viernes, 22 de noviembre de 2024

LUCILA, ENTRE LA REALIDAD Y LA LEYENDA DEL PERSONAJE CINEMATOFGRÁFICO

 

Annia Aurelia Galeria Lucila: Entre la política imperial y el mito cinematográfico

Es curioso como a veces el cine favorece que centremos nuestra atención en algunos personajes que , de otra manera, hubieran permanecidos como perfectos desconocidos para la mayor parte de la gente,. Uno de estos personajes históricos es Annia Aurelia Galeria Lucila, conocida por el gran público como uno de los principales personajes de las películas Gladiator I y II, aunque tal vez los que somos un poquito más viejos también recordemos a la Lucila interpretada por la gran Sofía Loren en La caída del Imperio romano (1964), una producción de Samuel Broston, dirigida por el gran Anthony Mann. ¿Qué no la ha visto?, está usted tardando.

Estatua en mármol de la Lucila real y las Lucilas de Gadiator I, II ( Connie Nielsen) y finalmente Sofía Loren como la Lucila de "La caída del Imperio romano. ( 1964)

Bromas aparte, el recuerdo de Lucila, para bien o para mal le debe mucho a la industria del cine que no lo olvidemos, se dedica a entretener, no a enseñar y que por lo tanto no está obligada a ser rigurosa desde un punto de vista histórico. No quiero extenderme mucho sobre el personaje en las dos películas de Gladiator. Es casi imposible hacerlo bien sin caer en el indeseado spoiler. Solo decir que el verdadero personaje, la auténtica Lucila, fue desterrada y murió en la isla de Capri, víctima de un asesino a sueldo enviado por su propio hermano, en el 182 mucho antes de lo que se dice en Gladiator II, seis años antes de que por ejemplo naciera Caracalla (188) otro de los personajes de esta nueva entrega de Gladiator. Tampoco el carácter del personaje real parece muy similar al de ficción.

La historia de Lucila contrasta profundamente con su representación en Gladiator. Mientras que la película la presenta como una heroína trágica que lucha por la justicia, la figura histórica era más compleja y, en muchos sentidos, víctima de las estructuras de poder de su tiempo. Lucila, hija, esposa de emperadores y augusta fue una mujer poderosa, acostumbrada a las intrigas de la corte en las que, al parecer participó de una manera activa, tanto que acabó por costarle la vida. Ups, ven, ya he hecho un spoiler.

1. Los primeros años de Lucila: Familia y posición

Lucila nació en el año 149 (o 150 d.C)., en el seno de una de las dinastías más importantes del Imperio romano, los Antoninos. Fue la segunda hija de Marco Aurelio y Faustina la Menor. La Antigüedad fue una época terrible para las mujeres y los niños por la elevada mortalidad tanto en el parto como en los primeros años de la infancia. La mitad de los nacidos no llegaba a la edad adulta y muchas de las madres morían en el parto o poco después. Ni siquiera la familia imperial escapaba a esta terrible norma. La pareja imperial llegó a tener entre 13 o 14 hijos. Tenemos un estupendo artículo escrito por nuestro colaborador Marcos Uyá Esteban sobre la cuestión en este mismo blog. A pesar de este número tan elevado de hijos, solo unos pocos sobrevivieron a MArco Aurelio. Autores como Kyle Harper,sontienen que solamente que Cómodo y Lucila fueron los únicos supervivientes. Otros como nuestro propio colaborador defienden que: 

"fueron un hijo y cuatro hijas, lo cual puede explicar, en el caso de Cómodo, la elección como emperador, puesto que, al ser el único varón superviviente, Marco Aurelio no tuvo más remedio que nombrarlo sucesor con el fin de evitar una guerra civil."

Desde su nacimiento, Lucila estaba destinada a un rol político importante. Su linaje y posición en la jerarquía imperial definieron gran parte de su vida. Aunque las mujeres romanas no podían acceder directamente al poder, las hijas y esposas de los emperadores desempeñaban un papel crucial en las alianzas políticas, especialmente en lo referente a la política matrimonial.

En el año 164, con apenas 14 años, Lucila contrajo matrimonio con Lucio Vero, el co-emperador asociado de Marco Aurelio. 

                        Busto en mármol de Lucio Vero

La boda tuvo lugar en Éfeso, un evento diseñado  no solo para afianzar la alianza política entre los hombres con más poder del Imperio, sino también para legitimar el poder compartido entre Marco Aurelio y Vero. En este contexto, Lucila fue nombrada augusta, un título que la convertía en una de las personas más importantes dentro de la familia imperial y del estado.

“De hecho, se dice que, incluso cuando era  emperador, no se avergonzaba ni dudaba en  recurrir a un maestro, sino que se hizo discípulo  de Sexto, el filósofo beocio, 1 y no dudaba en  asistir a las lecciones de retórica de  Hermógenes; 3  pero se inclinaba más por las  doctrinas de la escuela estoica. Lucio, por el  contrario, era un hombre vigoroso de edad más joven y más apto para las empresas militares. Por eso Marco lo convirtió en su yerno casándolo con su hija Lucila y lo envió a dirigir la guerra contra los partos.”

Dión Casio, Historia de Roma, 71,1

La joven, acompañada por su padre hasta Brundisio fue enviada junto a su prometido Lucio Vero que viajó hacia el oeste desde siria al encuentro de su prometida. Ambos se reunieron en Efeso, donde se celebró la boda. El matrimonio duró poco ya que Lucio Vero murió prematuramente, posiblemente por unas fiebres en el 169. Aún así les dio tiempo a tener tres hijos, dos niñas y un niño llamado como su padre, Lucio Vero (volviendo al cine, otro de los personajes de Gladiator I y II).

Marco Aurelio distribuyendo pan a la gente.
Joseph-Marie Vien en museo de Picardie
Sobre la muerte de Lucio Vero las fuentes clásicas se han mostrado bastante maledicentes, en especial la poco fiable Historia Augusta que relata sórdidas historias que varían mucho unas e las otras: en una Lucio murió por la ingesta de un trozo de carne envenenada por Marco; en otra es un médico llamado Posidio el que obedeciendo a Marco Aurelio realiza a Vero una sangría en un momento inadecuado; en otra es Faustina, la esposa de Marco Aurelio la que le asesina espolvoreando veneno en unas ostras enfadada porque Vero le había confesado a Lucila que mantenía relaciones sexuales con ella; hay más historias en otra es Lucila, celosa por la influencia de las hermanas de Vero en su marido la que acabó con su él. Lo interesante es que el propio Dión Casio recogiera estas historias y afirmara que fue el propio Marco Aurelio, enterado de que supuestamente Lucio Vero estaba conspirando contra él, el responsable de la muerte de su yerno.

