miércoles, 19 de octubre de 2022

DECÉBALO. EL REY "CON UN CORAZÓN VALIENTE"

Una colaboración de Iván La Cioppa para  Historia y Roma Antigua

"Con un corazón valiente": este es el significado del nombre de uno de los mayores enemigos de la historia de Roma: Decébalo, rey de los Dacios. La fuente principal sobre su vida es Dión Casio, quien nos deja una peculiar descripción del soberano dacio:

"Era doblemente astuto, tanto en la táctica como en las acciones de guerra; diestro tanto en lanzar el ataque como en elegir el mejor momento para retirarse; experto en emboscadas y maestro de las batallas campales; no sólo sabía bien cómo explotar la victoria, sino que también fue capaz de limitar el daño en caso de derrota".



Estas palabras revelan el respeto que el mundo romano sentía hacia él, a pesar de ser un enemigo y lo mismo se puede apreciar en la Columna de Trajano donde se le representa como un gran comandante militar.

Dacios saquean una ciudad romana próxima a la frontera.

Los datos que tenemos sobre la biografía de Decébalo son, sin embargo, muy escasos. No sabemos nada de su juventud. Aparece por primera vez en el año 85 d.C. como general del séquito del rey Douras que lanzó una ofensiva masiva contra la frontera romana de Mesia, matando incluso al gobernador Sabino. Un acto de semejante gravedad no podía quedar impune: en el 87 d.C. Domiciano movilizó un gran ejército y marchó hacia Dacia que ya no estaba gobernada por Douras sino por Decébalo, quien lo había sucedido mientras tanto. El nuevo rey no había perdido el tiempo y había reforzado las fortificaciones y preparado su ejército para la inevitable ofensiva romana. Seguro de su posición, según Dión Casio incluso se atrevió a burlarse del emperador, a quien ordenó pagarle un tributo y regresar a Roma. Domiciano, furioso, organizó la ofensiva encabezada por el jefe del Pretorio Cornelio Fusco que lamentablemente pereció cerca de Tapae con gran parte del ejército romano. 

Fue entonces cuando el rey, cuyo nombre era Diurpaneo, fue apodado Decébalo, debido a su gran hazaña. Sin embargo, Domiciano no se desanimó y envió otro ejército bajo el mando de Tetio Juliano que por fin derrotó a los Dacios, siempre cerca de Tapae. Fue un duro golpe para Decébalo, pero la suerte seguía de su lado: los Marcomanos habían causado una gran derrota al Imperio y el gobernador de Germania Superior, Saturnino, se había amotinado contra Domiciano que se vio obligado a concentrar todas sus fuerzas para sofocar la revuelta, así que, a regañadientes, tuvo que firmar las paces con el reino de Dacia: una paz degradante para Roma que se comprometía a enviar instructores militares, arquitectos, artesanos y una cuantiosa suma anual equivalente a ocho millones de sestercios a cambio de sumisión, sólo formal, como estado cliente.

Mapa de las campañas de Domiciano contra Dacia. Autor Roger M Kean


Decébalo, de hecho, había logrado un gran éxito que hizo que fuera aún más querido por su pueblo. En los años siguientes, su corte se convirtió en el refugio de muchos desertores romanos y opositores de su autoridad. 

Poblado dacio. Autor Radu Oltean

Pero la situación llegaría pronto a un punto crítico. Domiciano fue asesinado en el 97 d.C. y, tras el breve gobierno de Nerva, Marco Ulpio Trajano se convirtió en emperador. El nuevo «Princeps» no perdió tiempo y, temeroso del creciente poder del reino de Dacia y al considerar indigno el pago de un tributo, organizó una gran campaña para reafirmar el poder de Roma sobre aquellas tierras. La guerra pronto se volvió a favor de los romanos que llegaron bajo las murallas de Sarmizegetusa. Decébalo se apresuró a pedir la paz de inmediato, consciente de la superioridad de las tropas imperiales e impulsado por la captura de su hermana. Trajano aceptó la rendición e impuso condiciones muy duras como una guarnición romana en Sarmizegetusa, la cesión de algunos territorios y el derribo de algunas fortificaciones.En esta coyuntura también destacamos la gran personalidad de Decébalo que, a pesar de su orgullo, se postró ante Trajano, consciente de la derrota y no queriendo provocar más duelos a su pueblo.

Primera campaña dacia de Trajano. Wikimedia Commons

Sin embargo, ya estaba planeando contratacar, solo estaba ganando tiempo para reconstruir sus fortalezas, forjar nuevas alianzas y reunir tropas. Nunca abandonaría su sueño de una Dacia fuerte y poderosa, libre del yugo romano. Trajano pronto descubrió el complot que se organizaba en su contra y, furioso, organizó una segunda campaña, decidido a acabar de una vez por todas con aquel reino bárbaro que insistía en desafiar al Imperio. 


Los ejércitos romanos volvieron a cruzar el Danubio en el año 105 d.C. Decébalo sabía que el ejército romano era muy superior al suyo y por eso trató de usar toda su astucia. Consciente de que el poder de Roma residía en su emperador, envió asesinos para eliminarlo. Lamentablemente, su plan falló. Así que intentó otro plan: capturar a uno de los generales más talentosos del «Princeps», Cayo Casio Longino, y usarlo para pedirle a Trajano que se retirara. Esta vez su plan tuvo éxito. Le tendieron una emboscada y fue capturado pero poco después, a pesar de los planes del rey dacio, el general se suicidó. Sin desanimarse, Trajano continuó la invasión hasta la capital, que fue conquistada y arrasada como advertencia. Mientras tanto, Decébalo había decidido retirarse y organizar la resistencia, perseguido por los auxiliares romanos que conocían bien esas tierras.

Desgraciadamente, la suerte había abandonado al rey de los Dacios: consciente del inminente final, organizó un gran banquete en una de las últimas fortalezas que quedaban en pie y se suicidó. Justo en ese momento, para gran sorpresa de los asistentes, un decurión de caballería con sus hombres irrumpió en la sala, cortó la cabeza del rey y se la llevó a Trajano. El nombre del decurión era Tiberio Claudio Máximo, cuya estela funeraria donde se recuerdan sus hazañas ha llegado hasta nosotros. También está inmortalizado en la Columna de Trajano, en el acto de entregar la cabeza de Decébalo al emperador.

Representación de la muerte de Decébalo en la Columna Trajana.

Así se concluye la epopeya de un gran guerrero y un rey extraordinario que había intentado oponerse a un destino ineluctable. En los siglos siguientes, el recuerdo de sus hazañas se perdió salvo reaparecer en el siglo XIX con el despertar del orgullo nacional rumano que buscaba un héroe en su pasado. ¿Y quién mejor que Decébalo podría representar el orgullo y el espíritu de revancha de un Pueblo?



Traducción del italiano por Alice Croce Ortega 

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