lunes, 30 de octubre de 2023

REY DE LOS GODOS. ENTREVISTAMOS AL AUTOR SANTIAGO CASTELLANOS

"La novela, sea del tipo que sea, debe emocionar. Los personajes, las tramas, deben atraparnos, seducirnos, emocionarnos. En el caso del tipo de novela histórica, además, se aprende Historia."

Una entrevista de Federico Romero Díaz para Historia y Roma Antigua.

Hoy charlamos con un viejo amigo de historia y Roma Antigua: Santiago Castellanos (Logroño, 1971). Tiene un currículo espectacular.  Es profesor titular de Historia Antigua en la Universidad de León. Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, ha sido Visiting Scholar invitado en la Universidad de Oxford y profesor de investigación por la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos. Como historiador, ha dirigido varios proyectos de investigación del Ministerio de Educación y del de Economía, analizando los cambios en el ocaso del Imperio romano y la Hispania visigoda; ha publicado en revistas científicas, como Journal of Early Christian Studies, Early Medieval Europe o Historical Research, entre otras, ha impartido decenas de conferencias en diversos países del mundo y es autor de capítulos en obras colectivas en algunas de las editoriales internacionales más relevantes. Entre sus ensayos, cabe mencionar En el final de Roma (Marcial Pons, 2013), Constantino. Crear un emperador (Sílex, 2010) o Los Godos y la Cruz (Alianza Editorial, 2007), sobre la conversión del reino visigodo al catolicismo. Sus últimos libros académicos son Los visigodos (Síntesis, Madrid, 2018), Diocleciano y la Gran Persecución (RBA-Gredos, 2018, con edición en Italia, 2019), y The Visigothic Kingdom in Iberia (University of Pennsylvania Press, 2020).

Santiago Castellanos con su nueva novela.
Otra de sus grandes pasiones es la novela, género al que pertenecen obras como Gothia. Muerte en Barcinona o El libro de los crímenes (todas ellas en Ediciones B). Esta Rey de los godos (Edhasa, 2023) lo consagra entre los grandes del género.

Santiago, muchas gracias por dedicarnos tu tiempo. En tu nueva novela aparecen, mezclados con personajes de carácter ficticio otros reales de un calado histórico enorme, por ejemplo los hermanos Leandro e Isidoro de Sevilla. ¿Cuál fue su trascendencia cultural y política?

Leandro es una muestra de la implicación política de los obispos de esa época. Hay que tener en cuenta que los obispos se habían convertido en líderes ciudadanos en el Imperio romano tardío. Cuando los reinos bárbaros se consolidan en Europa, los prelados católicos seguían manejando multitudes, liturgia que les colocaba en el centro del espectáculo (procesiones, grandes celebraciones), y un escenario sagrado que salpicaba iglesias y oratorios dentro y fuera de las murallas de las ciudades. Disponían de importantes patrimonios económicos y controlaban donaciones por acceso a los espacios funerarios. En fin, se trataba del principal poder institucional local en la Europa del momento. Leandro se va a implicar en política. Se va a mojar, digamos. Y hasta las cejas. Apoya a Hermenegildo, hijo de Leovigildo y hermano de Recaredo. Viaja a Constantinopla, la capital del Imperio romano de Oriente, para buscar apoyos al bando rebelde. Pero después, cuando este bando pierde y Leandro regresa a Hispania, participará directamente en el concilio III de Toledo ya en época de Recaredo, su antiguo enemigo. Aunque, eso sí, se guarda alguna cartita en la manga y no citará a Recaredo en ningún momento del discurso. Su hermano, Isidoro, le sucede en la cátedra episcopal hispalense hasta su muerte en 636. Sigue la senda de compromiso político de su hermano con los reyes del primer tercio del siglo VII, y multiplica otra tarea de Leandro: la composición de obras religiosas, teológicas. Pero también escribirá sobre otras cosas, incluyendo la Historia. Isidoro es uno de los principales personajes áulicos de la Europa del siglo VII y, acaso, el autor más leído gracias a las copias que circularon de sus obras.

¿Qué eventos históricos destacados se abordan en tu nueva novela?

El principal es la consolidación del reino godo en Hispania en el siglo VI. Y un momento esencial como es el de la conversión del reino godo al catolicismo. Este último forma parte del primero. Una vez que los reyes godos anteriores, a pesar de sus guerras civiles, lograron ampliar el control territorial en casi toda Hispania, Recaredo pacta con los obispos católicos y se convierte él mismo y, finalmente, su reino. Todo esto albergó muchas contradicciones y grietas, que son la base histórica de la creación literaria en mi novela.

