viernes, 22 de noviembre de 2024

LUCILA, ENTRE LA REALIDAD Y LA LEYENDA DEL PERSONAJE CINEMATOFGRÁFICO

 

Annia Aurelia Galeria Lucila: Entre la política imperial y el mito cinematográfico

Es curioso como a veces el cine favorece que centremos nuestra atención en algunos personajes que , de otra manera, hubieran permanecidos como perfectos desconocidos para la mayor parte de la gente,. Uno de estos personajes históricos es Annia Aurelia Galeria Lucila, conocida por el gran público como uno de los principales personajes de las películas Gladiator I y II, aunque tal vez los que somos un poquito más viejos también recordemos a la Lucila interpretada por la gran Sofía Loren en La caída del Imperio romano (1964), una producción de Samuel Broston, dirigida por el gran Anthony Mann. ¿Qué no la ha visto?, está usted tardando.

Estatua en mármol de la Lucila real y las Lucilas de Gadiator I, II ( Connie Nielsen) y finalmente Sofía Loren como la Lucila de "La caída del Imperio romano. ( 1964)

Bromas aparte, el recuerdo de Lucila, para bien o para mal le debe mucho a la industria del cine que no lo olvidemos, se dedica a entretener, no a enseñar y que por lo tanto no está obligada a ser rigurosa desde un punto de vista histórico. No quiero extenderme mucho sobre el personaje en las dos películas de Gladiator. Es casi imposible hacerlo bien sin caer en el indeseado spoiler. Solo decir que el verdadero personaje, la auténtica Lucila, fue desterrada y murió en la isla de Capri, víctima de un asesino a sueldo enviado por su propio hermano, en el 182 mucho antes de lo que se dice en Gladiator II, seis años antes de que por ejemplo naciera Caracalla (188) otro de los personajes de esta nueva entrega de Gladiator. Tampoco el carácter del personaje real parece muy similar al de ficción.

La historia de Lucila contrasta profundamente con su representación en Gladiator. Mientras que la película la presenta como una heroína trágica que lucha por la justicia, la figura histórica era más compleja y, en muchos sentidos, víctima de las estructuras de poder de su tiempo. Lucila, hija, esposa de emperadores y augusta fue una mujer poderosa, acostumbrada a las intrigas de la corte en las que, al parecer participó de una manera activa, tanto que acabó por costarle la vida. Ups, ven, ya he hecho un spoiler.

1. Los primeros años de Lucila: Familia y posición

Lucila nació en el año 149 (o 150 d.C)., en el seno de una de las dinastías más importantes del Imperio romano, los Antoninos. Fue la segunda hija de Marco Aurelio y Faustina la Menor. La Antigüedad fue una época terrible para las mujeres y los niños por la elevada mortalidad tanto en el parto como en los primeros años de la infancia. La mitad de los nacidos no llegaba a la edad adulta y muchas de las madres morían en el parto o poco después. Ni siquiera la familia imperial escapaba a esta terrible norma. La pareja imperial llegó a tener entre 13 o 14 hijos. Tenemos un estupendo artículo escrito por nuestro colaborador Marcos Uyá Esteban sobre la cuestión en este mismo blog. A pesar de este número tan elevado de hijos, solo unos pocos sobrevivieron a MArco Aurelio. Autores como Kyle Harper,sontienen que solamente que Cómodo y Lucila fueron los únicos supervivientes. Otros como nuestro propio colaborador defienden que: 

"fueron un hijo y cuatro hijas, lo cual puede explicar, en el caso de Cómodo, la elección como emperador, puesto que, al ser el único varón superviviente, Marco Aurelio no tuvo más remedio que nombrarlo sucesor con el fin de evitar una guerra civil."

Desde su nacimiento, Lucila estaba destinada a un rol político importante. Su linaje y posición en la jerarquía imperial definieron gran parte de su vida. Aunque las mujeres romanas no podían acceder directamente al poder, las hijas y esposas de los emperadores desempeñaban un papel crucial en las alianzas políticas, especialmente en lo referente a la política matrimonial.

En el año 164, con apenas 14 años, Lucila contrajo matrimonio con Lucio Vero, el co-emperador asociado de Marco Aurelio. 

                        Busto en mármol de Lucio Vero

La boda tuvo lugar en Éfeso, un evento diseñado  no solo para afianzar la alianza política entre los hombres con más poder del Imperio, sino también para legitimar el poder compartido entre Marco Aurelio y Vero. En este contexto, Lucila fue nombrada augusta, un título que la convertía en una de las personas más importantes dentro de la familia imperial y del estado.

