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jueves, 14 de noviembre de 2024

BATALLA DE ADRIANÓPOLIS (378). UN NEGRO VELO DE SANGRE.

La Batalla de Adrianópolis, sucedida el 9 de agosto del  año 378, representó un punto de inflexión en la historia del Imperio romano y en su relación con los pueblos bárbaros. La aplastante derrota del ejército romano oriental, la enorme pérdida de efectivos que le supuso al Imperio y la muerte del emperador Valente abrieron una herida que debilitó a Roma frente a la creciente presión de los bárbaros.

Esta derrota y el debilitamiento militar que supuso forzó al Imperio a integrar a los godos dentro de sus fronteras bajo condiciones de autonomía inéditas, estableciendo un precedente ventajoso para los godos al que pretendieron aspirar otros pueblos. Podríamos decir que tras el desastre de Adrianópolis, se inició el camino de un Imperio que dominaba a los bárbaros a otro que cada vez más, dependía de ellos.

Batalla de Adrianópolis 378. Caballería goda atacando goda el flanco y retaguardia romana. Autor Howard Herard

El lector podría pensar, tras leer as anteriores líneas que tal vez estamos cargando las tintas y que las cosa no fue tan grave. Bueno, los números tienen la mala costumbre de ser poco discutibles. Adrianópolis supuso la muerte de unos 25.000 soldados y auxiliares romanos, 300 centuriones, 35 tribunos y 2 magister militum. Más o menos entre la mitad y dos terceras partes del ejército romano oriental. Lo más terrible era la gran dificultad que suponía suplir estas bajas, ya que un legionario romano no era algo que se improvisaba de un día para otro, costaba mucho dinero y meses de duro entrenamiento formar a un recluta, no digamos ya a un experimentado centurión. A pesar de los esfuerzos que se realizaron, de la rapidez con la que se hicieron nuevas campañas de reclutamiento, la brecha abierta era de tal magnitud que no fue posible cerrarla adecuadamente y hubo que recurrir, cada vez más incorporar contingentes de bárbaros con una preparación y un equipamiento inferior al de sus anteriores compañeros de armas. Al contemplar la magnitud de este desastre surge una pregunta inevitable. ¿Cómo el ejército más poderoso de su tiempo, pudo sufrir una derrota de semejante magnitud? Para dar una respuesta adecuada a este interrogante es necesario retroceder unos años en la línea del tiempo.

Años previos a la batalla

La situación comenzó a deteriorarse cuando los hunos, guerreros nómadas con una movilidad y armamento superior, como arcos asimétricos y una movilidad muy superior a la de sus rivales, irrumpieron en la región donde residían los godos greutungos y otros pueblos bárbaros. Esto hizo saltar por los aires todo el delicado sistema diplomático y militar en el que, durante décadas, el Imperio romano había basado sus relaciones con los godos en particular y con el barbáricum en general. Los godos greutungos se las apañaron bastante bien para frenar el avance de las hordas hunas sobre su territorio. Sin embargo, a pesar de la resistencia inicial, la división interna entre cristianos y paganos, y entre clanes proclives a colaborar con el Imperio frente a otros que defendían la guerra contra Roma, las dificultades económicas por las que atravesaban los godos tras el desfavorable tratado que el emperador Valente les impuso en el 469, convirtió a los godos en un pueblo vulnerable. Entre el 372 al 375 llegaron los grandes desastres para el pueblo de los godos.

     Hunos atacados por campesinos. Autor Angus McBride

 El rey de los greutungos Hermanarico fue derrotado por alanos y hunos y optó por suicidarse. El resto de su pueblo se refugió entre sus hermanos y vecinos tervingios, liderados por el juez Atanarico que con sus propias fuerzas, las de los alanos huidos de los hunos liderados por Alateo y Safrax y los greutungos supervivientes al desastre plantaron batalla en dos nuevas ocasiones a los escitas. Todo fue inútil, nada parecía frenar el avance de los caballos hunos que ahora y casi de un plumazo, se habían hecho con casi todo el territorio de los godos, convirtiendo en un infierno llameante el barbáricum. Atanarico buscó refugio con algunos de sus seguidores en los Cárpatos y el resto de su pueblo, es decir miles de godos encabezados ahora por Alavivo y Fritigerno se dirigieron a buscar refugio bajo el seguro paraguas del Imperio romano, iniciando una migración masiva hacia el territorio romano del Danubio oriental.

Visigodos dirigiéndose al Danubio 375,  huyendo de los hunos Il.. Howard Gerard

Esta crisis humanitaria se le vino a Valente encima cuando se enfrentaba a una situación complicada: los persas avanzaban en el este sobre Armenia e Iberia, su intransigencia arriana había encendido el conflicto en Palestina, con la tribu árabe liderada por la reina Mavia y el costo de las campañas contra los godos en los años anteriores habían debilitado las finanzas romanas. La llegada de los godos era una gran oportunidad para reforzar la potencia de Oriente con miles de nuevos reclutas para el ejército y muchos colonos para poner en explotación amplias zonas rurales devastadas en los años anteriores. Finalmente, el emperador decidió permitir la entrada de los godos al Imperio con la condición de que entregaran sus armas y se sometieran a la autoridad imperial como "dediticii" o dependientes de Roma un estatuto jurídico menos beneficioso que otros como el de laeti.

Recreación de AI de la reina Mavia( realizada por Alberto Martínez)

Los planes no le salieron demasiado bien a los romanos. No tuvieron en cuenta a los centenares de miles de alanos, sármatas, godos y otros bárbaros que, ajenos al acuerdo con las autoridades romanas, decidieron huir del infierno desatado por los hunos penetrar sin permiso en el territorio imperial con sus armas y vivir del saqueo. La administración y el ejército romano se vieron desbordados ante semejante oleada de invasores lo que condujo a una crisis de seguridad en las provincias de Tracia, Mesia y Escitia. Por otro lado, los abusos de las autoridades romanas exacerbaron la situación. Los godos se rebelaron contra unas autoridades que, en vez de protegerles y alimentarles hasta que llegara el momento de asignarles un territorio en el que vivir, los explotaban y les hacían pasar hambre. En el 377 estalló la Guerra Gótica. Los jefes godos Fritigerno y Alavivo, frustrados comenzaron una campaña de saqueo que desestabilizó aún más el Imperio que, en ese momento, tenía su foco de atención, como hemos dicho, en otros conflictos.

La respuesta romana fue liderada por Valente que firmó apresuradamente la paz con la reina Mavia y envió tropas al mando de dos de sus generales que, uniéndose a las tropas enviadas por Graciano, el emperador de Oriente, trataron de frenar la marea bárbara que, a pesar de todo, acabó por desbordar a los romanos. Ambos bandos se enfrentaron en dos batallas, en la primera los romanos fueron derrotados y en la segunda, celebrada en ad Salices en el 377, a 15 kilómetros de Marcianópolis, a pesar de obtener la victoria, los romanos no consiguieron desalojar a Fritigerno de Tracia. Tuvo que ser Valente en persona el que dirigiera a sus tropas hacia el Danubio. Tras llegar a Constantinopla, en cuyos campos adyacentes incursionaban los saqueadores bárbaros se dirigió más al norte, a la ciudad amurallada de Adrianópolis para frenar la amenaza bárbara ya que, a pesar de los refuerzos occidentales enviados por Graciano, las tropas romanas no habían demostrado ser capaces de detener el avance de los godos en Tracia.

                               Movimientos de romanos y godos en 377-378. Fuente Osprey.

9 de agosto del 378. La batalla de Adrianópolis.

