lunes, 29 de noviembre de 2021

EL ITINERARIO DEL EMPERADOR VIAJERO EN HISPANIA. ADRIANO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Un texto de Federico Romero Díaz

La figura de Adriano es bastante controvertida entre los historiadores, ya que estamos ante un personaje histórico con una imagen llena de contradicciones. Es comúnmente aceptado que impuso un cambio de dirección a la política expansionista de su antecesor, Trajano, retirándose militarmente de algunas zonas que este había ocupado. También se dedicó a fortificar las fronteras en Britania, ordenando la construcción del muro que lleva su nombre, en África y en el Limes renano-danubiano.


 Este movimiento de repliegue hacia las fronteras más fácilmente defendibles  y su política de desarrollo interior favoreció una época de paz y prosperidad reforzada por un carácter moderado y justo en líneas generales. Sin embargo la muerte de cuatro senadores al principio de su subida al trono imperial y las muertes y condenas de otros senadores ya en la etapa final de su gobierno.

Estas últimas de debieron a las tensiones por su sucesión y a que su carácter, se volvió cruel e irritable a causa de una penosa enfermedad de origen cardiaco, empañaron su recuerdo hasta el punto de que a su muerte el Senado dudó si se merecía la consideración de dios o la de tirano. Finalmente será la insistencia de su sucesor Antonino Pío, la que conseguirá que se celebre un entierro digno de un emperador y de que los senadores accedieran a otorgarle los honores que como emperador se merecía. En este aspecto es importante señalar que una cosa es la imagen negativa que las fuentes prosenatoriales han pretendido dar de Adriano y de otros emperadores y otra muy distinta es la visión que de él se tenía en el pueblo en general y en determinadas regiones como Grecia en particular, donde fue muy apreciado gracias a la predilección que Adriano, amante de la cultura helénica, siempre demostró hacia esta parte del Imperio.

Adriano llegó al trono con cuarenta años, tras una larga trayectoria en el desempeño de cargos militares y civiles que le habían permitido conocer gran parte del Imperio (Hispania, Germania, Dacia, Grecia, Siria, etc). De los veintiún años de su gobierno pasó más de doce fuera de Roma. Viajó sin cesar por el Imperio como nunca antes había hecho ningún emperador impulsado por su afán de asegurar una buena administración a sus súbditos, para mostrar la generosidad del Emperador, para impulsar la construcción y reparación de monumentos y todo tipo de infraestructuras,  para solventar problemas puntuales como la rebelión de Bar Kojba (132-136) en Judea, para poner en marcha incluso la fundación de nuevas ciudades y en un porcentaje muy importante por su sed de aprendizaje y conocimiento.



En este artículo vamos a dejar de lado los viajes que realizó por otras zonas del imperio, muy tratados en otros textos y nos vamos a centrar en su estancia en Hispania entre los años 122 y 123.

Sabemos que primero inició un viaje de inspección por la Galia y el Limes renano-danubiano y que desde allí, se desplazó hasta Britania para dirigir uno de sus grandes proyectos la construcción del monumental Muro de Adriano en la parte norte de la isla y que en contra de lo que muchos piensan tenía una función simbólica y comercial más que una finalidad militar.

Muro de Adriano( Fuente Arre Caballo)
Se trataba de delimitar con claridad en la isla donde acababa el Imperio y donde empezaba lo que ellos llamaban el barbaricum, es decir las tierras en las que no imperaba la ley romana. Desde allí y con la intención de desplazarse a Hispania pasa a la Galia, donde junto a Julio Vestino, su nuevo secretario ab epistulis, originario de la ciudad gala de Vienne, (a unos 30 kilometros de la actual Lyón), se encarga de solucionar mediante una carta los problemas surgidos en Alejandría, posiblemente derivados del enfrentamiento entre las comunidades judía y griega de la ciudad egipcia. También conocemos por la Historia Augusta que impulsó la construcción en Nemauso (la actual Nimes) de un templo en honor de Plotina, su madre adoptiva y la mujer de su antecesor,
Plotina (Wikimedia commons)

Trajano. Como dato anecdótico también sabemos que justo antes de pasar a Tarraco, posiblemente en el invierno del 122 falleció su caballo Borístenes, al que siempre había demostrado un gran afecto. De camino a Hispania habría recorrido la antigua vía Domicia, visitando la capital de la provincia, la actual Narbona, donde elevó al rango de senador a uno de sus caballeros más destacados, el militar Lucio Emilio Arcano.