“De hecho, se dice que, incluso cuando era  emperador, no se avergonzaba ni dudaba en  recurrir a un maestro, sino que se hizo discípulo  de Sexto, el filósofo beocio, 1 y no dudaba en  asistir a las lecciones de retórica de  Hermógenes; 3  pero se inclinaba más por las  doctrinas de la escuela estoica. Lucio, por el  contrario, era un hombre vigoroso de edad más joven y más apto para las empresas militares. Por eso Marco lo convirtió en su yerno casándolo con su hija Lucila y lo envió a dirigir la guerra contra los partos.”

Dión Casio, Historia de Roma, 71,1

La joven, acompañada por su padre hasta Brundisio fue enviada junto a su prometido Lucio Vero que viajó hacia el oeste desde siria al encuentro de su prometida. Ambos se reunieron en Efeso, donde se celebró la boda. El matrimonio duró poco ya que Lucio Vero murió prematuramente, posiblemente por unas fiebres en el 169. Aún así les dio tiempo a tener tres hijos, dos niñas y un niño llamado como su padre, Lucio Vero (volviendo al cine, otro de los personajes de Gladiator I y II).

Marco Aurelio distribuyendo pan a la gente.
Joseph-Marie Vien en museo de Picardie
Sobre la muerte de Lucio Vero las fuentes clásicas se han mostrado bastante maledicentes, en especial la poco fiable Historia Augusta que relata sórdidas historias que varían mucho unas e las otras: en una Lucio murió por la ingesta de un trozo de carne envenenada por Marco; en otra es un médico llamado Posidio el que obedeciendo a Marco Aurelio realiza a Vero una sangría en un momento inadecuado; en otra es Faustina, la esposa de Marco Aurelio la que le asesina espolvoreando veneno en unas ostras enfadada porque Vero le había confesado a Lucila que mantenía relaciones sexuales con ella; hay más historias en otra es Lucila, celosa por la influencia de las hermanas de Vero en su marido la que acabó con su él. Lo interesante es que el propio Dión Casio recogiera estas historias y afirmara que fue el propio Marco Aurelio, enterado de que supuestamente Lucio Vero estaba conspirando contra él, el responsable de la muerte de su yerno.

“Al regresar, perdió a muchos de sus soldados por hambre y enfermedades, pero regresó a Siria con los supervivientes. Lucio se glorificó de estas hazañas y se enorgulleció de ellas, pero su extrema buena suerte no le ayudó; 3  1 1 se dice que más tarde participó en un complot contra su suegro Marco y murió envenenado antes de poder llevar a cabo ninguno de sus planes.”

Dión Casio, Historia de Roma, 71,2-3.


La mayor parte de los historiadores están de acuerdo en que es probable que Lucio muriera víctima de la enfermedad conocida como peste antonina, seguramente viruela. Marco Aurelio hizo grandes demostraciones públicas  de dolor, acompañó su cuerpo hasta Roma y lo divinizó.

2. Lucila como augusta: poder y ambición. Viuda de Lucio Vero y esposa de Pompeyano

La pérdida de su marido supuso un giro importante en la vida de Lucila. Aunque conservó su título de Augusta, su posición quedó en un limbo político, peligroso para ella y para su padre en especial acuciado por volver al frente. Era posible que algún personaje ambicioso utilizara a la joven Lucila para legitimarse en el poder, comprendió que lo mejor era casarla cuanto antes y con alguien de su entera confianza. Así lo hizo.  Tiberio Claudio Pompeyano era un oficial que había combatido con lealtad en las campañas del norte, suficiente a ojos e Marco Aurelio para que se casara con su hija de 19 años. Durante la campaña contra los partos (161-166 d.C.), emprendida por el co-emperador Lucio Vero, destacó como comandante. Fue nombrado después cónsul sufecto (162) y gobernador de la Baja Panonia Inferior entre los años 164-168 d.C. En el año 167 se enfrentaría exitosamente a la invasión de los germanos marcomanos y cuados. Era un militar veterano y leal a la dinastía. Fue el elegido en contra de la opinión de Lucila y su madre Faustina, ya que era un caballero de Antioquía  mucho mayor que ella y con un linaje sin la distinción necesaria para emparentar con la familia imperial. Las protestas de madre e hija fueron inútiles Este es, al parecer el personaje en el que se inspiraron los guionistas de Ridley Scott para crear el personaje de Máximo Décimo Meridio de Gladiator.