La decisiva batalla se libró el 9 de agosto del 378. Valente, confiando en una victoria rápida y sin esperar los refuerzos de su sobrino Graciano, enfrentó al ejército godo con entre 40,000 y 60,000 soldados.

Los errores que llevaron al desastre comenzaron a acumularse. Valente quería plantar batalla cuanto antes por varios factores como que estaba necesitado de la legitimación que una victoria en solitario le daría, más teniendo en cuenta que a pesar de llevar varios años en el puesto (desde el 364) aún no había conseguido un gran triunfo militar que justificara ante sus súbditos su trono imperial. El movimiento de las tropas de Fritigerno hacia el sur amenazaba con cortar las líneas logísticas de abastecimiento entre Adrianópolis y Constantinopla, su sobrino se encontraba a 450 kilómetros de la ciudad, es decir a unas dos semanas de marcha. Además su servicio de información le falló por partida doble al infravalorar el número de guerreros que seguían a Fritigerno y al ignorar a otros diez mil guerreros alanos y hunos liderados por Alateo y Safrax de otro campamento cercano. Todos estos factores llevaron a Valente a marchar 23 kilómetros desde la ciudad, al encuentro de las tropas de Fritigerno. La marcha se hizo en condiciones lamentables. El agua y la comida quedaron atrás por orden del emperador para hacer más rápida la marcha de unos soldados que llegaron exhaustos al campo de batalla.

La estrategia goda consistió en ganar tiempo con falsas conversaciones diplomáticas, generar humo con el incendio de los campos de alrededor y reunir a sus guerreros dispersos, incluyendo a los jinetes alanos y hunos, quienes serían determinantes en la batalla. Los romanos, agotados tras una larga marcha, encontraron dificultades para desplegarse e iniciaron la batalla por cuenta propia, en el ala izquierda, sin recibir la orden del emperador. Se trataba de infantería ligera que finalmente fue rechazada por los godos que respondieron con una ataque sorpresa de la caballería goda, alana y huna en ese flanco izquierdo que acabó por descomponerse. Con sus líneas desorganizadas, sin flanco izquierdo y bajo un intenso calor, el ejército romano sucumbió ante la presión goda.

Batalla de Adrianópolis 378. Planteamiento inicial de la batalla

El propio Valente murió en el conflicto, presumiblemente refugiado en una granja cercana. Allí llegó tras ser abandonado por la mayor parte de su guardia. El edificio fue incendiado por los godos, que no sabían que Valente se escondía en él. Este desastre marcó la pérdida de un emperador en combate( algo que no sucedía desde el emperador Decio que pereció en la batalla de Abritio en el 251. La derrota supuso la aniquilación de gran parte del ejército oriental. Tan solo el ala derecha y casi toda la caballería pudieron retirarse en orden a las murallas de Adrianópolis. Los godos, tras su victoria, fracasaron en su intento de conquistar Adrianópolis y la propia Constantinopla debido a su falta de habilidad para asediar ciudades. Aun así, sembraron la destrucción y la ruina en las regiones circundantes antes de dispersarse en grupos más pequeños.

 Valente se refugia entre las unidades de los veteranos lanciarii y matiarii, durante la batalla de Adrianópolis. Osprey Publishing.

 Consecuencias de la Batalla.

La derrota tuvo un impacto profundo en el Imperio romano, marcando un cambio de paradigma en las relaciones entre romanos y bárbaros. Teodosio, el sucesor de Valente, se vio obligado a llevar una política de pacto y alianza con los godos. De hecho le costó casi 5 años obligarlos a pactar . El tratado o tratados, ya que sabemos que se firmó con varios jefes godos en el 382, concedía a los godos territorios dentro del Imperio como aliados, en lugar de someterlos al papel de súbditos del Imperio. Este acuerdo, que incluía su derecho a mantener gobernantes y tradiciones propias y sentó un precedente en el que los bárbaros ya no eran tratados como pueblos dominados, sino como un elemento interno y autónomo en la política imperial.

La batalla evidenció cierta incapacidad del Imperio para contener la presión de los pueblos bárbaros en sus fronteras. La integración de estos pueblos, anteriormente vista como una fuente de soldados y contribuyentes, empezó a percibirse como un peligro. La xenofobia creció en el Imperio y surgió un resentimiento profundo hacia los bárbaros en general y hacia los godos en concreto. Ahora los bárbaros habían pasado de ser una cuestión de política exterior a formar parte de la realidad cotidiana, del día a día. Algunos, muy a su pesar comprendieron que los bárbaros ya no iban a irse, que habían llegado para quedarse. Ahora eran un factor fundamental y controvertido dentro de la sociedad y política romana. 

Soldados romanos Mediados S. V: izquierda: 1 Aeccio magister militum. 2 Bucelario de Valentiniano III (Plácido Valentiniano Felices); 3 Guardaespaldas huno de Aeccio. Derecha: 1 Biarco ostrogodo del Cuneus Equites Escutatorum; 2 primicerio (oficial); 3 Flammoularios de Mattiarii Juniors. Autor Graham Summer


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lunes, 14 de octubre de 2024

SUETONIO. EL TESTIGO DE LA HISTORIA. VIDA Y OBRA.

Una colaboración de  Francisco Jesús Calvo Falce para Historia y Roma Antigua.

Hoy gracias al impecable trabajo de uno de nuestros colaboradores vamos a cambiar el objetivo de la Historia y lo vamos a fijar en aquel que dedicó parte de si vida a dejar testimonio de ella. Hoy vamos a centrarnos en la vida y obra de Cayo Suetonio Tranquilo, el autor, entre otras, de Vidas de los doce césares.

En el presente estudio será objeto de análisis tanto la vida pública y privada del autor Suetonio, como una de sus grandes obras, Vidas de los doce Césares. Con respecto a la vida del autor existen pocos datos directos, la mayor parte de los cuales se llegan a obtener del propio autor, de Plinio el Joven y de autores posteriores como Juan Lido o Suidas. Historiográficamente hablando, la obra de Suetonio tiene la base oficial, como veremos en momentos posteriores de este estudio, de haber podido acceder a los archivos oficiales del Imperio, debido a los diferentes cargos que ocupó durante los mandatos de los emperadores Trajano y Adriano. 

  

Imágenes 1 y 2: Suetonio (izquierda) y Plinio el Joven - Santa María la Mayor de Como (derecha).

Como primera medida a tener en cuenta para desarrollar el análisis comentado se realizará un breve estudio de la vida del autor junto con su obra, sin dejar de lado el estilo que utilizaba a la hora de plasmar sus conocimientos sobre la vida oficial de palacio y la vida pública y civil de Roma. Nos acercaremos también a la época en la que vivió el autor y el modo en el que ésta pudo influenciar en el desarrollo de sus textos.

A continuación, en un primer acercamiento a la obra objeto de análisis, se estudiará el contenido de dicha obra en su conjunto y haremos hincapié en el modo en el que fue escrita y en cómo fueron distribuidos los diferentes apuntes que se realizan en cada una de las doce biografías.

1. CAYO SUETONIO TRANQUILO

1.1. Vida y época1

Cayo Suetonio Tranquilo nació posiblemente en Roma, alrededor del año 69-70 d.C., si bien puede que sus padres no fueran oriundos de la capital del imperio. Como su padre, Suetonio Leto, perteneció al orden ecuestre2. En una primera etapa de juventud, en torno a los años 97-98, comenzó a moverse en el círculo de Plinio el Joven, relación que se vio recogida en diversas cartas de éste último3. Realizó estudios en materias como la gramática, la retórica, la filosofía, la historia o la música. Llegó a ejercer la abogacía, que decidió abandonar para alistarse en el ejército como tribuno militar4, cargo que consiguió gracias a Plinio, aunque también optó por abandonarlo5. Prefería, antes que seguir en la vida militar, vivir en una casa de campo, adquirida gracias a la intervención de Plinio el Joven a Bebio Hispano, en la que escribir e investigar, alternando su actividad pública con tranquilos paseos por sus tierras6.