“Al regresar, perdió a muchos de sus soldados por hambre y enfermedades, pero regresó a Siria con los supervivientes. Lucio se glorificó de estas hazañas y se enorgulleció de ellas, pero su extrema buena suerte no le ayudó; 3  1 1 se dice que más tarde participó en un complot contra su suegro Marco y murió envenenado antes de poder llevar a cabo ninguno de sus planes.”

Dión Casio, Historia de Roma, 71,2-3.


La mayor parte de los historiadores están de acuerdo en que es probable que Lucio muriera víctima de la enfermedad conocida como peste antonina, seguramente viruela. Marco Aurelio hizo grandes demostraciones públicas  de dolor, acompañó su cuerpo hasta Roma y lo divinizó.

2. Lucila como augusta: poder y ambición. Viuda de Lucio Vero y esposa de Pompeyano

La pérdida de su marido supuso un giro importante en la vida de Lucila. Aunque conservó su título de Augusta, su posición quedó en un limbo político, peligroso para ella y para su padre en especial acuciado por volver al frente. Era posible que algún personaje ambicioso utilizara a la joven Lucila para legitimarse en el poder, comprendió que lo mejor era casarla cuanto antes y con alguien de su entera confianza. Así lo hizo.  Tiberio Claudio Pompeyano era un oficial que había combatido con lealtad en las campañas del norte, suficiente a ojos e Marco Aurelio para que se casara con su hija de 19 años. Durante la campaña contra los partos (161-166 d.C.), emprendida por el co-emperador Lucio Vero, destacó como comandante. Fue nombrado después cónsul sufecto (162) y gobernador de la Baja Panonia Inferior entre los años 164-168 d.C. En el año 167 se enfrentaría exitosamente a la invasión de los germanos marcomanos y cuados. Era un militar veterano y leal a la dinastía. Fue el elegido en contra de la opinión de Lucila y su madre Faustina, ya que era un caballero de Antioquía  mucho mayor que ella y con un linaje sin la distinción necesaria para emparentar con la familia imperial. Las protestas de madre e hija fueron inútiles Este es, al parecer el personaje en el que se inspiraron los guionistas de Ridley Scott para crear el personaje de Máximo Décimo Meridio de Gladiator.

Maximo Décimo Meridio (personaje de ficción) y el general de Marco Aurelio Tiberio Claudio Pompeyano (busto).

A pesar de estas tensiones, Lucila continuó siendo una figura influyente en la corte. Su título de augusta, su cercanía al emperador y su experiencia como consorte imperial la mantenían en el centro de las intrigas políticas de Roma, donde las mujeres de la familia imperial eran tanto herramientas como actores principales en los juegos de poder.

Cuadro ‘Últimas palabras del emperador Marco Aurelio’ del pintor francés Delacroix 

3. Lucila y Cómodo: Rivalidad y conspiración

Con la muerte de Marco Aurelio en el año 180, el poder pasó a su hijo Cómodo. Su gobierno marcó un cambio drástico respecto a la era de estabilidad promovida por su padre. Cómodo chocó rápido con los senadores, a la que disgustaban sus maneras autoritarias de gobierno. Pronto se ganó la enemistad de varios sectores de la élite romana que a su vez supieron implicar a su favor a Lucila.

Cómodo en el Senado (Escena de Gladiator I)
Ella estaba molesta, había sido desplazada por su hermano del círculo más cercano al poder. Ahora era la esposa de Cómodo, Crispina, la persona más próxima al oído del emperador. Veía su influencia en la corte reducida. Esta marginación, junto con su desconfianza hacia las capacidades de Cómodo para gobernar y el ambiente de insatisfacción general entre los senadores ante las maneras autocráticas de Cómodo, llevaron a Lucila a participar en una conspiración para derrocarlo en el año 182. Esta intriga, que involucraba a varios senadores y oficiales, tomaron parte Ummidio Quadrato, cuñado de Cómodo, Claudio Pompeyano sobrino de Lucila y su segundo esposo y el prefecto Paterno. La ejecución del golpe fue confiada a Pompeyano,  aunque Herodiano nos cuenta que el ejecutor debía ser el senador Quintiano.

Fuera el que fuera, antes de atacar a Cómodo, le mostró el arma diciéndole: “esta te la envía el Senado", estos pocos instantes le dieron un respiro al emperador para primero evitar el golpe y después recurrir a sus guardias que detuvieron a los conspiradores. Las palabras del asesino aumentaron en Cómodo el resentimiento hacia el Senado, apoyándose a partir de entonces en el orden ecuestre. A lo largo de sus 12 años de gobierno fueron muchos los senadores ejecutados por orden del emperador, temeroso, en ocasiones con bastante razón, de sus conspiraciones. La serie de las víctimas comenzó en Lucila: su hermano la desterró a Capri curiosamente la misma isla donde desterró a su mujer Crispina, puede que a causa de alguna infidelidad de esta. Allí hizo matar a su hermana. También fueron asesinados por Cómodo, Pompeyano, Quadrato, el prefecto Paterno y Salvio Juliano, sobrino del gran jurisconsulto. Los ricos y cultos hermanos Quintilios, que no escondían su descontento por la situación política, siguieron el camino al otro mundo de los anteriores. Hasta el prefecto Perenne, que estuvo detrás de muchas de estas muertes también cayó ante las sospechas de Cómodo que tras asesinarlo, lo sustituyó por un ambicioso liberto llamado Cleandro, que se hizo tristemente famoso por su corrupción y avaricia. Años después Cómodo cayó victima de otra conspiración urdida por varias personas, entre ellas su amante Marcia.

La muerte de Cómodo por Fernand Pelez (1879).
Asesinato del emperador Cómodo,
encargado por su amante Marcia .

4. Conclusión: Historia y mito

La vida de Lucila es un gran ejemplo de las oportunidades y limitaciones que enfrentaban las mujeres de la familia imperial. Nominalmente, no podían ocupar cargos oficiales. Sin embargo, su proximidad al poder les permitía actuar como mediadoras, conspiradoras y símbolos políticos. En el caso de Lucila, el título de augusta, del que no todas las mujeres de la familia imperial podían alardear, le daba un estatus que la convertía en una pieza muy importante dentro del tablero de ajedrez en el que se disputaba el poder en Roma. También la hacía vulnerable. Lucila fue utilizada por su padre como herramienta política en sus dos matrimonios. Cuando llegó el cambio de régimen, a la muerte de MArco Aurelio y dejó de ser útil fue apartada.