Emérita Augusta, antigua capital de la diócesis romana de Hispania desde el siglo III, tiene un papel muy importante en un relato que sucede ya en la segunda mitad del siglo VI y principios del VII ¿Cómo era Emérita en aquella época, qué edificios conservaba de su pasado romano y cómo se organizaba internamente?

En la novela se menciona ese pasado importantísimo de la ciudad. Había sido sede del vicarius Hispaniarum, algo así como el jefe del tinglado burocrático del Imperio romano tardío en el conjunto de las provincias hispanas. Sabemos que ya a finales del siglo V, poco antes del inicio cronológico de mi novela, las murallas y el puente habían sido restaurados. La ciudad cambia mucho en época visigoda. Gracias a las excavaciones arqueológicas actuales (y menciono bibliografía en la Nota de autor al final de la novela) sabemos que las calles se estrecharon, los corrales invadieron antiguas domus y espacios de representación pública como el foro. Se habían comenzado a expoliar ya el teatro y el anfiteatro, y, lo que es muy relevante por su recorrido posterior: la ciudad ya contaba con iglesias en su interior y en el suburbium. La iglesia catedral, sede del obispo, no sabemos exactamente dónde estaba, pero sospechamos que bajo la actual o en ese entorno que hoy se conoce como Plaza de España. Y, por supuesto, extramuros se ubicaba el complejo de Santa Eulalia, uno de los espacios más mencionados en la novela.

representación del puente romano de Emerita Augusta.

En Rey de los godos se hace mención y juegan un papel destacado varios obispos, tanto de Emérita (Masona, Paulo o Fidel) o de Toledo como Eufemio ¿Cuál era el papel que jugaban estos cargos de la Iglesia en las ciudades del Reino visigodo de Toledo? ¿Tenían autoridad suficiente como para enfrentarse al mismo Rey?

Lo decía antes. El papel del obispo como líder religioso, pero también en otras vertientes, viene desde el Imperio romano tardío. Insisto en que controlaban grandes patrimonios, tanto inmuebles como muebles, incluyendo esclavos. Pero además articulaban, a través de la liturgia, los ceremoniales públicos que discurrían por esos escenarios que antes os comentaba, tanto dentro como fuera de las murallas. Esto no quiere decir que no tuvieran rivales y enemigos, tanto dentro del clero como fuera de él. Los abades de monasterios y los domini o grandes propietarios tenían sus propios intereses, y el control de las rentas de las iglesias y oratorios, esencialmente, los solía enfrentar a menudo. En cuanto a la dimensión política, algunos de ellos sí tuvieron más influencia. Leandro e Isidoro, desde luego. O Masona, que es capaz de enfrentarse nada menos que al mismísimo Leovigildo, el auténtico arquitecto de la consolidación del reino godo en Hispania. Sobre esa base histórica, que descansa en nuestras fuentes empíricas, la novela ofrece una dimensión literaria de estos conflictos por los que preguntas.

Otro de los personajes históricos de la novela es Gosvinta, mujer de dos reyes godos, madre de reinas de francos y madrasta de otro futuro rey, Recaredo. Mucho se ha hablado de su temperamento y de su importante papel en la política del reino, prácticamente durante toda su vida. ¿Estamos ante la mujer más importante de la historia de los godos?

Creo que sí. Sin embargo, en mi novela no es eje de la trama. Porque, a mi modo de ver, y he estudiado sobre ella desde 1994 (algo ha llovido, sobre todo últimamente -ríe-), las decisiones finales no las tomó ella. Es cierto que es eje de un engranaje dinástico y diplomático. Dinástico porque había estado casada con el rey Atanagildo. Sus hijas, Galsvinta y Brunequilda, son casadas con dos reyes francos merovingios, con muy desigual destino. Desigual porque la primera fue liquidada y la segunda sí se consolidó en uno de esos reinos. De hecho, su hija Ingunda (por tanto, nieta de Gosvinta) se casa con Hermenegildo. Todo esto puede sonar un poco a Falcon Crest (para los que somos ya mayores jajaja) pero tiene esa otra versión diplomática que anunciaba. Estamos hablando de diferentes reinos de la Europa del siglo VI, el siguiente a la desaparición del Imperio romano de Occidente. Y estos matrimonios tienen una clave diplomática esencial. En el caso de Ingunda, alguna fuente desde el mundo franco merovingio (Gregorio de Tours) le atribuye el papel determinante en la conversión de Hermenegildo al catolicismo y en la rebeldía contra su padre. Pero otro Gregorio, Gregorio Magno, obispo de Roma, se la atribuye a Leandro, del cual, a la sazón, era amigo. A Gosvinta ese mismo Gregorio de Tours le coloca en escenas dramáticas con respecto a su nieta, y todo eso le ha dado mucha, digamos, prensa a Gosvinta.