  


Imágenes 3 y 4: Trajano - Glipsoteca de Munich (Fuente: De Desconocido (izquierda) y Adriano - Museos Capitolinos (derecha).

En la correspondencia entre Trajano y Plinio el Joven se puede observar la idea que el emperador tiene de Suetonio al exponer que “es hombre muy honrado, íntegro, erudito, con quién, teniendo en cuenta su carácter y su gusto por las letras, ya hace tiempo trabé con él íntima amistad y cuanto más le trato más estimación le tengo”7. Según Plinio, se puede llegar a suponer que Suetonio casó con una mujer no muy adinerada, bien humilde o de poca fortuna, ya que por tener tres hijos, le solicitó privilegios, subsidios y exclusiones para él al emperador Trajano, que éste no dudó en conceder8.

Tras el fallecimiento de Plinio (112-113), Suetonio comenzó a relacionarse con el círculo de Septicio Claro, a quien dedicó la obra objeto de análisis en el presente estudio y que ejercía el cargo de segundo prefecto del pretorio de Adriano en el año 1199. Sobrevino a partir de aquí el culmen de su carrera administrativa, que empezaría con el emperador Trajano y alcanzó sus máximas cotas con Adriano. En estos momentos obtuvo la Prefectura del Pretorio, ya durante el reinado de Adriano. Ocupó los cargos de flamen10, juez y pontífice máximo de Vulcano, si bien los nombramientos públicos que le ayudaron en mayor medida a la hora de desarrollar su labor literaria fueron los nombramientos para diferentes procuradurías, desempeñadas entre los años 117-118 a 128. 

  


Imágenes 5 y 6: Julio César - Museo Arqueológico Nacional de  Nápoles (izquierda) y Octavio Augusto de Prima Porta - Museo Chiaramonti de Ciudad del Vaticano (derecha).

Fue sucesivamente, durante el reinado de Trajano, procurador a studiis (de los estudios) con el cargo de supervisar la biblioteca privada del emperador, asesorarle en materias literarias y científicas y redactar sus escritos o decretos; y procurador a bibliothecis (de las bibliotecas), que le permitía controlar y supervisar todas las bibliotecas, con poder para seleccionar y admitir o no los ejemplares presentados; por último, fue procurador ab epistulis11 (de la correspondencia) durante el reinado de Adriano, con lo que se llegó a convertir en lo que en la actualidad sería un jefe de relaciones públicas. Estos tres nombramientos le permitieron dirigir los archivos imperiales, supervisar la biblioteca del emperador o atender y dirigir la correspondencia administrativa del Imperio, entre otras actividades. Posiblemente formara parte del consilium principis(12), con lo cual participaba en las deliberaciones secretas sobre los asuntos de Estado13. 

El año 128, durante el reinado de Adriano, fue destituido de sus cargos públicos junto con Septicio Claro y ocupó el resto de sus días en su labor literaria. No existe certeza del motivo real de su destitución. Según algunos autores pudiera ser, bien, por un trato inadecuado a la esposa de Adriano, o bien, por haber sido relacionado con ciertas confabulaciones contra el emperador14. No se tiene certeza de la fecha de defunción de Suetonio, aunque debió de morir sobre el año 141.

  


Imágenes 7 y 8: Tiberio - Museo Arqueológico Nacional de Venecia (izquierda) y Calígula - Gliptoteca Ny Carlsberg (derecha).

1.2. Obra(15)

Pratum. 20 tratados de los que se conservan los títulos y algunos fragmentos:

I-III. Los reyes.

IV. La institución de los cargos públicos.

V-VI. Historia de los juegos públicos.

VIII. El año de los romanos.

IX. Naturaleza de las cosas/del mundo.

X. Naturaleza de los animales.

XI. Las abreviaturas.

XII. La república de Cicerón.

XIII. Clases de vestidos.

XIV. Las palabras malsonantes y obscenas.

XV-XVI. Roma.

XVII. La genealogía.

XVIII. Cortesanas famosas.

XIX. Los vicios corporales.

XX. Hechos diversos(16). 

Da viris ilustribus (Hombres ilustres). Tratado que incluía seis libros de biografías (poetas, oradores, historiadores, filósofos, gramáticos y retóricos), de los que sólo se conservan los dos últimos.

Vidas de los doce Césares. Obra objeto de análisis en el presente estudio.

  


Imágenes 9 y 10: Claudio (izquierda) y Nerón - Museos Capitolinos (derecha). 

2. VIDAS DE LOS DOCE CÉSARES(17)

2.1. Argumento

A lo largo de los ocho libros de que se compone la obra Suetonio mostró la biografía de los doce primeros Césares (Julio César, Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón, Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito y Domiciano) en un periodo que abarca desde el año 100 a.C., fecha de nacimiento de César, hasta el año 96 d.C., año de la muerte de Domiciano. Se ha de tener en cuenta en la composición que Suetonio incluye entre los Césares al mismo Julio César, considerándose en la actualidad a Octavio Augusto como el primer emperador romano.

2.2. Estructura de las vidas

Cada una de las biografías de los emperadores posee una división parecida respecto a su distribución, que parte de los antecedentes familiares, su nacimiento, cómo llegó al poder, su vida pública, su vida privada, incluyendo sus hábitos, complexión física y vestimenta, así como su ética y su moral, para finalizar con la pérdida del poder y su muerte, todo ello mezclado con numerosas anécdotas y con prodigios y vaticinios, propios de la religión de la época, que auguraban y vaticinaban sus buenos y malos momentos. Un rasgo fundamental en cada biografía es el hecho de que el papel central de cada una de ellas se centra en su aspecto público, privilegiando el acceso, desempeño y pérdida del poder.

  


Imágenes 11 y 12: Galba - Museo de Antigüedades del Palacio Real de Stockholm (izquierda) y Otón - Museos Capitolinos (derecha)

Así, cada una de las vidas expuestas trata de desgranar a cada gobernante en función de la exposición de sus virtudes y sus defectos, de sus logros y sus fracasos. Tanto es así, que autores como Cizek18, tras analizar las características que definen a cada uno de los doce césares los divide en cuatro categorías y los muestra en el siguiente orden:

Los mejores: Augusto, Otón y Tito.

Los buenos: César y Vespasiano.

Los malos: Tiberio, Galba y Domiciano.

Los peores: Calígula, Nerón y Vitelio.

A Claudio lo incluye en un lugar intermedio en torno a la tercera clasificación.

Aun así, la extensión de las distintas biografías varió en función del periodo durante el que cada emperador gobernó. Con respecto a ello, podemos comprobar tal hecho al estudiar la composición de cada uno de los ocho libros de que consta la obra. Las biografías de seis primeros de los doce emperadores sobre los que escribió Suetonio, concretamente los de la dinastía Julia-Claudia (Julio César, Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), ocupan seis de los ocho libros mencionados, mientras que las biografías de los seis restantes, bien porque tuvieron reinados muy cortos, bien por otros motivos ocuparon los dos libros restantes (Galba, Otón y Vitelio el libro VII, y Vespasiano, Tito y Domiciano el libro VIII). 