El fracaso en su intento de conspirar contra Cómodo la expuso a las brutales represalias que definieron la política romana.

En la realidad, Lucila no era una simple espectadora de los acontecimientos, sino una participante activa, motivada tanto por ambiciones personales como por la supervivencia. Su vida, marcada por el ascenso, la caída y la tragedia, ilustra las tensiones de una época en la que la estabilidad del Imperio dependía tanto de las intrigas palaciegas como de la fuerza militar.

La transformación de Lucila en un ícono cinematográfico refleja cómo la cultura popular selecciona y adapta los elementos históricos para crear narrativas que resuenen con las audiencias contemporáneas. Sin embargo, al mirar más allá del mito, encontramos una figura cuya historia, aunque menos glamorosa, es igualmente fascinante y reveladora.

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jueves, 14 de noviembre de 2024

BATALLA DE ADRIANÓPOLIS (378). UN NEGRO VELO DE SANGRE.

La Batalla de Adrianópolis, sucedida el 9 de agosto del  año 378, representó un punto de inflexión en la historia del Imperio romano y en su relación con los pueblos bárbaros. La aplastante derrota del ejército romano oriental, la enorme pérdida de efectivos que le supuso al Imperio y la muerte del emperador Valente abrieron una herida que debilitó a Roma frente a la creciente presión de los bárbaros.

Esta derrota y el debilitamiento militar que supuso forzó al Imperio a integrar a los godos dentro de sus fronteras bajo condiciones de autonomía inéditas, estableciendo un precedente ventajoso para los godos al que pretendieron aspirar otros pueblos. Podríamos decir que tras el desastre de Adrianópolis, se inició el camino de un Imperio que dominaba a los bárbaros a otro que cada vez más, dependía de ellos.

Batalla de Adrianópolis 378. Caballería goda atacando goda el flanco y retaguardia romana. Autor Howard Herard

El lector podría pensar, tras leer as anteriores líneas que tal vez estamos cargando las tintas y que las cosa no fue tan grave. Bueno, los números tienen la mala costumbre de ser poco discutibles. Adrianópolis supuso la muerte de unos 25.000 soldados y auxiliares romanos, 300 centuriones, 35 tribunos y 2 magister militum. Más o menos entre la mitad y dos terceras partes del ejército romano oriental. Lo más terrible era la gran dificultad que suponía suplir estas bajas, ya que un legionario romano no era algo que se improvisaba de un día para otro, costaba mucho dinero y meses de duro entrenamiento formar a un recluta, no digamos ya a un experimentado centurión. A pesar de los esfuerzos que se realizaron, de la rapidez con la que se hicieron nuevas campañas de reclutamiento, la brecha abierta era de tal magnitud que no fue posible cerrarla adecuadamente y hubo que recurrir, cada vez más incorporar contingentes de bárbaros con una preparación y un equipamiento inferior al de sus anteriores compañeros de armas. Al contemplar la magnitud de este desastre surge una pregunta inevitable. ¿Cómo el ejército más poderoso de su tiempo, pudo sufrir una derrota de semejante magnitud? Para dar una respuesta adecuada a este interrogante es necesario retroceder unos años en la línea del tiempo.

Años previos a la batalla

La situación comenzó a deteriorarse cuando los hunos, guerreros nómadas con una movilidad y armamento superior, como arcos asimétricos y una movilidad muy superior a la de sus rivales, irrumpieron en la región donde residían los godos greutungos y otros pueblos bárbaros. Esto hizo saltar por los aires todo el delicado sistema diplomático y militar en el que, durante décadas, el Imperio romano había basado sus relaciones con los godos en particular y con el barbáricum en general. Los godos greutungos se las apañaron bastante bien para frenar el avance de las hordas hunas sobre su territorio. Sin embargo, a pesar de la resistencia inicial, la división interna entre cristianos y paganos, y entre clanes proclives a colaborar con el Imperio frente a otros que defendían la guerra contra Roma, las dificultades económicas por las que atravesaban los godos tras el desfavorable tratado que el emperador Valente les impuso en el 469, convirtió a los godos en un pueblo vulnerable. Entre el 372 al 375 llegaron los grandes desastres para el pueblo de los godos.

     Hunos atacados por campesinos. Autor Angus McBride

 El rey de los greutungos Hermanarico fue derrotado por alanos y hunos y optó por suicidarse. El resto de su pueblo se refugió entre sus hermanos y vecinos tervingios, liderados por el juez Atanarico que con sus propias fuerzas, las de los alanos huidos de los hunos liderados por Alateo y Safrax y los greutungos supervivientes al desastre plantaron batalla en dos nuevas ocasiones a los escitas. Todo fue inútil, nada parecía frenar el avance de los caballos hunos que ahora y casi de un plumazo, se habían hecho con casi todo el territorio de los godos, convirtiendo en un infierno llameante el barbáricum. Atanarico buscó refugio con algunos de sus seguidores en los Cárpatos y el resto de su pueblo, es decir miles de godos encabezados ahora por Alavivo y Fritigerno se dirigieron a buscar refugio bajo el seguro paraguas del Imperio romano, iniciando una migración masiva hacia el territorio romano del Danubio oriental.

Visigodos dirigiéndose al Danubio 375,  huyendo de los hunos Il.. Howard Gerard

Esta crisis humanitaria se le vino a Valente encima cuando se enfrentaba a una situación complicada: los persas avanzaban en el este sobre Armenia e Iberia, su intransigencia arriana había encendido el conflicto en Palestina, con la tribu árabe liderada por la reina Mavia y el costo de las campañas contra los godos en los años anteriores habían debilitado las finanzas romanas. La llegada de los godos era una gran oportunidad para reforzar la potencia de Oriente con miles de nuevos reclutas para el ejército y muchos colonos para poner en explotación amplias zonas rurales devastadas en los años anteriores. Finalmente, el emperador decidió permitir la entrada de los godos al Imperio con la condición de que entregaran sus armas y se sometieran a la autoridad imperial como "dediticii" o dependientes de Roma un estatuto jurídico menos beneficioso que otros como el de laeti.

