamas simultáneamente: los godos devastaban los Balcanes y el Mar Negro, mientras los francos y los alamanes penetraban profundamente en Galia y el Danubio.
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| El anciano emperador Valeriano es apresado por el rey sasánida Sapor(generada con IA) |
Valeriano no era un militar de bajo origen, sino un respetado miembro de la "aristocracia senatorial". Su ascenso al trono, por lo tanto, fue bienvenido por el Senado, que vio en él a un de los suyos, a alguien realmente preparado para poner fin a los múltiples peligros que amenazaban con acabar con el Imperio romano.
La amenaza simultánea sobre las fronteras obligó a Valeriano a tomar una decisión rápida y trascendental: apenas llegó a Roma, hizo reconocer a su hijo, Galieno, no solo como César, sino como "co-augusto". Esta diarquía, o gobierno compartido, no era una simple concesión dinástica, sino una estrategia militar impuesta por la geografía de la guerra. Desde la época de Marco Aurelio, se había hecho evidente que ningún emperador podía atender de manera efectiva los dos grandes focos de conflicto: el Rin-Danubio en Occidente y la frontera con los persas en Oriente. Galieno asumió la monumental tarea de proteger Occidente, mientras que su padre, el Augusto mayor, se dirigió al Este para combatir a la creciente amenaza de los persas sasánidas bajo el liderazgo de Sapor I.
II. ORIENTE. LA CRISIS ARMENIA Y LA CAIDA DE ANTIOQUÍA(253-257).
El frente oriental era, en ese momento, el más crítico. En el año 253 d.C., Sapor I había aprovechado la guerra civil romana para concentrar sus esfuerzos en Armenia. Logró asesinar a su rey, Cosroes, forzando a su hijo Tiridates a huir y dejando el reino en manos de Persia. El golpe de gracia simbólico llegó con el saqueo de Antioquía, la capital de Siria y una de las ciudades más importantes del Imperio. Aunque los historiadores debaten la duración exacta de la ocupación persa, Valeriano logró recuperar la ciudad para el 254 d.C., estableciendo allí su cuartel general. Este éxito temporal puso fin a la aventura del usurpador local Uranio Antonino, que había prosperado gracias al miedo de los provinciales de Oriente a la invasión persa. La llegada de Valeriano y sus tropas permitió que la casa de la moneda de Antioquía reanudara su actividad, que se comenzara la reparación de los daños causados por Sapor dando a la Siria romana un breve respiro y un intento de normalizar la situación.
Las cosas parecían mejorar en Oriente, pero la situación en el Rin se complicaba por momentos. Valeriano había sustraído, para triunfar en su usurpación, muchas tropas fronterizas del Rin debilitando significativamente un limes que ahora era ya no era una barrera para los germanos. Una gran revuelta de los francos obligó a Galieno a concentrar fuerzas en Colonia, un evento que unió temporalmente a la "triarquía familiar" (Valeriano, Galieno y el césar Valeriano II) en 257. La concentración de poder en ese punto hizo posible el éxito contra los germanos y permitió a Valeriano regresar al Este. Es en este momento, tras un breve periodo de aparente calma, donde Valeriano, no sabemos muy bien por qué, reanuda la política de persecución a los cristianos seguida por Decio, siendo el obispo Cipriano de Cartago una de las víctimas más ilustres de esta represión.
III. VALERIANO CAUTIVO DE LOS PERSAS: LA HUMILLACIÓN DE EDESA(260)
El destino de Valeriano se selló de forma trágica en el verano del 260. Tras su vuelta desde la Galia a Oriente, tuvo enfrentarse a una nueva invasión persa de Mesopotamia. El emperador se encontró acorralado, no sabemos si a causa de una derrota militar, una epidemia, o de una rebelión. Las crónicas sugieren que fue víctima de una traición o una emboscada durante unas negociaciones de paz con Sapor I y que Valeriano fue finalmente capturado por las tropas del Rey de reyes.