  


Imágenes 13 y 14: Vitelio - Colección Grimani de Venecia (izquierda) y Vespasiano - Museo Pushkin (derecha).

El motivo para la brevedad de la narración de estos últimos reinados obedece a una serie de razones, según los casos. Para los emperadores cuya vida conforma el libro VII se trata de los tres primeros gobernantes que desempeñaron el imperio durante el año en que gobernaron los cuatro emperadores. Por lo tanto, su mandato duró meses, lo cual explica la brevedad de la narración de sus mandatos. En el caso de los emperadores del libro VIII, los flavios, se puede deber a dos razones, que bien pudieron afectar de manera separada al autor, o ser el motivo de su brevedad el resultado conjunto de ambas. Por un lado, puede ser que al escribir tales biografías ya no ocupara un cargo público adecuado para la consulta de los archivos y poseyera, por lo tanto, menos datos para llevar a cabo tal cometido, o, por otro lado, que se diera el hecho de que el gobierno de estos tres emperadores estuviera aún reciente y evitara así el autor el tratamiento de determinados asuntos con mayor profundidad.

2.3. Estilo

Suetonio escribió con un estilo directo y sencillo, sin importarle pulir una y otra vez la obra, lo cual llevó a escribir con brevedad, claridad y concisión en su desarrollo. De hecho, existe constancia de que Plinio le instó en determinados momentos a dar por finalizadas sus obras para ser publicadas19. Con frecuencia, donde podían existir descripciones amplias, el autor utilizaba construcciones simples y con una exposición bien estructurada; los discursos eran obviados con el uso de las palabras directas de los biografiados. Por ello su estilo ha sido considerado frío, seco, falto de sentimientos. Ha sido acusado de imparcialidad, aunque no por ello sus textos dejaban de distinguir entre las actitudes y decisiones acertadas y las perversidades de los emperadores, siempre sin llegar el autor sus propia opiniones.

  


Imágenes 15 y 16: Tito - Museo del Louvre (izquierda) y Domiciano - Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (derecha).

Mezclaba grandes acontecimientos con anécdotas insignificantes, con falta de precisión histórica y carencia de fechas, ya que con frecuencia tan sólo hacía referencia a los datos de fechas del nacimiento, acceso al poder y muerte de los emperadores. Hizo uso de un estilo, a veces, cargado de participios, conjunciones y adverbios, así como terminaciones superlativas ([40] Ius laboriosissime ac severissime dixit...) y algunos helenismos. Se trataba de un estilo ameno y familiar que le permitía, al crear el contexto histórico en el que había vivido el protagonista, cada emperador, dar a conocer la evolución de su persona y de su mandato con un razonamiento más cercano al lector.

En definitiva, se puede ser decir que su estilo, además de simple y sencillo, se caracteriza por realizar una exposición de hechos sin ofrecer una opinión determinada sobre cada una de las cuestiones expuestas, a diferencia de otros autores contemporáneos de él, que ofrecen su opinión sobre los acontecimientos descritos. De ese modo, Suetonio sencillamente cuenta al lector lo ocurrido, sin colocar texto adicional que pueda llegar a orientar la idea que aquél que lee su texto pueda llegar a tener de cada uno de los gobernantes.

2.4. Valor histórico

El hecho de ocupar diferentes cargos públicos durante el reinado de los emperadores Trajano y Adriano permitió a Suetonio acceder a documentación oficial, como pueden ser los testamentos de Julio César y de Octavio Augusto, que, junto con otras fuentes de las que bebió el autor, le inspiraron para escribir la obra. Una obra que se enmarca en un periodo similar al descrito en la obra de autores como Tácito o Plutarco, aunque, como hemos comentado, el estilo sencillo y directo de Suetonio, sin rodeos (aunque no falto de numerosas anécdotas), para describir las diferentes acciones históricas que acaecían, difería del de éstos autores, que no dudaban en describir amplios discursos o desarrolladas descripciones. A pesar de esta sencillez de la obra, se podría decir que, en cómputo general, la obra de Suetonio, aunque poseía algunas lagunas e imprecisiones, se adaptó mejor a la realidad que la obra de otros autores contemporáneos.

3. CONCLUSIÓN

A modo de conclusión, en atención a lo anteriormente expuesto, cabe decir que Cayo Suetonio Tranquilo compuso una colosal obra, trabajada en extremo, donde no dudó en incluir tanto datos formales de cada uno de los césares, como cuantiosas anécdotas sobre el mandato de cada uno de ellos, que, en definitiva, ayudaron a conocer de forma directa cómo fueron y actuaron cada uno de ellos. Esto permite a la persona interesada en su obra conocer cómo evolucionaron en sus gobiernos y cómo personas estos gobernantes de la antigua Roma, con los césares como verdaderos protagonistas.

No se han de obviar los errores, en algunos casos desorden e imprecisiones ocasionados por el hecho de que las únicas fechas manejadas en la mayoría de los casos fueran las de nacimiento, subida al poder y fallecimiento de los diferentes césares; pero todo ello fue obviado por la claridad de su exposición y por las numerosas revisiones realizadas previamente a la publicación de la obra, que se entiende tuvo lugar en torno al año 122.

Su obra marcó un antes y un después en el modo de escribir la Historia. Se podría decir que dio origen a la biografía, no como se conocía hasta el momento, sino como un conjunto de acontecimientos con un personaje como protagonista. Así, aunque debido a la estructura de cada narración (familia, nacimiento, subida al poder, vida pública, vida privada, pérdida del poder y fallecimiento), podían aparecer datos de un mismo periodo en diferentes ubicaciones en el texto, la forma de realizar la exposición, directa y sencilla, permitía al lector analizar al personaje y crear un ideario de cómo era en la realidad, según los datos expuestos, sin sufrir una orientación determinada debida a la opinión que se encontraba en textos de otros autores.

Así, la obra Vida de los doce Césares o Historia y vida de los Césares, de Cayo Suetonio Tranquilo, ha sido objeto de estudio por otros autores desde el mismo momento de su publicación, con numerosas transcripciones durante la Edad Media que se vieron acrecentadas con el nacimiento de la imprenta ya en el siglo XV, con gran difusión y numerosas ediciones durante la época moderna y contemporánea. 

NOTAS

[1] Para detalles de la vida de Suetonio se han utilizado las siguientes obras:

SUETONIO: Vidas de los Césares. Cátedra, 1998, pp. 9-125 (introducción de Picón García, V.).

SUETONIO: Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. V-VIII (introducción de Picón García V.).

SUETONIO: Historia y vida de los Césares. Colección Olimpo-Mitología e Historia. Barcelona, Edicomunicación, S.A. 1999, pp. 6-8.

[2] Grupo social romano con rentas por encima de los 400.000 sestercios.

[3] PLINIO EL JOVEN: Cartas. I1; I24,1,3; III8; V10,3; IX34; X94,1; X95. Barcelona, Editorial Gredos, S.A., 2008, pp. 51, 95-96, 160, 261-262, 458 y 547-548.

[4] "...Un hijo de senador que aspirase a una carrera pública servía normalmente como magistrado menor al final de su adolescencia. La mayoría llegaban a pertenecer al "consejo de los veinte" (vigintiviri) en Roma, antes de recibir su primera experiencia militar como tribunus latisclavius en una de las legiones. Parece haber sido relativamente común que estos hombres sirvieran en unidades establecidas en una provincia gobernada por un miembro de su  familia o un amigo íntimo..." (GOLDSWORTHY, A.: El ejército romano, Madrid, Ed. Akal, 2005, p. 60).