Recreación de AI de la reina Mavia( realizada por Alberto Martínez)

Los planes no le salieron demasiado bien a los romanos. No tuvieron en cuenta a los centenares de miles de alanos, sármatas, godos y otros bárbaros que, ajenos al acuerdo con las autoridades romanas, decidieron huir del infierno desatado por los hunos penetrar sin permiso en el territorio imperial con sus armas y vivir del saqueo. La administración y el ejército romano se vieron desbordados ante semejante oleada de invasores lo que condujo a una crisis de seguridad en las provincias de Tracia, Mesia y Escitia. Por otro lado, los abusos de las autoridades romanas exacerbaron la situación. Los godos se rebelaron contra unas autoridades que, en vez de protegerles y alimentarles hasta que llegara el momento de asignarles un territorio en el que vivir, los explotaban y les hacían pasar hambre. En el 377 estalló la Guerra Gótica. Los jefes godos Fritigerno y Alavivo, frustrados comenzaron una campaña de saqueo que desestabilizó aún más el Imperio que, en ese momento, tenía su foco de atención, como hemos dicho, en otros conflictos.

La respuesta romana fue liderada por Valente que firmó apresuradamente la paz con la reina Mavia y envió tropas al mando de dos de sus generales que, uniéndose a las tropas enviadas por Graciano, el emperador de Oriente, trataron de frenar la marea bárbara que, a pesar de todo, acabó por desbordar a los romanos. Ambos bandos se enfrentaron en dos batallas, en la primera los romanos fueron derrotados y en la segunda, celebrada en ad Salices en el 377, a 15 kilómetros de Marcianópolis, a pesar de obtener la victoria, los romanos no consiguieron desalojar a Fritigerno de Tracia. Tuvo que ser Valente en persona el que dirigiera a sus tropas hacia el Danubio. Tras llegar a Constantinopla, en cuyos campos adyacentes incursionaban los saqueadores bárbaros se dirigió más al norte, a la ciudad amurallada de Adrianópolis para frenar la amenaza bárbara ya que, a pesar de los refuerzos occidentales enviados por Graciano, las tropas romanas no habían demostrado ser capaces de detener el avance de los godos en Tracia.

                               Movimientos de romanos y godos en 377-378. Fuente Osprey.

9 de agosto del 378. La batalla de Adrianópolis.

La decisiva batalla se libró el 9 de agosto del 378. Valente, confiando en una victoria rápida y sin esperar los refuerzos de su sobrino Graciano, enfrentó al ejército godo con entre 40,000 y 60,000 soldados.

Los errores que llevaron al desastre comenzaron a acumularse. Valente quería plantar batalla cuanto antes por varios factores como que estaba necesitado de la legitimación que una victoria en solitario le daría, más teniendo en cuenta que a pesar de llevar varios años en el puesto (desde el 364) aún no había conseguido un gran triunfo militar que justificara ante sus súbditos su trono imperial. El movimiento de las tropas de Fritigerno hacia el sur amenazaba con cortar las líneas logísticas de abastecimiento entre Adrianópolis y Constantinopla, su sobrino se encontraba a 450 kilómetros de la ciudad, es decir a unas dos semanas de marcha. Además su servicio de información le falló por partida doble al infravalorar el número de guerreros que seguían a Fritigerno y al ignorar a otros diez mil guerreros alanos y hunos liderados por Alateo y Safrax de otro campamento cercano. Todos estos factores llevaron a Valente a marchar 23 kilómetros desde la ciudad, al encuentro de las tropas de Fritigerno. La marcha se hizo en condiciones lamentables. El agua y la comida quedaron atrás por orden del emperador para hacer más rápida la marcha de unos soldados que llegaron exhaustos al campo de batalla.

La estrategia goda consistió en ganar tiempo con falsas conversaciones diplomáticas, generar humo con el incendio de los campos de alrededor y reunir a sus guerreros dispersos, incluyendo a los jinetes alanos y hunos, quienes serían determinantes en la batalla. Los romanos, agotados tras una larga marcha, encontraron dificultades para desplegarse e iniciaron la batalla por cuenta propia, en el ala izquierda, sin recibir la orden del emperador. Se trataba de infantería ligera que finalmente fue rechazada por los godos que respondieron con una ataque sorpresa de la caballería goda, alana y huna en ese flanco izquierdo que acabó por descomponerse. Con sus líneas desorganizadas, sin flanco izquierdo y bajo un intenso calor, el ejército romano sucumbió ante la presión goda.

Batalla de Adrianópolis 378. Planteamiento inicial de la batalla

El propio Valente murió en el conflicto, presumiblemente refugiado en una granja cercana. Allí llegó tras ser abandonado por la mayor parte de su guardia. El edificio fue incendiado por los godos, que no sabían que Valente se escondía en él. Este desastre marcó la pérdida de un emperador en combate( algo que no sucedía desde el emperador Decio que pereció en la batalla de Abritio en el 251. La derrota supuso la aniquilación de gran parte del ejército oriental. Tan solo el ala derecha y casi toda la caballería pudieron retirarse en orden a las murallas de Adrianópolis. Los godos, tras su victoria, fracasaron en su intento de conquistar Adrianópolis y la propia Constantinopla debido a su falta de habilidad para asediar ciudades. Aun así, sembraron la destrucción y la ruina en las regiones circundantes antes de dispersarse en grupos más pequeños.

 Valente se refugia entre las unidades de los veteranos lanciarii y matiarii, durante la batalla de Adrianópolis. Osprey Publishing.

 Consecuencias de la Batalla.

La derrota tuvo un impacto profundo en el Imperio romano, marcando un cambio de paradigma en las relaciones entre romanos y bárbaros. Teodosio, el sucesor de Valente, se vio obligado a llevar una política de pacto y alianza con los godos. De hecho le costó casi 5 años obligarlos a pactar . El tratado o tratados, ya que sabemos que se firmó con varios jefes godos en el 382, concedía a los godos territorios dentro del Imperio como aliados, en lugar de someterlos al papel de súbditos del Imperio. Este acuerdo, que incluía su derecho a mantener gobernantes y tradiciones propias y sentó un precedente en el que los bárbaros ya no eran tratados como pueblos dominados, sino como un elemento interno y autónomo en la política imperial.

La batalla evidenció cierta incapacidad del Imperio para contener la presión de los pueblos bárbaros en sus fronteras. La integración de estos pueblos, anteriormente vista como una fuente de soldados y contribuyentes, empezó a percibirse como un peligro. La xenofobia creció en el Imperio y surgió un resentimiento profundo hacia los bárbaros en general y hacia los godos en concreto. Ahora los bárbaros habían pasado de ser una cuestión de política exterior a formar parte de la realidad cotidiana, del día a día. Algunos, muy a su pesar comprendieron que los bárbaros ya no iban a irse, que habían llegado para quedarse. Ahora eran un factor fundamental y controvertido dentro de la sociedad y política romana. 