Muerte de Galsvinta de Eugene Philistrae

Sisebuto, otro de los personajes de la novela, es uno de los reyes godos con mejor “prensa”, sin embargo, no solo hubo cosas buenas durante su reinado, era un monarca de una extraordinaria cultura, sin embargo, se le achaca la toma de decisiones drásticas con respecto a los judíos. ¿En qué consistieron?

Básicamente en ciertas prohibiciones, como tener esclavos cristianos, también cualquier proselitismo, o incluso se les cercenaron sus lazos con sus dependientes. Piénsese que era una sociedad en la que existían estas dos cuestiones, la esclavitud y las dependencias personales, es decir, los encomendados a un poderoso, eran auténticas mallas sociales y bases de poder. Pero lo más llamativo, ya avanzado su reinado, fue la orden para conversiones forzosas de los judíos. No sería la última vez en la que ocurrieran esas cosas. También antes Recaredo los había hostigado, aunque Sisebuto va, desde luego, un paso más allá. Isidoro, que no los soportaba y escribió cosas contra ellos, es, sin embargo, y a pesar de su amistad con el rey, ciertamente crítico. En algunas de sus obras menciona, por decirlo de algún modo, que no le parecía lo más adecuado: al menos, las conversiones forzosas. En todo caso, la cuestión judía iba a ser recurrente en la historia del reino.

Arrianos y nicenos, godos e hispano-romanos. A esas alturas, casi en pleno siglo VII, esas divisiones se estaban difuminando cada vez más hasta dejar de ser un problema real o seguían siendo un factor de división en el seno del Reino.

Es un asunto axial en la novela. En el mundo tardorromano había cristianismos, más que cristianismo. Distintas interpretaciones sobre el mensaje de Jesús, que no escribió nada. Lo que llamamos arrianismo era, en esencia, el cuestionamiento de la divinidad de Jesús sobre la base de que había sido creado al ser Hijo. Y, si había sido creado, sostenían los arrianos, hubo un momento en el que no existió. La conclusión, según esa interpretación, es que no podía ser divino, puesto que la divinidad es atemporal. Los godos eran mayoritariamente arrianos, y los habitantes de Hispania y, en particular, los dos grandes poderes existentes, domini (grandes propietarios) y obispos católicos, estaban en el otro lado. Hubo conflictos de identidad, y también por el control de las iglesias y de sus rentas. Al final, las decisiones que condujeron a la conversión global del reino y de los godos eliminaron esa disyuntiva.

Otro de los personajes de la novela es Witerico ¿Podemos considerarle como el prototipo del conspirador?

De creer la versión de la hagiografía de Mérida, sí. Pero no debe sorprendernos. Aunque es cierto que el caso de Witerico nos llama mucho la atención porque… ¡terminó siendo rey él mismo, años después! Los magnates godos participaban con frecuencia de estas conjuras, de unas tenemos constancia y de otras muchas seguramente no. De creer esa versión, participó en la conjura contra Masona, en última instancia contra Recaredo, pero se echó para atrás y colaboró con el bando oficial. Es un episodio muy llamativo, repleto de interés literario, que he recreado en la novela. Nos permite descender al foco local, para ver cómo la política se jugaba en las grandes decisiones de un Leovigildo o de un Recaredo, pero también en los escenarios locales en los que la partida por el poder también se estaba disputando.

Como hemos comentado al inicio de la entrevista eres un hombre muy polifacético, profesor universitario de historia, autor de numerosos ensayos, conferencias, novelas, artículos, etc. Como persona procedente del ámbito académico y a la vez dedicada a la divulgación (con mucho éxito por cierto) ¿Crees que las novelas históricas son válidas como herramienta de divulgación o debemos considerarlas como un simple entretenimiento?

Sí, me adhiero a tu primera propuesta. Aunque debo hacer una salvedad. La novela, sea del tipo que sea, debe emocionar. Los personajes, las tramas, deben atraparnos, seducirnos, emocionarnos. En el caso del tipo de novela histórica, además, se aprende Historia.

Tu obra se desarrolla una época particularmente convulsa. ¿Qué paralelismos, qué enseñanzas podemos extraer para actuar en este presente tan complicado que nos ha tocado vivir?