Maximo Décimo Meridio (personaje de ficción) y el general de Marco Aurelio Tiberio Claudio Pompeyano (busto).

A pesar de estas tensiones, Lucila continuó siendo una figura influyente en la corte. Su título de augusta, su cercanía al emperador y su experiencia como consorte imperial la mantenían en el centro de las intrigas políticas de Roma, donde las mujeres de la familia imperial eran tanto herramientas como actores principales en los juegos de poder.

Cuadro ‘Últimas palabras del emperador Marco Aurelio’ del pintor francés Delacroix 

3. Lucila y Cómodo: Rivalidad y conspiración

Con la muerte de Marco Aurelio en el año 180, el poder pasó a su hijo Cómodo. Su gobierno marcó un cambio drástico respecto a la era de estabilidad promovida por su padre. Cómodo chocó rápido con los senadores, a la que disgustaban sus maneras autoritarias de gobierno. Pronto se ganó la enemistad de varios sectores de la élite romana que a su vez supieron implicar a su favor a Lucila.

Cómodo en el Senado (Escena de Gladiator I)
Ella estaba molesta, había sido desplazada por su hermano del círculo más cercano al poder. Ahora era la esposa de Cómodo, Crispina, la persona más próxima al oído del emperador. Veía su influencia en la corte reducida. Esta marginación, junto con su desconfianza hacia las capacidades de Cómodo para gobernar y el ambiente de insatisfacción general entre los senadores ante las maneras autocráticas de Cómodo, llevaron a Lucila a participar en una conspiración para derrocarlo en el año 182. Esta intriga, que involucraba a varios senadores y oficiales, tomaron parte Ummidio Quadrato, cuñado de Cómodo, Claudio Pompeyano sobrino de Lucila y su segundo esposo y el prefecto Paterno. La ejecución del golpe fue confiada a Pompeyano,  aunque Herodiano nos cuenta que el ejecutor debía ser el senador Quintiano.

Fuera el que fuera, antes de atacar a Cómodo, le mostró el arma diciéndole: “esta te la envía el Senado", estos pocos instantes le dieron un respiro al emperador para primero evitar el golpe y después recurrir a sus guardias que detuvieron a los conspiradores. Las palabras del asesino aumentaron en Cómodo el resentimiento hacia el Senado, apoyándose a partir de entonces en el orden ecuestre. A lo largo de sus 12 años de gobierno fueron muchos los senadores ejecutados por orden del emperador, temeroso, en ocasiones con bastante razón, de sus conspiraciones. La serie de las víctimas comenzó en Lucila: su hermano la desterró a Capri curiosamente la misma isla donde desterró a su mujer Crispina, puede que a causa de alguna infidelidad de esta. Allí hizo matar a su hermana. También fueron asesinados por Cómodo, Pompeyano, Quadrato, el prefecto Paterno y Salvio Juliano, sobrino del gran jurisconsulto. Los ricos y cultos hermanos Quintilios, que no escondían su descontento por la situación política, siguieron el camino al otro mundo de los anteriores. Hasta el prefecto Perenne, que estuvo detrás de muchas de estas muertes también cayó ante las sospechas de Cómodo que tras asesinarlo, lo sustituyó por un ambicioso liberto llamado Cleandro, que se hizo tristemente famoso por su corrupción y avaricia. Años después Cómodo cayó victima de otra conspiración urdida por varias personas, entre ellas su amante Marcia.

La muerte de Cómodo por Fernand Pelez (1879).
Asesinato del emperador Cómodo,
encargado por su amante Marcia .

4. Conclusión: Historia y mito

La vida de Lucila es un gran ejemplo de las oportunidades y limitaciones que enfrentaban las mujeres de la familia imperial. Nominalmente, no podían ocupar cargos oficiales. Sin embargo, su proximidad al poder les permitía actuar como mediadoras, conspiradoras y símbolos políticos. En el caso de Lucila, el título de augusta, del que no todas las mujeres de la familia imperial podían alardear, le daba un estatus que la convertía en una pieza muy importante dentro del tablero de ajedrez en el que se disputaba el poder en Roma. También la hacía vulnerable. Lucila fue utilizada por su padre como herramienta política en sus dos matrimonios. Cuando llegó el cambio de régimen, a la muerte de MArco Aurelio y dejó de ser útil fue apartada.

El fracaso en su intento de conspirar contra Cómodo la expuso a las brutales represalias que definieron la política romana.