Soldados romanos Mediados S. V: izquierda: 1 Aeccio magister militum. 2 Bucelario de Valentiniano III (Plácido Valentiniano Felices); 3 Guardaespaldas huno de Aeccio. Derecha: 1 Biarco ostrogodo del Cuneus Equites Escutatorum; 2 primicerio (oficial); 3 Flammoularios de Mattiarii Juniors. Autor Graham Summer


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lunes, 14 de octubre de 2024

SUETONIO. EL TESTIGO DE LA HISTORIA. VIDA Y OBRA.

Una colaboración de  Francisco Jesús Calvo Falce para Historia y Roma Antigua.

Hoy gracias al impecable trabajo de uno de nuestros colaboradores vamos a cambiar el objetivo de la Historia y lo vamos a fijar en aquel que dedicó parte de si vida a dejar testimonio de ella. Hoy vamos a centrarnos en la vida y obra de Cayo Suetonio Tranquilo, el autor, entre otras, de Vidas de los doce césares.

En el presente estudio será objeto de análisis tanto la vida pública y privada del autor Suetonio, como una de sus grandes obras, Vidas de los doce Césares. Con respecto a la vida del autor existen pocos datos directos, la mayor parte de los cuales se llegan a obtener del propio autor, de Plinio el Joven y de autores posteriores como Juan Lido o Suidas. Historiográficamente hablando, la obra de Suetonio tiene la base oficial, como veremos en momentos posteriores de este estudio, de haber podido acceder a los archivos oficiales del Imperio, debido a los diferentes cargos que ocupó durante los mandatos de los emperadores Trajano y Adriano. 

  

Imágenes 1 y 2: Suetonio (izquierda) y Plinio el Joven - Santa María la Mayor de Como (derecha).

Como primera medida a tener en cuenta para desarrollar el análisis comentado se realizará un breve estudio de la vida del autor junto con su obra, sin dejar de lado el estilo que utilizaba a la hora de plasmar sus conocimientos sobre la vida oficial de palacio y la vida pública y civil de Roma. Nos acercaremos también a la época en la que vivió el autor y el modo en el que ésta pudo influenciar en el desarrollo de sus textos.

A continuación, en un primer acercamiento a la obra objeto de análisis, se estudiará el contenido de dicha obra en su conjunto y haremos hincapié en el modo en el que fue escrita y en cómo fueron distribuidos los diferentes apuntes que se realizan en cada una de las doce biografías.

1. CAYO SUETONIO TRANQUILO

1.1. Vida y época1

Cayo Suetonio Tranquilo nació posiblemente en Roma, alrededor del año 69-70 d.C., si bien puede que sus padres no fueran oriundos de la capital del imperio. Como su padre, Suetonio Leto, perteneció al orden ecuestre2. En una primera etapa de juventud, en torno a los años 97-98, comenzó a moverse en el círculo de Plinio el Joven, relación que se vio recogida en diversas cartas de éste último3. Realizó estudios en materias como la gramática, la retórica, la filosofía, la historia o la música. Llegó a ejercer la abogacía, que decidió abandonar para alistarse en el ejército como tribuno militar4, cargo que consiguió gracias a Plinio, aunque también optó por abandonarlo5. Prefería, antes que seguir en la vida militar, vivir en una casa de campo, adquirida gracias a la intervención de Plinio el Joven a Bebio Hispano, en la que escribir e investigar, alternando su actividad pública con tranquilos paseos por sus tierras6.

  


Imágenes 3 y 4: Trajano - Glipsoteca de Munich (Fuente: De Desconocido (izquierda) y Adriano - Museos Capitolinos (derecha).

En la correspondencia entre Trajano y Plinio el Joven se puede observar la idea que el emperador tiene de Suetonio al exponer que “es hombre muy honrado, íntegro, erudito, con quién, teniendo en cuenta su carácter y su gusto por las letras, ya hace tiempo trabé con él íntima amistad y cuanto más le trato más estimación le tengo”7. Según Plinio, se puede llegar a suponer que Suetonio casó con una mujer no muy adinerada, bien humilde o de poca fortuna, ya que por tener tres hijos, le solicitó privilegios, subsidios y exclusiones para él al emperador Trajano, que éste no dudó en conceder8.

Tras el fallecimiento de Plinio (112-113), Suetonio comenzó a relacionarse con el círculo de Septicio Claro, a quien dedicó la obra objeto de análisis en el presente estudio y que ejercía el cargo de segundo prefecto del pretorio de Adriano en el año 1199. Sobrevino a partir de aquí el culmen de su carrera administrativa, que empezaría con el emperador Trajano y alcanzó sus máximas cotas con Adriano. En estos momentos obtuvo la Prefectura del Pretorio, ya durante el reinado de Adriano. Ocupó los cargos de flamen10, juez y pontífice máximo de Vulcano, si bien los nombramientos públicos que le ayudaron en mayor medida a la hora de desarrollar su labor literaria fueron los nombramientos para diferentes procuradurías, desempeñadas entre los años 117-118 a 128. 

  


Imágenes 5 y 6: Julio César - Museo Arqueológico Nacional de  Nápoles (izquierda) y Octavio Augusto de Prima Porta - Museo Chiaramonti de Ciudad del Vaticano (derecha).

Fue sucesivamente, durante el reinado de Trajano, procurador a studiis (de los estudios) con el cargo de supervisar la biblioteca privada del emperador, asesorarle en materias literarias y científicas y redactar sus escritos o decretos; y procurador a bibliothecis (de las bibliotecas), que le permitía controlar y supervisar todas las bibliotecas, con poder para seleccionar y admitir o no los ejemplares presentados; por último, fue procurador ab epistulis11 (de la correspondencia) durante el reinado de Adriano, con lo que se llegó a convertir en lo que en la actualidad sería un jefe de relaciones públicas. Estos tres nombramientos le permitieron dirigir los archivos imperiales, supervisar la biblioteca del emperador o atender y dirigir la correspondencia administrativa del Imperio, entre otras actividades. Posiblemente formara parte del consilium principis(12), con lo cual participaba en las deliberaciones secretas sobre los asuntos de Estado13. 

El año 128, durante el reinado de Adriano, fue destituido de sus cargos públicos junto con Septicio Claro y ocupó el resto de sus días en su labor literaria. No existe certeza del motivo real de su destitución. Según algunos autores pudiera ser, bien, por un trato inadecuado a la esposa de Adriano, o bien, por haber sido relacionado con ciertas confabulaciones contra el emperador14. No se tiene certeza de la fecha de defunción de Suetonio, aunque debió de morir sobre el año 141.

  


Imágenes 7 y 8: Tiberio - Museo Arqueológico Nacional de Venecia (izquierda) y Calígula - Gliptoteca Ny Carlsberg (derecha).