Por mi profesión, Profesor de Universidad en Historia Antigua, soy muy cauteloso en este aspecto. No creo que la Historia se repita. Pueden repetirse procesos, ciclos, cuestiones concretas, pero no la Historia como tal. Las distancias cronológicas son tremendas. Pero de lo que sí estoy convencido es de que en la Historia, estudiándola, conociéndola o, simplemente, acercándonos a ella a través de las personas que también divulgamos, podemos aprender a ser ciudadanos críticos. A entender nuestro presente, los conflictos que nos rodean. Comprender y explicar son los dos verbos claves, a mi juicio, para estudiar Historia. Y eso sí es aplicable a nuestro presente.

¿Cuál es el nuevo proyecto de Santiago Castellanos?

Sí, estoy trabajando en un par de proyectos: uno de ficción y otro de no ficción, pero hasta aquí puedo leer (ríe). A su debido tiempo iré dando información en mis redes sociales, @biclarense. En este momento estoy centrado en la promoción de REY DE LOS GODOS, que espero que guste muchísimo a los amantes de la Historia y de la Novela Histórica. Envío un saludo muy cordial a todos tus lectores. 


Pues muchas gracias por tu tiempo Santiago, quedamos a la espera de tus nuevos proyectos y mientras tanto, a aprender y disfrutar con Rey de los godos ( Pinchando sobre la foto puedes enlazar para saber más sobre la novela o empezar a leerla).


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miércoles, 25 de octubre de 2023

LOS HUNOS ANTES DE ATILA. EL PUEBLO QUE SOBREPASÓ TODOS LOS LÍMITES DE LA CRUELDAD

“El pueblo que sobrepasa todos los límites de la crueldad”(Historias, XXXI.2.1) . Con esta frase recogida en se refiere Amiano Marcelino, un curtido oficial curado de espanto del siglo IV al pueblo que irrumpía en el limes romano tras someter o poner en fuga a las tribus que antes habitaban el inmenso territorio entre el río Don y el Danubio.Mongoles, ávaros, magiares, otomanos, alanos son algunos nombres de los numerosos pueblos nómadas procedentes de las estepas asiáticas que se han lanzado contra Europa. 

Recreación artística de un guerrero huno( alargamiento del cráneo y        
escarificaciones en la cara)

Sin embargo la imagen de salvajismo y barbarie extrema ha quedado reservada para los hunos. Tal vez la respuesta es que a pesar de que los romanos llevaban siglos luchando contra bárbaros de diferente tipo (germanos, celtas, sármatas, etc) no estaban preparados para la novedad que les supuso el contacto con los hunos, el primer pueblo turco-mongólico con el que los romanos debieron lidiar. 

Algo parecido les pasó a los godos, a los eslavos o a los iranios que reflejaron en su folclore el impacto que el contacto con los hunos les produjo (por ejemplo El Cantar de los nibelungos).

Su corto periodo de dominación fue suficiente para que quedara fijado en la conciencia colectiva europea la antítesis civilización –huno. Tanto es así, que el término huno se ha considerado históricamente como un insulto relacionado con el salvajismo extremo. Por ejemplo fue usado por las potencias en conflicto en la Primera y en la Segunda Guerra mundial para descalificarse entre si.


El pueblo huno fue producto de la fusión de varios grupos nómadas procedentes de Asia central. Destacaron como excelentes arqueros y por su destreza en la guerra y habilidad sobre el caballo. Bajo el liderazgo de grandes caudillos como Charetón, Ruga o Atila forjaron un vasto imperio que abarcaba desde las orillas del mar Caspio hasta las del mar del Norte. 

ORIGEN Y COSTUMBRES COMPORTAMIENTO EN EL CAMPO DE BATALLA.

¿Quiénes eran estos nómadas y de donde procedían? 

Sobre el origen exacto de los hunos hay controversia. Son numerosos los autores que defienden que el origen de los hunos debe buscarse en el conglomerado de pueblos de la estepa denominado Hsiung-Un, los Xiung-Nu que mencionan las fuentes chinas. Este pueblo se convirtió en el peor de los enemigos para los soberanos chinos de las dinastías Qin y Han durante casi 200 años. Fundaron un imperio que acabó dividiéndose en dos grandes grupos: el del sur que siguió acosando a los chinos hasta el siglo IV y los del norte que se subdividieron entre los que tomaron como base Mongolia y los que emigraron al Oeste, hacia las estepas del mar de Aral y del lago Baljash.