Este evento supuso una humillación sin precedentes para Roma. Ningún emperador había caído jamás en manos del enemigo. La captura de Valeriano fue explotada sin piedad por la propaganda sasánida, que la inmortalizó en relieve. Las fuentes, generalmente cristianas, y por lo tanto contrarias al recuerdo de Valeriano nos ofrecen un relato cargado de drama y puede que exagerado. Relatan un trato indigno al emperador-prisionero.
| Relieve de Naqš-i Rustam que conmemora la victoria del emperador persa Sapor I sobre el emperador romano Valerio |
Nos cuentan que Valeriano fue usado por Sapor como un taburete humano para montar a caballo, una ofensa máxima al honor romano. También que fue enjaulado como un animal y que tras su muerte, su piel fue supuestamente curtida, rellenada con paja y exhibida en un templo persa como un trofeo macabro, como un constante recordatorio de la debilidad de Roma frente a Persia. La pérdida de Valeriano no solo fue la pérdida de un líder; fue la pérdida de la fe en la invencibilidad imperial.
IV. GALIENO Y EL LABERINTO DE LOS "TREINTA TIRANOS (260-268)
Con Valeriano cautivo o muerto, el Imperio se fracturó por completo. Nunca trató de rescatar a su padre ni con dinero, ni a traves de la fuerza militar. Simplemente necesitaba todos sus recursos para afrontar lo que se le vino encima. Aunque Galieno conservó el título de Augusto, la realidad es que el pánico y el vacío de poder desataron el levantamiento de numerosos usurpadores en las provincias. Estamos ante el periodo que en la Historia Augusta se llama como el de los "Treinta Tiranos" en un claro intento de establecer una analogía con los famosos treinta tiranos de Atenas. Aunque el número no es real y el autor de la Historia Augusta se inventa a varios miembros de este listado y comete errores con otros lo importante es quedarnos con la idea de que en este momento se produce una auténtica eclosión del fenómeno de la usurpación al que milagrosamente Galieno logró sobrevivir demostrando ser un líder profundamente pragmático. Se vio en numerosas ocasiones obligado a improvisar soluciones a la cascada interminable de problemas que se le presentaron.
| Imperio Romano en época de Galieno. |
Las usurpaciones más graves llevaron a la división efectiva del Imperio en tres entidades separadas:
1. El Imperio Galo: fue la secesión más peligrosa y duradera (260-274). El general Póstumo, tras disputar por la devolución de un botín arrebatado a los saqueadores alamanes de Italia, asesinó al joven césar Salonino (hijo de Galieno) y se proclamó emperador en Colonia. Póstumo estableció un estado paralelo que controlaba Galia, Britania e Hispania, con sus propias instituciones, Senado y acuñación de moneda. Galieno, que debía luchar en otros frentes, fue incapaz de recuperar esta vasta región, a pesar de algún intento en este sentido, como la intervención del 265.
2. El Imperio de Palmira: En Oriente, tras la captura de Valeriano, Macriano, el hombre encargado de las finanzas imperiales y el prefecto de los pretorianos Ballista intentaron tomar el control en Oriente proclamando emperadores a los hijos de Macriano, pero fueron derrotados por el aliado romano, Odenato, el rey de Palmira. Odenato derroto a los usurpadores y frenó el expansionismo sasánida triunfando en el campo de batalla en varias ocasiones, incluso llegó a arrebatar el enorme cargamento de riquezas y cautivos que los persas cargaban de vuelta a su capital tras sus saqueos en territorio romano. Galieno le concedió títulos honoríficos como el de Corrector de todo Oriente y mantuvo las formas de ser él, el emperador y no Odenato, la auténtica autoridad en Oriente. Sin embargo, tras el asesinato de Odenato, su viuda, la astuta reina Zenobia, asumió el control total y formalizó la secesión, creando un poderoso estado oriental que abarcaba Siria, Mesopotamia y Palestina, a lo que posteriormente uniría Egipto.
| Septimio Odenato rey de Palmira y su esposa Zenobia. IL. Angus McBride |
Galieno, consciente de que no podía luchar en todos los frentes a la vez, se centró en la contención y en la delegación de responsabilidades. Demostró una gran capacidad para elegir hombres de confianza y talentosos, como Aureolo y Marciano, para que gestionaran las amenazas más inmediatas en las fronteras mientras él acudía a sofocar las más urgentes o peligrosas. Su tarea no fue la de unificar el Imperio, sino la de evitar su colapso total.