1.2. Obra(15)

Pratum. 20 tratados de los que se conservan los títulos y algunos fragmentos:

I-III. Los reyes.

IV. La institución de los cargos públicos.

V-VI. Historia de los juegos públicos.

VIII. El año de los romanos.

IX. Naturaleza de las cosas/del mundo.

X. Naturaleza de los animales.

XI. Las abreviaturas.

XII. La república de Cicerón.

XIII. Clases de vestidos.

XIV. Las palabras malsonantes y obscenas.

XV-XVI. Roma.

XVII. La genealogía.

XVIII. Cortesanas famosas.

XIX. Los vicios corporales.

XX. Hechos diversos(16). 

Da viris ilustribus (Hombres ilustres). Tratado que incluía seis libros de biografías (poetas, oradores, historiadores, filósofos, gramáticos y retóricos), de los que sólo se conservan los dos últimos.

Vidas de los doce Césares. Obra objeto de análisis en el presente estudio.

  


Imágenes 9 y 10: Claudio (izquierda) y Nerón - Museos Capitolinos (derecha). 

2. VIDAS DE LOS DOCE CÉSARES(17)

2.1. Argumento

A lo largo de los ocho libros de que se compone la obra Suetonio mostró la biografía de los doce primeros Césares (Julio César, Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón, Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito y Domiciano) en un periodo que abarca desde el año 100 a.C., fecha de nacimiento de César, hasta el año 96 d.C., año de la muerte de Domiciano. Se ha de tener en cuenta en la composición que Suetonio incluye entre los Césares al mismo Julio César, considerándose en la actualidad a Octavio Augusto como el primer emperador romano.

2.2. Estructura de las vidas

Cada una de las biografías de los emperadores posee una división parecida respecto a su distribución, que parte de los antecedentes familiares, su nacimiento, cómo llegó al poder, su vida pública, su vida privada, incluyendo sus hábitos, complexión física y vestimenta, así como su ética y su moral, para finalizar con la pérdida del poder y su muerte, todo ello mezclado con numerosas anécdotas y con prodigios y vaticinios, propios de la religión de la época, que auguraban y vaticinaban sus buenos y malos momentos. Un rasgo fundamental en cada biografía es el hecho de que el papel central de cada una de ellas se centra en su aspecto público, privilegiando el acceso, desempeño y pérdida del poder.

  


Imágenes 11 y 12: Galba - Museo de Antigüedades del Palacio Real de Stockholm (izquierda) y Otón - Museos Capitolinos (derecha)

Así, cada una de las vidas expuestas trata de desgranar a cada gobernante en función de la exposición de sus virtudes y sus defectos, de sus logros y sus fracasos. Tanto es así, que autores como Cizek18, tras analizar las características que definen a cada uno de los doce césares los divide en cuatro categorías y los muestra en el siguiente orden:

Los mejores: Augusto, Otón y Tito.

Los buenos: César y Vespasiano.

Los malos: Tiberio, Galba y Domiciano.

Los peores: Calígula, Nerón y Vitelio.

A Claudio lo incluye en un lugar intermedio en torno a la tercera clasificación.

Aun así, la extensión de las distintas biografías varió en función del periodo durante el que cada emperador gobernó. Con respecto a ello, podemos comprobar tal hecho al estudiar la composición de cada uno de los ocho libros de que consta la obra. Las biografías de seis primeros de los doce emperadores sobre los que escribió Suetonio, concretamente los de la dinastía Julia-Claudia (Julio César, Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), ocupan seis de los ocho libros mencionados, mientras que las biografías de los seis restantes, bien porque tuvieron reinados muy cortos, bien por otros motivos ocuparon los dos libros restantes (Galba, Otón y Vitelio el libro VII, y Vespasiano, Tito y Domiciano el libro VIII). 

  


Imágenes 13 y 14: Vitelio - Colección Grimani de Venecia (izquierda) y Vespasiano - Museo Pushkin (derecha).

El motivo para la brevedad de la narración de estos últimos reinados obedece a una serie de razones, según los casos. Para los emperadores cuya vida conforma el libro VII se trata de los tres primeros gobernantes que desempeñaron el imperio durante el año en que gobernaron los cuatro emperadores. Por lo tanto, su mandato duró meses, lo cual explica la brevedad de la narración de sus mandatos. En el caso de los emperadores del libro VIII, los flavios, se puede deber a dos razones, que bien pudieron afectar de manera separada al autor, o ser el motivo de su brevedad el resultado conjunto de ambas. Por un lado, puede ser que al escribir tales biografías ya no ocupara un cargo público adecuado para la consulta de los archivos y poseyera, por lo tanto, menos datos para llevar a cabo tal cometido, o, por otro lado, que se diera el hecho de que el gobierno de estos tres emperadores estuviera aún reciente y evitara así el autor el tratamiento de determinados asuntos con mayor profundidad.

2.3. Estilo

Suetonio escribió con un estilo directo y sencillo, sin importarle pulir una y otra vez la obra, lo cual llevó a escribir con brevedad, claridad y concisión en su desarrollo. De hecho, existe constancia de que Plinio le instó en determinados momentos a dar por finalizadas sus obras para ser publicadas19. Con frecuencia, donde podían existir descripciones amplias, el autor utilizaba construcciones simples y con una exposición bien estructurada; los discursos eran obviados con el uso de las palabras directas de los biografiados. Por ello su estilo ha sido considerado frío, seco, falto de sentimientos. Ha sido acusado de imparcialidad, aunque no por ello sus textos dejaban de distinguir entre las actitudes y decisiones acertadas y las perversidades de los emperadores, siempre sin llegar el autor sus propia opiniones.

  


Imágenes 15 y 16: Tito - Museo del Louvre (izquierda) y Domiciano - Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (derecha).

Mezclaba grandes acontecimientos con anécdotas insignificantes, con falta de precisión histórica y carencia de fechas, ya que con frecuencia tan sólo hacía referencia a los datos de fechas del nacimiento, acceso al poder y muerte de los emperadores. Hizo uso de un estilo, a veces, cargado de participios, conjunciones y adverbios, así como terminaciones superlativas ([40] Ius laboriosissime ac severissime dixit...) y algunos helenismos. Se trataba de un estilo ameno y familiar que le permitía, al crear el contexto histórico en el que había vivido el protagonista, cada emperador, dar a conocer la evolución de su persona y de su mandato con un razonamiento más cercano al lector.