[5] PLINIO EL JOVEN: op. cit., 2008. Libro III Carta 8, p. 160.

[6] PLINIO EL JOVEN: op. cit., 2008. Libro I Carta 24, pp. 95-96.

[7] SUETONIO: op. cit., 1999, p. 7.

[8] Idem; y SUETONIO: op. cit., 2008, pp. VII y VIII; PLINIO EL JOVEN: op. cit., Libro X Cartas 94 y 95, pp. 547 y 548.

[9] PLINIO EL JOVEN: op. ci., 2008, Libro I Carta 1, p. 51, nota 1.

[10] Sacerdote. El conjunto de estos cargos públicos ocupados por Suetonio han sido obtenidos de una inscripción hallada en Hipona.

[11] "...Della Corte's impulse to produce this account was of course the publication of the inscription from Hippo Regius, L'Ann'ee Épigraphique, 1953, nº. 73, which reveals that Suetonius was a studiis and a bybliothecis before he became  ab espitulis..." (comentario realizado por J. Crook en 1969 sobre el libro Suetonio eques Romanus de Francesco della Corte en The Classical Review –Cambrigde University Press).

[12] Consejo Imperial.

[13] CORTE, F. della: Suetonio eques Romanus, Florencia, 1967, pp. 26-27.

[14] SUETONIO: op. cit., 1999, p. 8.

[15] Para detalles de la obra de Suetonio han sido utilizadas las siguientes obras:

SUETONIO: op. cit. 1999, pp. 8-9.

SUETONIO: op. cit. 2008, pp. VIII-X.

[16] CORTE, F. della: op. cit. 1967, pp. 233-245.

[17] Para detalles tanto de la obra Vidas de los doce Césares, como del estilo en el que está escrita han sido utilizadas las siguientes obras:

SUETONIO: op. cit. 1999, pp. 9-15.

SUETONIO: op. cit., 2008, pp. X-XXXI.

[18] CIZEK, E.: Structures et Idéologie dans les «Vies des douze Césars» de Suétone, Les Belles Lettres, Bucarest-París, 1977, pp. 65-105, 199-245.

[19] PLINIO EL JOVEN: op. cit., Libro V Carta 10, pp. 261-262.

BIBLIOGRAFÍA

Textos clásicos griego-latinos:

SUETONIO: Vidas de las Césares. Cátedra, 1998, pp. 9-125 (introducción de Picón García, V.).

Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. V-XXXI (introducción de Picón García, V.) y 3-101.

Historia y vida de los Césares. Colección Olimpo-Mitología e Historia. Barcelona, Edicomunicación, S.A., 1999, 5-17.

PLINIO EL JOVEN: Cartas. I1; I24,1,3; III8; V10; X94; X95. Barcelona, Editorial Gredos, S.A., 2008, pp. 51, 95-96, 160, 261-262 y 547-548. 

Otra bibliografía:

CIZEK, E.: Structures et Idéologie dans les «Vies des douze Césars» de Suétone. Les Belles Lettres, Bucarest-París, 1977, pp. 65-105, 199-245

CORTE, F. della: Suetonio eques Romanus, Florencia, 1967, pp. 26-27, 233-245.

CROOK, J. (1969) ‘Suetonius - Corte, Francesco Della: Suetonio, eques romanus. Pp. 273. Florence: La Nuova Italia, 1967. Paper, L. 2,400.’, The Classical Review, 19(1), pp. 62–63.

 (https://www.cambridge.org/core/journals/classical-review/article/abs/suetonius-cortefrancesco-della-suetonio-eques-romanus-pp-273-florence-la-nuova-italia-1967-paper-l-2400/F55D5AF735FE605C194B7F9DB70C7078) (consultado el 08/09/2024).

GOLDSWORTHY, A.: El ejército romano, Madrid, Ed. Akal, 2005. p. 60.

ROLDÁN, J.M.: Césares. Madrid, La Esfera de Libros, 2008.

Introducción a la Historia Antigua. Madrid, Itsmo, 1974.


martes, 8 de octubre de 2024

¿CONOCEIS A QUINTO CELIO, EL AQUITECTO NAVAL?

Una colaboración de Iván La Cioppa para HRA

En HRA tenemos la suerte de tener excelentes colaboradores que aportan su conocimiento a nuestra web. En esta ocasión os presentamos una nueva investigación del divulgador y escritor italiano Ivan La Cioppa, que quiere presentarnos a un hombre muy particular.

Estamos en el Antiquarium, ubicado en el sótano del teatro Del Parco archeologico di Minturnae. La colección epigráfica y escultórica es muy interesante. Entre los diversos hallazgos, me llamó la atención una estela en particular (al final, soy un cazador de estelas), fechada a finales del siglo I a.C., realzada por un montaje muy peculiar.


La lápida en cuestión entro de su contexto.

Como se puede ver en la foto, el epígrafe está colocado entre fragmentos de terracota y ánforas como las que transportaban las onerarias (naves mercantes) romanas. Un escenario perfecto para el fallecido Quinto Caelius, arquitecto naval que trabajaba en el puerto de Minturnae y estaba casado con la liberta Camidia Afrodisia.

Aquí está la primera parte del texto.

Vivit Q(uintus) Caelius Sp(uri) f(ilius) vivi(t) architectus navalis, vivit uxor Camidia M(arci) l(iberta) Aprhodisia.

Él vive: Quinto Celio, hijo de Spurio, arquitecto naval.  
Ella vive: su esposa, Camidia Afrodisia, liberta de Marco.
El texto dice que Quinto es hijo de Spurio. Por tanto, podemos deducir que no fuera el primogénito de su familia (en la sociedad romana el primer hijo siempre asumía el praenomen del padre). La onomástica con los “tria nomina” sugiere también que fuera de condición libre.
Respecto a su esposa, era una liberta (ex esclava) y esto significa que su onomástica probablemente se refiera a características personales. El nombre “Aprhodisia”, de hecho, podría depender de que fuera de especial belleza, como la diosa Afrodita, o a devoción hacia esta divinidad. Cabe señalar que este nombre también se da para otras libertas como Aprodisia (la h suele estar ausente o en una posición diferente como en el caso de Camidia), liberta de Publio Annio (epígrafe encontrado en la zona del Vaticano).

Más allá de las notas biográficas, la inscripción me intrigó por el poema que podéis leer a continuación (segunda parte del texto):

“Hospes resiste et nisi molestust, perlege.
Noli stomachare. Suadeo, caldum bibas moriundust. Vale.”

“Amigo, detente y lee, a menos que te moleste. No te irrites.
Te pido que tomes una bebida caliente y la disfrutes, ya que todos tenemos que morir. Adiós.”

Este tipo de composición se da en muchos epígrafes romanos, pero siempre es una emoción leerlos y comprender su ineludible significado. La expresión “bebida caliente” es la traducción de la palabra “caldum” que en latín también podía ser vino mezclado con agua caliente. 

Hasta aquí podemos llegar con las líneas de esta lápida, lejano y breve testimonio de la vida de Quinto Celio, un hombre corriente, de esos a los que la historia tiene la costumbre de ignorar.

Bibliografía📚

- Brian K. Harvey, Roman Lives: Ancient Roman Life as Illustrated by Latin Inscriptions , ed. corr. (Indianapolis: Focus Publishing, 2015), p. 172.
- Ernst Diehl, Vulgärlateinische Inschriften (Bonn: A. Marcus und E. Weber, 1910), p. 56 .
- Heikki Solin, Le Epigrafi della Valle di Comino. Atti del quattordicesimo convegno epigrafico cominese. Atina - Palazzo Ducale, 27-28 maggio 2017
- Couverture fascicule
Inscriptiones latinae liberae rei pubblicae.
Actes de colloque de Rome (27-28 mai 1988.