En la realidad, Lucila no era una simple espectadora de los acontecimientos, sino una participante activa, motivada tanto por ambiciones personales como por la supervivencia. Su vida, marcada por el ascenso, la caída y la tragedia, ilustra las tensiones de una época en la que la estabilidad del Imperio dependía tanto de las intrigas palaciegas como de la fuerza militar.

La transformación de Lucila en un ícono cinematográfico refleja cómo la cultura popular selecciona y adapta los elementos históricos para crear narrativas que resuenen con las audiencias contemporáneas. Sin embargo, al mirar más allá del mito, encontramos una figura cuya historia, aunque menos glamorosa, es igualmente fascinante y reveladora.

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jueves, 14 de noviembre de 2024

BATALLA DE ADRIANÓPOLIS (378). UN NEGRO VELO DE SANGRE.

La Batalla de Adrianópolis, sucedida el 9 de agosto del  año 378, representó un punto de inflexión en la historia del Imperio romano y en su relación con los pueblos bárbaros. La aplastante derrota del ejército romano oriental, la enorme pérdida de efectivos que le supuso al Imperio y la muerte del emperador Valente abrieron una herida que debilitó a Roma frente a la creciente presión de los bárbaros.

Esta derrota y el debilitamiento militar que supuso forzó al Imperio a integrar a los godos dentro de sus fronteras bajo condiciones de autonomía inéditas, estableciendo un precedente ventajoso para los godos al que pretendieron aspirar otros pueblos. Podríamos decir que tras el desastre de Adrianópolis, se inició el camino de un Imperio que dominaba a los bárbaros a otro que cada vez más, dependía de ellos.

Batalla de Adrianópolis 378. Caballería goda atacando goda el flanco y retaguardia romana. Autor Howard Herard

El lector podría pensar, tras leer as anteriores líneas que tal vez estamos cargando las tintas y que las cosa no fue tan grave. Bueno, los números tienen la mala costumbre de ser poco discutibles. Adrianópolis supuso la muerte de unos 25.000 soldados y auxiliares romanos, 300 centuriones, 35 tribunos y 2 magister militum. Más o menos entre la mitad y dos terceras partes del ejército romano oriental. Lo más terrible era la gran dificultad que suponía suplir estas bajas, ya que un legionario romano no era algo que se improvisaba de un día para otro, costaba mucho dinero y meses de duro entrenamiento formar a un recluta, no digamos ya a un experimentado centurión. A pesar de los esfuerzos que se realizaron, de la rapidez con la que se hicieron nuevas campañas de reclutamiento, la brecha abierta era de tal magnitud que no fue posible cerrarla adecuadamente y hubo que recurrir, cada vez más incorporar contingentes de bárbaros con una preparación y un equipamiento inferior al de sus anteriores compañeros de armas. Al contemplar la magnitud de este desastre surge una pregunta inevitable. ¿Cómo el ejército más poderoso de su tiempo, pudo sufrir una derrota de semejante magnitud? Para dar una respuesta adecuada a este interrogante es necesario retroceder unos años en la línea del tiempo.

Años previos a la batalla

La situación comenzó a deteriorarse cuando los hunos, guerreros nómadas con una movilidad y armamento superior, como arcos asimétricos y una movilidad muy superior a la de sus rivales, irrumpieron en la región donde residían los godos greutungos y otros pueblos bárbaros. Esto hizo saltar por los aires todo el delicado sistema diplomático y militar en el que, durante décadas, el Imperio romano había basado sus relaciones con los godos en particular y con el barbáricum en general. Los godos greutungos se las apañaron bastante bien para frenar el avance de las hordas hunas sobre su territorio. Sin embargo, a pesar de la resistencia inicial, la división interna entre cristianos y paganos, y entre clanes proclives a colaborar con el Imperio frente a otros que defendían la guerra contra Roma, las dificultades económicas por las que atravesaban los godos tras el desfavorable tratado que el emperador Valente les impuso en el 469, convirtió a los godos en un pueblo vulnerable. Entre el 372 al 375 llegaron los grandes desastres para el pueblo de los godos.

