A veces el humor en Roma adopta tintes trágicos. Nos cuenta Suetonio que Calígula una mañana obligó a un hombre a presenciar la muerte de su propio hijo. Por la tarde lo invitó a comer y lo obligó a reír y a bromear.
Escena de la película "La Vida de Brian(1979)" |
Dión Casio recuerda en su obra como en el 192, siendo un joven senador acudió al anfiteatro a presenciar un espectáculo en el que el protagonista era nada mas y nada menos que Cómodo. El Emperador, apasionado de la lucha gladiatoria y de la caza de animales se planta frente a los asientos reservados a los miembros del Senado, los más próximos a la arena, tal y como correspondía a su elevado rango. Cómodo sostiene en una de sus manos la cabeza de una pobre avestruz que acaba de matar mientras que en la otra esgrime su ensangrentada espada. Mira directamente a los senadores y en un claro gesto de amenaza, sin palabras, les indica que los próximos en ser decapitados pueden ser ellos. Curiosamente esto despierta hilaridad entre los amenazados, tal vez por lo ridículo de ver a un emperador en esas circunstancias. Para disimular su risa, a Dión se le ocurre masticar alguna de las hojas de laurel de su corona y les pasa otras a sus compañeros para que hagan lo mismo y puedan así librarse de la ira de Cómodo que, creyéndose un gran gladiador, no toleraría de ninguna manera semejante mofa. Tanto Dion como el resto de sus compañeros consiguieron salir airosos y con la cabeza sobre sus hombros de esa situación.
Cómodo con una estaua dela victoria y una hoja de palma deja la arena liderando un grupo de gladiadores. Dipinto di E.H. Blashfield. Hermitage Foundation Museum, Norfolk |
No les sucedió lo mismo a los magistrados de la ciudad de Tarento a finales del siglo III. En esta ocasión se pagará un precio mucho más alto por la risa. La ciudad, rival de Roma recibía a los más altos emisarios romanos cuando uno de ellos tuvo que sufrir que su inmaculada toga fuera manchada intencionadamente con excrementos. La cosa que les hizo mucha gracia a los tarentinos que se rieron abiertamente ante los emisarios de Roma. Lucio Postumio Megelo, el principal de entre los romanos les dijo que se rieran mientras pudieran, que ya llorarían cuando tuvieran que lavar su propia sangre. La amenaza se hizo real cuando los romanos conquistaron por la fuerza la ciudad.
Cuando nos planteamos el tema del humor en Roma nos asaltan múltiples interrogantes: ¿Podemos llegar a saber cómo o por qué se reía la gente en el pasado? ¿Existía la risa romana en contraposición a la griega?¿Era la risa una forma de rebelarse contra el poder establecido? ¿Qué contenidos ideológicos o políticos tenía? ¿Cómo se controlaba desde el poder?¿ qué tiene de común y de diferente con nuestro humor actual? Comprender y contestar estas preguntas es importante porque nos ayudará a comprender mejor la sociedad y la cultura de la Antigua Roma. La conocida historiadora Mary Beard, (Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2016), analiza en "La risa en la Antigua Roma. Sobre contar chistes, hacer cosquillas y reírse a carcajadas" uno de los temas históricos más complejos: de qué y cómo se reían los antiguos romanos.
Esta dividida claramente en dos partes bien diferenciadas. En la primera la autora nos introduce de una manera general en la historia de la risa, en cuales eran los chistes más comunes tanto en latín como en griego. También rastrea la huella que ha dejado ese humor en la literatura romana y griega en obras como El asno de oro de Apuleyo, o en la obra de otros autores como Virgilio, Terencio, etc. Se nos explica también como era el humor romano, bastante distinto y a la vez bastante similar al nuestro en muchos aspectos, que cosas eran las que mas gracia hacían a los romanos, etc Es curioso ya que lo que podemos conocer sobre este último punto es fundamentalmente quew era lo que hacía gracia a los romanos hombres de clase elevada, ya que han sido estos testimonios y no otros los que han llegado a nuestros días, no conocemos lo que hacía reír a un esclavo o a un campesino o a las mujeres o a los más pobres. Es muy posible que un senador y un arriero se rieran de cosas muy diferentes y manifestaran esa alegría de maneras distintas también.
En la segunda encontramos un enfoque menos teórico que se centra en cuestiones más concretas como el humor de cicerón, los consejos de Quintiliano al orador bromista, las diferencias entre el humor de las altas y de las bajas esferas, los emperadores y sus bufones, los chistes romanos, etc.
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