Iván La Cioppa

Nació en Santa MarÍa Capua Vetere (CE, Italia) en 1981, tras un bachiller en literatura y letras se ha licenciado en derecho. Escritor, divulgador y experto en historia de Roma, ha publicado dos novelas históricas: “La legión que vino del mar” y “Una legión por Trajano”, disponibles también en español, y una novela de fantasía, “I figli di Akilon”. Sus obras han tenido éxito tanto en Italia como en España y en América Latina. Colabora con museos, asociaciones culturales y blogs de divulgación histórica tanto en Italia como en España.

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jueves, 1 de agosto de 2024

LAS MURALLAS AURELIANAS. LOS MUROS GUARDIANES DE LA HISTORIA ROMANA

Un artículo de Federico Romero Díaz para Historia y Roma Antigua

En el siglo III se introduce una terrible novedad para el Imperio romano, ya que pasa de ser el depredador al que sus vecinos deben temer, a ser la presa que  debe defenderse. Francos, vándalos, godos, hérulos, persas entre otros muchos pueblos, rompen las fronteras e incursionan en territorio imperial sembrando la destrucción a su paso. Las fuerzas romanas, debilitadas por las continuas guerras civiles y la crisis económica, poco pueden hacer para detener a los invasores que, a veces penetran profundamente en zonas que hasta ese momento siempre habían permanecido libres de este tipo de calamidades como Hispania, Grecia o la propia Italia. La situación era francamente mala y a ello no ayudaban los continuos cambios que se producían en el trono imperial. Los emperadores, uno tras otro, tras breves periodos de gobierno, eran asesinados para ser sustituidos por otros candidatos más del gusto de sus soldados. El de emperador era un oficio con muy poca esperanza de vida en ese medio siglo que podemos situar entre el 235 (fecha del asesinato de Alejandro Severo, el último de su dinastía y el 284, momento en el que asciende al trono Diocleciano). Es en este contexto en el que Lucio Domicio Aureliano tiene que gobernar. Consiguió hacerlo durante cinco años (270-275) durante los cuales reunificó el Imperio romano, dividido en tres grandes partes (Imperio galo, Imperio romano e Imperio de Palmira) y realizó múltiples reformas que contribuyeron al fin de la anarquía militar. También construyó importantes infraestructuras entre las que destacan sobre el resto las conocidas como Murallas Aurelianas.

Puerta de Ostia hacia el 400. Il. Peter Dennis.

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS MURALLAS AURELIANAS.

Es en este contexto de invasiones y problemas internos es en el que surge la necesidad de construir un potente cinturón de murallas que protegiera de invasores externos el corazón del Imperio. En el 271 estallaron terribles revueltas en Roma, provocadas entre otros factores por el miedo ante el acercamiento de un poderoso contingente de germanos que ya ha habían asolado el norte de Italia. El temor de los romanos estaba justificado ya que la ciudad se encontraba indefensa. Hasta ese momento el tamaño del Imperio y la fuerza de sus ejércitos la habían protegido de los bárbaros, pero eso era cosa del pasado, ya ninguna ciudad estaba realmente segura y se fomentaba, sobre todo en las más expuestas o más cercanas al limes, la construcción de murallas que le proporcionaran a las poblaciones seguridad frente a unos invasores que carecían de la habilidad de expugnar ciudades fortificadas.

Aureliano era consciente de que no podía permitirse dejar un ejército lo suficientemente grande como para proteger la capital, pero tampoco podía abandonar la ciudad y dejarla desprotegida frente a una nueva amenaza de invasión germánica. Lo más práctico era la construcción de un potente círculo de murallas que ofrecieran la sensación de seguridad que anhelaban los habitantes de la Urbs. Roma en el siglo III era una gran ciudad 
Estudio Randone, interior de la Muralla Aureliana

Ninguna población la superó en extensión hasta el Londres del siglo XVIII. No era factible amurallarla en su totalidad, por lo que se diseñó un cinturón amurallado de unos 19 kilómetros que protegía las 14 regiones augustas y las estructuras más importantes de la ciudad. Al norte y al sur seguía el antiguo límite aduanero de la ciudad de tiempos de Vespasiano. Un saliente al sur incorporó una parte de la Vía Appia para proteger el Aqua Antonina y el valle del Almo. Así se evitaba que desde allí se pudieran dominar las defensas de la ciudad. Al oeste un saliente protegía el actual Trastevere y el Janículo. El motivo era que en esa zona se encontraban los molinos de grano de la ciudad y que desde el Janículo se podía controlar la Isla Tiberina y sus puentes. En el Este se amplió el antiguo límite aduanero y se protegió una considerable área adicional en la que se encontraban acueductos importantes para Roma. La orilla del río también fue fortificada, incorporando todos los puentes urbanos. Es probable que el mausoleo de Adriano estuviera incorporado a las fortificaciones como cabeza de puente del sistema defensivo de la ciudad.


Mapa del área que protegen las Murallas Aurelianas.

Su construcción exigió un gran esfuerzo de planificación y preparación previa (trazar la línea que debían seguir los muros, aprobar los planos, organizar la mano de obra y los materiales necesarios, etc). Antes de irse a los Balcanes donde debía hacer frente a la invasión goda,  el emperador quería dejar cerrados todos estos aspectos. Solo el trabajo de demolición y de excavación de los cimientos llevó un tiempo considerable. A la muerte del emperador en el 275 los trabajos de construcción aún no estaban acabados. Zósimo nos cuenta que se acabaron bajo el gobierno de Probo( 276-282).

En condiciones normales hubieran sido los propios soldados los encargados de realizar una obra de esta magnitud, sin embargo Aureliano necesitaba a sus soldados para luchar primero en los Balcanes y después en Oriente, así que decidió encomendar la tarea a los gremios de la ciudad que probablemente contarían en su labor con la dirección de un pequeño contingente de expertos y técnicos militares. A cambio, les concedió el privilegio de llevar el nombre de Aureliani en sus títulos oficiales.

El general Belisario ante las murallas de Roma, conquistada a los ostrogodos en el 536. Autor Pavel Simak

Las circunstancias que obligaron a la construcción de estos muros determinaron en gran manera su naturaleza. Debían construirse rápido y con mano de obra esencialmente no militar y al menor coste posible. Los muros debían ser imponentes y funcionales, no ostentosos. Por ello solo en los muros de las puertas principales podemos encontrar algún intento de embellecimiento estético. La principal finalidad con la que se construyeron fue la de proteger a Roma de una invasión germánica dando el tiempo necesario al Imperio para responder y enviar una fuerza de auxilio. No fueron concebidas para resistir el ataque concentrado de un ejército con maquinaria de asedio sofisticada. Los muros tenían una doble función de disuasión tanto física como psicológica. Otro de sus propósitos era el económico. Las murallas sirvieron para mejorar el control aduanero de los productos que entraban y salían de la ciudad limitando en gran medida el contrabando del pasado.

Estructura de las Murallas Aurelianas.