     Hunos atacados por campesinos. Autor Angus McBride

 El rey de los greutungos Hermanarico fue derrotado por alanos y hunos y optó por suicidarse. El resto de su pueblo se refugió entre sus hermanos y vecinos tervingios, liderados por el juez Atanarico que con sus propias fuerzas, las de los alanos huidos de los hunos liderados por Alateo y Safrax y los greutungos supervivientes al desastre plantaron batalla en dos nuevas ocasiones a los escitas. Todo fue inútil, nada parecía frenar el avance de los caballos hunos que ahora y casi de un plumazo, se habían hecho con casi todo el territorio de los godos, convirtiendo en un infierno llameante el barbáricum. Atanarico buscó refugio con algunos de sus seguidores en los Cárpatos y el resto de su pueblo, es decir miles de godos encabezados ahora por Alavivo y Fritigerno se dirigieron a buscar refugio bajo el seguro paraguas del Imperio romano, iniciando una migración masiva hacia el territorio romano del Danubio oriental.

Visigodos dirigiéndose al Danubio 375,  huyendo de los hunos Il.. Howard Gerard

Esta crisis humanitaria se le vino a Valente encima cuando se enfrentaba a una situación complicada: los persas avanzaban en el este sobre Armenia e Iberia, su intransigencia arriana había encendido el conflicto en Palestina, con la tribu árabe liderada por la reina Mavia y el costo de las campañas contra los godos en los años anteriores habían debilitado las finanzas romanas. La llegada de los godos era una gran oportunidad para reforzar la potencia de Oriente con miles de nuevos reclutas para el ejército y muchos colonos para poner en explotación amplias zonas rurales devastadas en los años anteriores. Finalmente, el emperador decidió permitir la entrada de los godos al Imperio con la condición de que entregaran sus armas y se sometieran a la autoridad imperial como "dediticii" o dependientes de Roma un estatuto jurídico menos beneficioso que otros como el de laeti.

Recreación de AI de la reina Mavia( realizada por Alberto Martínez)

Los planes no le salieron demasiado bien a los romanos. No tuvieron en cuenta a los centenares de miles de alanos, sármatas, godos y otros bárbaros que, ajenos al acuerdo con las autoridades romanas, decidieron huir del infierno desatado por los hunos penetrar sin permiso en el territorio imperial con sus armas y vivir del saqueo. La administración y el ejército romano se vieron desbordados ante semejante oleada de invasores lo que condujo a una crisis de seguridad en las provincias de Tracia, Mesia y Escitia. Por otro lado, los abusos de las autoridades romanas exacerbaron la situación. Los godos se rebelaron contra unas autoridades que, en vez de protegerles y alimentarles hasta que llegara el momento de asignarles un territorio en el que vivir, los explotaban y les hacían pasar hambre. En el 377 estalló la Guerra Gótica. Los jefes godos Fritigerno y Alavivo, frustrados comenzaron una campaña de saqueo que desestabilizó aún más el Imperio que, en ese momento, tenía su foco de atención, como hemos dicho, en otros conflictos.

La respuesta romana fue liderada por Valente que firmó apresuradamente la paz con la reina Mavia y envió tropas al mando de dos de sus generales que, uniéndose a las tropas enviadas por Graciano, el emperador de Oriente, trataron de frenar la marea bárbara que, a pesar de todo, acabó por desbordar a los romanos. Ambos bandos se enfrentaron en dos batallas, en la primera los romanos fueron derrotados y en la segunda, celebrada en ad Salices en el 377, a 15 kilómetros de Marcianópolis, a pesar de obtener la victoria, los romanos no consiguieron desalojar a Fritigerno de Tracia. Tuvo que ser Valente en persona el que dirigiera a sus tropas hacia el Danubio. Tras llegar a Constantinopla, en cuyos campos adyacentes incursionaban los saqueadores bárbaros se dirigió más al norte, a la ciudad amurallada de Adrianópolis para frenar la amenaza bárbara ya que, a pesar de los refuerzos occidentales enviados por Graciano, las tropas romanas no habían demostrado ser capaces de detener el avance de los godos en Tracia.

                               Movimientos de romanos y godos en 377-378. Fuente Osprey.

9 de agosto del 378. La batalla de Adrianópolis.

La decisiva batalla se libró el 9 de agosto del 378. Valente, confiando en una victoria rápida y sin esperar los refuerzos de su sobrino Graciano, enfrentó al ejército godo con entre 40,000 y 60,000 soldados.