Ya en Hispania debió pasar por Barcino, la actual Barcelona, donde había nacido uno de sus hombres de confianza Pedanio Fusco, marido de su sobrina Julia. Adriano, siendo un muchacho en su viaje de ida y vuelta a Itálica ya había estado en Tarraco, visitando con un grupo de personas de la Bética al famoso poeta Floro que residía allí. Por lo tanto es probable que Adriano estuviera bien informado de la historia y los monumentos de Tarraco. 

Sabemos pr la Historia augusta que:

"Reconstruyó el Templo de Augusto con su propio dinero"

Tácito nos cuenta que ese templo databa del año 15 y que había sido Tiberio el que dio su aprobación a la demanda de los hispanos para construirlo. Tarraco era una próspera colonia romana y su trazado urbano estaba dividido en dos grandes partes divididas por la mole de su gran Circo. En el sector nordeste se hallaban los principales edificios públicos, incluidos los dos foros y el mencionado templo


Reconstrucción de la Tarraco romana. (Wikimapia.org)

Adriano sabría que fue precisamente en esa ciudad donde Augusto, al que Adriano pretendía imitar en su comportamiento político, había convocado a representantes de todos los aliados hispanos de Roma. Tal vez por eso, imitando a su modelo, Adriano convocó a representantes de toda Hispania en Tarraco. No debe ser tampoco casualidad que la estancia del emperador romano coincidiera con el 150 aniversario de la primera vez que un emperador recibió el nombre de Augusto (Octavio lo recibió el 27 a.C) Las monedas imperiales de esa época abrevian el nombre de Imperator Caesar Hadrianus Augustus en un simple Hadrianus Augustus. Todo coincide, Adriano pretendía mostrarse como un nuevo Augusto que traía estabilidad, paz y prosperidad al Imperio. En la asamblea sabemos que se trató la necesidad de realizar una leva militar en Hispania y que a pesar de las reticencias de los hispanos, esta se llevó a cabo, no solo ese año del 123 sino durante casi 40 años más.

La Historia Augusta nos cuenta una curiosa anécdota de la estancia de Adriano en la ciudad:
".. se enfrentó a un gran peligro del que salió muy airoso. Mientras paseaba por unos jardines, un esclavo de su anfitrión se precipitó sobre él con una espada. Adriano lo sujetó y se lo entregó a los sirvientes que corrían a su encuentro. Una vez sabido que el esclavo estaba loco, lo entregó a los médicos para que lo trataran y él no se alteró lo más mínimo"

Lo que hizo Adriano después de la asamblea solo puede ser objeto de conjetura, aunque tenemos monedas y testimonios fragmentarios de la Historia augusta para guiarnos sobre su itinerario. Por las posteriores monedas en las que aparece en trance de arengar a las tropas con la imagen del águila de una legión que conmemoran el exercitus Hispánicus podemos deducir que se desplazó hasta la sede de la única legión romana que había en Hispania la VII Gemina en la actual León lo que no sabemos es si lo hizo pasando por Ilerda, la actual Lérida y Caesaraugusta, actual Zaragoza, Numancia y Clunia o por el Valle del Ebro, llegando a Calagurris(Calahorra) y de ahí a Sasamón, donde Augusto había establecido su campamento en las guerras cántabras. 

Calzadas romanas en Hispania

Una vez llegado a León es probable que también visitara la cercana ciudad de Astúrica, actual Astorga, sede del iuridicus Tiberio Claudio Cuartino, que llevaba allí destinado varios años. No sabemos si después visitó la Bética y Lusitania Lo que si sabemos es que no fue a Itálica, la ciudad origen de Adriano, que presentó una solicitud por escrito para que se elevara el rango de su localidad aunque la ciudad si que será beneficiada por las donaciones imperiales que permitirán su reconstrucción y la construcción de numerosos edificios públicos, desproporcionados por su tamaño para la importancia de la localidad. Por ejemplo su nuevo Anfiteatro será uno de los mayores del Imperio. Al parecer unos disturbios en la Mauritania obligaron al emperador en el 123 a encaminarse a África, siendo posible que viajase a través del sur de Hispania, a acabar con los desordenes y a inspeccionar la frontera y desde allí, debido a las malas noticias recibidas encaminarse apresuradamente al Este a la frontera con Persia.

Aquí podemos dar por finalizado el paso de Adriano por nuestra Península Ibérica. Podemos concluir que fue un buen emperador que, a pesar de los problemas que tuvo en el trato con una parte importante del Senado, en especial al principio y al final de su gobierno, realizó una incansable labor de reformas administrativas, económicas y militares que propiciaron la prosperidad que caracterizó tanto su reinado como el de su sucesor, Antonino Pío.

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