En definitiva, se puede ser decir que su estilo, además de simple y sencillo, se caracteriza por realizar una exposición de hechos sin ofrecer una opinión determinada sobre cada una de las cuestiones expuestas, a diferencia de otros autores contemporáneos de él, que ofrecen su opinión sobre los acontecimientos descritos. De ese modo, Suetonio sencillamente cuenta al lector lo ocurrido, sin colocar texto adicional que pueda llegar a orientar la idea que aquél que lee su texto pueda llegar a tener de cada uno de los gobernantes.

2.4. Valor histórico

El hecho de ocupar diferentes cargos públicos durante el reinado de los emperadores Trajano y Adriano permitió a Suetonio acceder a documentación oficial, como pueden ser los testamentos de Julio César y de Octavio Augusto, que, junto con otras fuentes de las que bebió el autor, le inspiraron para escribir la obra. Una obra que se enmarca en un periodo similar al descrito en la obra de autores como Tácito o Plutarco, aunque, como hemos comentado, el estilo sencillo y directo de Suetonio, sin rodeos (aunque no falto de numerosas anécdotas), para describir las diferentes acciones históricas que acaecían, difería del de éstos autores, que no dudaban en describir amplios discursos o desarrolladas descripciones. A pesar de esta sencillez de la obra, se podría decir que, en cómputo general, la obra de Suetonio, aunque poseía algunas lagunas e imprecisiones, se adaptó mejor a la realidad que la obra de otros autores contemporáneos.

3. CONCLUSIÓN

A modo de conclusión, en atención a lo anteriormente expuesto, cabe decir que Cayo Suetonio Tranquilo compuso una colosal obra, trabajada en extremo, donde no dudó en incluir tanto datos formales de cada uno de los césares, como cuantiosas anécdotas sobre el mandato de cada uno de ellos, que, en definitiva, ayudaron a conocer de forma directa cómo fueron y actuaron cada uno de ellos. Esto permite a la persona interesada en su obra conocer cómo evolucionaron en sus gobiernos y cómo personas estos gobernantes de la antigua Roma, con los césares como verdaderos protagonistas.

No se han de obviar los errores, en algunos casos desorden e imprecisiones ocasionados por el hecho de que las únicas fechas manejadas en la mayoría de los casos fueran las de nacimiento, subida al poder y fallecimiento de los diferentes césares; pero todo ello fue obviado por la claridad de su exposición y por las numerosas revisiones realizadas previamente a la publicación de la obra, que se entiende tuvo lugar en torno al año 122.

Su obra marcó un antes y un después en el modo de escribir la Historia. Se podría decir que dio origen a la biografía, no como se conocía hasta el momento, sino como un conjunto de acontecimientos con un personaje como protagonista. Así, aunque debido a la estructura de cada narración (familia, nacimiento, subida al poder, vida pública, vida privada, pérdida del poder y fallecimiento), podían aparecer datos de un mismo periodo en diferentes ubicaciones en el texto, la forma de realizar la exposición, directa y sencilla, permitía al lector analizar al personaje y crear un ideario de cómo era en la realidad, según los datos expuestos, sin sufrir una orientación determinada debida a la opinión que se encontraba en textos de otros autores.

Así, la obra Vida de los doce Césares o Historia y vida de los Césares, de Cayo Suetonio Tranquilo, ha sido objeto de estudio por otros autores desde el mismo momento de su publicación, con numerosas transcripciones durante la Edad Media que se vieron acrecentadas con el nacimiento de la imprenta ya en el siglo XV, con gran difusión y numerosas ediciones durante la época moderna y contemporánea. 

NOTAS

[1] Para detalles de la vida de Suetonio se han utilizado las siguientes obras:

SUETONIO: Vidas de los Césares. Cátedra, 1998, pp. 9-125 (introducción de Picón García, V.).

SUETONIO: Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. V-VIII (introducción de Picón García V.).

SUETONIO: Historia y vida de los Césares. Colección Olimpo-Mitología e Historia. Barcelona, Edicomunicación, S.A. 1999, pp. 6-8.

[2] Grupo social romano con rentas por encima de los 400.000 sestercios.

[3] PLINIO EL JOVEN: Cartas. I1; I24,1,3; III8; V10,3; IX34; X94,1; X95. Barcelona, Editorial Gredos, S.A., 2008, pp. 51, 95-96, 160, 261-262, 458 y 547-548.

[4] "...Un hijo de senador que aspirase a una carrera pública servía normalmente como magistrado menor al final de su adolescencia. La mayoría llegaban a pertenecer al "consejo de los veinte" (vigintiviri) en Roma, antes de recibir su primera experiencia militar como tribunus latisclavius en una de las legiones. Parece haber sido relativamente común que estos hombres sirvieran en unidades establecidas en una provincia gobernada por un miembro de su  familia o un amigo íntimo..." (GOLDSWORTHY, A.: El ejército romano, Madrid, Ed. Akal, 2005, p. 60).

[5] PLINIO EL JOVEN: op. cit., 2008. Libro III Carta 8, p. 160.

[6] PLINIO EL JOVEN: op. cit., 2008. Libro I Carta 24, pp. 95-96.

[7] SUETONIO: op. cit., 1999, p. 7.

[8] Idem; y SUETONIO: op. cit., 2008, pp. VII y VIII; PLINIO EL JOVEN: op. cit., Libro X Cartas 94 y 95, pp. 547 y 548.

[9] PLINIO EL JOVEN: op. ci., 2008, Libro I Carta 1, p. 51, nota 1.

[10] Sacerdote. El conjunto de estos cargos públicos ocupados por Suetonio han sido obtenidos de una inscripción hallada en Hipona.

[11] "...Della Corte's impulse to produce this account was of course the publication of the inscription from Hippo Regius, L'Ann'ee Épigraphique, 1953, nº. 73, which reveals that Suetonius was a studiis and a bybliothecis before he became  ab espitulis..." (comentario realizado por J. Crook en 1969 sobre el libro Suetonio eques Romanus de Francesco della Corte en The Classical Review –Cambrigde University Press).

[12] Consejo Imperial.

[13] CORTE, F. della: Suetonio eques Romanus, Florencia, 1967, pp. 26-27.

[14] SUETONIO: op. cit., 1999, p. 8.

[15] Para detalles de la obra de Suetonio han sido utilizadas las siguientes obras:

SUETONIO: op. cit. 1999, pp. 8-9.

SUETONIO: op. cit. 2008, pp. VIII-X.

[16] CORTE, F. della: op. cit. 1967, pp. 233-245.

[17] Para detalles tanto de la obra Vidas de los doce Césares, como del estilo en el que está escrita han sido utilizadas las siguientes obras:

SUETONIO: op. cit. 1999, pp. 9-15.