Este segundo grupo que emigró al oeste es el que, cuando atraviese el cauce del Volga y vaya sometiendo o desplazando a alanos, sármatas, godos greutungos y tervingos provocará un terremoto sin precedentes en la historia europea. A favor de esta teoría hay varios factores como las coincidencias encontradas entre los calderos de los hunos y los calderos pertenecientes a la cultura Hsiung-Un, la concordancia histórica y fonética que se da en las fuentes romanas, chinas, persas e indias que se refieren a estos nómadas, y que recientes estudios genéticos han demostrado (en el caso posterior de los ávaros) que es perfectamente posible y mucho más rápido de lo que podríamos pensar el desplazamiento de todo un pueblo desde Mongolia a las orillas del Danubio. Hay otros factores como el hecho de que a diferencia de otros pueblos bárbaros de su época los hunos demostraran un perfecto dominio de la poliorcética. Usaban todo tipo de maquinaria, catapultas, arietes , helépolis. Incluso según algunos recientes estudios, manejaron algunos tipos de catapultas que ni siquiera los romanos conocían. Ese conocimiento podría provenir de los siglos de lucha que sus antecesores los Hsiung-Un mantuvieron contra los civilizados imperios de China, Persia o India. En contra se argumenta la falta de concordancia arqueológica en los enterramientos y sobre todo el hecho de que no se hayan encontrado cráneos alargados en las tumbas atribuidas al pueblo Hsiung-Un, mientras que en la cultura huna y en algunos de los pueblos que sometieron como los alanos o los ostrogodos son frecuentes.
Guerreros hunos blancos o heftalitas. Autor Ángel García Pinto            

En todo caso esta discusión debemos hacerla siempre pensando que hablamos de sus élites, incluso de sus clanes reales, ya que los pueblos nómadas de las estepas tienen una composición muy variable que cambia constantemente con la adicción de los elementos aportados por las gentes que van sometiendo a su paso.

En cualquier caso para los romanos los hunos eran algo totalmente nuevo y el discurso que construyen desde el principio lo realizan desde la alteridad, desde el discurso civilización contra el salvajismo y la vileza. 

Amiano Marcelino y experimentado oficial curtido en varias campañas contra alamanes, sarracenos y chionitas los llamaba “bestias de dos pies “(Historia , XXXI.2.2) dice que son “el pueblo que sobrepasa todos los límites de la crueldad”(Historias, XXXI.2.1)

A los romanos les espantaban sus narices chatas, propias de un pueblo de origen turco-mongol, las piernas arqueadas de vivir sobre los caballos, las cabezas grandes y en muchos casos con el cráneo alargado. La barba de los hombres era escasa, debido a que se desfiguraban el rostro con cicatrices rituales que se practicaban desde la niñez. Sus ropajes eran extraños, a base de lino, pieles de marmota que nunca se cambiaban hasta que se les pudrían encima. En sus largos desplazamientos podían beber la sangre de sus caballos, comían carne cruda o a medio hacer poniéndola debajo de su silla de montar mientras cabalgaban. Todo lo hacían a caballo (negociar, dormir, comer, etc).

Los hunos en combate.

En campaña eran temibles. Atacaban en formaciones densas y desordenadas y se calcula que cada jinete contaba con varios caballos de refresco, lo que les permitía, si era necesario, desplazarse a una velocidad muy superior a la de los otros ejércitos de la época. Además los caballos -en caso necesario- hacían el papel de despenas móviles ya que les proporcionaban carne, sangre, leche de las yeguas, etc. Vestían pantalones y polainas, llevaban cascos curvados y mocasines sin forma de piel mal curtida. Utilizaban lazos para capturar y derribar a sus enemigos del caballo, espadas para el cuerpo a cuerpo, lanzas, etc. A su extraordinaria movilidad y ferocidad en el combate añadían su arma secreta: el arco huno. Era un arco compuesto, asimétrico que podía llegar a medir 1.60 metros. Era mucho más largo en su parte superior lo que lo hacía de uso más práctico mientras se cabalgaba. Era un arma que podía llegar a tardar más de dos años en fabricarse con materiales variados como la madera, tendones, hueso, cuero, etc. El aprendizaje de su uso, al ser asimétrico era complicado pero el resultado espectacular. Era capaz de derribar a un jinete a 300 metros, era mortal a los 150, aunque el enemigo llevara armadura. Los caballeros hunos se hacían seguir de infantería y caballería pesada que normalmente proporcionaban los pueblos vasallos como sármatas, alanos y ostrogodos.  Al contar cada jinete huno con entre 5 y 10 caballos podían cubrir grandes distancias sin apenas descansar lo que les daba una rapidez de desplazamiento sorprendente en su época. Podían cubrir entre 100 y 120 kilómetros diarios. Aunque según fueron añadiéndose contingentes de infantería fueron perdiendo esa capacidad. En campaña no construían campamentos regulares ni se fortificaban. Se agrupaban por clanes y se establecían diferentes círculos de guardias a caballo que mantenían contacto visual entre sí.