En cuanto a la estructura constructiva de los muros debemos decir que era sencilla. A base de cemento de cal y arena puzolana revestido por dentro y por fuera, con tejas o ladrillos rotos en piezas triangulares colocadas en mortero. A diferencia de las murallas de otras ciudades en las que se utilizó de forma sistemática materiales reciclados, incluso estatuas y columnas de otros edificios, en estas murallas se utilizó material nuevo. Los cimientos tenían 4 metros de ancho y la profundidad variaba en función del terreno. Sostenían unos muros imponentes de 3.6 metros de espesor y 6.1 de altura. El muro contaba con un paseo amurallado de cemento fino y almenas que elevaban la altura final del conjunto a los 8 metros. A cada 30 metros se elevaba una torre, había 381 en total. Caso todas eran rectangulares y tenían 7.6 metros de ancho y sobresalían 3.5 metros del muro del que se elevaban en unos 4.5 metros. Contaban con ventanas que permitían el uso de ballestas que podían disparar en un giro de 90 grados. El acceso a las murallas solo se podía realizar a través de las torres de las puertas, lo que era práctico ya que así se impedía el paso de civiles no autorizados a los muros.


Porta de San Sebastiano que se corresponde con antigua Porta Appia

Las murallas se caracterizan por su simplicidad en el diseño y concepción y por la notable uniformidad aportada por la dirección del proyecto que se vio obligada a utilizar trabajadores que carecían de la experiencia de las unidades militares habituadas a este tipo de trabajos. Esta uniformidad no impidió que algunas estructuras preexistentes fueran incorporadas a las murallas. Son varios los ejemplos que podemos aportar. por ejemplo los muros de contención de los Horti Aciliorum y Horti Sallustiani en el norte. También los muros del campamento pretoriano, el lado de un bloque de viviendas en la pared este con sus ventanas tapadas, el muro sur del anfiteatro castrense con sus arcadas tapiadas y varias tumbas, la más importante de ellas la pirámide de Caius Cestius cerca de Porta Ostiensis. En total una décima parte del circuito contaba con elementos preexistentes a la construcción de las murallas.


Tumba de Caius Cestius en la que se pude apreciar su incorporación a la muralla (derruida en parte para permitir el tráfico).

Uno de los puntos débiles que ofrecían era, en opinión de Procopio que en la orilla del Tíber las murallas estaban desprovistas, casi totalmente de torres defensivas. 

Tipos de puertas de las Murallas Aurelianas.

En cuanto a las entradas, las Murallas Aurelianas originales contaban con 29 puertas de diferentes categorías que podemos dividir en cuatro niveles:

1.- Estaban flanqueadas por dos grandes torres semicirculares. En este nivel se encuentran las cuatro grandes puertas que se correspondían con los cuatro caminos principales que llegaban a la ciudad: Vía Flaminia desde el norte, la Vía Appia desde el sur, Vía Ostiensis en la orilla este y la Vía Portuensis en la orilla oeste.

2.- En este caso se trataban de puertas únicas flanqueadas también por torres circulares. Daban servicio a vías de importancia secundaria como la Vía Salaria, Nomentana, Tiburtina  Latina.

3.- Daban servicio a caminos secundarios. Las puertas consistían en un solo arco entre dos torres del muro cuadradas, espaciadas en el intervalo habitual. Eran poco más que simples poternas aunque algunas de ellas fueron reformadas con posterioridad como la Porta Asiniaria o la Metrobia, ambas en la zona sur.
                                                          La Porta Tiburtina de las murallas aurelianas

4.- Había numerosas puertas, postigos y poternas que en muchos casos daban un servicio privado. La gran mayoría fueron bloqueadas poco tiempo después aunque otras se crearon con posterioridad a la construcción de las murallas. Al menos cinco de ellas se realizaron en el tramo del río para dar servicio a los muelles del Tíber de gran importancia económica para Roma.

Las Murallas Aurelianas a lo largo de la historia.

Las murallas que Aureliano mandó construir fueron evolucionando a lo largo de la historia de la ciudad. Sufrieron sucesivas remodelaciones y refuerzos que modificaron su función inicial y las adaptaron a las necesidades de cada momento.

A principios del siglo IV, solo 30 años después de su finalización, el usurpador Magencio, que preveía que su capital iba a ser asediada por un ejército romano, reforzó todo el circuito. Duplicó la altura de los muros y comenzó a excavar un foso alrededor del recinto, cerro varias puertas secundarias y reforzó la defensa de las restantes. Honorio de la mano de Estilicón, ya en la primera década del V, reforzó de nuevo las murallas y puertas. Doblaron la altura de algunas partes de la muralla y reemplazaron el anterior camino de ronda al descubierto por corredores cubiertos. También se creó un nuevo adarve abierto con almenas, donde se podían colocar las máquinas de guerra. Estas murallas reforzadas aguantaron en el 408 y 409 dos asedios consecutivos de los godos de Alarico. Es cierto que finalmente, en el 410, saquearon la ciudad, pero no fue gracias a que vencieron la resistencia de los defensores de las Murallas Aurelianas, sino a que probablemente sus puertas fueron abiertas desde dentro por unos habitantes desesperados por el hambre.

A lo largo del siglo V y principios del VI. Las murallas fueron reparadas en dos ocasiones jugando un papel importante en las guerras góticas de Justiniano, cuyo general, el gran Belisario las reparó y fortaleció en el 536 y en el 547.

Durante la Edad Media y el Renacimiento fueron mantenidas y ampliadas, principalmente por el papado. Ya en el siglo XIX las fuerzas nacionalistas de Garibaldi resistieron algunos días tras ellas el ataque francés. Afortunadamente, hoy aún podemos disfrutar de la grandiosidad de parte de esos muros levantados por el gran Aureliano, testigos de toda una era.






La brecha de Porta Pia, pintura de Carlo Ademollo.

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viernes, 28 de junio de 2024

CUANDO LAS AGUAS DEL RIN SE TIÑERON DE ESPUMA ROJA. BATALLA DE ARGENTORATUM( 357). LAS CAMPAÑAS DE JULIANO Y VALENTINIANO I EN LA GALIA.


Texto de Federico Romero Díaz

En el 355, nada más ser nombrado César por su tío Constancio II, el joven Juliano fue enviado al norte de la Galia con la misión de recuperar los territorios romanos arrebatados por los germanos al Imperio y reestablecer el limes del Rin. Para ayudarle en su labor Constancio asigno a Juliano a algunos de sus más veteranos generales para que le asistieran en sus campañas. 

Germanos saqueando una ciudad gala( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Cuando llegó a la Galia, se encontró con una situación muy complicada. Muchas poblaciones estaban ocupadas por francos o alamanes. Hasta entonces, Juliano había sido un joven estudioso, un ratón de biblioteca que había leído todos los tratados de estrategia militar de la época. Sin embargo, ante sus soldados pronto se mostró como un decidido hombre de acción.

Juliano(( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata.        
 Yermo Ediciones)

En el 356, Juliano comenzó la reconquista del territorio imperial desde el sur. Llegó a Vienne, que estaba en manos romanas, y desde allí avanzó hacia el norte, llegando a Autun, amenazada por los germanos. A finales de junio, llegó a la ciudad y siguió hacia el noreste, luchando contra las bandas germanas y liberando territorios a medida que avanzaba. 

Tras conseguir una tregua con los francos, centró su atención en los alamanes. Continuó su avance hacia el norte, llegando a Reims y, después de muchos combates, reconquistó Colonia Agripina para Roma. Con la llegada del invierno, se retiró a Sens, donde fue sitiado por los alamanes. Aunque el auxilio de la caballería de Marcelo nunca llegó, Juliano consiguió derrotar a los sitiadores y recibir refuerzos enviados por Constancio II bajo el mando del bárbaro imperial Barbacio.