V. LA REVOLUCIÓN MILITAR
El verdadero legado de Galieno no está en las batallas ganadas, sino en los "cambios estructurales" que introdujo por necesidad. Muchos consideran que fueron sus reformas las que sentaron las bases para la supervivencia y futura recuperación del Imperio bajo Diocleciano y Constantino. De entre ellas podemos destacar:
Profesionalización por Mérito: Galieno rompió con la tradición aristocrática del derecho al mando militar, al favorecer la ascensión de soldados rasos talentosos a los altos mandos, creando una nueva meritocracia militar.
| Jinete legionario lanciarius en-284. Sean O´brogain |
Exclusión de los Senadores: La decisión más radical. Galieno tomó la audaz medida de apartar a la clase senatorial de los altos mandos del ejército, eliminando figuras como el tribuni laticlavii. Los senadores eran considerados por él ineptos en la guerra y una fuente constante de conspiraciones. Al privilegiar a la clase ecuestre, Galieno profesionalizó la comandancia y la desvinculó de la volátil política de una aristocracia romana que por otro lado cada vez estaba menos interesada e el ejercicio de estos peligrosos puestos en su cursus honorum.
| Auxiliares romanos mitad Siglo iii |
La creación de un gran cuerpo de caballería móvil que respondiera rápidamente a las rápidas incursiones de los godos y otros bárbaros en el Danubio. Galieno creó y desarrolló unidades de caballería independientes, permanentes y altamente móviles. Estas fuerzas de reacción rápida, posiblemente acuarteladas en Milán (Mediolanum), estaban bajo el mando de hombres competentes y valiosos como Aureolo. Esta fuerza es considerada por muchos como el prototipo del "comitatus", el ejército de campaña móvil que se convirtió en la columna vertebral de la defensa imperial tardía.
VI. EL LEGADO AGÓNICO Y EL FIN DE UN SUPERVIVIENTE.
Un aspecto más pacífico del gobierno de Galieno abandonó la política represiva de su padre y otros emperadores, adoptando una política de tolerancia hacia los cristianos. Les restituyó sus propiedades, iglesias y cementerios, marcando el fin de la "Pequeña Paz de la Iglesia" que duraría varias décadas.
Sin embargo, en el ámbito económico, la situación era desesperada. Valeriano y Galieno, que solo disponían de las minas dálmatas para obtener plata, trataron de contrarrestar la falta de ingresos multiplicando exponencialmente la emisión de moneda. El resultado fue la catastrófica devaluación. El antoniniano, la moneda supuestamente de plata, perdió casi todo su contenido real. Esto disparó la hiperinflación y la pérdida de poder adquisitivo, haciendo que el pago en especie (annona militaris) a las tropas ganara una importancia crucial.
| Muerte del emperador Galieno en el 268 durante el sitio a aureolo en Milán. Il. Igor Dzis |
Finalmente, el descontento entre los generales, el Senado y el pueblo, le pasó factura. En el 268 d.C., mientras Galieno sitiaba a su general rebelde, Aureolo, en Milán, fue víctima de una conspiración que involucró a oficiales ilirios de alto rango, incluidos sus futuros sucesores Claudio Gótico y Aureliano. Aunque fue asesinado (junto a su familia), Claudio persuadió al Senado para que lo deificara, evitando la temida damnatio memoriae (condena de la memoria). El reinado de Galieno, que comenzó con la mayor humillación romana, se cerró con una traición, pero dejó un Imperio fragmentado con los elementos militares y administrativos necesarios para ser salvado. Aunque esa, esa es otra historia.
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