Hunos contra romanos en "Total War Attila"

Los cascos y armaduras no eran muy distintas a las de sus enemigos y a medida que fueron aumentando en poder y riqueza la caballería paso de ser una caballería ligera, protegida con caftanes de fieltro acolchado y cuero a ser una caballería compuesta de jinetes protegidos por loricas de malla o escamas. A los caballos también los protegían con pectorales de fieltro, testeras, etc reforzadas con placas de metal

En batalla formaban una gran masa, organizada en tres líneas de ataque que procuraban que fuera lo más compactas posibles. Una parte considerable de los guerreros se dejaban como reserva. Los caballos de refresco y las provisiones se dejaban a una cierta distancia de la batalla, en ocasiones protegidos tras un lager o círculo de carros protegidos por un fuerte contingente.

A este temible ejército hay que añadir su facilidad para el asedio y la conquista de ciudades fuertemente amuralladas. En Prisco o San Aniano se nos cuenta como usaban habitualmente helépolis, torres de asalto con ruedas, puentes portátiles para cruzar ríos, escalas para asaltar muros, etc.

Representación de una helépolis.

En cuanto a la organización de las hordas hunas debemos decir que era bastante sencilla. Se basaba en la obligación de servir militarmente de los pueblos sometidos, en las relaciones tribales y personales y en la recompensa a través del saqueo. 

Casi no hay información sobre cómo se organizaban sus guerreros, aunque tras su contacto con Roma y el sometimiento de numerosos pueblos que pasaron a un papel de vasallaje evolucionó a formas más similares a los ejércitos de su época. Hasta el 434 parece que su núcleo lo formaban guerreros a caballo hunos reforzados por contingentes de caballería (sármatas, alanos, etc). El asentamiento posterior en la Llanura panónica supuso una merma en su rápida movilidad, al ir adquiriendo más peso la infantería ligera y pesada de sus aliados godos y alanos, entre otros.

En cuanto a las unidades, según el Strategicón (612 apox.), los hunos adoptaban una formación conocida como cuneus. Era un tipo de formación mencionada ya por Amiano Marcelino, 200 años antes. Tenía carácter tribal y su número de integrantes era variable (desde varias decenas a varios centenares de jinetes) a las órdenes de un jefe llamado cur. Además de este detalle sobre esa formación, tan solo sabemos que se organizaban tribalmente y que desde el 411 al 444 tras la aparición de reyes más poderosos (Shan yu) se produce la agrupación de las diferentes hordas en dos grandes cuerpos de cómo mínimo 10.000 guerreros cada uno, bajo la autoridad de dos monarcas: uno situado en la Llanura Panónica y otro en el Bajo Danubio, subordinado al anterior. Se calcula que en ese momento los hunos podrían contar con unos 30.000 jinetes, a los que habría que añadir numerosos contingentes de infantería ligera y pesada que fue en aumento según se avanzaba en el proceso de ampliación de su territorio y del número de pueblos vasallos. Dadas las limitaciones logísticas de la Antigüedad y a pesar de contar con un número de guerreros muy superior no podrían movilizar para una sola campaña a más de 60.000 hombres en total.

Caballería huna " siglo IV d.C. ( Mariusz Kozik )

En cuanto a la táctica, sabemos que preferían sorprender al enemigo, privarle de sus suministros, fingir la retirada para desorganizarlo con el fin de darse la vuelta y vencerlo armados de lanzas, sax y lazos que usaban para desmontar o atrapar a los jinetes enemigos o para arrastrar a la infantería.

COMO SE ORGANIZABAN SOCIALMENTE LOS HUNOS.

Antes de cruzar el Volga los hunos presentaban la típica organización de un pueblo nómada, guerrero de las estepas. Se organizaban en grupos de familias de unas 100 personas que pastoreaban juntas su ganado. La autoridad correspondía a un jefe de clan que se aliaba normalmente con otros para ponerse bajo la autoridad de otro jefe guerrero llamado cur. Estos jefes de tribu cuidaban ferozmente de su independencia. Así se garantizaba la defensa y protección de los ganados y familias de los grupos que conformaban la alianza frente a otras tribus, hunas o no.

Escena de Atila el Huno, 2001.