Campañas de Juliano contra los germanos 356-360. Autor Roger M. Kean

El ejército de Juliano

Los casi 25.000 soldados que acompañaban a Barbacio permitieron a Juliano actuar de manera más agresiva en la campaña del 357. Reconstruyó Bonna y mejoró las defensas de Colonia. Después, trazó un plan con Barbacio para apresar al ejército de la confederación alamana. Los alamanes comprendieron que debían actuar para no ser expulsados de sus nuevas tierras. Entre los líderes alamanes estaban Cnodomario, Vestralpo, Urio, Ursicino, Sumario, Hortario y Serapión. También las fuerzas de Vadomario se enfrentaron a las legiones romanas. Los alamanes reunieron unos 30.000 hombres para enfrentarse a Roma.

Ante tan gran fuerza, la situación era crítica para Juliano, especialmente tras la desbandada de las fuerzas de Barbacio. Juliano contaba con unos 10.000 infantes, de los cuales la mitad eran auxiliares y la otra mitad legionarios, apoyados por unos 3.000 jinetes. Los alamanes, que superaban en más de dos a uno a los romanos, se mostraron arrogantes y exigieron a Juliano que abandonara las tierras que consideraban suyas.

las tropas romanas se preparan para combatir( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)



Los alamanes tardaron tres días en cruzar el Rin con todos sus efectivos, lo cual fue un error táctico que los dejó atrapados entre las espadas romanas y el río. Juliano vio una excelente oportunidad de derrotarlos en un solo enfrentamiento y se dirigió a su encuentro, enviando exploradores a caballo e infantería ligera para proteger los flancos de su ejército durante la marcha.


Escaramuza en la orilla del Rin . Autor G. Embleton

La Batalla de Argentoratum (357)

Al enterarse del cruce del Rin por el gran ejército alamán, Juliano decidió enfrentarlos. Contaba con una escolta de unos 200 hombres a caballo y sus tropas estaban compuestas por las legiones de los Regii y los Primanii, así como por los Hérulos, Celtas y Petulantes. Antes del combate, Juliano exhortó a sus soldados a comer, beber y descansar adecuadamente, pero el consejo no fue bien recibido. Juliano examinó el campo de batalla y ocupó una posición favorable algo elevada, fortificándola y desplegando sus tropas.

El César se colocó a la derecha y Severo, su magister equitum, a la izquierda. En el centro se situó la infantería ligera con la misión de hostigar al enemigo, y detrás de ellos, la legión palatina Regii y los auxiliares bátavos, cornuti y bracchiati. Detrás, a modo de reserva, estaban los 500 catafractos y la legión Primanii, además de hérulos y celtas. Fue una sabia decisión que se mostró efectiva en la lucha.

Despliegue de tropas de alamanes y romanos previo a Batalla de Estrasburgo o de Argentoratum 357, 

Los alamanes, informados de la disposición romana, situaron a su caballería ligera enfrente de la romana, mezclando a sus mejores jinetes con soldados a pie. El rey Serapión se situó en el ala derecha y Cnodomario en la izquierda. El grueso de los alamanes estaba en el centro, con la misión de aplastar a los romanos con su empuje y superioridad numérica.

  La caballería pesada romana vacila.                            
Severo, al mando del ala izquierda romana, detectó una emboscada alamana en un canal cenagoso y detuvo su avance. Tras un intercambio de proyectiles, los alamanes exigieron a sus reyes que descabalgaran de sus monturas para luchar a pie. Todos los reyes alamanes accedieron y compartieron el destino de sus guerreros. En la izquierda, Severo progresaba sin grandes problemas, mientras que en la derecha, la caballería pesada romana se desbandó tras una herida leve a uno de sus líderes y la caída accidental de otro de los jinetes. Juliano logró reunir a sus hombres y enfrentarse de nuevo al enemigo.

Los alamanes lanzaron un poderoso ataque encabezado por Cnodomario, logrando abrir una brecha en las líneas romanas. Sin embargo, los Batavi y los Regii cerraron la brecha, y la primera línea romana quedó reconstruida. Los reyes alamanes, con sus tropas de élite, intentaron nuevamente romper la formación romana, pero los Primanii resistieron "como torres". Los alamanes, cansados y viendo que no podían romper la línea romana, comenzaron a morir en gran número.

Cnodomario lanza un potente ataque frente a las líneas romanas. ( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Los alamanes sobrevivientes huyeron hacia el Rin, que se tiñó de rojo por la sangre de los guerreros alamanes. donde muchos murieron ahogados o atravesados por proyectiles romanos. El conteo oficial registró 6.000 alamanes muertos en combate y 2.000 ahogados más, con solo 243 soldados romanos muertos. Cnodomario se intentó esconder, pero fue capturado y enviado a Roma, donde falleció poco después.

Alamanes recibiendo la lluvia de proyectiles romanos

La victoria de Juliano y sus campañas posteriores en la Galia.

La victoria de Juliano demostró el poder de las legiones romanas, incluso en inferioridad numérica, gracias a un buen liderazgo, disciplina y organización. Fue el triunfo más resonante de Juliano, quien fue aclamado como imperator por sus soldados, aunque él rechazó el título.

Aprovechando su victoria, Juliano cruzó el Rin y asoló el territorio enemigo hasta que el miedo a una posible emboscada en una zona demasiado boscosa, lo hizo retroceder. Firmó una tregua con los germanos y, al no cumplir con su promesa de devolver cautivos romanos, Juliano cruzó nuevamente el Rin para liberar a 20.000 cautivos. En el 358, también llevó a cabo acciones contra los francos del bajo Rin, reforzando las defensas romanas y asegurando la frontera del Rin hacia el 360.

Bárbaros se llevan cautivos a provinciales romanos. (( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Las guerras de Valentiniano I. La Batalla de Solicinum.

Valentiniano I enfrentó una serie de conflictos con los alamanes tras su llegada al poder. En el 365, los alamanes invadieron la Galia, aprovechando la disminución de los subsidios que el Imperio les abonaba. Derrotaron a Charrito y Severiano, enviados por Valentiniano, y continuaron su avance. En el 366, un ejército romano, al mando de Dagalaifo, también fracasó contra los alamanes. Sin embargo, Jovino, otro general de Valentiniano, consiguió una victoria significativa, capturando a 4.000 guerreros y matando a 6.000 más (Amiano Marcelino, Historia, XXVI, 5, 13).

A pesar de esta victoria, los alamanes volvieron a atacar el limes en el 366 y destruyeron Mogontiacum. Valentiniano reaccionó con dureza, ordenando el asesinato de Viticabio, hijo de Vadomario, y organizó un ejército expedicionario que invadió territorio alamán.

Destrucción de una ciudad romana por los bárbaros. (( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)


La batalla de Solicinium fue una victoria pírrica para los romanos, que sufrieron grandes bajas y tuvieron que retirarse (Amiano Marcelino, Historia, XXVII, 10, 5). Los alamanes destruyeron la principal fortaleza romana en su territorio.

Los alamanes continuaron desafiando la autoridad romana, ahora liderados por el rey Macriano. Tras cuatro años de guerra, y con problemas en otras fronteras, Valentiniano no tuvo más remedio que firmar una paz con Macriano en 369. Esto permitió un periodo de relativa calma en el Rin (Amiano Marcelino, Historia, XXIX, 4, 5).

En resumen, a pesar de los éxitos iniciales de Juliano y las victorias esporádicas de Valentiniano I, la frontera del Rin siguió siendo un punto de tensión constante para el Imperio Romano. La capacidad de respuesta romana y la habilidad de sus líderes militares se pusieron a prueba repetidamente, reflejando la complejidad y los desafíos de mantener la seguridad en una de las fronteras más conflictivas del Imperio.

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