SUETONIO: op. cit., 2008, pp. X-XXXI.

[18] CIZEK, E.: Structures et Idéologie dans les «Vies des douze Césars» de Suétone, Les Belles Lettres, Bucarest-París, 1977, pp. 65-105, 199-245.

[19] PLINIO EL JOVEN: op. cit., Libro V Carta 10, pp. 261-262.

BIBLIOGRAFÍA

Textos clásicos griego-latinos:

SUETONIO: Vidas de las Césares. Cátedra, 1998, pp. 9-125 (introducción de Picón García, V.).

Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. V-XXXI (introducción de Picón García, V.) y 3-101.

Historia y vida de los Césares. Colección Olimpo-Mitología e Historia. Barcelona, Edicomunicación, S.A., 1999, 5-17.

PLINIO EL JOVEN: Cartas. I1; I24,1,3; III8; V10; X94; X95. Barcelona, Editorial Gredos, S.A., 2008, pp. 51, 95-96, 160, 261-262 y 547-548. 

Otra bibliografía:

CIZEK, E.: Structures et Idéologie dans les «Vies des douze Césars» de Suétone. Les Belles Lettres, Bucarest-París, 1977, pp. 65-105, 199-245

CORTE, F. della: Suetonio eques Romanus, Florencia, 1967, pp. 26-27, 233-245.

CROOK, J. (1969) ‘Suetonius - Corte, Francesco Della: Suetonio, eques romanus. Pp. 273. Florence: La Nuova Italia, 1967. Paper, L. 2,400.’, The Classical Review, 19(1), pp. 62–63.

 (https://www.cambridge.org/core/journals/classical-review/article/abs/suetonius-cortefrancesco-della-suetonio-eques-romanus-pp-273-florence-la-nuova-italia-1967-paper-l-2400/F55D5AF735FE605C194B7F9DB70C7078) (consultado el 08/09/2024).

GOLDSWORTHY, A.: El ejército romano, Madrid, Ed. Akal, 2005. p. 60.

ROLDÁN, J.M.: Césares. Madrid, La Esfera de Libros, 2008.

Introducción a la Historia Antigua. Madrid, Itsmo, 1974.


martes, 8 de octubre de 2024

¿CONOCEIS A QUINTO CELIO, EL AQUITECTO NAVAL?

Una colaboración de Iván La Cioppa para HRA

En HRA tenemos la suerte de tener excelentes colaboradores que aportan su conocimiento a nuestra web. En esta ocasión os presentamos una nueva investigación del divulgador y escritor italiano Ivan La Cioppa, que quiere presentarnos a un hombre muy particular.

Estamos en el Antiquarium, ubicado en el sótano del teatro Del Parco archeologico di Minturnae. La colección epigráfica y escultórica es muy interesante. Entre los diversos hallazgos, me llamó la atención una estela en particular (al final, soy un cazador de estelas), fechada a finales del siglo I a.C., realzada por un montaje muy peculiar.


La lápida en cuestión entro de su contexto.

Como se puede ver en la foto, el epígrafe está colocado entre fragmentos de terracota y ánforas como las que transportaban las onerarias (naves mercantes) romanas. Un escenario perfecto para el fallecido Quinto Caelius, arquitecto naval que trabajaba en el puerto de Minturnae y estaba casado con la liberta Camidia Afrodisia.

Aquí está la primera parte del texto.

Vivit Q(uintus) Caelius Sp(uri) f(ilius) vivi(t) architectus navalis, vivit uxor Camidia M(arci) l(iberta) Aprhodisia.

Él vive: Quinto Celio, hijo de Spurio, arquitecto naval.  
Ella vive: su esposa, Camidia Afrodisia, liberta de Marco.
El texto dice que Quinto es hijo de Spurio. Por tanto, podemos deducir que no fuera el primogénito de su familia (en la sociedad romana el primer hijo siempre asumía el praenomen del padre). La onomástica con los “tria nomina” sugiere también que fuera de condición libre.
Respecto a su esposa, era una liberta (ex esclava) y esto significa que su onomástica probablemente se refiera a características personales. El nombre “Aprhodisia”, de hecho, podría depender de que fuera de especial belleza, como la diosa Afrodita, o a devoción hacia esta divinidad. Cabe señalar que este nombre también se da para otras libertas como Aprodisia (la h suele estar ausente o en una posición diferente como en el caso de Camidia), liberta de Publio Annio (epígrafe encontrado en la zona del Vaticano).

Más allá de las notas biográficas, la inscripción me intrigó por el poema que podéis leer a continuación (segunda parte del texto):

“Hospes resiste et nisi molestust, perlege.
Noli stomachare. Suadeo, caldum bibas moriundust. Vale.”

“Amigo, detente y lee, a menos que te moleste. No te irrites.
Te pido que tomes una bebida caliente y la disfrutes, ya que todos tenemos que morir. Adiós.”

Este tipo de composición se da en muchos epígrafes romanos, pero siempre es una emoción leerlos y comprender su ineludible significado. La expresión “bebida caliente” es la traducción de la palabra “caldum” que en latín también podía ser vino mezclado con agua caliente. 

Hasta aquí podemos llegar con las líneas de esta lápida, lejano y breve testimonio de la vida de Quinto Celio, un hombre corriente, de esos a los que la historia tiene la costumbre de ignorar.

Bibliografía📚

- Brian K. Harvey, Roman Lives: Ancient Roman Life as Illustrated by Latin Inscriptions , ed. corr. (Indianapolis: Focus Publishing, 2015), p. 172.
- Ernst Diehl, Vulgärlateinische Inschriften (Bonn: A. Marcus und E. Weber, 1910), p. 56 .
- Heikki Solin, Le Epigrafi della Valle di Comino. Atti del quattordicesimo convegno epigrafico cominese. Atina - Palazzo Ducale, 27-28 maggio 2017
- Couverture fascicule
Inscriptiones latinae liberae rei pubblicae.
Actes de colloque de Rome (27-28 mai 1988.



Iván La Cioppa

Nació en Santa MarÍa Capua Vetere (CE, Italia) en 1981, tras un bachiller en literatura y letras se ha licenciado en derecho. Escritor, divulgador y experto en historia de Roma, ha publicado dos novelas históricas: “La legión que vino del mar” y “Una legión por Trajano”, disponibles también en español, y una novela de fantasía, “I figli di Akilon”. Sus obras han tenido éxito tanto en Italia como en España y en América Latina. Colabora con museos, asociaciones culturales y blogs de divulgación histórica tanto en Italia como en España.

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