Amiano Marcelino nos cuenta:

“No están sometidas a ninguna autoridad regia y tan solo obedecen a un confuso grupo de nobles”(HistoriaXXXI, 32.7)

Los hunos no formaban un pueblo unido, se trataba de una agrupación de tribus con un origen común que se podían unir para iniciar una emigración o hacer la guerra, pero que con la misma facilidad podían separarse y guerrear entre si.

Sin embargo a finales del siglo IV se produce un cambio de paradigma. Comienza un proceso de concentración de clanes que hace que surjan señores de la guerra más poderosos, llamados shanyu, que dirigían en batalla a miles de guerreros. A inicios de siglo V casi todos los líderes hunos estaban bajo la autoridad de los hermanos Ruga y Octhar, que serán sucedidos por sus sobrinos Bleda y Atila. Al parecer y según algunos historiadores entre los hunos existía un sistema de jefatura dual, entre hermanos más que una monarquía militar. Este proceso de concentración de poder dentro del pueblo huno llegará a su cenit, cuando en el 445, después de once años de gobierno conjunto, Atila asesine a su hermano y se convierta en gobernante supremo de los hunos y de los numerosos pueblos a los que habían convertido en vasallos.


LOS HUNOS Y EL IMPERIO ROMANO. ¿COLABORACIÓN O  EXTORSION? 

Ambas son respuestas correctas. Los hunos, en su avance hacia el oeste, desataron una gran tormenta que arrastró no solo a pueblos como los alanos, los godos o los sármatas. También sacudió los cimientos del Imperio romano que no supo gestionar correctamente el inmenso flujo migratorio de refugiados bárbaros que huían de estos salvajes guerreros. La derrota de Andrianópolis (8 de Agosto del 378) dejaba al Imperio romano de Oriente en una situación de extrema debilidad militar. Tras cinco años de luchas y a pesar de la falta de soldados Teodosio, emperador de la parte Oriental del Imperio consiguió imponer a sus rivales hunos, godos y alanos un acuerdo por el que pasaban a ser foederati de un imperio que, por primera vez, y a causa de su debilidad, les permitía conservar sus estructuras tribales y mantenerse unidos como pueblo dentro de las fronteras romanas. Ya no se les podía obligar a integrarse en las unidades romanas como soldados romanos, ahora en virtud del foedera o del pacto con el Emperador, acudirían como amigos, agrupados como una fuerza aliada pero claramente diferenciada de las unidades romanas.

El rey visigodo Alarico I junto a sus comandantes  siglo IV dC ( Vilius Petrauskas )

No obstante, a finales del siglo IV, la mayor parte de los hunos que habían emigrado hacia el oeste seguían en las estepas norcaucásicas llevando la vida nómada que siempre habían tenido aunque muchos vendieron sus servicios al nuevo emperador de Oriente Teodosio. En el 384 un fuerte contingente de hunos fue integrado por Teodosio en las fuerzas del magister militum  de Occidente, Bauto para aplastar las incursiones de os jutungos ( alamanes). En el 388 Teodosio pudo contar con u fuerte contingente de hunos en su lucha contra Máximo. En el 394 un numeroso contingente de hunos lucho a favor de Teodosio en la batalla del río Frígido. En ese año 394 una temible horda de hunos al mando de dos shanyu, Basik y Korsik, atravesaron los pasos caucásicos y devastaron Armenia, Mesopotamia, Siria, Asia Menor y Palestina parando su incursión a las puertas de Egipto. Al intentar atacar territorio persa fueron derrotados y se vieron obligados a volver hacia los pasos caucásicos con un inmenso botín, y un gran rebaño cabezas de ganado y de desgraciados cautivos a los que vender como esclavos.

Uldino y Charatón

Los hunos en su avance desataron varias invasiones del limes del Danubio de hordas de refugiados bárbaros que no se resignaban a vivir como vasallos de los hunos. Destacaron la que devastó Retia en el 401, la de primavera del 406 en Italia protagonizada por una gran horda de godos greutungos dirigidos por Radagasio y sobre todo la de la noche de fin de año del 406 cuando aprovechando que las aguas del Rin se habían congelado una gran cantidad de suevos, vándalos, burgundios y alanos atravesaron el cauce del Rin. Rompieron las defensas romanas y se dedicaron a saquear la Galia, sin que pareciera que nadie pudiera pararles.

