lunes, 8 de abril de 2024

EL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE TRAS EL ASESINATO DE AECIO. LLEGA EL DESASTRE.

Un texto de Federico Romero Díaz

En la larga historia del Imperio romano, pocos personajes destacan con tanta luz propia como Flavio Aecio. Para su desgracia tuvo que gobernar en una periodo período de declive y fragmentación de la Pars Occidentis. Jugó, como generalísimo de Valentiniano III,  un papel clave en un periodo de crisis sin precedentes. Aetius demostró una habilidad militar excepcional desde temprana edad. Su ascenso al poder militar estuvo marcado por su capacidad para forjar alianzas con tribus bárbaras, especialmente con los hunos, que serán su sostén prácticamente durante casi toda su carrera. Aetius no solo se destacó como un comandante militar brillante, sino también como un hábil diplomático y político. Su asesinato fue uno de los hitos que marcó el camino hacia el desastre del Imperio en Occidente.

Genserico después de saquear Roma en el 455 se lleva consigo a Eudoxia, la viuda del emperador Valentiniano III, y a sus hijas. G. Rava

La relación entre Aetius, Valentiniano III y su influyente madre Gala Placidia fue una de las más complejas en la historia imperial romana, caracterizada por, las intrigas, la desconfianza mutua y las rivalidades políticas cuando su colaboración era crucial para mantener la integridad territorial del Imperio Romano de Occidente en un momento en el que su futuro, se veía amenazado por invasiones bárbaras y luchas internas por el poder.

El legado de Aetius ha dejando una marca indeleble en la historia de Roma gracias a  la habilidad demostrada para mantener la cohesión del Imperio Romano de Occidente durante los casi 20 años que su régimen llevó las riendas del poder. 

A la altura del 454, a pesar de su victoria en la Batalla de los Campos Cataláunicos, el año 451, la retirada de Atila del Norte de Italia en el 452 y la muerte del líder huno en el 453 (parece que, por causas naturales, aunque nunca podremos saberlo con certeza) Aecio muy debilitado políticamente.

itinerario de las tropas hunas en la Galia en el 451
Los hunos a lo largo de los 20 años de predominio político de Aecio siempre habían sido su gran apoyo, incluso en los peores momentos, como el de su exilio de Italia tras la derrota ante Bonifacio en la Batalla de Rimini en el 432, cuando tuvo que refugiarse entre los hunos que le proporcionaron un gran ejército de mercenarios con los que pudo volver y recuperar el poder. A partir del 450, con el cambio de timón que Atila realizó a su política, comenzaron los problemas para Occidente y para su generalísimo Aecio, ya que los hunos, ante el advenimiento de un militar de la línea dura como Marciano al trono de Constantinopla decidió cambiar sus exigencias, utilizando la famosa petición de ayuda de la hermana de Valentiniano III, Honoria, como excusa, en la parte occidental . Aunque Aecio había sabido vencer a Atila en la Galia en el 451, los ricos senadores romanos le culparon por los destrozos y graves daños económicos que causó la invasión del norte de Italia de las tropas hunas al año siguiente.

Los hunos en una villa romana, obra de Georges Rochegrosse

La muerte de Atila al año siguiente dio nuevas fuerzas a Aecio, ya que albergaba la esperanza de recibir el apoyo de alguno de los hijos de Atila que ahora se disputaban la primacía entre ellos. No tuvo tiempo de averiguarlo ya que los verdaderos enemigos del generalísimo romano estaban dentro de la corte y habían comenzado a maniobrar para canalizar el descontento general.

Los destrozos que los hunos habían ocasionado a las inmensas propiedades de la aristocracia italiana habían generado rencor, que se había visto acrecentado por los planes fiscales y de reclutamiento que el gobierno de Aecio trataba de implementar. El Imperio no podía sostenerse sin una implicación económica mayor por parte de la clase senatorial romana que en Occidente alcanzó cotas de acumulación de riqueza nunca igualadas con anterioridad. A pesar de ellas y utilizando el poder que su riqueza les prestaba, los senadores se negaron una y otra vez a aportar al Imperio el dinero y los reclutas que Roma necesitaba para garantizar el futuro frente a la amenaza bárbara. La oposición comenzó a articularse en torno a dos figuras, Petronio Máximo y Heraclio.


Sólido de Petronio Máximo

Petronio era un aristócrata que había sido  cónsul en el 433 y en el 443 y que había sido honrado con el título de patricio alrededor del 435. A pesar de que nominalmente era partidario de Aecio, era consciente de que su carrera había tocado techo. Pocos honores podrían corresponderle ya. Solo la muerte de Aecio generaría nuevas posibilidades de promoción. Para ello concentró a personas afines a su alrededor, destacando entre ellas el eunuco Heraclio, primicerius sacri cubiculi, una especie de “gran chambelán” muy próximo a la familia imperial que estaba a cargo de todos los eunucos de la corte. Desde ese puesto Heraclio controlaba los ingresos de proporcionados por las inmensas propiedades del patrimonio imperial. Eso en un contexto de crecientes dificultades económicas le otorgaba un poder considerable.