Los errores que llevaron al desastre comenzaron a acumularse. Valente quería plantar batalla cuanto antes por varios factores como que estaba necesitado de la legitimación que una victoria en solitario le daría, más teniendo en cuenta que a pesar de llevar varios años en el puesto (desde el 364) aún no había conseguido un gran triunfo militar que justificara ante sus súbditos su trono imperial. El movimiento de las tropas de Fritigerno hacia el sur amenazaba con cortar las líneas logísticas de abastecimiento entre Adrianópolis y Constantinopla, su sobrino se encontraba a 450 kilómetros de la ciudad, es decir a unas dos semanas de marcha. Además su servicio de información le falló por partida doble al infravalorar el número de guerreros que seguían a Fritigerno y al ignorar a otros diez mil guerreros alanos y hunos liderados por Alateo y Safrax de otro campamento cercano. Todos estos factores llevaron a Valente a marchar 23 kilómetros desde la ciudad, al encuentro de las tropas de Fritigerno. La marcha se hizo en condiciones lamentables. El agua y la comida quedaron atrás por orden del emperador para hacer más rápida la marcha de unos soldados que llegaron exhaustos al campo de batalla.

La estrategia goda consistió en ganar tiempo con falsas conversaciones diplomáticas, generar humo con el incendio de los campos de alrededor y reunir a sus guerreros dispersos, incluyendo a los jinetes alanos y hunos, quienes serían determinantes en la batalla. Los romanos, agotados tras una larga marcha, encontraron dificultades para desplegarse e iniciaron la batalla por cuenta propia, en el ala izquierda, sin recibir la orden del emperador. Se trataba de infantería ligera que finalmente fue rechazada por los godos que respondieron con una ataque sorpresa de la caballería goda, alana y huna en ese flanco izquierdo que acabó por descomponerse. Con sus líneas desorganizadas, sin flanco izquierdo y bajo un intenso calor, el ejército romano sucumbió ante la presión goda.

Batalla de Adrianópolis 378. Planteamiento inicial de la batalla

El propio Valente murió en el conflicto, presumiblemente refugiado en una granja cercana. Allí llegó tras ser abandonado por la mayor parte de su guardia. El edificio fue incendiado por los godos, que no sabían que Valente se escondía en él. Este desastre marcó la pérdida de un emperador en combate( algo que no sucedía desde el emperador Decio que pereció en la batalla de Abritio en el 251. La derrota supuso la aniquilación de gran parte del ejército oriental. Tan solo el ala derecha y casi toda la caballería pudieron retirarse en orden a las murallas de Adrianópolis. Los godos, tras su victoria, fracasaron en su intento de conquistar Adrianópolis y la propia Constantinopla debido a su falta de habilidad para asediar ciudades. Aun así, sembraron la destrucción y la ruina en las regiones circundantes antes de dispersarse en grupos más pequeños.

 Valente se refugia entre las unidades de los veteranos lanciarii y matiarii, durante la batalla de Adrianópolis. Osprey Publishing.

 Consecuencias de la Batalla.

La derrota tuvo un impacto profundo en el Imperio romano, marcando un cambio de paradigma en las relaciones entre romanos y bárbaros. Teodosio, el sucesor de Valente, se vio obligado a llevar una política de pacto y alianza con los godos. De hecho le costó casi 5 años obligarlos a pactar . El tratado o tratados, ya que sabemos que se firmó con varios jefes godos en el 382, concedía a los godos territorios dentro del Imperio como aliados, en lugar de someterlos al papel de súbditos del Imperio. Este acuerdo, que incluía su derecho a mantener gobernantes y tradiciones propias y sentó un precedente en el que los bárbaros ya no eran tratados como pueblos dominados, sino como un elemento interno y autónomo en la política imperial.

La batalla evidenció cierta incapacidad del Imperio para contener la presión de los pueblos bárbaros en sus fronteras. La integración de estos pueblos, anteriormente vista como una fuente de soldados y contribuyentes, empezó a percibirse como un peligro. La xenofobia creció en el Imperio y surgió un resentimiento profundo hacia los bárbaros en general y hacia los godos en concreto. Ahora los bárbaros habían pasado de ser una cuestión de política exterior a formar parte de la realidad cotidiana, del día a día. Algunos, muy a su pesar comprendieron que los bárbaros ya no iban a irse, que habían llegado para quedarse. Ahora eran un factor fundamental y controvertido dentro de la sociedad y política romana. 

Soldados romanos Mediados S. V: izquierda: 1 Aeccio magister militum. 2 Bucelario de Valentiniano III (Plácido Valentiniano Felices); 3 Guardaespaldas huno de Aeccio. Derecha: 1 Biarco ostrogodo del Cuneus Equites Escutatorum; 2 primicerio (oficial); 3 Flammoularios de Mattiarii Juniors. Autor Graham Summer


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