Los hunos alternaban a conveniencia el papel de aliados y enemigos de los romanos. Uno de sus jefes más poderosos, conocido como Uldino, se encontraba en excelentes relaciones con Arcadio, el hijo de Teodosio y emperador de Oriente, tras entregarle la cabeza del general godo rebelde Gainas. Sin embargo, en el 404 saqueó Tracia. En el 406 contribuyó con el envío de la caballería huna a la victoria romana sobre Radagasio. A veces había bandas de hunos en los dos bandos enfrentados. Por ejemplo en el 408 había hunos sirviendo como guardia de Olimpio (un poderoso cortesano de Occidente) mientras que otros hunos se integraron en el contingente de godos que dirigidos por Ataulfo, cuñado de Alarico, que acudieron a Italia a reforzar el asedio de Roma. Un fuerte contingente de 10.000 arqueros hunos a caballo también acudió en ayuda de Honorio para tratar de impedir, sin mucho éxito por cierto, que Roma finalmente fuera saqueada en el 410.

Tras la muerte de Uldino, hacia el 410, el núcleo de los hunos se había desplazado hacia el oeste, instalándose en la llanura panonia donde un nuevo líder llamado Charatón trataba de unificar todos los clanes. Será en esta corte donde el joven Aetius trabó amistad con cuatro príncipes hunos destinados a un jugar un papel protagonista en un futuro próximo: Ruga, Octhar, Beodic y Munyuk. El último, que no llegó a reinar, era el padre de los dos siguientes reyes de los hunos: Bleda y Atila que por esa época debía ser un adolescente de unos 15 años. De su infancia muy poco se sabe. Al parecer nació en la llanuras danubianas hacia el 395. Alguna fuente menciona que tuvo 4 hermanos, aunque como adulto solo compartió el poder con uno de ellos Bleda. Eran hijos de Munyuk, que murió a principios del siglo IV, siendo Atila un niño. Atila se quedó a cargo de su tío Ruga que se encargará de su educación.

Sidonio Apolinar decía de los niños hunos que :

“Apenas se tiene en pie el niño, separado de su madre, cuando ya un caballo le ofrece su grupa. Se podría pensar que los miembros de este se adaptan a los del hombre…”

También cuenta que a los niños:

” …para que los dos orificios nasales no sobresalgan de los pómulos envuelven la nariz cuando aun es tierna, en un vendaje para que se adapte al casco, hasta ese punto el amor materno deforma a los niños nacidos para guerrear…”

En la corte de Carantón, Aecio y Atila fueron testigos de cómo este prosiguió con su labor de concentración de las tribus hunas en un mando único. Sabemos que acompañó a su tío Ruga entre el 430 y el 434 en sus incursiones en Tracia y las regiones cercanas al Rin. Aunque es probable que se dedicara a la guerra desde una edad mucho más temprana

Ruga y Octar

 A su fallecimiento hacia el 419 el gobierno de los hunos se divide entre Ruga que dirige a los hunos que pastorean entre el Bajo Danubio y el Dniester y otra gran horda comandada por Otcar en Panonia.

En los años siguientes, en especial entre le 425 y el 441 los hunos seguirán en su papel tradicional de fuente de tropas para los romanos. Servirán a su amigo a Aetius en sus campañas contra las amenazas encarnadas por otros bárbaros y en los conflictos civiles de lucha por el poder entre las diferentes facciones romanas. Incluso ofrecerán asilo a Aetius cuando fue derrotado en el 432 por Sebastián, el hermano del general rival Bonifacio Gracias al apoyo huno Aetius se erigirá en el militar más poderoso de Occidente. Octar morirá en torno al 432 en batalla, precisamente en una campaña encargada por los romanos para acabar con la rebeldía de los burgundios, asumiendo su hermano Ruga el poder sobre todos los hunos de occidente. El momento del relevo se acercaba, dos nuevos gobernantes, Bleda y Atila se preparaban para llevar a su pueblo a ser temido por todos sus contemporáneos, aunque esa, esa es ya otra historia.

       Burgundios


BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL.

ESTE ARTÍCULO SE HA BASADO FUNDAMENTALMENTE EN :

Soto Chica, J, El águila y los cuervos. La caída del imperio romano, Ediciones Despertaferro, 2022

Soto Chica, J, Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad oscura, Ediciones Despertaferro, 2019                 

OTRA BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

Hughes, Ian, Patricians and emperors. The last rulers of the western roman empire, Pen and sword, 2015

Hughes, Ian, Aetius. Atila´s nemesis, Pen and Sword, 2012 

Molina Gómez, J.A, El Imperio huno de Atila, Síntesis, 2022, 

Martos Rubio, a, breve historia de Atila y los hunos, Nowtilus, 2011

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