La otra fuente de peligro para Aecio siempre había sido la familia imperial. Aunque Gala Placidia, su gran rival política, había fallecido en el 450, Valentiniano III después de toda una vida de no poder gobernar por sí mismo, estaba decidido a conseguirlo. Uno de los caminos que su esposa Eudoxia y él eligieron fue la de casar a su hija Placidia con uno de los prometedores oficiales de Aecio, Mayoriano, un joven aristócrata romano que había demostrado su capacidad militar a las órdenes del generalísimo romano. Sin embargo, Aecio que ya llevaba 20 años al mando del ejército, impuso su voluntad a la pareja imperial cambiando los planes de boda. Placidia se casaría con su hijo Gaudencio, lo que convertía a este en el futuro emperador de Occidente, ya que Valentiniano III no tenía hijos varones. Mayoriano enojado por la intromisión dimitió de sus responsabilidades y se retiró a sus propiedades. La pareja imperial tuvo que ceder, pero el rencor no hizo más que crecer y fue presa fácil para las insidias que Heraclio, a instancias de Petronio y del partido senatorial, vertía en sus oídos. El eunuco acabó convenciendo a Valentiniano III de que con la boda entre Placidia y Gaudencio lo que realmente pretendía era derrocarle.


Aecio contaba con la protección de un numeroso y fiel cuerpo de bucellari hunos y godos fundamentalmente, además del respaldo del ejército.






Solo se le podía eliminar en palacio, donde no estaba permitido el ingreso de los guardines del generalísimo. Aecio fue convocado por el augusto para discutir nuevas propuestas orientadas a captar nuevos ingresos. En medio de la reunión Valentiniano III se lanzó contra él esgrimiendo un puñal, a la vez que Heraclio con otra arma le atacaba. Ambos hombres lanzaron una lluvia de golpes contra el desprevenido Aecio que poco pudo hacer para defenderse. El prefecto del pretorio Boecio, antepasado del conocido literato y político de la época de Teodorico, el Amalo, conocido por ser un firme partidario de Aecio fue igualmente asesinado, siendo los cuerpos de ambos exhibidos públicamente mientras Valentiniano III, ante el Senado, daba un discurso denunciando a Aecio y a sus partidarios. 

 

Sólido de Valentiniano III

Era muy probable que los numerosos bucellari hunos de Aecio se alzaran apoyando a un usurpador. Para tratar de eliminar esa amenaza Valentiniano III hizo volver  Mayoriano a la corte y le nombró comes domesticorum o comandante de la guardia imperial. Integró en ella a los antiguos guardias de Aecio esperando que la lealtad que antes le prestaban, se trasfiriera ahora a Mayoriano, su nuevo comandante. Cuando Valentiniano III y Heraclio se opusieron a que se le otorgara a Petronio Máximo el tercer consulado y el título de magister peditum in praesenti volvió a sus intrigas. En esta ocasión convenció a dos de los antiguos guardias hunos de Aecio, Thrasutila y Optila ahora jefes de los comes domesticorum de Mayoriano. El 15 de marzo del 455, cuando Valentiniano III estaba en el Campo de Marte practicando con el arco se acercaron a él y con sus armas le hirieron en la cabeza acabando con su vida. Paradójicamente Valentiniano III acabó sus días de la misma manera en la que asesinó a su hombre más valioso Aecio, muerto a traición.  Sus asesinos, el ejército y el Senado se impusieron a los cortesanos a Mayoriano y a la emperatriz. El 17 de marzo del 455 Petronio Máximo fue elegido emperador y forzó a Eudoxia, la viuda de Valentiniano III a casarse con él. Palladio, su hijo mayor haría lo mismo con la heredera de Valentiniano III. Esto rompía el tratado firmado entre los vándalos y Roma que establecía la futura boda del heredero vándalo Hunerico con la hija mayor de Valentiniano III, Eudocia. Mientras en Roma se ofrecían espectáculos públicos al pueblo para celebrar al nuevo emperador, en Cartago, Genserico se preparaba para la guerra. 

 

Tras Aecio, el desastre.


Antes de septiembre del 454, con la Galia en orden de nuevo, Hispania pacificada, los vándalos de África fieles a su papel de aliados de Rávena, Atila fallecido y los hunos divididos en una guerra civil muy beneficiosa para ambas partes del Imperio se dibujaba un prometedor futuro para la parte occidental del Imperio. Sin embargo, en pocos meses casi todo lo que se podía torcer se torció. Aecio fue asesinado en septiembre del 454, Valentiniano su asesino solo le sobrevivió hasta el 15 de marzo del año siguiente. Para colmo de males, su sucesor empujaba al Imperio a una desastrosa guerra contra los vándalos. El futuro se dibujaba ahora con colores mucho más sombríos que el año anterior y en él tuvieron un papel fundamental romanos como

Hunos atacan una ciudad romana.

Nepociano, Avito y Mayoriano o bárbaros imperiales como Egidio o Ricimero todos ellos formados a la sombra de Aecio.

Tras Aecio llegó el desastre. Se ganó una merecida reputación como general y defensor del Imperio romano. Durante su gobierno supo mantener a los diferentes pueblos bárbaros sujetos a la autoridad del emperador. Tras su muerte, sin el efecto moral de su liderazgo godos y vándalos, principalmente, se vieron libres de la autoridad romana y aumentaron sus posesiones territoriales a costa de Roma. El rey godo Teodorico II no tuvo ningún reparo en proclamar emperador a Avito, su antiguo preceptor. Paradójicamente eran ahora los bárbaros los que elegían al portador de la diadema imperial. Incluso, en el 455 Genserico, el rey de los vándalos y alanos que se había hecho con el control de Cartago y las posesiones romanas en África se atrevió a saquear Roma, el corazón del Imperio y a llevarse como rehenes a la augusta y a sus hijas. En vida de Aecio estos hechos hubieran sido inimaginables, aunque ahora ¿Quién se lo iba a impedir?


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